miércoles, noviembre 21, 2007

"¿Por qué para fundar el socialismo del Siglo XXI hay que pagar un precio tan alto como la reelección indefinida?"


POR:ALBERTO PARRA, S.J.


SIGNOS DEL TIEMPO

Socialismo siglo XXI


¿Para qué a metas tan deseables hay que fijar precios tan altos?

En cajas de cartón llegaron a los obispos venezolanos los grandes tratados del socialismo. Se los mandó el presidente Chávez "para que salgan de su ignorancia", tras haber preguntado qué se entiende por socialismo siglo XXI. La arremetida verbal de Chávez en esa ocasión fue descomunal, como siempre que se trata del episcopado venezolano, al que percibe como peligroso opositor.
Sólo que en las cajas llegaron los conocidos autores y diseños del socialismo siglos XIX y XX y faltaron por completo los del socialismo siglo XXI. Pareciera ser ese el secreto mejor guardado, porque ni obispos ni economistas ni políticos ni intelectuales venezolanos parecieran saber de qué se trata. Mucho menos "el vulgo ignaro", llamado ahora a referendo sobre sustantivas enmiendas constitucionales para avanzar hacia la República Socialista Bolivariana de Venezuela. Y "socialismo o muerte" es consigna oficial desparramada en vallas, muros y carteles por todos los rincones del país hermano y de otros varios latinoamericanos.

Si yo pudiera hablar al oído de Chávez, creo que le diría: "¡destape esas cartas, compadre!". Diga que sus fuentes de inspiración y asesores de cabecera no son Marx ni Lenin ni Mao, sino Heinz Dieterich y su libro de 1996 titulado precisamente Socialismo siglo XXI, ese que Usted no envió entre las cajas a los obispos. Diga que ni para Usted ni para Dieterich el socialismo es un punto de llegada, sino un camino para una sociedad alternativa al neoliberalismo rampante y frustrante. Diga, también, que ni para Usted ni para Dieterich se trata de imponer la obsoleta dictadura del proletariado, sino una democracia participativa y directa. Diga que ni Usted ni él aspiran al partido único como agente de cambio social, sino a una convergencia de bloques regionales de poder que se incorporen a un nuevo proyecto histórico. Añada que la economía correspondiente al socialismo siglo XXI no se fundamenta tan solo en la propiedad privada, sino también en la propiedad del Estado y de multitud de entes comunales para democratizar la propiedad y la tenencia. Concluya que ni Usted ni Dieterich ni muchísimos más sobre el planeta admiten más una economía basada en los precios de un mercado de objetos, sino basada en el valor de los sujetos que crean los objetos, en el valor de su trabajo, en los valores agregados del trabajo, en los valores diferentes de trabajos diferentes.

Porque el péndulo que ha estado fijo sobre el capital y sus beneficiarios en esta larga vigencia neoliberal parece moverse de nuevo hacia el trabajo o, mejor, hacia la humanidad sobreviviente de la catástrofe del "libre" mercado y de la democracia formal.

Si yo pudiera seguir hablando al oído de Chávez, le preguntaría por qué para esas metas políticas y económicas tan deseables, casi impostergables, hay que fijar precios tan altos e inaceptables como la reelección indefinida, los recortes de derechos de opinión y de expresión, la parálisis en la producción básica, la pelea internacional, la chequera alegre del petróleo como caja menor. Y si ese camino no es el descrédito anticipado de un modelo social de economía y de sociedad, que habrá que implementar en todas partes de la América nuestra y más temprano que tarde. A Chávez hay que recordarle constantemente por qué fracasó el socialismo siglo XX, para que la historia no se repita.

En fin, si yo pudiera hablarles al oído a los obispos venezolanos, pero de modo que escucharan muchos creyentes y no creyentes, les susurraría un montón de enseñanzas de la Iglesia que pueden resumirse en palabras de Juan Pablo II, el más destacado opositor del socialismo de su época: "La crisis del marxismo no elimina en el mundo las situaciones de injusticia, de las que se alimentaba el marxismo, instrumentalizándolas. Queda demostrado qué inaceptable es la afirmación de que la derrota del socialismo deja al capitalismo como único modelo de organización económica". Tampoco política y menos social, digo yo.

Fuente:ELTIEMPO:COM (Colombia) Alberto Parra, S. J.

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