POR:MIGUEL HENRIQUE OTERO CASTILLO.
Nadie en Venezuela desconoce a esta hora el significado político, simbólico y hasta moral que tiene la marcha de los demócratas, que tendrá lugar el próximo 1 de septiembre. Cierto es que por la coyuntura en que se producirá, ella tiene un carácter específico, que la hace incomparable. De alguna manera, inédita. Pero desde otra perspectiva, la marcha tiene antecedentes: no será la primera vez, en los últimos años, que venezolanos de todos los sectores sociales, profundamente angustiados por el rumbo de Venezuela, salgan a la calle de protestar en contra del régimen. Desde las inolvidables marchas de abril de 2002, a lo largo de los años, en decenas y decenas de ciudades de toda nuestra geografía, una ciudadanía de irreducible apego a las libertades, se ha expresado en innumerables oportunidades, incluso en los momentos de mayor adversidad.
Pero el rechazo inequívoco al régimen se ha producido en los más diversos escenarios. Fue categórico el 2 de diciembre de 2007, cuando Chávez intentó modificar 69 artículos de la Constitución vigente, a través de un Referéndum Constitucional, y fue derrotado en las urnas por una mayoría que advirtió el peligro que se ocultaba en las intenciones totalitarias del proyecto. Se repitió el pasado 6 de diciembre de 2015, esta vez en la forma de una mayoría aplastante, cuando los candidatos aglutinados en la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática, obtuvieron una mayoría mayor a los 2/3 de la Asamblea Nacional.
«Hay que marchar para insistir ante el país y el mundo que los venezolanos queremos una salida democrática, pacífica y constitucional»¿Qué hace de la marcha del 1 de septiembre, peculiar y excepcional? Que ella será la respuesta que el país dará al régimen que intenta escamotear el derecho que los venezolanos tenemos de solicitar la realización de un Referéndum Revocatorio. Será la respuesta al Consejo Nacional Electoral, organismo cuya mayoría en el directorio permanece plegado a los intereses del gobierno de Maduro, es decir, dedicado a entorpecer y retrasar la consulta. La marcha será portadora de una clara e inequívoca exigencia: que el Referéndum tenga lugar este 2016. Los antecedentes que he citado aquí, nos recuerdan a todos que el esfuerzo de volver a marchar tiene una indiscutible relevancia. La marcha se hace fundamental.
Hay que marchar para insistir ante el país y el mundo, que los venezolanos queremos una salida democrática, pacífica y constitucional. El 1 de septiembre será el día de la ratificación del 20%. Con el 20% en la calle, el Consejo Nacional Electoral tendrá la obligación de establecer, de una vez por todas, la fecha del Referéndum Revocatorio, que podría ser el 16 de octubre. Ningún ciudadano debe permanecer en su casa si está en condiciones de marchar. Son muchas las razones para hacerlo.
Excusa para la represión
Hay que marchar, para que nadie olvide que hay un millón seiscientos mil venezolanos que están fuera del país, y que si pudieran saldrían a las calles. Hay que marchar, porque esa marcha es la expresión del 90% de los ciudadanos –sí, 90%- que exige un cambio para Venezuela. Hay que marchar para evitar lo que Maduro y sus secuaces quieren: que haya violencia para justificar la represión y la cancelación.Hay que expresarse, sin miedo, cívicamente con está marcha le decimos a Maduro, a su régimen, te queremos fuera. Referéndum ya.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario