"El presidente convirtió el llamado “sacudón” en un conjunto de suaves medidas"
POR:EWALD SCHARFENBERG.
La intriga sobre el anunciado “sacudón” que Nicolás Maduro había
prometido como una “revolución dentro de la revolución” se despejó el
martes por la noche de una manera anticlimática.
Se hicieron largas las tres horas que se tomó el presidente venezolano
para dar a conocer la reestructuración de su Gobierno. Al final de la
transmisión en cadena nacional, quedó claro que esta consistía en poco
más que la creación de seis vicepresidencias sectoriales, la fusión de
algunas carteras, el enroque de posiciones entre varias figuras ya
añejas del elenco ministerial, y la ratificación de más de la mitad del
dimitido Gabinete Ejecutivo, incluyendo al Vicepresidente Ejecutivo y
yerno del comandante Hugo Chávez, Jorge Arreaza.
La remodelación del Gobierno
no solo se quedó corta con respecto a las expectativas que se habían
creado, sino que también apenas tuvo conexión con los apremios
económicos por los que atraviesa Venezuela. Maduro dijo confiar en el
modelo “social económico de la revolución bolivariana” al que calificó
de “exitoso”. En cambio, reveló que el llamado sacudón apuntaba a
demoler los últimos resabios “del Estado burgués”, con lo que se busca
garantizar la “irreversibilidad” de la revolución.
En lo que Maduro sí puso empeño fue en asegurarse de que los
movimientos internos en su Gobierno preservaran el frágil equilibrio ya
existente entre las facciones del chavismo que se disputan el poder. En
ese sentido, la novedad más difícil de interpretar es la mudanza del
hasta ayer poderoso vicepresidente del Área Económica, ministro de
Petróleo y Minería y presidente de la petrolera estatal Pdvsa, Rafael Ramírez.
Ramírez era visto como el propulsor de medidas pragmáticas, como el
aumento del precio de los combustibles y la simplificación del esquema
de cambio de divisas, para rescatar la economía venezolana de su estado
comatoso. También era la figura más confiable y conocida en el Gobierno
para los inversionistas internacionales.
El funcionario —pariente de Carlos Ilich Ramírez, El Chacal,
un célebre terrorista de los años 70 que está convicto en Francia— pasó
a encargarse del Ministerio de Relaciones Exteriores y de la nueva
Vicepresidencia de Soberanía Política, responsable de coordinar los
despachos de carácter político y de impulsar la reforma del Estado.
Los mercados financieros recibieron de mala gana el desplazamiento de
Ramírez, que interpretaron como una posposición de los ajustes
macroeconómicos en Venezuela. Los bonos venezolanos
que vencen en 2027 experimentaron este miércoles en Nueva York su mayor
caída en 10 meses, al perder 4,5 centavos de dólar en dos días.
A Ramírez le suceden en la Vicepresidencia de Economía el exgeneral Marcos Torres, un participante de las intentonas golpistas que Hugo Chávez lideró en 1992,
que ha estado al frente de las instituciones bancarias del Estado; en
el Ministerio de Petróleo y Minería, Asdrúbal Chávez, un primo del
fallecido comandante; y en la presidencia de Pdvsa, Eulogio del Pino, un
técnico considerado como ficha del propio Ramírez.
“Solo a un gobernante ajeno al deterioro actual de Venezuela se le
ocurre poner a Marcos Torres y Asdrúbal Chávez al frente de economía y
petróleo”, criticó el economista Orlando Ochoa, un reputado experto, desde su cuenta en Twitter. “Ellos no tienen capacidad para atender la crisis”.
Por el contrario, apenas finalizada la alocución presidencial, en el
principal canal de televisión del Estado celebraban los anuncios.
“Maduro sacudió a la derecha”, proclamaba Pedro Carvajalino, conductor
del programa Zurda Konducta que se transmite al filo de la
medianoche por Venezolana de Televisión (VTV). “La derecha ya creía que
se iba a aumentar el precio de la gasolina y a negociar con el Fondo
Monetario”.
En la pagina web Aporrea, —una
revista allegada a la revolución, pero independiente del Gobierno—
Stalin Pérez Borges, vocero de Marea Roja, corriente crítica del
oficialismo, se permitía ironizar sobre las medidas gatopardianas del
presidente: “Los anuncios que nos anunciaron, ¿ya nos los habían
anunciado?”, tituló su columna en clave de sorna. De acuerdo a Pérez, en
los anuncios solo se ve “como algo nuevo a los nuevos ministros que se
incorporan ahora”.
Por su parte, el excandidato presidencial de oposición y gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles Radonski,
reaccionó con escepticismo: “Ayer vimos las mismas caras cambiando de
sillas. Pero esto no se resuelve poniendo un ministro de aquí para allá,
el sacudón debe traducirse en un cambio de modelo”.
Todavía con un débil soporte político, el Gobierno de Nicolás Maduro
carece de los arrestos necesarios para cambiar el status quo después de
16 meses de atribulada gestión. Se contenta con mantener el poder y con
ello alentar a los distintos grupos intestinos cuyas ambiciones antes
aplacaba el liderazgo de Chávez. Presa de intereses con frecuencia
contrapuestos, la Administración se limita a enfrentar la grave crisis socioeconómica con globos de ensayos improvisados que apenas asoma para, también con frecuencia, ponerlos en retiro.
Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2014/09/03/actualidad/1409777434_755785.html
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