domingo, febrero 24, 2013

"Vehículos por las nuves"



POR:FRANCISCO OLIVARES.

No son los especuladores, saboteadores o los ataques a la moneda lo que ha generado el alto precio de los automóviles. Su origen está en la escasez de la oferta creada por el propio Gobierno.

Una vez que la flamante camioneta Ford Super Duty, color negro, 8 cilindros, dirección hidráulica y asientos de cuero, superó todos los controles de calidad que se exige en la planta ensambladora es entregada al feliz propietario que no es otro que un empleado de la misma planta que ha sido beneficiado con el cupo anual que le corresponde por el contrato colectivo. El empleado recibe las llaves sin mayor expectativa ya que es un ritual que repite una o dos veces al año. Conduce su lujosa adquisición hasta las puertas de la planta ubicada en la zona industrial de Valencia, pero el recorrido que hará apenas será de unos pocos metros ya que en la siguiente esquina hay otra persona esperándolo. Se baja y entrega la preciada posesión a otro feliz comprador quien, sin mayores revisiones, se larga del lugar consciente que acaba de hacer un buen negocio.

El empleado beneficiado con la asignación del vehículo acaba de pagar por la camioneta unos 550 mil bolívares de contado a la ensambladora, mientras que ha recibido del nuevo comprador una suma entre 1 a 1.2 millones de bolívares. Pero ese mismo vehículo aparecerá muy pronto en algún portal de venta por Internet en 1,4 millones de bolívares. El trabajador se ha ganado unos 500 mil bolívares que no se reflejará en su declaración anual de impuesto sobre la renta que apenas expresará sus modestos ingresos de tres salarios mínimos.

La operación que se acaba de realizar es perfectamente legal y forma parte de una de las tantas formas de cómo, los vehículos suben de precio en cuestión de minutos en un floreciente mercado negro. Pero ese mercado tiene un solo origen: la escasez, y ésta a su vez deriva de otros males que nacen desde las políticas gubernamentales de controles que han generado la reducción de la producción y han complicado tanto el sistema de producción que el largo camino para construir un vehículo hasta que llega al consumidor ha terminado por hacer inalcanzable la adquisición de ese bien tan indispensable en la sociedad moderna. Lo que ocurre en la industria automotriz es un retrato de lo que padecen otras industrias venezolanas que, por efecto de los excesivos controles gubernamentales han hecho desaparecer los productos.

Desde el Gobierno se habla de especuladores, de saboteadores de ataques a la moneda y últimamente de "guerra económica" ocultando en la confrontación ideológica las acciones propias del Gobierno que son las que finalmente generan su propia crisis.

Producción en cifras

Todavía hasta el año 2008 cualquier venezolano podía entrar a uno de los 323 concesionarios que existen en el país y seleccionar un vehículo por su precio, modelo o color. Digamos que aún no se había "profundizado" el socialismo del siglo XXI, tal como suelen ofrecer cada año los dirigentes del país.

Ese ciudadano que acudía a la agencia hacía uso de un derecho que le consagra el artículo 117 de la Constitución que señala que: "Todas las personas tendrán el derecho a disponer de bienes y servicios de calidad (... ) a la libertad de elección y un trato equitativo y digno... "

Si revisamos las cifras desde 2005 encontramos que el mercado o demanda de automóviles en Venezuela es de unas 300 mil unidades aproximadamente. Ese mercado era perfectamente satisfecho por la combinación entre producción que para ese año fue de 154.961 unidades más una importación de 73.417 unidades (CAVENEZ).

Ahora bien esa tendencia siguió en aumento en los siguientes años alcanzando un número récord en 2007 cuando se produjeron 172.418 unidades y se importaron 319 mil unidades. ¿Qué pasó entonces? Que fue el año en que los venezolanos pudieron adquirir vehículos a bajos precios y de cualquier marca y color. Entonces éramos el cuarto mercado automotor más importante del continente y hoy pasamos al noveno

Pero entonces en el país se produjo una ola de controles financieros y de nuevas leyes, de regulaciones. El ministro Giordani y su equipo cerraban las casas de bolsa y metían presos a sus directivos, se eliminaba el mercado paralelo, y se aumentaban las regulaciones.

Para finales de 2008 se aprobó una "política de protección" que controló las licencias de importación de vehículos. Ambos elementos controles para la producción y control de importaciones generó una caída a la mitad de la oferta de vehículos.

En 2009 la producción cayó a 111.554 unidades y la importación a 24. 963 unidades. Las consecuencias de ello es que los automóviles pasaron a convertirse en un bien no solo de uso sino de inversión para protegerse de la pérdida del valor de nuestra moneda.

Una nueva Ley de compra y venta de vehículos aprobada en el pasado mes de enero consagra una suerte de "libreta de racionamiento" que exige a las concesionarias que publiquen en sus sedes las listas de los aspirantes a adquirir vehículos. Esa Ley es como arrebatar la privacidad a la que tiene derecho el consumidor y a la libertad y el derecho a adquirir bienes según está establecido en la Constitución.

Cae la producción

Como buen país del tercer mundo adquirir una materia prima importada requiere de varias decenas de trámites, planillas a firmar, sellos y hasta el contacto indispensable en CADIVI. Lo primero que hay que tomar en cuenta es que 60% de los componentes de los vehículos que se ensamblan en el país vienen del exterior y esa es la principal alcabala que frena la producción. El cierre del mercado de permuta que permitía la adquisición de bonos para la compra de dólares fuera de CADIVI y ahora la eliminación del SITME, han sido factores fundamentales en la caída de la producción. 2012 cerró con una producción de 104.083 vehículos y una importación de apenas 25 mil: una ecuación mortal para un mercado de 300 mil clientes al año.

Pero el drama no termina allí, el productor debe sufrir la calamidad que se vive en los puertos venezolanos con el congestionamiento y el matraqueo del que nadie se salva.

La materia prima que proviene del propio país, de las industrias estatizadas, también padecen de escasez, ineficiencia y sufren el problema de la corrupción, venta paralela de cupos, especialmente desde las empresas de Guayana.

Igualmente deben superarse varias barreras como lo es el MEIV que es la licencia para importar el material para el ensamblaje de vehículos. Esa licencia se otorga una vez al año y debe ser entregada el año anterior, pero ocurre que el trámite se retrasa de 3 a 6 meses lo que hace que se paralice la producción.

Existe otro trámite que es el CNP o certificado de no producción que es un requisito exigido para obtener la divisas. Este certificado también produce retrasos y cada materia requiere de un certificado por separado.

Asimismo hay un impacto que se produce por el deterioro de los servicios públicos en el país como es especialmente el servicio eléctrico cuyas interrupciones diarias generan retrasos importantes en le línea de producción.

Por otra parte, las nuevas leyes laborales, especialmente las cláusulas referidas a la inamovilidad han generado ausentismo laboral, indisciplina, paralizaciones injustificadas por parte de los sindicatos y toda la actividad relacionadas con el tráfico de cupos que desvía la atención y el interés de los trabajadores hacia este beneficio que no está relacionado con la producción. El presidente de CAVIDEA, Pablo Baraybar informó que el ausentismo laboral, consagrado en la Ley del Trabajo que establece un sistema de inamovilidad absoluta, ha ido creciendo de 3%, antes de la reforma legal, a 46%.

Por último, las empresas ensambladoras tienen paralizadas la repatriación de sus dividendos desde hace varios años lo que afecta a la empresa matriz y genera desconfianza en el país.

El mercado paralelo

En Venezuela existen siete ensambladoras que emplean unas 10.500 personas y genera 40 mil empleos indirectos. Como señalamos, los contratos colectivos establecen cláusulas según las cuales cada trabajador tiene derecho a la adjudicación de al menos un vehículo por año. "Cuando la venta del vehículo (al trabajador) fuere de contado, la empresa conviene en vendérselo al precio que fija a sus concesionarios y no podrá comprar el trabajador más de dos vehículos al año". Establece el contrato de una importante ensambladora en la que permite la compra de hasta dos vehículos por año.

Adicionalmente las ensambladoras tienen convenios con los sindicatos por los cuales se les asignan entre 80 a 100 unidades. Pero también algunos grupos de trabajadores tercerizados tienen en sus convenios cláusulas para asignación de vehículos. Sólo este mercado se lleva 20% aproximado de la producción nacional. Al mismo tiempo hay unas 10 importadoras de vehículos que también tienen convenciones que las obligan a vender unidades a sus empleados.

Un importante volumen de vehículos son importados directamente por el Gobierno para funcionarios, ministerios, para los militares y otra parte para la venta a través de agencias como Chery y Venirauto, que no se registran en las estadísticas. Se estima que por esa vía ingresan al país unas 30 mil unidades.

Una parte de ese volumen se dirige a un mercado paralelo que ha incidido igualmente en el precio de los vehículos. Por ejemplo se puede encontrar en los portales una camioneta, no ensamblada en Venezuela, Toyota Fortuner 2012 en 1.7050.000 bolívares que, evidentemente provienen de ese mercado importador del Gobierno.

Por último hay que señalar que por más regulaciones que existan, la escasez ha sido el primer factor para el aumento de los precios. Si un afortunado comprador logra adquirir un vehículo en una agencia al ser sorteado en una lista, él sabe que su vehículo costará al menos 30% más al salir del concesionario.

twitter: folivares10

 Fuente:http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/130224/vehiculos-por-las-nubes

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