POR:OSWALDO ÁLVARÉZ PAZ.
No me refiero a las elecciones
parlamentarias de diciembre próximo. Son importantes, como toda
elección, fraudulenta o democrática, pero no van más allá de ser un paso
enorme hacia la definitiva liquidación del régimen impuesto en
Venezuela. Tampoco le pongo fecha o plazo fijo al final que se acerca.
Simplemente recojo la voluntad general de una nación harta, fatigada e
indignada con la evolución de la situación actual. Esta nación no acepta
más de lo mismo. Tampoco puede ser engañada a punta de publicidad
continuista o de agresiva propaganda destinada a detener la irreversible
voluntad de cambio existente.
El esquema castro-chavista sintetizado
con el recurso retórico de “socialismo del siglo XXI”, es un fracaso más
en el mundo del comunismo internacional, en cualquiera de sus
experiencias mundiales. El desastre no tiene explicación posible, más
allá de ratificar la inoperatividad del sistema totalitario, sumado a la
incompetencia y corrupción de los máximos protagonistas del proceso.
Gente corrompida que se convirtió en corruptora de propios y extraños,
empezando por sus propios partidarios.
La nación piensa hoy en el futuro de su gente. Sabe que todo está en
peligro. La seguridad de las personas y de los bienes, de las empresas y
la libertad para vivir y producir, del estado de derecho como
instrumento para la convivencia civilizada. Todos sabemos que no hay
forma de garantizar un mañana mejor a nuestros hijos y nietos mientras
este régimen se mantenga. Ya es demasiado tarde para esperar cambios
trascendentes o rectificaciones gubernamentales. Las señales que envían
van en dirección contraria, es decir, hacia la radicalización y
profundización de las líneas maestras de las políticas aplicadas hasta
ahora. Nadie podrá ser engañado con los últimos arrebatos patrioteros y
militaristas con los que pretenden disimular tres quinquenios de
desidia, negligencia y hasta de complicidad imperdonable, con relación
al problema con Guyana y la reclamación territorial de Venezuela.
El cambio debe ser en el menor tiempo posible, asumiendo la
responsabilidad de ir a una confrontación final que será, sin duda,
peligrosa y de resonancia planetaria, pero definitiva. No se trata de un
viaje de retorno al pasado, sino de marchar con coraje hacia adelante
con la fuerza de la que seamos capaces y utilizando todas las vías
existentes. Rendirnos o pelear. No hay más alternativas.
oalvarezpaz@gmail.com
Fuente:http://www.noticierodigital.com/2015/07/confrontacion-final-cercana/
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