sábado, noviembre 01, 2008

¡Se hunde el barco Capitán Garfio!

POR:ARCANGEL VULCANO.

El iracundo y terco Capitán Garfio maniobra desesperado aferrado al timón de su destartalado buque escarlata revolucionario, afrontando un tempestuoso huracán, en medio de las turbulentas aguas del caribe, que amenazan con hacerlo naufragar irremediablemente a riesgo de zozobrar junto a los valiosos tesoros que alberga a bordo. Un monstruoso tsunami ha estremecido cada centímetro del frágil bergantín que pareciera sucumbir ante la furia de las peligrosas embestidas de las gigantescas y repetidas olas, el naufragio parece inminente luego del rumbo errático que desde hace algún tiempo le dio al barco colorado, pese a las sensatas sugerencias de sus experimentados contramaestres.

Ante las preocupantes advertencias de los vigías y los augurios negativos de las viejas pitonisas que vaticinan próximos descalabros, que pronostican estrellarse contra filosos acantilados, el Capitán Garfio sólo puede exteriorizar su ira incontenible ante todos los pasajeros, que presencian asombrados sus reacciones temperamentales que sólo empeoran la situación.

Las velas lucen destrozadas, el mástil mayor resquebrajado y la cubierta resbaladiza, los tripulantes desmoralizados, los marineros resignados a su triste suerte, mientras los siervos más incondicionales gritan a todo pulmón posados sobre el carajo : ¡Se hunde el barco capitán Garfio!El iracundo pirata, agita su garfio en la cara de sus adversarios, amenaza, grita, profiere toda clase de insultos contra cualquier criatura viviente que considere una amenaza para sus planes de aferrase al timón del buque; pero actúa errático, torpe, resbala a cada instante, se bambolea, se contorsiona, finge risas, canta sus canciones preferidas, intenta desenvainar su oxidada espada, se vanagloria frente a sus almirantes de sus hazañas pasadas, sonríe nerviosamente, pero sufre en su interior la peor de las tormentas, se siente inseguro.

Sabe que se hunde el barco sin que pueda evitarlo; presiente que el naufragio lo dejará desnudo, a merced de los escualos y reptiles; tiembla ante los filosos dientes de los verdosos caimanes; se le pone la carne de gallina con solo pensar en las mortiferas pirañas blancas; se petrifica ante el acoso constante de la manada de hambrientos tiburones azules , le teme a las arremetidas de los tiburones martillo; se desvanece cada vez que siente el frío aleteo del Tiburón blanco que lo observa fijamente sin desfallecer; se desborona emocionalmente cuando presiente que el resto de los diversos devoradores del mar lo esperan para despedazarlo.

El Capitán Garfio, ha sufrido hace tiempo un peligroso motín a bordo del buque que ya no controla, le han advertido que navega rumbo al naufragio; hoy son cada vez más latentes y potenciales los riesgos que le alertan y repiten sus lugartenientes de mayor confianza: "Se hunde el barco" Capitán Garfio, por eso considera las distintas posibilidades que le quedan para evitar el hundimiento, entre ellas, la de saltar al abismo, o abandonar el barco; provocar un desastre hundiéndose junto a todos los pasajeros, porque ha sido colocado en el tabloncillo y conminado a saltar hacia las fauces de sus avezados enemigos integrados por toda clase de temibles fieras marinas.

Nadie quiere que el barco se hunda ni que el Capitán sufra ningún mal, pero el pirata es truculento,se cree invencible e insustituible, pero no lo es, nadie puede serlo en verdad. Hoy la mayoría de los pasajeros del barco desean empujar al Capitán Garfio lejos del timón, pero él se obliga a caminar sobre el filo del tablón sobre las turbulentas aguas; ya no le temen, ni le respetan, se ríen de él y conspiran a sus espaldas, lo ridiculizan porque lo saben en el fondo muy débil; hoy el pirata pareciera patológicamente quebrantado, y actúa como si caminara sobre la estrecha tabla de madera sobre la proa rumbo hacia el abismo, pero nadie lo empujará para que caiga, él solito resbalará por errático, torpe, testarudo y obstinado; tropezará en algún momento pero nadie le lanzará un salvavidas; escucharemos entonces sus pavorosos gritos pidiendo y rogando auxilio, cuando se aproximen los tiburones, caimanes y bestias marinas a comérselo vivo; lo peor será que el barco quedará a la deriva y sin rumbo, los pasajeros deberán timonearlo entre todos juntos hacia puerto seguro; pero lamentándose de los errores del testarudo Capitán Garfio, y compadeciéndose de su desventurado destino.

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