POR:JOSÉ GUERRA.
La actual coyuntura económica de Venezuela, cuando ya el país se
adentra en los meses finales de 2016, se caracteriza por los siguientes
elementos. En primer lugar, durante las últimas tres semanas los precios
del petróleo se han desplomado más de cuatro dólares por barril debido a
la persistencia del exceso de petróleo crudos en el mercado y también
porque el acuerdo entre la OPEP y otros productores como Rusia, no se ha
materializado. De esta manera, la cesta venezolana de crudos y
derivados ha disminuido hasta ubicarse actualmente en el entorno de los
40 dólares barril, un nivel al cual es inviable tanto Pdvsa como el
país. A ello se agrega la disminución de la producción de petróleo en
más de 300.000 barriles diarios en lo que ha transcurrido de 2016. Esto
se ha traducido en una declinación de las exportaciones, prácticamente
la única fuentes de divisas que tiene el país. Esa combinación de caída
del precio y del volumen de exportación es letal para la economía,
debido a que la priva de moneda extranjera indispensable para financiar
las importaciones y pagar la deuda externa.
En segundo lugar, las reservas
internacionales del BCV están en un nivel realmente crítico, el menor
en veinte años al totalizar al 2 de noviembre apenas la cantidad de US$
11.000 millones, un monto ínfimo para las necesidades de la economía.
Para que tengamos una idea de la gravedad de este asunto, en 2008
Venezuela contaba con reservas internacionales por US$ 42.300 millones.
Con ese monto, más el flujo esperado de ingresos, es muy difícil y
costoso pagar los compromisos de deuda externa en lo que queda de 2016 y
en 2017, por una cantidad acumulada de US$ 11.00 millones. En esas
condiciones se harán más difícil aumentar las importaciones para así
reanimar la economía.
En tercer lugar, el sistema cambiario está colapsado y minado por la
corrupción. El tipo de cambio paralelo se ha disparado ante la ausencia
de asignaciones y la discrecionalidad en la entrega de divisas a través
del Banco de Venezuela, mediante el Dicom. Actualmente se están
realizando transacciones a un tipo de cambio paralelo de Bs 1.800 por
dólar, lo que claramente va a tener un efecto sobre la tasa de
inflación. Al mismo tiempo, está ocurriendo en los hechos una
dolarización de la economía pero a precios muy superiores a los del
mercado en los Estadios Unidos, Brasil y Colombia que es de donde
provienen las importaciones de alimentos. Ello ha provocado una
aceleración del alza de precios que amenaza con desatar un proceso
hiperinflacionario. Finalmente, como resultado de la elevada inflación,
el poder adquisitivo de los salarios ha caído pronunciadamente, hecho
éste que afecta la actividad económica en la medida en que ello deprime
el consumo. De esta forma, la economía es víctima de un modelo económico
y político colapsado que debe ser sustituido de inmediato, para dar
paso a otro que estabilice la economía, promueva la inversión y permita
reiniciar el crecimiento económico.
Fuente: http://www.noticierodigital.com/2016/11/la-coyuntura-economica/
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