POR: ARCANGEL VULCANO.
“La política es muy difícil” nos dijo una vez el senador socialcristiano trujillano Dr. Pedro Pablo Aguilar, en la época en que se desempeñó como presidente del antiguo Congreso Nacional venezolano, ¡cuanta razón! tenía el veterano dirigente en sus palabras. La política sin duda es una ciencia complejísima, indispensable, esencial para las sociedades; pero generalmente desdeñada, desprestigiada en virtud de sus propias características, efectos y consecuencias negativas; ignorándose su impacto positivo.
Los partidos políticos como organizaciones humanas, lógicamente están integrados por sus militantes, activistas y dirigentes, caracterizados por defectos, vicios, debilidades y calamidades, propias de la imperfecta naturaleza humana; de allí que, en el seno partidista se convive obligatoriamente con toda clase de ambiciones, codicias, avaricias. En tal sentido, nos expresó hace largo tiempo, el Dr Eduardo Fernández, siendo Secretario General y candidato presidencial de su partido COPEI, refiriéndose a la naturaleza y características de los partidos políticos, las siguientes expresiones:”Los partidos políticos no son una suerte de orden exotérica, integrada por místicos, iniciados, metafísicos, monjes tibetanos, ni por las hermanitas de la caridad, o las de la madre Teresa de Calcuta, ¡no!, no están dedicados a elevar el espíritu por medio de la meditación y la realización desinteresada muy altruista de las mejores obras en beneficio de la humanidad, mediante el ejercicio admirable de la solidaridad y la compasión cristiana, ¡no!, sino que los partidos políticos, son organizaciones humanas muy competitivas, que principalmente persiguen alcanzar el poder político para gobernar a la sociedad; por eso están integrados por seres humanos decididos a participar en la difícil actividad política por razones muy disímiles; son militantes y activistas, en su mayoría, generalmente motivados a activar dentro de los partidos, en razón de satisfacer sus más bajas pasiones, egos, intereses, aspiraciones y ambiciones; y en menor grado, en razón de conquistar unidos y solidariamente sus más nobles ideales de democracia, justicia, igualdad y prosperidad colectiva” ¡Cuánta verdad existe en esas reflexiones!
Actualmente en Venezuela, la mayoría de los partidos políticos que conforman la diversa, plural y multicolor oposición venezolana, enfrentan grandes desafíos. Por una parte, enfrentan el reto de “reinventarse”, y ofrecerle a la nación un proyecto de país alternativo viable, creíble, atractivo, esperanzador, procurando convertirse así, en una clara y poderosa opción democrática de poder, ante la progresiva conducta antidemocrática, ventajista y delictiva de un régimen con evidentes síntomas autocráticos, hegemónicos y totalitarios, que mantiene secuestrados a los poderes públicos y sus instituciones, abusando del poder, cometiendo peculado de uso, empleando cínicamente a discreción los multimillonarios recursos financieros y logísticos propiedad de la nación, desde el manejo seudo legal que desarrolla desde la jefatura del estado, desplegando desvergonzadamente un proyecto político particular, excluyente, discriminatorio y oprobioso, abiertamente violando impunemente la Constitución Nacional con la anuencia de sus serviles cómplices enquistados en el aparato del estado .
Por otra parte, la mayoría de los partidos políticos opositores, encaran el serio riesgo de sufrir el progresivo desmantelamiento, la desbandada de sus militantes, activistas y dirigentes, por causa del agotamiento de distinto signo, por la insuficiencia de recursos económicos para financiarse y sostenerse –el estado legalmente suprimió el financiamiento, mientras usa el dinero como le da la gana- causando en muchos casos, el sucesivo cierre y clausura de las sedes parroquiales, municipales y regionales; el desmembramiento y la dispersión de parte de la dirigencia y militancia, en la mayoría de los estados y municipios, en los que el oficialismo ganó las elecciones, causando la deserción, la desunión, y el abandono de muchísimos militantes.
No es fácil mantener activo el trabajo político partidista, cuando no se cuenta con recursos económicos y logísticos suficientes, para funcionar y abrir regularmente las sedes partidistas; mucho menos para desplegar adecuadamente actividades políticas colectivas, de organización etc, cuando los principales dirigentes de base, y hasta los líderes regionales, se encuentran atravesando una situación personal económica precaria; mientras en muchos casos, no tienen empleo, ni medios dignos para subsistir. Frente a esa cruel realidad lo normal es que esa dirigencia este inactiva, desmotivada, descarriada, como rebaño sin pastor, y que sea presa fácil de sus adversarios políticos que si andan buchones, desarrollando su permanente proselitismo político, su actividad propagandística a favor del gobierno que les paga, y los mantiene con los bolsillos repletos de dólares, recorriendo las regiones bien dotados, con fácil transporte particular, en lujosas camionetas, automóviles y motocicletas de alta cilindrada, disponiendo también para realizar sus movilizaciones, actos y mítines, de suficiente transporte contratado, de autobuses, camiones y toda clase de unidades automotores de las empresas del estado, actuando siempre protegidos por convenientes escoltas armados, contando con equipos de sonido para difundir perifoneando sus mensajes, en abierta desigualdad de condiciones; mientras los militantes, activistas y dirigentes políticos de la oposición en su gran mayoría, andan por el país haciendo el arduo, difícil y no siempre gratificado ni reconocido trabajo político, pero con las uñas.
Sabemos de casos, de militantes opositores, que a veces en sus recorridos no tienen ni para comer dignamente, y andan por sus propios medios, muchos de ellos deambulan pero a pie, desplegando una pelea absolutamente desproporcionada con sus adversarios. Esa patética situación que hoy viven y padecen las deprimidas fuerzas de la oposición venezolana, nos recuerda, al triste episodio, en que nuestros aborígenes autóctonos, se enfrentaron infructuosamente, pero con gran dignidad, valentía, coraje y fiereza, con sus primitivos arcos y flechas, al ventajista, desigual, desproporcionado y mortal poder del caballo, el acero de la espada, la armadura, la pólvora y el mosquete españoles, ¿las consecuencias? La dominación.
Es muy injusto, ingrato y muy inconveniente entonces -por decir lo menos- para las posibilidades reales de lograr en el futuro la recuperación política de las fuerzas aglutinadas de la oposición venezolana, que se continúe despotricando públicamente, contra “algunos” dirigentes políticos de la oposición, es irracional que se les responsabilice y culpe sin pruebas de manera genérica de todas las falencias y de lo negativo que padece la oposición; esta situación, sólo contribuye a crear mayor desaliento entre los casi cinco millones doscientos mil venezolanos que votaron identificados y consustanciados con sus causas.
Sin partidos políticos fuertes, organizados, coherentes, efectivos, bien articulados, asertivamente liderados y conducidos, estaríamos perdidos. En tal virtud, es fundamental en lo inmediato, concretar urgentemente varias acciones de emergencia para impedir los negativos y perniciosos efectos expuestos, y que ya se están produciendo.
Es indispensable conformar un frente político nacional opositor unitario, que persiga como principal objetivo, integrar y aglutinar a la mayoría de los partidos políticos opositores, así como a las distintas organizaciones de la diversa y plural sociedad civil, tales como, las ONG, los gremios empresariales, sindicales y profesionales. Es vital, que ese cuerpo político sea coordinado por un ente de dirección política comandado por un liderazgo colectivo, para lograr darle rostro y perfil a la multicolor oposición venezolana.
Los ciudadanos venezolanos que se consideran ubicados por distintas circunstancias y motivos, dentro de la plural oposición, en vez de despotricar muy inconvenientemente contra los partidos políticos y sus principales dirigentes contribuyendo a sí no sólo a desprestigiarlos –le conviene al gobierno- sino que también generando la división, provocando su progresivo y muy probable desmantelamiento; deberían en vez de sumarse a la corriente de lo antipolítico y antipartido, que representa y encarna el mesianismo, el caudillismo del “gendarme necesario” Chávez , en vez de contribuir torpemente y emotivamente, con la destrucción de los partidos políticos, deberían es integrarse a ellos, sumárseles, para desde adentro readecuarlos a los nuevos tiempos, transformándolos, haciéndolos cada día más democráticos, modernos, útiles; oxigenándolos con sangre joven, integrando a líderes juveniles; hay que hacerlos auténticamente participativos y protagónicos.
Hay mucho por hacer para acercarse a producir esa necesaria nueva realidad, en la cual será esencial para lograrla, la decisiva reflexión, colaboración, integración y la actuación directa, de las grandes mayorías de los ciudadanos demócratas venezolanos, en la difícil y compleja actividad político partidista, especialmente, para hacer eficientemente lo que algunos conocidos analistas políticos han denominado como “reinventar a los partidos”, lo cual no será jamás fácil.