El mundo es una gran bola de excremento; las relaciones entre las naciones definitivamente no son idílicas, no son románticas, ni siquiera históricas, sino que son lapidariamente económicas; a pesar de los desesperados intentos que hacen algunos lideres que dirigen y comandan las edades de los zamuros quienes se han apoderado de todo cuanto han deseado en nombre de sus “nobles ideales”, los cuales justifican sus pretensiones siempre y a todo evento, para mantenerse inalterablemente en el poder de sus respectivas sectas; no importa sus inclinaciones ideológicas o de otra índole, sus intereses los mantienen apegados a sus oscuros objetivos, de allí que nos han convertido el escenario mundial en una campo de batalla. Es así de elemental, en nombre de encontrar la paz nos conducen a la guerra, no tienen medias tintas a la hora de elegir el camino que los conduce a ejercer el dominio planetario, es una sencilla ecuación, más dominio económico mayor y mejor tecnología, ciencia, técnica y privilegio de poseer las armas más poderosas, lo ejércitos mejor dotados y entrenados. Todo forma parte de una larga tradición, desde que el mundo es mundo se lucha por el logro del dominio militar, esa triste verdad nos conduce inevitablemente a sostener, que el hombre existe para dominarse entre si, para amenazarse, es un juego definitivamente diabólico, que nos veremos obligados a jugar siempre, mientras aspiremos a ser seres terrenales.
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