sábado, diciembre 01, 2007

¡ A TRIUNFAR VENEZUELA!

POR: ARCANGEL VULCANO.

“…No hay fraude que valga cuando un pueblo está persuadido y determinado a conquistar su propio destino…”

En las actuales riesgosas y difíciles circunstancias políticas en las cuales inevitablemente nos vemos envueltos todos los venezolanos, por motivo de las lógicas y naturales controversias surgidas a raíz del proceso electoral refrendario que viviremos este próximo domingo dos de diciembre, y en virtud de los anunciados riesgos de violencia, desestabilización y confrontación fraticida que se temen y presagian (alertados por el gobierno) por motivo de las disputas ente el oficialismo y la oposición, nos permitimos hacerles algunas reflexiones a nuestros respetados conciudadanos venezolanos al respecto.

En primer lugar, recomendamos a toda la ciudadanía, no caer innecesariamente en provocaciones, mantener la calma, la serenidad, la ponderación, el comportamiento cívico, civilizado y pacífico. Es esencial respetar a las autoridades y así mantener el orden público, evitar la anarquía y la violencia a fin de garantizar la paz y la tranquilidad de todos los venezolanos, quienes somos hermanos a pesar de nuestras naturales y lógicas diferencias, por lo que debemos como prójimos siempre respetarnos mutuamente.Es indispensable que comprendamos, que en Venezuela debemos acatar las decisiones de los órganos del poder público, incluso cuando no las compartamos. Asumirlas cívicamente, aún cuando no las compartamos, o por injustas que sean o nos lo parezcan. En este caso el CNE es el árbitro competente para dirimir cualquier disputa electoral entre los distintos partidos y agrupaciones políticas; igualmente el poder judicial está para resolver jurídicamente cualquier disputa legal entre los venezolanos.También es preciso comprender y asimilar, que la lucha política es muy dura, árida, difícil, y no siempre gratificante,(no siempre se gana, también se pierde, hay que saber ganar y perder) la regla esencial de la democracia, es respetar y acatar la decisión de las mayorías, garantizando la existencia y representación proporcional de las minorías, el libre juego de las ideas, es decir, que para que exista democracia debe haber garantía de expresión y respeto por la opinión de las mayorías pero también de las minorías. Debe entonces auspiciarse y respetarse el pluralismo político y la diversidad de ideologías que puedan manifestarse sin ser reprimidas, censuradas, amenazadas, ni reducidas para que exista paz; de allí que los aspirantes a dirigir a la sociedad deben cumplir con los principios democráticos que tanto pregonan y defienden. Es por lo que no se justifican de parte de nadie, la supresión de los derechos humanos, pero nada justifica tampoco la lucha violenta, ni la confrontación fraticida, ni el combate armado; por eso defendemos y promovemos la lucha política cívica, pacifica, electoral y democrática, ceñida a las leyes.La sociedad venezolana es plural –siempre lo será-, y por muy amenazados que nos sintamos por la recurrente violación de nuestros derechos, nada justificaría la confrontación insensata e inútil entre hermanos de un mismo pueblo. Es por eso que consideramos como una irresponsabilidad provocar a la población civil deliberadamente desde el gobierno o la oposición, a “salir a la calle sin retorno”, mediante acciones estratégicas y engañosas que podrían degenerar en hechos lamentables de violencia; nos parecen innecesario hacer llamados "a confrontar al gobierno, o a partidarios de éste", cuando lo sensato, lo prudente, lo conveniente, lo justo, lo cristiano, es agotar todas las vías e instancias institucionales democráticas posibles para dirimir pacíficamente, civilizadamente nuestras diferencias.No estamos ni estaremos jamás de acuerdo con ninguna medida gubernamental dirigida a menoscabar, conculcar e impedir la manifestación libre del pensamiento, o la violación de los derechos ciudadanos. Pero pensamos que la actitud correcta que debemos adoptar de producirse arbitrariedades, abusos o atropellos por parte del gobierno es la lucha cívica, la resistencia pacífica, pero jamás deberíamos hacerlo por vías indecorosas e indignas. A pesar de que públicamente ejercemos el derecho a disentir, deploramos y lamentamos la presunta ausencia de independencia y autonomía de los poderes públicos, por la probable denegación de justicia, por la aparente falta de imparcialidad, celeridad y transparencia.

Cualquiera podría respondernos que “somos unos románticos, ilusos e ingenuos”, “porque con este gobierno no se puede luchar ya por la vía democrática, que todos los poderes públicos y los espacios institucionales están controlados, etc”, responderíamos que es posible que tengan razón, pero que el único camino que conocemos para competir y vencer en buena lid a cualquier adversario político es la vía de la lucha política, activista y militante, a través de la participación ciudadana, para así lograr el fortalecimiento de los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil, únicos organismos vivos capaces de conquistar el poder democráticamente mediante la dura lucha política, lo demás sería escoger la rebelión popular o la lucha armada, esa alternativa es extrema, sería la guerra fraticida, esa idea no la compartimos, ni la recomendamos –por ahora-.
Nos alertan con densos argumentos como estos: “Que nos harían trampa, que las máquinas, que el CNE…”, expresen todos los que quieran, les respondemos respetuosamente que no hay fraude que valga cuando un pueblo está persuadido y determinado a conquistar su propio destino, pero eso no se obtiene de gratis, ni de la noche a la mañana, sino que hay que trabajar sin descanso, ni pausas, sin vacaciones, hay que entrenar, instruir, preparar a los ciudadanos por todos los medios posibles para conquistar el favor popular, defender y cuidar el voto y hacer valer un triunfo electoral, esa es una pelea que hay que dar sin tregua, asumiendo derrotas y triunfos con idéntica dignidad.Pero eso no se logra en un día, ni en dos, ni en una semana, ni en tres, ni en meses, tal vez ni en un año, ni en cuatro, a veces ni en décadas, quizás ni siquiera los pueblos pueden liberarse de un régimen opresor sino cuando Dios así lo disponga, pero jamás no existe en política; sólo se que hay que hacer el duro trabajo político para lograr el éxito anhelado, que en definitiva no es conquistar un triunfo electoral eventual que podría durar muy poco, sino diseñar, planificar, ejecutar, realizar un proyecto político útil, viable, eficaz, de inspiración humanista y democrático, alternativo al que cuestionamos y combatimos, que sea mejor que aquel, y que rinda frutos útiles para toda la nación.
¿Qué hay que hacer ahora, en virtud de la aparente desventaja en la que se encuentra toda la sociedad democrática frente al grosero ventajismo del gobierno, ante sus abusos, arbitrariedades, atropellos y frente a su brutal y desvergonzada campaña propagandística? nos preguntan algunos. Les respondemos así: El Libertador Simón Bolívar en la difícil hora de Pativilca en el Perú, “flaco y extenuado, le causó pena al diplomático Mosquera” quien lo visitaba convaleciente del tabardillo; “Bolívar sentado en una pobre silla de baqueta, recostado contra la pared de un pequeño huerto, atada la cabeza con un pañuelo blanco y sus pantalones de ginque que dejaban ver sus dos rodillas puntiagudas y su semblante cadavérico”. Mosquera creyéndolo derrotado y acabado, conmovido por el deprimido aspecto físico del héroe, pero además, en virtud de su inevitable derrota en Lima ante el sorpresivo ataque enemigo, le preguntó: ¿QUÉ PIENSA HACER USTED AHORA? A lo que avivando sus ojos huecos EL libertador con tono decidido le contestó: ¡Triunfar! Eso es lo que les sugerimos hacer ahora a los venezolanos que legítimamente se oponen al gobierno, ¡Triunfar!, pero eso no es sencillo, es muy cuesta arriba, debe hacerse política de la buena, en la calle, en los barrios, las urbanizaciones, en las Universidades, en los sindicatos, caseríos, pueblos y ciudades, en todos los escenarios posibles, pero con el pueblo como principal protagonista. Hacerlo sin apelar al camino corto, ni al fascismo, ni la guarimba, ni con golpes de estado, sino trabajando a brazo partido por las causas sociales colectivas, resolviendo problemas comunitarios, defendiendo e interviniendo en favor de los derechos de la gente, hacerlo siendo útiles a los demás, para perfeccionar la democracia, garantizar la libertad y el ejercicio de los principios republicanos.
Dijo hace años sobre este episodio del Libertador el autor Luís José Acosta Rodríguez en su obra “Bolívar para todos”: “En esta palabra ¡TRIUNFAR!, dicha en aquellas circunstancias tan difíciles, está visible una vez más, la voluntad indomable de Bolívar. Eso fue siempre el Libertador. Una pura voluntad de acción a todo trance, que no desfallecía un ápice ante las circunstancias adversas por más complejas y difíciles que éstas fueran. Triunfar, a pesar de las dificultades que se acumulan amenazantes; Triunfar, a pesar de que la salud estaba en un hilo; Triunfar siempre, sin que el desaliento hiciera flaquear el designio emancipador. Por eso pudo asegurar la independencia y salir vencedor de las dificultades más graves y entorpecedoras. Saber mantener la voluntad indeclinable contra los factores hostiles, es el ejemplo más aleccionador que supo dar Bolívar en todo tiempo como hombre de acción y allí en Pativilca, ese ejemplo alcanza su más rotunda dimensión de grandeza”.

Es el mejor ejemplo para las nuevas promociones de dirigentes y líderes que deberán surgir fundamentalmente del maravilloso talento que tenemos en la juventud venezolana, regado por todas partes y que deberá irrumpir en el escenario político nacional para reconquistar las banderas de la convivencia, la coexistencia, el pluralismo, la tolerancia, la libertad, la democracia, el derecho y la civilidad. Las consignas son muchas, sugiero una: "Por una existencia feliz y digna para todos los ciudadanos, en democracia, paz, amor, salud, prosperidad, unión y vida"¡TRIUNFAR!.Entonces, no queda más nada que hacer, sino triunfar por Venezuela, ¡a triunfar Venezuela!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Baduel en NYT: “Por qué rompí con Chávez”

El General Raúl Baduel escribe hoy un artículo en “The New York Times” titulado
“Por qué rompí con Chávez”.

Por qué rompí con Chávez
Isaías Baduel
New York Times

El 17 de diciembre de 1982, tres de mis compañeros oficiales y yo juramos fidelidad al Ejército Bolivariano Revolucionario. Nos considerábamos parteros de un movimiento que miraría críticamente al catastrófico sistema político y social venezolano, y formularía propuestas para mejorarlo. Uno de los oficiales que me acompañaba era Hugo Chávez, hoy presidente de Venezuela, a quien he conocido desde que entré en la Academia Militar hace 35 años.

Chávez y yo trabajamos juntos por muchos años. Le apoyé durante los peores momentos, y le serví como ministro de Defensa. Pero ahora, poco después de retirarme, me encuentro moral y éticamente obligado como ciudadano a expresar mi oposición a los cambios a la Constitución que han sido presentados a los votantes para su aprobación, el día de mañana.

La propuesta, que aboliría los límites al mandato presidencial y expandiría los poderes del presidente, no es más que un intento de establecer un estado socialista en Venezuela. Como nuestros obispos católicos han dejado ya bien claro, un estado socialista es contrario a las creencias de Simón Bolívar, héroe de la independencia suramericana, y se opone también a la naturaleza humana y la percepción cristiana de la sociedad, pues da al Estado control absoluto sobre el pueblo gobernado.

Venezuela se enfrenta a un amplio abanico de problemas que no han sido atacados en los ocho años que Chávez ha estado en el gobierno, aunque la actual constitución provee un amplio margen para que cualquier gobierno decente y honesto lo hiciera. La inflación, amenazas a la seguridad personal, escasez de bienes de consumo básico, déficit de viviendas y deprimentes servicios de educación y salud son los problemas que no se resolverán con la aprobación de esta mal llamada reforma.

Es así como nosotros, el Pueblo de Venezuela, hemos llegado a esta difícil encrucijada, en la que debemos preguntarnos si es democrático establecer la reelección indefinida del Presidente, declararnos como nación socialista y eliminar la participación cívica.

La respuesta es que todos los venezolanos de todas las clases sociales somos responsables del deterioro institucional que estamos presenciando. La élite nunca comprendió - y aún no comprende - la necesidad de incluir, en todos los sentidos, a los millones que, por su pobreza, han sido dejados al margen del proceso de toma de decisiones.

Al mismo tiempo, el Presidente Chávez ha llevado a los pobres a creer que están siendo incluidos por fin en un modelo gubernamental que reducirá la pobreza y la desigualdad. Pero la realidad indica todo lo contrario.

En los años recientes, los partidos políticos tradicionales llegaron a ver al pueblo venezolano como clientes que podían ser comprados. Durante los años de boom económico, propiciados por alzas significativas del precio del crudo, los partidos dispensaron favores, subsidios y regalos. Al final, enseñaron al pueblo sobre sus derechos pero no sobre sus obligaciones, estableciendo así el mito de que Venezuela es un país rico y que el único deber del gobierno es repartir equitativamente esa riqueza.

El Presidente Chávez ha continuado esta práctica neopopulista que llegará a su límite únicamente cuando el país reciba aquello que los economistas llaman “un shock económico”.

Los gastos públicos exorbitantes, los recurrentes déficits fiscales incluso en época de precios petroleros récord, la extremada vulnerabilidad de la inversión extranjera, las tarifas de importación extremadamente altas y nuestro creciente consumo doméstico de combustible a precios risiblemente bajos son las señales de lo que se avecina en el futuro. Parece que, aún sin una baja apreciable en los precios globales del crudo, nuestra economía bien podría llegar a una parálisis demoledora. Y cuando suceda, llegará a su fin el populismo que el gobierno practica y que ha tratado de exportar a los países vecinos.

Venezuela prosperará solo cuando todos sus ciudadanos tengan una verdadera participación en la sociedad. Consolidar más poder en la Presidencia a través de reformas constitucionales insidiosas no logrará ese cometido. Es esa la razón por la que el pueblo venezolano debe votar No mañana, y prepararse para encontrar una cultura política que finalmente pueda llevar a nuestra amada patria hacia un verdadero progreso económico y social.

Anónimo dijo...

¡Verga sión, ve qué molleja! Arcángel Vulcano, que arrecha pemonición teneis voz....Tenías razón hermano, había que hacer lo que dijiste que hicieramos los venezolanos: ¡TRIUNFAR! ¡Carajo!...