POR:ROBERTO GIUSTI.
Aunque parezca mentira, lo peor que le puede pasar al país es que Hugo Chávez no participe en las elecciones y esa es una razón poderosa para hacer votos por la superación de su enfermedad. Pero, ¿por qué expresar una idea que, en apariencia, marcha en vía contraria de lo que podría indicar el sentido común, considerando que sin Chávez como candidato el triunfo estaría asegurado?
Pues precisamente por eso. En un sistema político hecho a la medida del susodicho y donde el escenario de la sucesión estaba simplemente descartado, la aparición de un candidato distinto a Chávez (quien diseñó el modelo para que las cosas fueran así) resulta patética por inviable. Tipos como Jaua, Cabello o el triste Adán son unos simples peones que nunca calzarán las medidas del monarca absoluto, infalible e insustituible que ocupa el trono de esta monarquía tropical, caribe y anárquica.
Chávez lo sabe y en medio de su lucha por la vida, no sólo piensa en si mismo sino en la suerte de un proyecto que, sin él, se disuelve en la nada. Sólo él y únicamente él, con su energía, su voluntad de poder y tino político podría dar dura batalla contra la oposición en una campaña donde todos conspira en su contra. Cualquier otro daría la cómica y el sueño socialista se iría al traste. Por eso, en medio de su drama personal, Chávez asoma la aventura militar como la única salida para mantener en desarrollo su idea política, la radicalización del proceso y el dominio de la sociedad, más allá de su ausencia, bien sea parcial y temporal, bien total y definitiva.
Leamos, por ejemplo, el predicamento de un exégeta del chavismo como el señor Toby Valderrama, en el diario oficioso del régimen, acerca de las elecciones, denominadas por él, como "oligarcas: "Mientras elijamos con ese método, el sistema burgués y su Estado serán fuertes, se fortalecerán con cada elección y corremos el peligro de que la esperanza, la posibilidad de Revolución, sucumba en ese pantano".
Hay que agradecerle la sinceridad y el develamiento de algo que resulta básico para comprender la naturaleza del chavismo: Chávez nunca creyó en el método electoral. Sólo se sirvió de él y lo hizo porque a través de él ganaba elecciones. Ahora, como lo reconoce Valderrama, que está a punto de perder el gobierno, "es necesario elegir de otra manera".
A menos que el egocentrismo de Chávez (sentirse amado siempre y en todo lugar es una de sus obsesiones) lo lleve a participar en unas elecciones que son la única posibilidad de lograr un cambio en paz y democracia. Valderrama reconoce que "nos encontramos (el chavismo) en una posición definitoria revolucionaria "avanzar o perecer". Una invitación al golpe que la candidatura de Chávez puede evitar.
Pues precisamente por eso. En un sistema político hecho a la medida del susodicho y donde el escenario de la sucesión estaba simplemente descartado, la aparición de un candidato distinto a Chávez (quien diseñó el modelo para que las cosas fueran así) resulta patética por inviable. Tipos como Jaua, Cabello o el triste Adán son unos simples peones que nunca calzarán las medidas del monarca absoluto, infalible e insustituible que ocupa el trono de esta monarquía tropical, caribe y anárquica.
Chávez lo sabe y en medio de su lucha por la vida, no sólo piensa en si mismo sino en la suerte de un proyecto que, sin él, se disuelve en la nada. Sólo él y únicamente él, con su energía, su voluntad de poder y tino político podría dar dura batalla contra la oposición en una campaña donde todos conspira en su contra. Cualquier otro daría la cómica y el sueño socialista se iría al traste. Por eso, en medio de su drama personal, Chávez asoma la aventura militar como la única salida para mantener en desarrollo su idea política, la radicalización del proceso y el dominio de la sociedad, más allá de su ausencia, bien sea parcial y temporal, bien total y definitiva.
Leamos, por ejemplo, el predicamento de un exégeta del chavismo como el señor Toby Valderrama, en el diario oficioso del régimen, acerca de las elecciones, denominadas por él, como "oligarcas: "Mientras elijamos con ese método, el sistema burgués y su Estado serán fuertes, se fortalecerán con cada elección y corremos el peligro de que la esperanza, la posibilidad de Revolución, sucumba en ese pantano".
Hay que agradecerle la sinceridad y el develamiento de algo que resulta básico para comprender la naturaleza del chavismo: Chávez nunca creyó en el método electoral. Sólo se sirvió de él y lo hizo porque a través de él ganaba elecciones. Ahora, como lo reconoce Valderrama, que está a punto de perder el gobierno, "es necesario elegir de otra manera".
A menos que el egocentrismo de Chávez (sentirse amado siempre y en todo lugar es una de sus obsesiones) lo lleve a participar en unas elecciones que son la única posibilidad de lograr un cambio en paz y democracia. Valderrama reconoce que "nos encontramos (el chavismo) en una posición definitoria revolucionaria "avanzar o perecer". Una invitación al golpe que la candidatura de Chávez puede evitar.
rgiusti@eluniversal.com
Fuente: El Universal.
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