POR:MARIAHÉ PABÓN.
“Alguien se habrá preguntado, seguramente, por qué un pequeño ejército con poder de fuego suficiente como para abrirse paso a plomo limpio hacia la libertad, prefiere vivir y morir cautivo en un infierno donde reinan el hacinamiento, la promiscuidad y el crimen.
La respuesta no parece sencilla, pero lo es: porque en ninguna parte, más allá de los muros de la prisión, podrá alimentar el sistema que ha hecho de las cárceles venezolanas auténticos microcosmos, países en miniatura gobernados por organizaciones que hacen las veces del Estado, imponen sus propias leyes y crean un modelo donde desde el lugar que ocupas, hasta el baño que utilizas y no se diga la sobrevivencia, tienen un precio estipulado.
Cuando alguien penetra en un penal venezolano con toda seguridad va a pagar, con creces, el delito que pudo haber cometido y sin necesidad de ir a tribunales es posible que sea condenado a muerte, a un presidio indefinido o a las peores humillaciones y privaciones, ante la ausencia de un Estado que, puertas adentro, deja de existir para darle paso al poder omnímodo de las mafias”. Roberto Giusti, EL UNIVERSAL.
Las fotos que hablan
Recurriendo a la manida frase de que “una imagen vale más que mil palabras”, hemos recorrido los testimonios gráficos de varios periódicos del país y del exterior que reflejan la dramática situación que se ha venido viviendo en las cárceles El Rodeo I y El Rodeo II con motivo del desalojo de sus sobrevivientes si así se les puede llamar. Las imágenes más fuertes son las de los familiares, en su mayoría mujeres de todas las edades. Mujeres al borde de la desesperación con los brazos en alto, corriendo tras un autobús que se va perdiendo en la distancia, sin que se sepa su destino y menos si allí irán sus hijos, esposos, hermanos, amigos o novios.
Mujeres con el rostro bañado en lágrimas, apretujadas unas con otras, abrazadas, agarradas fuertemente de las manos. Hay otras fotos de los reos sentados en el piso que recuerdan un poco los campos de concentración, tienen las manos atadas y los ojos bajos. Son delincuentes de todas las edades y un solo color de piel: moreno. La mayoría lleva el torso desnudo y con tatuajes. Van de los veinte a los 60 años.
En una fotografía impactante se ve a una fila de jóvenes Guardias Nacionales, bien armados bien preparados y en medio de ese grupo se destaca un jovencito que mira directo a la cámara. De su rostro transparente sale una lágrima y es que a lo mejor dentro de la cárcel pueda estar su primo, su hermano o su amigo. A lo mejor sufre de alergia al polvo y a la pólvora. Quizá la necesidad lo llevó a empuñar un fusil. Nunca se sabrá pero ahí está la imagen, la que vale más que mil palabras.
Una fotografía entre docenas me impactó de manera especial porque tiene historia. En ella aparecen tres mujeres. Dos de ellas, una joven y otra anciana, fuertemente abrazadas, muestran el rostro desencajado por el dolor y el llanto. La tercera vuelve la mirada hacia sus amigas y se queda paralizada. La leyenda expresa que a la joven le mataron a su novio, a la abuela a su nieto y a la tercera a su hijo a quien lo encarcelaron por el robo de un celular y desde hacía tres meses estaba esperando un traslado para asistir a un tribunal.
Desde tiempos inmemoriales se ha clasificado a la mayoría de las cárceles latinoamericanas como universidades del delito y depósito de gentes miserables sin derecho a reintegrarse a la sociedad y menos a obtener un juicio correcto.
Miles de estos reos salen libres sin que se les haya dictado sentencia y de acuerdo con el régimen penitenciario han sobrepasado los años de condena que debían por su delito. No es historia de hoy, es de siempre. Por eso, la aventura de El Aissami, es ya familiar. Sus antepasados la protagonizaron sin éxito y hoy es ya un monstruo de cien patas que parece haber devorado al sistema penitenciario.
¿Y qué es lo que tiene el negro?
Desde el momento en que el Presidente decidiera que sería Cuba el lugar idóneo para que se le tratara su misteriosa enfermedad, las especulaciones no se han hecho esperar. Cada quien le adjudica desde un cáncer de próstata hasta una liposucción. Los urólogos que parecen estar más cerca de lo que sufre, han dicho que el absceso pélvico tiene mucho que ver con los órganos que rodean esa zona de su cuerpo, pero nada se escucha de labios de los médicos que lo atienden en la isla de la felicidad, solo se cuenta con una foto aparecida en el único diario que existe en Cuba y de la cual se afirma que no es de ahora sino de cuando Fidel convalecía de su colostomía.
Lo divertido de este sainete es el juego que se traen sus íntimos y desde luego su jefe de twitter, Andrés Izarra, quien manda supuestos mensajes de amor que el líder envía desde su lecho de recuperación a todos sus fans.
El folklórico ministro de Defensa declaró en estos días que su Presidente está fuerte muy fuerte, mientras Adán asegura que su hermano que tiene el corazón tan grande como la mente, será capaz de curarse con eso, con la mente. La última noticia es que vendrá para asistir a las fiestas del 5 de julio y así seguimos inventando, porque la telenovela continúa sin saber a ciencia cierta qué es lo que tiene el negro.
Mariahep@yahoo.com
3 comentarios:
Pedro Lastra
La quinta en apuros: se la llevó la chingada
La verdad, como siempre sucede en estos casos, es la principal víctima del desafuero. Sin querer queriendo, como diría el Chavo del 8, Cuba y Venezuela, convertidos en una sola realidad, están gobernados desde La Habana por quienes detentan el poder real: Fidel y Raúl Castro. ¿No han sido de toda la vida los amos de Alí Rodríguez Araque, de Fernando Soto Rojas, de Elías Jaua y de Tarek El Aissami, prestados al teniente coronel para una simple pasantía democrática?
opinan los foristas
“¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”
Gustavo Adolfo Becquer
La pelona comenzó su trabajo de zapa por los corrillos del Poder. Al final del ciclo histórico de la mal llamada revolución bolivariana, mejor conocida y con razón como la robolución de los miserables, comienza a sumarse el final del ciclo vital de los malhechores que viven o han vivido de ella. Los zarpazos de la chingada, como llaman los mexicanos a la señora de la guadaña, han sido notables. En los albores del proceso cargó con los padres intelectuales de la siniestra criatura: Núñez Tenorio, Pedro Duno y Norberto Ceresole. No alcanzaron a disfrutar de las mieles del Poder.
Se fueron consumidos por su pecado original. Más tarde, los primeros en ser arrastrados por la Parca ya estaban marcados por la vejez y su fin no tuvo nada que ver con la política: el general Müller Rojas, desdentado y balbuceante, comenzó a ser cadáver antes de pasar el río. Guillermo García Ponce, el asesino del tren encantado, adquirió el cetrino tinte de los muertos antes de que se subiera a la barca de Caronte.
Pero luego, la señora que administra los listados del infierno ha comenzado a ensañarse con la primera madurez, como si de un castigo celestial se tratara: Luis Tascón, William Lara y Lina Ron.
El primero, según cuentan sus allegados, torturado por la infamia de la lista de su ocurrencia y las maldiciones proferidas por miles de cesantes. Que con sus imprecaciones algo habrán contribuido a la degeneración de sus células. El segundo, arrastrado por las aguas en algo peor que un castigo divino. Segundos eternos consumidos por la implacable furia de los elementos. La tercera, malhablada, frontal y escarnecida, evanescida en medio de extraños vapores y ensalmos dignos de las brujas de Salem.
Sin contar con aquel que abriera la parranda de la omnipoderosa: el fiscal Danilo Anderson. Mandado a asesinar por la inconmensurable maldad de algún sórdido delincuente del Poder, alguna rata gigante del barroquismo tropical, de dedos artríticos y entumecidos por la intriga y el corazón encascarado por la avaricia y la concupiscencia. Se fue del mundo de los vivos de una forma tan barroca como la del autor intelectual del homicidio: con una devastadora bomba en el trasero.
Habrá más, muchos más, pero no han sido dignos de las crónicas funerarias. Personajes de segunda, tercera y cuarta línea que no asomaron sus cabezas por las alturas del poder. Hasta que de pronto, y sin que nadie, ni él mismo se lo esperara, toca a las puertas más íntimas y privadas del propio caudillo. Rasguña con el filo de su guadaña el cabezal del lecho presidencial, oh, maravillosa coincidencia del destino, en el único lugar en que se siente plenamente a resguardo y protegido por el cinturón de seguridad de todo el aparato militar y político de la tiranía que envidia y ambiciona emular desde el fondo de su atormentado corazón: en La Habana, Cuba.
Primer Territorio Libre de América, según rezaba hace cincuenta años en sus entonces esplendorosas avenidas. Por una extraña e insólita jugarreta del destino, su implacable mensajero, Ah Puch, el dios maya del inframundo, se equivoca de puerta y como en una comedia de enredos digna de Tarantino entra al purgatorio para llevarse al vecino de cuarto, un muerto en vida o zombi llamado Clodosvaldo Russian, cucaracha de panadería puesto en el lugar de los hechos como para postrera protección del condenado. ¿Tendrá el interfecto algún pacto secreto con Satanás?
Pedro Lastra
Volviendo a la narrativa de este capítulo final debe consignarse que como si el proceso metamórfico hubiera alcanzado las alturas milenarias de la genética, el susodicho no se enferma de cualquier mal.
Como si su pulsión imitatoria llegara a lo sublime, primero se enferma de su rodilla, igualito a su Júpiter encarnado luego de su estrepitosa caída, para ahora sucumbir a lo más íntimo – y no es una figura retórica – de sus intestinos: se enferma de un absceso pélvico. Nombre distante, genérico y elusivo de algo que puede convertirse en una diverticulitis: perforación intestinal que pasa de delicada a grave y tuviera a su Tótem viviente alejado durante tres años de la vida común de los mortales, asistido por el mayor equipo de médicos notables traídos de todos los confines de la tierra para mantenerlo con vida. Mayor identificación, imposible.
La metamorfosis de la copia, casi que convertida en metempsicosis, se expresa en los mismos términos de su versión auténtica: rodeada del silencio, el enigma, el misterio. Como sucediera con Franco, con Mao, con Ho Chi Minh. Incluso con Gómez, cuya verdadera fecha de defunción sigue en la incógnita, ante la probable malicia de quienes quisieron que naciera y muriera como el Libertador. Así fuera de trampa. Poco le importa a los tramposos lo que sucede con la satrapía. Echada a su suerte y a la deriva, vive los estertores de una falsa o verdadera enfermedad como sometida a una prueba de esfuerzo.
O se nos muere o hace de moribundo. Mientras tanto se rebelan los presos, se matan los homicidas, se deterioran las bases estructurales de un país que naufraga, sube el precio de la carne, aumenta la carestía, la electricidad se consume en la bancarrota. En síntesis, Venezuela se hunde en el corazón de sus tinieblas.
La verdad, como siempre sucede en estos casos, es la principal víctima del desafuero. Sin querer queriendo, como diría el Chavo del 8, Cuba y Venezuela, convertidos en una sola realidad, están gobernados desde La Habana por quienes detentan el poder real: Fidel y Raúl Castro. ¿No son los amos de Alí Rodríguez Araque, de Soto Rojas, de Jaua y El Aissami, prestados al teniente coronel para una simple pasantía democrática?
Queridos amigos, ¿cómo están?
Les invito pulsar el enlace http://inesdecuevas.blogspot.com/2011/06/premio-extensivo-periodistas-y.html
Para recoger un premio que hice extensivo a sus blogs.
Enhorabuena.
Un buen abrazo
Inés de Cuevas
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