POR:DÁMASO JIMÉNEZ.
Si los científicos del futuro quisieran investigar alguna vez como un país
ubicado en plena autopista de la modernidad a las puertas del siglo 21, gracias
a la bonanza petrolera que le permitió mover buena parte del mundo, termina
súbitamente rebuscando sobras de comida entre la basura, con un cuadro viral de
escasez, hiperinflación, miseria y muerte; tendrían que tropezar con las
terquedades absurdas del populismo militar que sostuvo a Chávez y ahora a Maduro,
pasando por los bemoles del narcotráfico y la corrupción más recalcitrante,
hasta intentar entender un fenómeno desesperante que quebró la economía de 30
millones de venezolanos minuto a minuto.
Fueron las políticas económicas perversas impuestas para mantener a toda
costa una ideología en el poder, según música y letra del decorativo
vicepresidente Aristóbulo Istúriz.
La guerra económica la arrancó de imprevisto Chávez con la asesoría
castrocomunista de Fidel: desmantelamiento de Pdvsa, entrega de petróleo para
aliados ideológicos del continente, destrucción de la industria con
sobreingreso de personal no capacitado con fines clientelares del partido,
expropiación de fincas, ley de tierras, control de cambio, control de precios,
desmantelamiento del aparato productivo, raspacupos salvajes, corrupción
permisiva en su entorno, irrespeto por la propiedad, intervención de
empresas considerados sectores estratégicos como la alimentación,
telecomunicaciones, construcción y servicios básicos.
Maduro continuó su legado declarando la guerra al sector productivo y a los
emprendedores. En su primera alocución negó cualquier acceso a las divisas que
declaró prácticamente suyas y de un grupito en el poder. Los dólares del país
fueron secuestrados de forma absoluta por el gobierno.
El dólar Maduro que aún lo mantiene atornillado al poder, debía preservar
esa plaga de brokers de maletín que ya habían desfalcado el país la temible
suma de 25 mil millones de dólares a través de la desaparecida Cadivi. Ningún
dólar se movió en el país sin su consentimiento y raqueta.
De allí surgió la clase parásita que vive en una burbuja de esplendor
gracias a las únicas divisas posibles que adquieren de forma irrisoria a 10
bolívares destinadas para importar medicinas y alimentos fantasmas que no
existen pero terminaron convertidas en grandes fortunas, lavando una vida
gansteril llena de de ferraris, yates, prostitutas de lujo y juegos peligrosos
en el mundo del narcotráfico.
Entre otros lujos el alcalde del CNE, Jorge Rodríguez, se permite uno
bastante costoso. El de burlarse de todos los venezolanos cuando intenta
responsabilizar a un ente externo como una página WEB de la forma como ha sido
desangrada la economía venezolana.
En el país todos saben que la arremetida feroz contra el bolívar proviene
del sector que tiene acceso a los escasos dólares por concepto de la venta de
petróleo y qué, a falta de Estado y poderes autónomos, son desviados y
malversados en esos negocios turbios, mientras prenden la maquinita de hacer
billetes con la efigie de los próceres de la independencia sin respaldo que lo
sostenga.
Los bolívares se devalúan cada minuto en una hemorragia indetenible que el
Estado-gobierno se niega en reconocer. Nadie los quiere, no significan nada en
ningún mercado. El enchufismo chavista hizo un mal cálculo creyendo que solo
los petrodólares salvan, pensaron que no había caída de precios ni crisis que
pusieran en peligro su estabilidad. Pero ninguna dictadura se sostiene con
hambre.
Por otra parte el país no logra recuperar la confianza en un diálogo de
sordos que ignora el costo del malestar que existe en la calle. Cada día somos
más pobres mientras Maduro espera bailar hasta el 2.020 institucionalizando la
frustración de un diálogo implosionado.
En 18 años el gobierno eliminó la productividad y ocultó la destrucción del
país con un gasto público exagerado, imposible de financiar con el actual
déficit gigantesco. Estos lodos son consecuencia de aquellos polvos
irresponsables en el manejo de una economía basada en la caja chica de una
PDVSA destruida y un BCV delictivo
Cada fin de año de su insufrible gestión Maduro anuncia que tomará las
riendas de la economía y acabará con el modelo rentista del petróleo y cada vez
la situación se pone peor.
Hemos pasado de una inflación en el 2015 de 180%, a un cierre del 2016
superior al 700 %, con posibilidades que hagamos crack en toda la nación con un
2.200% de hiperinflación para el 2017, cifras de estudio para otros gobiernos
aportadas por el FMI de mantenerse este modelo inviable y contraproducente que
discrimina el interés general por la arrogancia de unos pocos que consideran
que no existe democracia posible que les arrebate el poder. Esto está feo
hermano.
@damasojimenez
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