POR:VLADIMIRO MUJICA.
Hay muchas maneras de ser responsable por la muerte de otras
personas, y la ley establece las condiciones bajo las cuales alguien
puede ser juzgado por ello. Bajo ciertas condiciones, la muerte puede
ser aplicada como un castigo y aquí también la ley distingue entre
ajusticiamiento y asesinato. Están, de modo obvio quienes actúan como
agentes materiales de la muerte, quienes accionan un arma o provocan de
cualquier modo el deceso forzado de una persona. Están también los
cómplices y co-responsables, quienes por acción criminal u omisión en el
cumplimiento de su deber facilitan la acción de los homicidas.
Pero estas son las responsabilidades individuales. Sin embargo, la
ley y la constitución establecen otro tipo de responsabilidades sobre el
Estado en su conjunto como garante de la vida y la seguridad de los
ciudadanos. Es precisamente éste el bulto que pretenden escurrir Nicolás
Maduro y su gobierno cuando intentan protegerse pidiendo con rostros
compungidos y agresivos, extraña mezcla, que no se politice la muerte de
los venezolanos a manos de la violencia que azota a Venezuela.
El libreto de la actuación del gobierno, y las manidas frasecitas
vacuas de rigor, del tipo: “Se aplicará todo el peso de la ley” o “Mano
dura contra el hampa”, son tan predecibles como el resultado del disparo
de un arma de fuego sobre el cuerpo de una persona. Creo que conviene
decirlo con todas sus palabras para que no quede duda: En Venezuela la
muerte de la gente por la situación de inseguridad es un problema
político, porque el gobierno no cumple su responsabilidad de garantizar
el derecho a la vida de los ciudadanos. En otras palabras, y antes de
que algún gobiernero salte con una perogrullada de las que ofenden a
nuestro gentilicio, si alguien muere de muerte natural en su lecho,
luego de haber vivido una vida plena y con los cuidados médicos
adecuados, ese hecho no debe ser tratado como un asunto político. Pero
la muerte de una persona a manos de bandoleros armados que operan con
total impunidad o porque no recibe a tiempo las medicinas necesarias
para tratar una dolencia curable si que tiene innegables consecuencias
políticas.
En un sentido muy real el gobierno chavista se ha convertido en el
Gran Gerente de la Muerte. En la dirección de la criminalidad desatada,
el gobierno es política, y probablemente legalmente culpable, por
instigar al odio entre venezolanos, por permitir que el crimen opere con
absoluta impunidad, por no controlar la tenencia ilegal de armas, por
negociar con los Pranes, señores de la violencia, como si se tratara de
gente respetable y, en última instancia, por promover los anti-valores
de la corrupción, la desintegración social y el lenguaje agresivo contra
sus adversarios políticos, una combinación que sin duda influye en la
mente y el estado sicológico de quienes en última instancia aprietan el
gatillo. No se necesita mucho entrenamiento en materia de educación o
sicología para saber que el comportamiento de los líderes de una nación
constituye ejemplo para los jóvenes que se forman en la cultura del
irrespeto, la agresividad, la sorna y la vulgaridad en la conducción de
los asuntos públicos.
En la vertiente del sistema de salud, el gobierno es también
indirectamente responsable por las muertes de los venezolanos que
fallecen por no disponer de los medicamentos y tratamientos adecuados.
Ya es bien conocido el calvario de los enfermos de cáncer que deambulan
por los centros hospitalarios intentando conseguir infructuosamente
medicinas y tratamiento radiológico supuestamente gratis pero en
realidad inexistentes. Pero esto es solamente un ejemplo del desastre en
que se ha convertido la asistencia médica en Venezuela.
Es decir, que dos responsabilidades fundamentales del Estado para con
sus ciudadanos: salud y seguridad son escandalosamente desatendidas por
la oligarquía chavista que vive sus existencias gordas y felices
protegidos por decenas de guardaespaldas y con las posibilidades de
recibir cuidados médicos decentes fuera de Venezuela. Por eso, la muerte
de Mónica Spear y su marido, asesinados en frente de su hija, así como
la de más de doscientos mil venezolanos en los 15 años de revolución a
manos del hampa, al igual que la de la gente que se marchita
terminalmente por enfermedades y condiciones médicas curables, tiene
profundas connotaciones políticas.
Cada cierto tiempo ocurre en la vida de los pueblos que una chispa
enciende la sabana y les permite decir no a la miseria, el engaño y la
burla de quienes desgobiernan en una forma que tenga consecuencias
políticas en la forma en que se dirigen el país. Ojala las muertes que
tanto han conmocionado a Venezuela abran la puerta para que cambie la
vida de nuestra sufrida nación. Que la oligarquía chavista termine por
escuchar el clamor de la gente que dice ¡Basta Ya! a tanta barbarie y
desgobierno. Solamente así la posibilidad de la reconciliación y la
rectificación dejará de ser una fantasía.
Fuente:http://www.noticierodigital.com/2014/01/la-politica-de-la-muerte/
3 comentarios:
jueves, 9 de enero de 2014
El denigrante espectáculo de Maduro y de la MUD en Miraflores
*** La única solución para el desastre venezolano pasa por un inmediato cambio de régimen politico
Ayer contemplé un espectáculo realmente denigrante. Nicolás Maduro utilizó una reunión con la oposición sobre seguridad ciudadana para seguirle haciendo propaganda a su régimen. Se permitió calificar de marcha de la oposición la marcha de los artistas demandando más seguridad para los venezolanos. De nuevo, la oposición organizada en la MUD asistió a un acto que solo tendría el efecto cosmético de hacer lucir al régimen como realmente interesado en resolver el problema de la masacre nacional que ellos mismos han promovido con su siembra de resentimiento social. Insiste la MUD en creer que el régimen quiere hacer bien las cosas cuando para el régimen lo importante es hacer las cosas a su manera, de espaldas a millones de venezolanos, tratando de construír un país absurdo que solo existe en mentes anormales cargadas de resentimiento .
Cual fué el resultado de esa grotesca reunión? Una propuesta hecha por Maduro de una “Ley de Pacificación Nacional”. Otra ley? Si acaban de imponernos la ley del llamado Plan de la Patria! La leyes han perdido su naturaleza en la Venezuela de esta gente. Son letra muerta. Esto fué como el chillido de la hiena.
Ahora, mientras se hacen las convocatorias para reunirse a pensar en esa nueva ley la oposición pensará que ha hecho su trabajo, el régimen obtendrá un nuevo espacio de maniobra y los asesinatos continuarán sucediendo, porque la sociedad venezolana llegó ya hace algun tiempo al estado de anarquía/anomía, seducido por las promesas incumplibles del régimen y por los llamados al odio de clases que hacía el difunto y que imitan sus herederos.
Asistir a una y otra reunión con la gente del régimen representa lo que Einstein llamaba la locura: repetir una y otra vez el mismo procedimiento esperando obtener un resultado diferente. Y se asemeja a lo que Bernard Shaw opinaba sobre quien se vuelve a casar después de varios divorcios : una victoria de la esperanza sobre la experiencia.
La única solución a la tragedia venezolana pasa por un cambio inmediato de régimen político. Y ese cambio de régimen politico no va a ocurrir mientras la oposición siga actuando como actúa, creyendo en la colaboración con un grupo de criminales. Demasiadas son las razones para la insurgencia ciudadana en contra del horror enquistado en Miraflores. La oposición organizada en la MUD ha actuado de manera entreguista, pensando que hay una sincera actitud del lado de un régimen que se ha caracterizado por el abuso de poder en todos los órdenes de la vida nacional. Capriles y su grupo blandengue deben darle el paso a quienes puedan inspirar a los venezolanos a luchar por sus derechos. De otra forma, no ya la mitad del país sino todo el país caerá bajo el control de un régimen castrista-fascista que no se parece en nada a la Venezuela por la cual hay que luchar.
La MUD dice que irá a donde sea para luchar por la seguridad de los venezolanos. Que vaya, entonces, a la calle. La lucha es allí, no en los salones de Miraflores, escuchando los regaños del analfabeta.
Régimen impune
JUAN GUERRERO
Afirmar que el brazo armado del régimen venezolano y su partido es el hampa común no es nada descabellado. Y esto lo indicamos porque, así como ha copiado metodologías propagandísticas de la Alemania nazi, también lo ha hecho con las estrategias de la dictadura cubana que por años utilizó al hampa y sus secuaces para aterrorizar a la población.
Para lograr esta bien delineada manera de control social los estrategas ideológicos del chavismo han encontrado en las miles de bandas hamponiles organizadas, suficiente personal para desatar en la sociedad venezolana un infierno de asesinatos, robos, violaciones y secuestros, que el régimen de manera burlona, irónica e inmoral denomina "sensación de inseguridad".
No vale la pena entrar a mencionar estadísticas que en nada solucionan esta dantesca situación de violencia generalizada que el régimen, por acción u omisión, ha permitido que se desate. En escritos de hace ya más de 10 años habíamos advertido sobre la gravedad que significaba permitir que un presidente, fue el caso de Hugo Chávez Frías, apareciera en los medios audiovisuales en claras, diáfanas y seguidas secuencias de imágenes donde, bien con su lenguaje corporal y/o verbal, incitaba a la violencia.
Esa permisividad desató en la sociedad venezolana las más oscuras pasiones que luego de 15 años de una práctica de imitación, desde hace un tiempo se manifiestan en la estadística internacional: Venezuela se encuentra entre los 5 primeros países más violentos del mundo.
Modelar la violencia ha sido la estrategia más beneficiosa para este régimen. De la violencia política iniciada por HCh y sus secuaces –acordémonos cuando afirmó: "a los adecos les voy a freír la cabeza en aceite"- o cuando de manera irónica, dijo esto: "Marisabel, esta noche te doy lo tuyo". Además que fue público y notorio que la golpeaba.
Esta manera de modelar la violencia desde el poder del Estado y del régimen de gobierno permitió que se estableciera un modo de vida, de cotidianidad, traducida en lenguaje común, que hacía y quiere hacer ver como una práctica "normal" una sociopatía que en modo alguno debemos permitir.
El asesinato de una joven venezolana, como fue el caso de Mónica Spear, es doloroso y terrible. Más aun por lo dantesco que supone herir a una niña de apenas de 5 años quien vio cómo asesinaban a sus padres y sufrirá las secuelas de traumas futuros. Este doloroso hecho aparece resaltado en los espacios noticiosos por tratarse de una figura pública.
Pero cuántos asesinatos, iguales o más dantescos, han ocurrido y continúan sucediendo mientras los responsables del régimen, cual "parásitos felices", creen solucionar esta dramática situación de inseguridad, ofreciendo declaraciones o relatando artificiosas estadísticas o afirmando que eso es herencia de la IV república.
Ciertamente que es evidente la relación estrecha que existe entre el régimen fascista e inepto y la delincuencia común. En las cárceles venezolanas, "pranes y luceros" establecen "mesas técnicas" para beneficiar a presos, quiénes salen libres o quiénes aún deben pernoctar bajo el cuidado y manutención del régimen. Eso puede corroborarse fácilmente.
Así como el régimen ha sido "exitoso" en el uso inescrupuloso de la propaganda oficial, caso elecciones municipales cuando desató toda una estrategia propagandística mientras incitaba a la población, tanto al saqueo de comercios como a la compra compulsiva, también se evidencia su éxito de sesgada propaganda en "patria segura" donde permiten que se violen ancianos, secuestren niños, por incapacidad gerencial, y asesinatos como la de esta joven venezolana, trabajadora, esposa y madre, víctima de un régimen fascista que, por ineptitud y una bien elaborada estrategia de propaganda, permite que esto ocurra en el país que oficialmente se hace llamar "La Patria bonita"... con ministerio para la felicidad incluido.
Horacio Medina
¿Un país de cómplices y culpables?
9 Enero, 2014
Listos ya para escribir nuestra primera nota del 2014, relacionada con nuestro tema habitual, el Entorno Energético, nos topamos con una noticia desgarradora: el asesinato de Mónica Spear junto con su pareja y su hija de cinco años, herida de bala, milagrosamente salvada.
opinan los foristas
Sin duda este hecho bien podría ser considerado como algo cotidiano, parte de una estadística macabra que viene siendo escrita, en modo creciente. Sin embargo, no lo fue para quien suscribe. Más allá que la joven asesinada resulte ser hija de una estimada compañera de nuestra ya extinta PDVSA, esa información nos estremeció de manera profunda, brutal.
De inmediato, tratamos de imaginar, por un instante, los momentos de drama infinito de una joven madre aterrada y buscando proteger a su niña, apelando al instinto maternal de protección. También tratamos de imaginar lo que sintió el hombre protector de su pareja y de su hija, encerrados en la endeble defensa del vehículo, allí desarmados y absolutamente vulnerables. Temblamos al sentir el llanto de una pequeña, víctima del pánico. Tan dramática escena nos hace reaccionar, no podemos continuar solo quejándonos, solo denunciando, solo acusando, tenemos que hacer algo y ya. Las intenciones no bastan, se requiere acción.
Por otro lado, acusamos un sentimiento de tristeza y lástima profunda, por algunos de los llamados “artistas por la paz” que piden desde el antro en que se ha convertido el Palacio de Miraflores, “no politizar” el caso. No politizar lo que para el régimen en el poder, significa una política de Estado: sembrar el terror. No politizar un hecho que ya forma parte de los más de 200 mil asesinatos que han ocurrido en los ya casi 15 años de régimen. Ellos no entienden o, no quieren entender, que el asunto de fondo, se trata de un régimen de malandros que están en el poder.
¿Podemos pedir justicia a un régimen que ha nombrado en distintas ocasiones para la Presidencia y Directiva de la Asamblea Nacional, a personas con prontuarios criminales como asesinos y asaltantes?
¿Podemos pedir justicia a un régimen que nombra como Ministro encargado de velar por la Justica y la seguridad nacional a un hombre que trató de asesinar a la familia presidencial en 1992?
¿Podemos confiar en la administración de justicia de un régimen donde la impunidad es política de Estado, siempre y cuando no sea un disidente el señalado?
¿Puede tener sentido humanitario, un régimen que se dice amigo del carnicero de Siria, el sociópata de Corea del Norte o de los hermanos asesinos que han martirizado a Cuba por 55 años?
¿Podemos confiar en un régimen que es señalado por sus inocultables vínculos con el narcotráfico y colaborador de organizaciones del crimen organizado?
En nuestra opinión, están claras las respuestas, los culpables han estado y están en los puestos de dirección del régimen.
Pero también hay centenares de miles de cómplices que saben esta verdad y “apoyan” al régimen por conveniencia y/o por cobardía. Algunos están en el poder; otros vistiendo el uniforme de nuestras Fuerzas Armadas; en los Cuerpos Policiales; en el sector empresarial; en los medios de comunicación; en los partidos políticos; en la sociedad civil. Son culpables por acción y cómplices por omisión, pero todos, son responsables.
A estos últimos, a los convenidos, les pedimos que reflexionen que por un instante imaginen a sus padres, hijos, nietos, familiares o amigos, en un trance semejante, porque tal vez cuando sea demasiado tarde, se sentirán, inevitablemente culpables de haber permitido y colaborado con este régimen, con esta locura que nos ha llevado a tener un país, donde la vida no vale nada.
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