domingo, agosto 10, 2008

"Evo Morales se juega hoy el poder en un referéndum sin reglas claras"


POR:J.MARIRRODRIGA/M.AZCUI.

El futuro de Bolivia

El presidente boliviano y ocho gobernadores someten sus cargos a las urnas.

Bolivia puede experimentar el enésimo terremoto político de su historia reciente dentro de unas horas, cuando se cierren las urnas y el escrutinio decida si el presidente Evo Morales, su vicepresidente Álvaro García Linera y ocho de los nueve prefectos (gobernadores) del país pueden seguir en sus cargos o deben abandonarlos. El denominado "referéndum revocatorio" es un pulso entre dos visiones muy diferentes del camino que debe seguir Bolivia: el centralismo indigenista de Morales o la descentralización liberal por la que apuestan varias regiones.


La consulta es un pulso entre dos visiones muy diferentes del país

La propaganda oficialista lleva varios días señalando que el presidente y su segundo obtendrán un 58% de los votos, y en paralelo una avalancha de mensajes transmite una imagen de corrupción de los gobernadores opositores.

Los rivales de Morales tampoco se paran en sutilezas y acusan al presidente de ser una marioneta del venezolano Hugo Chávez y de no tener palabra. "Si hay un muerto en mi Gobierno, me voy", son las palabras de Morales repetidas hasta la saciedad por los opositores. Desde que el líder del Movimiento Al Socialismo (MAS) llegó al poder en 2005, ya ha habido 43 fallecidos por la violencia política.

El principal problema que plantea el referéndum que se celebra hoy es la falta de reglas claras sobre cómo deben interpretarse los resultados y el nulo peso que tiene la legalidad en el proceso. En teoría, cualquier cargo que obtenga más votos en contra de aquellos con los que fue elegido deberá irse. Hay gobernadores opositores que apenas consiguieron el 30% de los votos para salir elegidos, lo que significa que con el 31% en contra deberían irse, aunque tengan un 69% a favor. Por lo bajo, se ha llegado al acuerdo de que a nadie que obtenga el 50% de votos favorables se le exigirá marcharse. Pero ese acuerdo puede evaporarse.

Otro factor de inestabilidad es la previsible derrota de Morales en algunos departamentos, aunque no a nivel nacional. "Puede pasar que algunas provincias digan que en su territorio Morales ya no es presidente", apunta Samuel Doria, líder de la opositora Unión Nacional (UN). "No se puede bajar al terreno de juego sin tener claras las reglas", añade.

Hace unos días, el propio Morales dio la clave de cómo se interpretan en Bolivia las reglas. "Si hay problemas con la legalidad, tengo muchos abogados para legalizarlo", señaló sobre el referéndum. Y tampoco hay que dejar pasar que los cuatro referendos autonómicos contra su proyecto celebrados hasta ahora han sido ilegales tanto en su convocatoria como en la elaboración de los textos aprobados.

La paradoja es que esta situación de convulsión política se produce cuando Bolivia vive una bonanza económica nunca antes conocida. El valor de las exportaciones se ha cuadruplicado, al igual que las remesas enviadas por los emigrantes, principalmente de España, EE UU y Argentina. La deuda externa se ha reducido significativamente y los ingresos fiscales se han duplicado. "Me encantaría decir que todo esto es producto de una gran política de productividad y competitividad, de que nos hemos vuelto surcoreanos o malayos. No es así. Son los precios internacionales de las materias primas", advierte Jorge Quiroga, ex presidente del país y líder de Podemos, la principal fuerza opositora. Y algo similar sucede con la disminución del paro. "España e Italia han solucionado el grave problema del desempleo en Bolivia. Cerca de 300.000 bolivianos dejaron el país en los dos últimos años", se apunta desde la oposición.

Morales ha centrado su política económica en la recuperación por parte del Estado (nacionalización de por medio) de empresas estratégicas en el área de gas, petróleo y comunicaciones, y ha reforzado el sector minero con un ambicioso contrato de explotación de hierro. El experimento ha funcionado a medias. Aunque los ingresos han aumentado gracias a la subida de precios y a que el Estado controla las empresas, la producción energética ha disminuido un 8% desde que el MAS llegó al poder y Bolivia no ha podido cumplir estratégicos contratos de abastecimiento con Brasil y Argentina.

El Gobierno se ha empeñado en disminuir las diferencias de ingresos económicos mediante ayudas directas, que la oposición califica de política de prebendas. En numerosas ocasiones, los cheques que Morales entrega personalmente en actos públicos van firmados por el embajador de Venezuela en La Paz.


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