POR:FERNANDO LUIS EGAÑA.
Moribunda está llegando Venezuela al Bicentenario de su Independencia. Y la causa fundamental se encuentra en la llamada "revolución bolivarista".
El 2010 y el 2011 tienen una significación especial, pues se cumplirán, respectivamente, 200 años del 19 de Abril y del 5 de Julio, las fechas estelares del nacimiento del proceso emancipador. Pero la trágica situación en la que está sumido el país, no es la más propia para la conmemoración festiva. Venezuela padece una crisis de dimensiones existenciales y mientras continúe el régimen imperante, el futuro será mucho peor que el presente.
¿Qué hace falta para que los venezolanos terminen de darse cuenta? El señor Chávez y su montonera destructiva han impulsado el que la sociedad venezolana sea una de las más violentas del mundo. La explosión de violencia criminal que viene aconteciendo sólo tiene precedentes y referencias en países en vías de disolución. Ya se estima que habrá 20 mil asesinatos al final del 2009, lo que representaría casi un aumento de 450% con respecto a las 4.500 muertes violentas de 1998, año anterior al comienzo de los gobiernos de boinacolorá.Al Bicentenario se llegará con la mayor dependencia petrolera de nuestra historia económica y con una deuda externa sideral que se multiplicó por más de 4 veces, de 23 mil a 100 mil millones de dólares, y todo ello en medio de la más prolongada bonanza de los precios petroleros en los mercados internacionales, gracias a lo cual, básicamente, el Estado nacional recibió y despachó el equivalente de mil millardos de dólares. Inmensa oportunidad que se perdió miserablemente, porque ahora hasta los yacimientos de la Faja del Orinoco han sido hipotecados a cambio, por ejemplo, de los petrodólares que mantienen vivo al gran aprovechador de esta insania: Fidel Castro.
Se arriba al Bicentenario con una economía productiva en ruinas, con el patrimonio industrial y agrícola del sector privado hecho trizas por la depredación de los contingentes político-militares que han colonizado los poderes públicos, con el rebrote de las endemias que Tejera y Gabaldón vencieron hace más de medio siglo, con una burocracia estatal tan obesa como onerosa e inútil, con los jóvenes profesionales buscando horizontes en otras naciones, con una institucionalidad derruida comenzando por la verdeoliva, con la democracia civil transmutada en satrapía militarera, y con un mandón enfermo de egolatría que está obsesionado con mandar hasta que el cuerpo aguante.
Venezuela está moribunda, ciertamente, pero no muerta. Y no por que los países no puedan perecer, que sí pueden aunque sigan existiendo como zombis sin esperanza. Venezuela, aún moribunda, tiene reservas y energías para superar esta catástrofe. Ojalá y el Bicentenario que ya empieza a sonar, sirva menos para los bombos y platillos, y mucho más para la toma de conciencia sobre la extrema gravedad de la realidad venezolana.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario