miércoles, febrero 04, 2009

El Capitán Garfio abandonaría el timón y treparía por estribor

POR: ARCANGEL VULCANO.

Ante la inminente destructiva tormenta que amenaza con destrozar su destartalado barco escarlata revolucionario, el truquero y narciso Capitán Garfio caribeño, se debate durante su delirio de grandeza entre varias estrategias, que aplicaría para no perecer junto a su tripulación hundido en el mar caribe. De allí que considera aplicar la estrategia de abandonar tácticamente temporalmente el timón, con el salvavidas al cuello, pero aferrándose a un bote de emergencia, que le permitan sobrevivir el destructivo huracán, esperando aprovechar las turbulentas aguas, para justificar el abandono del mando y luego intentar ser ratificado por los pasajeros, trepándose de nuevo por estribor, aspirando así consagrarse como el timonel perpetuo.

El desquiciado Capitán Garfio sin atender las recomendaciones de buena fe que le han hecho los piratas más veteranos, se aseguraría que sus serviles tripulantes lugartenientes aferrados al mástil mayor del buque revolucionario, se encarguen de redecorar el vetusto barco, redecorando el camarote del Capitán, así como de extender la durabilidad de la ya húmeda, mohosa, corroída y podrida madera del rudimentario y antiguo bergantín, barnizándola para prolongarle su ya precaria existencia al menos 10 años más, ampliándole su período de vida útil, procurando que navegue y arribe a puertos seguros hasta el año 2019.

El descomedido, ambicioso y grotesco pirata espera ver propicio el horizonte el próximo 15 de febrero, para así implementar su vieja táctica de abandonar el timón, ya usada en ocasión parecida, y con el resguardo que le brinden sus salvavidas, preguntará a tripulantes y pasajeros si quieren que retome el timón por un tiempo mayor; pero garantizándose flotabilidad, sostenido de muy útiles focas y delfines que le permitirán treparse por estribor habiendo abandonado el buque con flotadores; no sin antes asegurarse, que las focas trepadas en cubierta le limpien y pulan el piso, con una aceitosa cera fabricada en las entrañas del barco pirata, con la grasa de algunas ballenas grises sacrificadas en la víspera, durante la despiadada y sangrienta cacería, aplicación veloz de barniz, que pueda intentar prolongar el durable brillo de la fétida borda de la hasta ahora muy resbaladiza madera, al menos de seis a diez años, para que el afilado garfio del inescrupuloso Capitán pueda hacerlo rechinar hasta el año 2.0019 cuando según él concluirá su cálida aventura en su viaje por las tibias y hoy turbulentas aguas revolucionarias del Caribe.
La engañosa jugada del sinvergüenza pirata está cantada. Si la brutal estrategia del Capitán Garfio, le rinde resultados positivos y puede ver el horizonte despejado en el mes del amor, y si los pasajeros del barco muerden su mortal anzuelo, si desprevenidos y distraídos en otros extraños menesteres prefieren enchinchorrarse en su cómodos camarotes mirando placidamente cielos particulares por sus minúsculas ventanillas contemplando amaneceres, atardeceres y anocheceres; si la mayoría de los pasajeros del buque pintado de rojo a la fuerza, caen en la debilidad, siendo víctimas de sus vacilaciones, errores, inacción e indiferencia cómoda, y le aprueban al tramposo Capitán Garfio sus sucias maniobras, sus súbitos movimientos, excesos, atropellos, arbitrariedades y violaciones a la principal Carta de Navegación consensuada por todos los que están a bordo del barco; si lo dejan y le permiten inmutables e indecorosos sin reaccionar adecuadamente con dignidad, carácter inquebrantable e indoblegable fortaleza para defender la integridad del barco, si permiten de brazos cruzados que el capitán Garfio pueda decidir cambiar el rumbo del barco dirigiéndolo suicida e irresponsablemente hacia el ojo del huracán, moviendo las velas y ordenándole a sus focas, delfines y tripulantes serviles que cumplan sus designios, será inevitable entonces en el futuro, su fatal hundimiento, terminando todos con sus huesos en el fondo del abismo, para ser presa fácil de los temibles carroñeros depredadores del mar.
Los pasajeros del barco deberían ser muy responsables y actuar con precisión, certeza, decisión y sabiduría para así neutralizar estas terribles amenazas contra la estabilidad del barco que les sirve de seguro transporte; por eso deberían a todo evento sostener el barco a flote, permaneciendo unidos, organizados y desplegados sobre la borda, manteniéndolo con rumbo fijo y seguro, basándose en una carta de navegación ya aprobada por la mayoría desde hace algún tiempo, para impedir las tramoyas del truculento Capitán Garfio, a quien la gran mayoría de los pasajeros del buque podrían decidir arrojarlo por la borda junto a su séquito de aduladores y cómplices, lanzándoles a los hambrientos devoradores del océano que hace tiempo pacientemente los esperan para hacerlos su alimento.

Pareciera que el Capitán Garfio abandonaría el timón y treparía por estribor, a menos que se lo trague un hambriento cocodrilo durante el trayecto.

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