POR:FEDERICO BOCCANERA.
Después de los
eventos electorales de 2012, el chavismo de máscara democrática se
consolida; pero a la vez perderá a su máximo líder, insustituible y de
imagen intransferible, por lo cual su hegemonía quedará en jaque. Si
quisiera conservarla, deberá abrirse a un nuevo tipo de relación con
toda la sociedad, incluyendo la opositora desde luego, pues no hay otro
camino, al menos dentro de esta democracia imperfecta; la cual,
irónicamente, ha sido la única legitimadora de este proceso mal llamado
revolucionario.
El chavismo en lo inmediato podrá conservar el poder en el 2013, incluso
sin mayor esfuerzo y gracias a las debilidades de la oposición; pero se
le podría complicar de un momento a otro, mantener estabilidad,
gobernabilidad y gobernanza multinivel para los tiempos por venir,
porque, de presentarse una crisis de sostenibilidad del modelo rentista,
deberá tomar medidas que de alguna forma afectarán al reparto, de hecho
el gran gurú económico del régimen, el Ministro de Economía y Finanzas,
Jorge Giordani, ya anunció en el pasado mes de noviembre -en
declaraciones que no levantaron mayor revuelo en un país solo pendiente
de la enfermedad presidencial y de la campaña electoral- que “los
servicios hay que pagarlos, porque aquí el gratis se acabó, y el
regalado se tiene que acabar…”
Eso faltaría más, no significará el fin del estado
populista-paternalista por un lado y clientelar-proteccionista por el
otro, pero si una moderación sensible en su ritmo de gasto y
endeudamiento, el cual no podrá seguir como en años anteriores y menos
aun después de haber demolido gran parte de la capacidad productiva del
país, ahuyentado las inversiones, debilitado el potencial de PDVSA, y
agotadas también las oportunidades de acceder a más préstamos como el
conseguido con China, al quedar también seriamente comprometidas, las
posibles garantías.
Además, frente a sólidas perspectivas regionales de incremento sostenido
de la producción petrolera por parte de países como EE.UU. y Brasil e
incluso Colombia, no hace falta ser ningún experto en la materia para
concluir que Venezuela deberá rectificar el rumbo emprendido en los
últimos años, sino quiere ir al encuentro de inmensas dificultades en
todos los órdenes, con una economía que es de las menos competitivas de
la región por productividad, inflación, sobrevaluación, desinversión,
contracción de la capacidad instalada, calificación de la mano de obra,
persecución fiscal, burocratismo, corrupción, e informalidad de la
población económicamente activa.
Factores todos actuantes al mismo tiempo desde hace años y destinados a
agravarse, especialmente de proseguir la hostilidad del sector público
hacia el aparato productivo privado.
Para hacer frente a dificultades crecientes que no pueden subestimarse
en cuanto a su magnitud y el tiempo que tardarán en manifestarse, un
chavismo sin Chávez en el poder, deberá enfrentar y superar las
múltiples fragmentaciones que lo amenazan, incluso más que el vacío de
liderazgo (y carisma) que inevitablemente dejará el comandante tras su
eventual deceso.
La apropiación personal y suprainstitucional que Chávez hizo del
rentismo, y la consecuente gestión bonapartista del reparto, fue lo que
hizo posible llegar a ese discurso de “Con hambre y sin empleo con
Chávez me resteo…”, a pesar de que repetidas promesas como aquella de
las 3R (revisión, rectificación y reimpulso de la Revolución
Bolivariana) quedaran una y otra vez incumplidas, y se reciclaran, con
igual insistencia, hasta llegar a la promesa postrera de "Eficiencia
política y calidad revolucionaria o la noche…" de la campaña de 2012.
Este vacío de liderazgo personalista, será imposible de reemplazar, lo
cual no es poco… Pero lo de la fragmentación interna, también será una
cuestión compleja y de difícil resolución.
Porque el chavismo políticamente, es un archipiélago de bajísima
coherencia y altísima propensión a la agresividad intraespecífica, un
engendro atemorizante que sólo Chávez con esa capacidad de arbitraje ya
descrita más arriba al aludir al bonapartismo, pudo mantener bajo
control.
Al mismo tiempo, el estado chavista también se encuentra
fragmentado/dividido, al haber sido colonizado y sometido cada uno de
sus compartimientos por voluntad hegemónica del mismo Chávez, el cual
terminó creando grupos de gestión particular y exclusiva al frente de
cada poder público, devenidos todos a su vez en parcelas subsidiarias
del poder central, en donde se enquistó una intensa y extensa
“clientelización”.
Así que tanto el movimiento político chavista como el estado chavista,
entidades y estamentos que se alimentan y realimentan en relación
mutuamente dependiente, corren el riesgo de disgregarse al faltar el
aglutinante representado por el liderazgo mesiánico e irremplazable del
Presidente-Comandante.
A su vez, una oposición debilitada al extremo y en gran parte carente de
perspectiva, sin proyecto político real que la pueda reconducir a
reconquistar el poder a corto plazo, deberá plantearse una tarea
impostergable para los próximos años, la cual deberá pasar por sustentar
la gobernabilidad y promover una unidad verosímil -incluso propiciando
un gran acuerdo nacional- si desea sinceramente mantener las condiciones
mínimas para emprender con garantías de continuidad, el trabajo
político indispensable sin el cual nunca podrá volver a erigirse como
modelo alternativo.
De hecho, una caída definitiva del régimen chavista por colapso
institucional, administrativo, económico, o una combinación, implicaría
la llegada de la solución pendular por estado de necesidad, y por lo
tanto la muy probable interrupción de las garantías constitucionales en
el plano político, algo que no puede convenir a ninguna organización
política sensata, sea del lado que sea, porque además, tanto la
modalidad como la duración en el tiempo de la suspensión del juego
democrático, incluso la animada por las mejores intenciones de
transición y restitución, podría volverse impredecible en muchos
aspectos, sobre todo si no logra restituir la paz ciudadana con eficacia
incontrastable y en tiempos plausiblemente cortos.
La única forma como la oposición podrá capitalizar en forma afianzable,
los descontentos que la sociedad acumule, es retomando el trabajo
político sistemático que abandonó hace décadas. Hoy en día en cualquier
protesta, la presencia de los políticos es rechazada y con razón, pues
se interpreta como un aprovechamiento indebido, abusivo, de la misma, de
hecho rige el estigma de la “politización” porque se confunde con
oportunismo, esto es inevitable pues sólo acompañando al pueblo en su
lucha cotidiana, en forma sistemática, se podrá lograr que la
politización de las manifestaciones vuelva a tolerarse, además porque si
el trabajo político se hace adecuadamente, serán líderes realmente
involucrados con la comunidad, los que convoquen y dirijan el
descontento. Volver a comprender la importancia de esto, es crucial para
el trabajo de reconexión con las masas. Se requiere la política
paciente, microsegmentada y producto del enjambre de los actores
políticos y sociales, en la comprensión de que se trata de una relación
interdependiente de interlocución e interacción cotidiana.
Y la única forma de poder reconectar con la gente, será con trabajo en
la base popular y para ello se deberá asumir el reto de ir al activismo
político en el mismo terreno conquistado por el chavismo, de allí la
importancia del trabajo en las comunas para poner un ejemplo de
actualidad. Justamente porque las comunas podrían resultar ese híbrido
entre lo político y social que serviría de medio, de caldo de cultivo,
para que prospere el amalgamamiento político social imprescindible para
recuperar el espacio político, y lograr la adhesión necesaria para la
superación del espejismo democrático del régimen chavista.
El trabajo en las comunas a su vez podría resultar insuperable para
calibrar nuevas maquinarias de activismo, cuadros y dirigentes, y
representar una ocasión inmejorable para formular, por primera vez en
años, una política verdaderamente diferenciada del chavismo, al
incorporar visiones y propuestas de base realmente auténticas. Por lo
tanto la alternativa popular, verdaderamente popular, capaz de descollar
sobre lo establecido, sólo podrá aflorar desde la base, mientras no se
reconstruya una economía menos dependiente del estado, menos rentista y
por lo tanto, menos sumisa en sus ofertas al recetario populista.
Porque el chavismo aún en el caso negado (por ahora) de ser desalojado
del poder, no podrá ser desplazado como alternativa, mientras la actual
relación estado-nación no cambie; de hecho, si eso no llega a ocurrir,
al chavismo en las actuales circunstancias sólo lo podría sustituir
algún movimiento análogo y equivalente, como en cierta forma el mismo
chavismo fue un sucedáneo del bipartidismo puntofijista de la mal
llamada “cuarta república”, y esto es así porque en los hechos, el
chavismo jamás sustituyó el estado rentista creado en las postrimerías
del gomecismo, y que alcanzó su esplendor y decadencia en los 40 años
desde 1958 hasta 1998.
Este chavismo nunca fue revolucionario, porque nunca pretendió la
sustitución del estado anterior (no hubo desmantelamiento burgués
alguno, más bien se crearon nuevos estratos burgueses), en efecto lo
único que hizo fue revalidarlo, pero exacerbando la impronta
improductiva incluso parasitaria del reparto, en otras palabras, los
vicios característicos de la práctica que tanto se condenó, desechando
incluso las virtudes mínimas de lo que ha debido ser un verdadero modelo
de transformación socio-política y económica del país, que se plantease
desde la descentralización, pasando por el antimilitarismo, y un
genuino antiimperialismo, hasta la creación de un parque industrial
propio.
Pero nada parecido se hizo, y con el chavismo se llegó a un extremo, un
extremo patológico de reparto infecundo, que es tan distorsionante y
esterilizante, que hasta podría llevar a comprometer la calidad de la
permeabilidad social obtenida por sus programas sociales (extensión,
validez y sustentabilidad de la inclusión).
La clave de la sostenibilidad de la sociedad venezolana en el largo
plazo, estará en mantener la movilidad social sin que ésta siga
dependiendo tan directamente del estado central aún en la escala local;
pero esta tarea no podrá lograrse de la noche a la mañana, por lo tanto,
quedan años de mucho trabajo por delante, lo importante y esto
considero necesario repetirlo, es evitar la desestabilización que podría
llevar a situaciones indeseables como las que vivió Colombia con el
fenómeno de las guerrillas, el narcotráfico (y su convergencia
estratégica) o la que se vive en el norte de México con el fenómeno del
“estado fallido”… y en Venezuela, el único garante de
gobernabilidad/estabilidad en los tiempos por venir, seguirá siendo la
unidad de las fuerzas armadas, por lo tanto, para evitar una
militarización aún más profunda y preocupante del poder, y eventualmente
devolver el mismo a los cauces institucionales perdidos, en los
próximos años habrá que ir a un gran acuerdo o alianza nacional de todos
los factores de poder, pero sobre todo con partidos y movimientos
políticos debidamente renovados, tanto de un lado como del otro.
No hay otra…
twitter: @FBoccanera
Fuente: http://www.noticierodigital.com/2013/01/post-chavismo-y-post-oposicion-un-nuevo-comienzo/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario