viernes, mayo 29, 2009

"Cadena perpetua"


POR:LAUREANO MÁRQUEZ.


A Vargas Llosa, lástima que no sepa leer ni escribir.

Sé que es de lo más aborrecible el decir “yo lo dije”, pero qué se va a hacer si uno lo dijo y, como afirmó en su momento Pilatos: “Quod scripsi, scripsi”, es decir, lo escrito, escrito está.

Y es que una de las características del humor es que siempre se adelanta a los acontecimientos. Lo que van a leer fue escrito en julio de 2003. Ante el anuncio de la cadena perpetua que nos hace esta semana cobra nueva actualidad.

Naturalmente, los nombres de los protagonistas han sido cambiados, fundamentalmente por culillo:

PROTAGONISTAS DE PAÍS:

Chacu “Cadena” Chacu.

En la madrugada, entre sueños, rumbo a una urgencia urinaria de esas que se presentan a golpe de tres de la mañana, uno pasa frente al televisor y lo enciende.

La cadena continúa: Hay movimiento, sospechoso cuchicheo y risitas en la primera cama de la patria. Una mano mueve la cámara y la dirige hacia el techo. Uno se queda dormido con la televisión encendida y cuando te despiertas, a las seis de la mañana, está ya Chacu duchándose en un espacioso baño. Una cámara lo toma en un ángulo que lo muestra de espaldas y de la cintura para arriba. Amaneció de buen humor y mientras se enjabona canta: Chacu: Qué triste se oye la lluvia en los techos de cartón. Arriba vive la mujer preñada, abajo está la ciudad que se pierde en su maraña. Qué triste vive mi gente en las casas de cartón…

Diez minutos más tarde, con la toalla ceñida a la cintura, le vemos cepillarse los dientes. Mientras coloca la crema en el cepillo, les habla a los niños: “Es importante cepillarse los dientes tres veces al día. Eso no lo decían antes. Lo que había a esta hora era que si Mingo, que si la Colomina, y ellos nunca dijeron que los dientes tienen que cepillarse regularmente (canta ahora a cámara con la boca llena de espuma): los dientes de arriba se cepillan hacia abajo, los dientes de abajo se cepillan hacia arriba y las muelitas debes limpiar con un movimiento circular”.

Quince minutos más tarde, vemos una mano que saca un traje del clóset. Asistimos a un diálogo en alta voz, con toda la intención de que el micrófono lo recoja: Voz en Off: Diosdado mío, ¡qué cantidad de ropa!…


Sargento Perkins, venga acá…

Sargento Perkins: Mande, mi señor…

Voz en Off: ¿Qué hace este roperío loco aquí?

Sargento Perkins: Bueno, yo…

Voz en Off: Usted nada… (la mano saca los trajes y los lanza con ira sobra la cama)… Me sacas todo esto de aquí. Es más, los subastas en el mercado Guaicaipuro y las ganancias se la damos a la gente de La Bombilla…

A media mañana, la cámara muestra una escena extraña: Arcia C. está en el despacho principal; hablan bajito y mirando a la cámara. Salen de cuadro y la toma se mantiene fija sobre el despacho.

Entran quince minutos más tarde, sonreídos, y continúan la escena con fingida naturalidad:

Chacu: Entonces, Arcia C., ¿cuántas casas me dijiste que se iban a construir?

Arcia C.: Trescientas mil.

Chacu: ¿Trescientas mil?… ¿A cómo sale cada casa?

Arcia C.: Terminada… seis millones.

Chacu: Seis millones (toma nota). Déjame ver (abre una gaveta) que creo que por aquí me quedan unos seiscientos mil millardos que sobraron de un ahorro que hicimos el otro día de unos situados…

Toma, construye cien mil más…

Arcia C.: Gracias, Jefe…

Asistimos en vivo al almuerzo, durante el cual el jefe nos habla de una dieta balanceada, rica en proteínas y baja en carbohidratos. Termina el almuerzo con unas conservitas de coco y él dicta la receta de la abuela. En generador de caracteres, aparecen los ingredientes.

A media tarde, lo encontramos hablando por teléfono en la limosina:

Chacu: ¿Aló? ¿Lula? ¿Qué mais? ¿Cómo está la vaina? ¿Qué estás haciendo? ¿Presentando mensaje al Congreso? Te quito un ratico nada más… Voy el jueves para allá a reunirme con los sin tierra, tenemos que resolver ese problema…

Transcurre la tarde con un acto indígena en el Teatro Municipal y un encuentro latinoamericano en Parque Central. Cercano a la media noche, antes de dormirnos, le vemos hablar con Fidel: “¿Aló?, Fidel… ¿cómo sigues?, ¿te estás tomando las medicinas? Ten cuidado con la tensión…

Te voy a mandar unas pencas de sábila en el camastrón. Hasta mañana, ¡bendición! El jefe se duerme y los ciudadanos tenemos pesadillas. Es él, que en cadena telepática, nos impone sus sueños.

Lo dicho: Quod scripsi, scripsi, por tal razón, yo me lavo las manos como Pilatos lavó las de él.


1 comentario:

Anónimo dijo...

¡AY ARCANGEL!, primero gracias por el regalo, ya està en su lugar en el slide.

Luego...¿que puedo decir realmente?, que mi querida amada Venezuela, donde vivì gran parte de mi vida, me duele en el alma...nada màs

Te felicito por esa maravillosa chispa con la que escribes (por cierto se me hizo agua la boca con lo de las conservas de coco, jajaja)