¿HUGO CHÁVEZ FRANQUICIA MERCANTIL?

La presencia del presidente Chávez recientemente en algunos países latinoamericanos está causando toda clase de reacciones. Se puede o no estar de acuerdo con la ideología del líder bolivariano, pero es evidente que su imagen resulta cada día más controversial. Su marcada influencia política, económica y de toda índole, en los países latinoamericanos, no deja de impactar en todos los ámbitos del acontecer de los países que visita. Chávez cual huracán caribeño embravecido, va dejando a su paso sus efectos positivos y dañinos, según el cristal con que se mire.

Los distintos adversarios políticos del líder revolucionario venezolano, ya no encuentran la fórmula para lograr neutralizar el efecto político Chávez, sin advertir ni caer en cuenta que su efecto comienza a ser también de carácter económico. Muchos han cometido el imperdonable error de subestimarlo, fue tratado como un advenedizo, pero el caudillo llanero está resultando un hueso duro de roer para sus jurados enemigos de la derecha mundial, que ya han podido constatar que el fenómeno carismático de su liderazgo no es un hecho casual ni aislado, y que tampoco obedece únicamente al manejo que hace de los caudalosos recursos petroleros de que dispone discrecionalmente, para financiar y apuntalar su proyecto político socialista en los países latinoamericanos, sino que su discurso político coherente anti partido, ha logrado convencer a muchísima gente que se lo ha comprado de tal manera, que su impacto político es real.

Chávez es mucho más que petrodólares. Se trata de un conjunto de elementos que combinados lo convierten en un fenómeno político planetario de gran impacto. Lo que realmente ha calado de Chávez a pesar de su demagogia y actitud populista, es su discurso de reivindicación de los excluidos, de los pobres, de los desposeídos, combinado con su acción política, su marcada influencia, su efectiva acción directa en las sociedades sobre las que actúa directa y personalmente, a través de una campaña propagandística brutal que despliega por todo el continente y el mundo de manera muy eficaz. Chávez se ha convertido prácticamente en una especie de franquicia exitosa a nivel comercial, y funciona como tal; es una moda; un efecto manejado con gran habilidad; un producto de exportación.

Lo expresado podría ser catalogado como un disparate, un absurdo; pero bastaría con evaluar la más reciente gira de Hugo Chávez por Latinoamérica para constatar el efecto de fascinación que el dirigente causa en sus fanatizados seguidores. Ya no se trata únicamente de un líder exitoso y carismático, y que es amado u odiado por las multitudes, no es simplemente un jefe político que viaja a ofrecer la redención social, la liberación de los pueblos, ni que viene a resolver los problemas de los más pobres, la franquicia Chávez se trata de algo muchísimo más elaborado y complejo.

Se está construyendo progresiva, lenta pero eficazmente, una relación líder pueblos muy honda, que ha causado progresivamente un impacto directo en las sociedades organizadas, y que viene derramando su influencia directa en las poblaciones más humildes alojadas desde el territorio de los EEUU hasta la patagónica Argentina, y que comienza a asemejarse a una franquicia comercial con gran poder de penetración, de productividad y de rentabilidad. Chávez tal vez sin proponérselo está resultando ser el mayor y mejor franquiciador, comerciante y negociante del continente americano.

Para comprenderlo, solamente habría que evaluar la cantidad de recursos invertidos por ejemplo en Argentina donde ha financiado la compra de más de 3.000 millones de dólares únicamente en la compra de bonos de la deuda pública de ese país. Incluso algunos líderes del hermano país han alertado sobre la riesgosa influencia del presidente Chávez en la política interna, al prestarle tanto dinero a la república gaucha, quedando prácticamente hipotecada ante el nuevo acreedor sustituto del Fondo Monetario Internacional, y Chávez no suele disimular su actitud benefactora, se siente a sus anchas en esa hermana nación.

Pero es que la franquicia Chávez, no operaría únicamente en el Sur; apenas Daniel Ortega ganó la presidencia de Nicaragua; Chávez sin consultar con la Asamblea Nacional de su país, le condonó ejecutivamente la deuda por 30 millones de dólares; ya había donado a Bolivia la misma cifra cuando ganó Evo Morales la presidencia de aquel país; Chávez no ha cesado de invertir y negociar en acuerdos, tratados y convenios de cooperación en todas partes: En Ecuador, Colombia, Uruguay, Brasil, Paraguay, en los países del caribe con su base operacional en Cuba, en virtud de su afinidad ideológica con Castro.

En su más reciente visita a Haití, Chávez conmocionó a la población, allí demostró gran arraigo popular, fue realmente impresionante verlo trotando rodeado de una gran multitud, y sería mezquino no reconocerlo. Chávez también ha extendido su franquicia comercial hacia el medio Oriente y otras regiones esenciales del mundo; mantiene convenios y acuerdos con Irán, China, Rusia y muchísimos otros países de gran relevancia comercial; pero es elocuente la audacia del presidente Chávez, quien sin duda no desea representar únicamente a un país como Venezuela, sino que pareciera querer ser el nuevo magnate comercial de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, de hecho ya lo es, y no tardará en expandirse.

Más allá de cualquier tipo de consideraciones ideológicas, es obvio que el dirigente venezolano estaría empleando su nombre y el de su país, como si fuera una exitosa franquicia mercantil, la cual despliega con su poderosa y marcada influencia por muchísimos países del mundo. Diera la impresión de que el proyecto socialista del siglo 21 fuera una franquicia, y no una opción o alternativa política, para los venezolanos y sus vecinos.