POR:ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA.
El carácter social se moldea en concordancia con la forma de
existencia de una sociedad dada. Así es que el hombre se moldea por la
estructura de necesidades económicas y sociales de una sociedad, aunque
no es infinitamente adaptable. Hay necesidades fisiológicas y
psicológicas que deben ser satisfechas; son cualidades inherentes que
generan ciertas reacciones cuando son frustradas; y son cualidades como
la tendencia a crecer, a desarrollar y realizar potencialidades que el
hombre ha desarrollado en el curso de la historia, como la facultad de
pensar creativa y críticamente y de haber diferenciado experiencias
emocionales y sensuales; potencialidades que tienen dinamismo propio.
Esta tendencia puede ser suprimida y frustrada por impulsos
destructivos.
La tendencia general a crecer –idéntica en las tendencias biológicas y
psicológicas- resulta en tendencias como el deseo por la libertad y el
odio hacia la opresión, ya que la libertad es la condición fundamental
para crecer. Pero también el deseo por la libertad puede ser reprimido,
puede desaparecer en la consciencia del individuo, pero aún así no deja
de existir como una potencialidad, y evidencia su existencia por el odio
consciente o inconsciente que tal reprimir genera. Igualmente reprimida
y pervertida puede ser la lucha por la justicia y la verdad, que
también es inherente a la naturaleza humana.
En la situación que actualmente vivimos los venezolanos cabe recordar
que el adelanto de la libertad humana no es algo que puede ser
realizado sólo en términos políticos y económicos. El único criterio
para la realización de la libertad es si el individuo participa
activamente o no en determinar su vida y la de la sociedad, y esto no es
sólo en al acto formal de votar sino también en su actividad diaria, en
su trabajo y en su relación con otros.
La democracia política moderna, si se restringe a la esfera puramente
política, no puede contrarrestar suficientemente los resultados de
insignificancias económicas del individuo común; tampoco son suficientes
los conceptos puramente económicos como la socialización de los medios
de producción, ya que se genera una poderosa burocracia que manipula a
la vasta masa de la población, impidiendo el desarrollo de la libertad,
aún cuando sea efectivo el control gubernamental.
Nunca como hoy han sido las palabras tan mal utilizadas para ocultar
la verdad. A las creencias contrarias de los aliados se les llama
traición, la agresión militar es camuflada como defensa ante un ataque,
la asimilación o conquista de naciones pequeñas lleva el nombre de pacto
de amistad, y la represión brutal de la población se perpetra como un
neo-socialismo.
Las palabras democracia, libertad e individualismo también se vuelven
objetos de tal abuso. Pero la realidad es que la democracia es un
sistema que crea las condiciones económicas, políticas y culturales para
el total desarrollo del individuo; y el fascismo es un sistema que,
independientemente del nombre que adopte, subordina al individuo a
procesos extraños y debilita el desarrollo de la genuina individualidad.
Existe una contradicción entre economía planificada y la cooperación
activa de cada individuo. Una economía planificada requiere de
centralización, de una burocracia que administre esta máquina
centralizada. Por otra parte, la cooperación activa individual y de
pequeñas unidades de todo el sistema requiere de una gran cantidad de
descentralización. La gran tarea, entonces, es combinar coherentemente
centralización y descentralización. Lo cual se hace con el interés real
de cuidar los intereses de los seres humanos, y abriendo espacios para
innumerables economías independientes.
Hoy –como lo podemos ver claramente- tal espacio ha disminuido porque
sólo un grupo muy pequeño ejerce la iniciativa individual. Y el
objetivo de que todo el carácter social pueda ser libre, es algo que
sólo será posible sobre la base de un esfuerzo racional y concertado de
toda la sociedad, y con una cantidad de descentralización que garantice
una cooperación real, genuina y activa, y control por parte de las
unidades más pequeñas del sistema.
El hombre debe adquirir dominio de la sociedad y subordinar la
máquina económica para los propósitos de la felicidad humana, porque
sólo participando activamente en el proceso social superará lo que lo
lleva a la desesperación, ahí donde sufre más al ubicársele como un
autómata vacío y sin sentido.
Vencer a cualquier tipo de autoritarismo será posible sólo si la
democracia no retrocede y toma la ofensiva para alcanzar la meta de
quienes lucharon por la libertad a través de los siglos. Las fuerzas
nihilistas caen por la fuerza de la fe, de la vida y de la verdad, por
el peso de las ideas (más que por su alcance), ya que las ideas son
fuerzas poderosas cuando responden a necesidades humanas específicas,
adaptadas para las tareas objetivas que el individuo debe realizar en
una sociedad funcional.
Los cambios de las condiciones sociales generan nuevas necesidades y
ansiedades. Estas nuevas necesidades generan nuevas ideas que tienden a
estabilizar e intensificar el nuevo carácter social que determina las
acciones del hombre. Es decir, las condiciones sociales influencian los
fenómenos ideológicos por medio del carácter, no es el resultado de
adaptación pasiva a las condiciones sociales, sino una adaptación
dinámica sobre la base de elementos que son biológicamente inherentes a
la naturaleza humana, o que se han vuelto inherentes como resultado de
la evolución histórica.
El hombre moderno, en vez de ser empujado a obedecer lo que le
ordenen, es impulsado a trabajar duro por una compulsión interior, una
autoridad interior de consciencia y deber que opera más efectivamente en
controlarlo a él, como jamás podrá hacerlo cualquier autoridad externa.
Este hombre también cree en ideales como la verdad, la justicia y la
libertad, aunque sean frecuentemente meras frases o racionalizaciones,
pero que pueden ser luchas genuinas, ya que cualquier análisis que no
trate con ellas como factores dinámicos es falaz. Estos ideales no
tienen carácter metafísico; están enraizados en las condiciones de la
vida humana, y en el presente contienen una abundancia de problemas
morales.
Los actos de libertad son también siempre un fenómeno de abundancia.
Fuente: http://www.noticierodigital.com/2015/05/la-ofensiva-de-la-democracia/
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