domingo, julio 20, 2008

"Dos divisiones atacan. Chavismos. Oposiciones. Los de Abajo"


POR:CARLOS BLANCO/ TIEMPO DE PALABRA.

Dos divisiones atacan

Las sociedades son un ensamblaje complicado y conflictivo; la venezolana lo es aún más. Aquí resaltan dos hendiduras: una, vertical; y la otra, horizontal. La primera se refiere a la que existe entre chavistas y antichavistas, con una tierra de nadie en el medio. La horizontal, menos advertida, es la que hay entre los de abajo y los de arriba; los de abajo pueden ser chavistas o antichavistas, pero se oponen a las prácticas de sus elites. En Venezuela pareciera haber dominado la división vertical en los diez años del régimen actual; sin embargo, hay signos de que la otra fractura comienza a tomar más cuerpo e importancia.

Chavismos
El plural es útil. Chávez como dirigente ha tenido y tiene apoyos importantes. Tiene petróleo y no tiene escrúpulos. Hoy es maoísta y mañana es trotskista; a ratos es guevarista para luego mutarse en allendista; le espeta a Uribe que es un zarrapastroso imperialista para decirle a los diez minutos que es un amigo; confiesa que provocó la crisis de Pdvsa para botar 20 mil trabajadores y no le da ni calor; con cierta impudicia regala el dinero del país si puede obtener apoyo político; quiere a las FARC y cuando la computadora se puso locuaz, les mandó a entregar las armas (lo que Fidel objetó con discreción).

Esa volubilidad de Chávez, sin que le preocupe la coherencia entre sus diversas posiciones, le permite gozar de soportes parciales aquí y allá. Cuando alguien se desencanta con lo que dijo el domingo; bastará esperar el lunes para que otra melodía resuene en sus oídos.

Su capacidad para llegar a las audiencias está dada por los recursos de los cuales dispone, lo que habilita que algo chorree y mantenga viva la esperanza, pero también es oído por su condición de líder único del pedazo de país que representa. El que discrepe esta marginado, expulsado y, si lo apuran mucho, perseguido.

En ese país dominado a la brava es imposible que surja otra referencia como Chávez. Pedirle a la oposición un líder semejante es demandar un imposible: no hay los recursos, y la sociedad democrática no parece dispuesta a aceptar estos caudillitos en los que algunos dirigentes quieren convertirse.

Chávez tendrá un cierto apoyo importante hasta minutos después que salga del poder, cuando los detalles de su gestión y de su vida personal saldrán a la luz pública. Así ha ocurrido con todos los autócratas. Todavía la noche del 22 de enero de 1958 había ciudadanos que no entendían por qué había que derrocar a Pérez Jiménez, “pobrecito”, exclamaban. Después fue otro cantar.

Sin embargo, el apoyo a Chávez no es equivalente al apoyo al sistema chavista que se ha implantado. No significa condescender con los negocios de la familia presidencial; tampoco significa compartir la feroz danza de la burguesía bolivariana; ni aprobar la veloz carrera sobre las arcas públicas de altos militares y jerarcas públicos o privados. Chávez puede estar absuelto a priori por muchos, pero no así el sistema chavista, al cual se le añade una ineficiencia que clama al cielo.

Por lo anterior, el chavismo puede contribuir a la disidencia y llegar a convertirse en antichavismo, en el sentido de una rebelión frente al “sistema chavista”. Tal vez una representante de esta actitud sea Lina Ron, a quien sólo le queda como referencia su amado líder, porque del resto ya ha dado cuenta.

Y aunque una persona como ella es posible que no se ubique nunca en la oposición, representa a Chávez sin el chavismo, mientras que otros -a los que critica- representan el chavismo sin Chávez.

Oposiciones.
Por su parte, en el campo de la disidencia ocurre un fenómeno parecido. La crisis de representación política tiene una manifestación clarísima en la disonancia existente entre los dirigentes políticos partidistas y la ciudadanía. No es un objetivo buscado; ni nadie tiene poder para obtenerlo; sin embargo, es el resultado de un largo proceso que tiene casi un cuarto de siglo.

Es posible que la mayoría de los opositores vote por las fórmulas que aderezan los partidos, lo cual dependerá del entusiasmo que logren suscitar sus propuestas en los meses venideros y la sensación de unidad que haya -o deje de haber-; pero, se hace evidente que no hay “enganche” entre el sentimiento popular y la actitud de los partidos, lo cual se revela en todas las encuestas, incluidas las chimbas. Los partidos lo saben y por eso tratan de llevar a la gente a callejones sin salida en los cuales, a pesar de ser críticos de la conducta de los jefes políticos no le quede más remedio que votar por las fórmulas que cocinan. Aun si así fuera, esto no revelaría afecto ni conexión entre la base social y los grupos políticos que dirigen la oposición.

No es verdad que esto sea un hecho natural. La competencia entre partidos es propia de la democracia; pero, cuando los partidos dejan de ser representativos, sus pleitos no son búsquedas de mecanismos de representación de la sociedad sino formas de obtención de posiciones para sus dirigentes. En estos casos, no se busca representar a los ciudadanos sino usarlos con propósitos privados, ajenos a la representación y participación social. Aunque no en la escala operática de Chávez, dentro de la oposición funcionan los juegos de poder, los recursos y el silenciamiento de los adversarios, lo cual lleva a pensar qué sería de los opositores si algunos de estos pequeños chavecitos llegan a ser gobierno alguna vez.

Los de Abajo.
La dinámica que se vive en el chavismo y el antichavismo es similar, en la medida en que significa la pérdida de relación con “los de arriba”. Aunque Chávez es “el de arriba” en su sector, la elite económica y política que él ha construido, que tiene el poder cotidiano, tampoco tiene conexiones con “los de abajo”. Piénsese en el liderazgo de Diosdado Cabello, Adán Chávez, Tarek Saab, Rafael Isea, uno que llaman Carrizales, y se verá que aun si conspiraran juntos para desplazar a su jefe no tendrían capacidad mayor que la de producir alguna flatulencia; desagradable, sí, pero inútil.

Se puede llegar a decir que en un escenario autoritario como el del chavismo, ningún liderazgo alternativo puede emerger; pero, lo mismo ocurre en la otra acera, sin que haya un jefe de poder absoluto que lo impida. La explicación más plausible es que los mecanismos de interrelación entre los de arriba y los de abajo no existen; la ilusión de que esa conexión se puede restablecer a través de los medios es una ilusión que comparten los declarantes habituales y el propio Chávez; y no funciona. Los canales no existen y los dirigentes no parecen darse cuenta, y atribuyen neciamente a la antipolítica lo que es un fenómeno estructural de los sistemas políticos de la mayor parte de los países de América Latina. Los de debajo de todos los colores, más bien pareciera, tienen ganas de luchar contra los de arriba, de todos los colores.


Fuente:www.eluniversal.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

William Ojeda declina candidatura en Sucre a favor de Carlos Ocariz

Caracas.- El precandidato para la alcaldía de Sucre por Un Nuevo Tiempo (UNT), William Ojeda, declinó hoy su opción para ser electo como máxima autoridad de ese municipio a favor de Carlos Ocariz, abanderado de Primero Justicia (PJ).

En ese sentido, indicó que tomó la decisión en aras de la unidad que necesita la oposición de cara a las elecciones regionales que se realizarán el próximo 23 de noviembre.

Ojeda hizo un llamado a todos los factores que hacen vida en la oposición a ser desprendidos y a trabajar en función del triunfo de las candidaturas de la unidad en los comicios donde se decidirán las gobernaciones y alcaldías del país.

Yolimer Obelmejías Valdez
eluniversal.com