POR:FAUSTO MASÓ.Incansablemente, de pueblo en pueblo, Chávez levanta los brazos de sus candidatos, pretende revertir una desventaja de 10 puntos en algunos estados. Posee una fe en sí mismo inhumana que le convendría tener a más de un líder de la oposición. ¡Jura que ganará las elecciones en Nueva Esparta y en Zulia! Le gusta que lo aplaudan en los mítines: la izquierda siempre llenó la avenida Bolívar y quedó también siempre en tercer lugar en las elecciones presidenciales. Se comporta como un iluminado. No lo es, claro. Grita. Cierra una emisora de radio en Sucre, una estupidez. Chávez lucha con la oposición, con los que en el PSUV apuestan por su derrota, internacionalmente quiere mostrar que tiene apoyo popular. La derrota en el referéndum le costó no poder imponer en el Táchira y en Lara a sus candidatos. Otro fracaso en noviembre provocará que salgan a la superficie aspiraciones presidenciales disidentes.
El próximo año enfrentará a unos Estados Unidos que desarrollará la energía nuclear, disminuirá su dependencia petrolera, y contará con un líder popular. La Habana invita al presidente Calderón de México, un conservador, y se acerca a la Comunidad Europea. Los inversionistas asustados abandonan la bolsa brasileña, en Argentina a los Kirchner les tiembla el piso político y económico, los chinos temen que la recesión los alcance. El discurso chavista pierde relevancia frente al incendio mundial. Keynes vuelve a estar de moda: buscaba salvar al capitalismo, impedir el triunfo del marxismo y del nazismo. Con las reservas, por un tiempo, Chávez capeará el temporal. Los hechos lo obligarán a reconocer la realidad. Si hasta a Rusia y China les preocupa la crisis, debiera poner sus barbas en remojo.
Nicolás Maduro manda señales hacia Obama. Gracias a Internet, Obama multiplicó los recursos económicos de McCain, cuenta con una vasta maquinaria, ha inscrito a millones de nuevos votantes. Los electores no se informan a través de los noticieros de televisión. Un venerable periódico como The New York Times da pérdidas y pérdidas, se salvarán los medios que se modernizan. Por octava vez Chávez viaja a Moscú, Putin no piensa en Caracas. Como el rey Canuto, el Presidente sigue su estrategia contra viento y marea de cambiar la política mundial y ganar unas elecciones imposibles en el Zulia y Nueva Esparta. En unas semanas ocupará la Casa Blanca un gran orador, un mulato frío, calculador e inteligente. Una incógnita, pues. Si Estados Unidos reduce su dependencia del petróleo importado, Chávez y Venezuela pagarán los platos rotos. 
El mundo cambia a una velocidad pasmosa. Sarkozy, los chinos, Angela Merkel proponen una nueva arquitectura financiera. A muchos venezolanos las noticias mundiales y la caída del precio del petróleo les preocupan ya más que la suerte de Chávez. Cae la Bolsa un 10% en Londres y en Tokio, la crisis pasa a la economía real, se habla de que será algo más que una recesión. En comparación, parece insignificante el drama venezolano, la terquedad de un hombre que pretende revertir las tendencias en el Zulia y en Nueva Esparta. 
Después de noviembre les enviará los recursos a los gobernadores de oposición. Al sector privado lo necesitará para disminuir las importaciones y a los gobernadores de oposición para preservar la gobernabilidad. Por ahora, sueña con pajaritos preñados. ¡Quiere ganar las elecciones en Nueva Esparta y en el Zulia!
El próximo año enfrentará a unos Estados Unidos que desarrollará la energía nuclear, disminuirá su dependencia petrolera, y contará con un líder popular. La Habana invita al presidente Calderón de México, un conservador, y se acerca a la Comunidad Europea. Los inversionistas asustados abandonan la bolsa brasileña, en Argentina a los Kirchner les tiembla el piso político y económico, los chinos temen que la recesión los alcance. El discurso chavista pierde relevancia frente al incendio mundial. Keynes vuelve a estar de moda: buscaba salvar al capitalismo, impedir el triunfo del marxismo y del nazismo. Con las reservas, por un tiempo, Chávez capeará el temporal. Los hechos lo obligarán a reconocer la realidad. Si hasta a Rusia y China les preocupa la crisis, debiera poner sus barbas en remojo.
Nicolás Maduro manda señales hacia Obama. Gracias a Internet, Obama multiplicó los recursos económicos de McCain, cuenta con una vasta maquinaria, ha inscrito a millones de nuevos votantes. Los electores no se informan a través de los noticieros de televisión. Un venerable periódico como The New York Times da pérdidas y pérdidas, se salvarán los medios que se modernizan. Por octava vez Chávez viaja a Moscú, Putin no piensa en Caracas. Como el rey Canuto, el Presidente sigue su estrategia contra viento y marea de cambiar la política mundial y ganar unas elecciones imposibles en el Zulia y Nueva Esparta. En unas semanas ocupará la Casa Blanca un gran orador, un mulato frío, calculador e inteligente. Una incógnita, pues. Si Estados Unidos reduce su dependencia del petróleo importado, Chávez y Venezuela pagarán los platos rotos. 
El mundo cambia a una velocidad pasmosa. Sarkozy, los chinos, Angela Merkel proponen una nueva arquitectura financiera. A muchos venezolanos las noticias mundiales y la caída del precio del petróleo les preocupan ya más que la suerte de Chávez. Cae la Bolsa un 10% en Londres y en Tokio, la crisis pasa a la economía real, se habla de que será algo más que una recesión. En comparación, parece insignificante el drama venezolano, la terquedad de un hombre que pretende revertir las tendencias en el Zulia y en Nueva Esparta. 
Después de noviembre les enviará los recursos a los gobernadores de oposición. Al sector privado lo necesitará para disminuir las importaciones y a los gobernadores de oposición para preservar la gobernabilidad. Por ahora, sueña con pajaritos preñados. ¡Quiere ganar las elecciones en Nueva Esparta y en el Zulia!Fuente:www.noticierodigital.com
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