viernes, abril 04, 2008

"La gente busca defenderse y protegerse del estado" ( Entrevista a Alvaro Vargas Llosa).


POR: CAROLINA BARROS.

"El Estado fomenta a los D'Elía"

Rosario, Santa Fe (enviada especial) - Si hay alguien que conoce de cerca los problemas de América latina es Alvaro Vargas Llosa (42 años). Peruano como su padre, el consagrado novelista, Vargas Llosa hijo es economista y politólogo (London School of Economics), además de ensayista. Su último trabajo, «Lessons from the poor» (Lecciones de los pobres) aparece en mayo. Periodista polirrubro (radio, TV, prensa escrita), dirigió hace pocos meses en Bolivia y en Perú la filmación de dos documentales sobre indigenismo y populismo, que le encargó la National Geographic. En esta entrevista, Alvaro Vargas Llosa, uno de los disertantes del seminario organizado por la Fundación Libertad en Rosario la semana pasada, se refiere a las protestas sociales en Venezuela, Bolivia y la Argentina, ocasionadas por el abuso de la democracia plebiscitaria.

Periodista: El nuevo fenómeno político en América latina es el surgimiento de Estados sobredimensionados, prepotentes, que entran en conflicto con el ciudadano. ¿Son estos Estados el origen de las protestas actuales en Venezuela, Bolivia y la Argentina?

Alvaro Vargas Llosa: Desde ya que sí, aunque estos conflictos no tienen una base política ideológica. Es reacción espontánea. Los ciudadanos que protestan carecen todavía de una idea preestablecida de aumentar los espacios de libertad o de reducir el tamaño de la burocracia. Comprobaron que el Estado, de quien esperaban ciertas garantías, servicios y soluciones, se convirtió en su principal problema.

Y no sólo porque ven reducida su capacidad de participación en el campo político sino porque en el campo económico viven en una permanente prueba de fuerza y de esfuerzos en contra de obstáculos que les ha interpuesto el Estado.

Es el caso de las retenciones en la Argentina, o el de los agricultores en Bolivia que se oponen a la reforma agraria de Evo Morales, o el de pequeños empresarios en Venezuela, que se rebelan frente a las trabas que el gobierno les impone para acceder al mercado, con regulaciones casi mafiosas. En todos los casos la gente busca defenderse y protegerse del Estado.

P.: Y el Estado reacciona...

A.V.Ll.: Claro, desde el Estado lo ven como una agresión contra el orden público. Pero la gente no está saliendo a atacar sino a defender el orden público. Todavía es espontáneo, sin elaboración ideológica: están defendiendo su vida cotidiana, los espacios en los que se sienten agredidos por el Estado. Esto sucede en la Argentina, en Bolivia y en Venezuela. Y lo veremos dentro de poco en Cuba, cuando se tenga más cabida para ello.

Abuso

P.: ¿Le parece que hay un abuso de la llamada « democracia plebiscitaria»?

A.V.Ll.: Yo lo llamaría abuso de la democracia, a secas. Al leer a los teóricos de la democracia, encontramos que ya previenen sobre el peligro de tener demasiada democracia. Alexis de Tocqueville, cuando viaja a EE.UU. para escribir «De la democracia en América», no sólo exalta las virtudes de la democracia norteamericana sino que previene sobre los excesos, esto es, que la opinión de la mayoría sea más importante que ciertas leyes, reglas y normas, lo que termina convirtiendo a la democracia en la enemiga de la libertad individual. Es lo que está ocurriendo con los Chávez, los Morales, los Correa y los Kirchner, que llegan al poder por la vía electoral y luego cambian las reglas de juego, para tratar, apoyándose en una mayoría temporal (de la que gozan), de desmontar todo el andamiaje republicano: el sistema judicial, el sistema de contrapeso de poderes. Pero lo hacen por la vía electoral, por la vía plebiscitaria, porque están haciendo un abuso de la mayoría. Aquí encaja muy bien la famosa frase de Borges: «La democracia es un abuso de la estadística».

P.: ¿Por qué están surgiendo grupos violentos o subversivos en Latinoamérica?

A.V.Ll.: Hay dos razones. Una es que han encontrado en el gobierno de Chávez una posibilidad de financiamiento, de respaldo ideológico y de eco político, de lo que carecían desde que desapareció la Unión Soviética. La otra razón es que hoy en día existe, en grandes sectores de la población, rechazo, repudio y repugnancia contra todo lo establecido. El fenómeno de la antipolítica refleja un repudio contra todas las instituciones: la Policía, el juez, el partido político, el gobierno. Cuando la sociedad se encuentra en ese estado de ánimo, evidentemente la fórmula violenta encuentra un excelente caldo de cultivo.

P.: ¿Volvemos a los 70? ?

A.V.Ll.: No hay que alarmarse, creo. Todavía no tienen estos grupos violentos la capacidad de hacerse con espacios realmente significativos. Las FARC se están batiendo en retirada; Sendero Luminoso -que ha resurgido en Perú- no es el de los 80; los grupos violentos argentinos lo son y están en buena parte porque el Estado los tolera y a veces los fomenta. Además como el Estado argentino no aplica la ley, estos grupos siguen proliferando. Si se aplicara la ley, delincuentes como D'Elía o Pérsico no podrían salir a la calle para pegarle a la gente.

P.: En el seminario «Los desafíos de América latina», organizado en Rosario por la Fundación Libertad para su 20° aniversario, usted dijo que dada la actual situación política del continente, esta reunión se debería haber hecho tres años antes...

A.V.L.: En estos congresos se transmiten ideas liberales a la sociedad, las que pueden en un primer momento causar desconfianza y hasta desprecio, pero que en cuanto se da una situación crítica, inmediatamente adquieren vigencia. El desplome del imperio soviético se dio porque hubo este tipo de seminarios. Y la gente acudió luego a la alternativa, como pasó con la República Checa, Polonia, Hungría, los países bálticos (Estonia, Lituania). Por lo tanto, no soy pesimista: es bueno dar esta batalla. Nosotros veníamos diciendo que el modelo argentino no era sostenible en el mediano plazo. Nos miraban con desprecio -hace tres años- y nos argumentaban que el país estaba creciendo, que tenía reservas monetarias y superávit fiscal como nunca antes, que la clase media regresaba al bienestar. Hoy, ese modelo esta agotado, y no hay otros. La única alternativa es la nuestra.


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