"La última reforma de Peña Nieto despierta gran expectación internacional"
POR:PETER SCHECHTER / JASON MARCZAK.
Completadas seis grandes reformas con efectos transformativos, la
comunidad internacional —sedienta de líderes— ha quedado asombrada con
los logros del presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, en los últimos
18 meses. Sin embargo, ninguna reforma ha causado tanto impacto y
conmoción como la reforma energética. Compañías e inversionistas
—extranjeros y domésticos— han estado esperando la liberalización de la
industria energética mexicana durante décadas, por lo que es difícil
exagerar la promesa de esta reforma. A partir de este pasado agosto, la
inversión privada estará permitida en todos los segmentos del sector de
hidrocarburos mexicano por primera vez desde 1938.
Sin embargo, todo este activismo reformista no ha causado la misma
admiración hacia el presidente dentro de México. Hace algunos días el
diario inglés Financial Times comentó lleno de curiosidad
acerca del pesimismo y el malhumor de los votantes mexicanos. Este
malestar se traduce en las encuestas —algunos sondeos estiman que el 60%
de mexicanos desaprueban la labor del presidente en temas económicos—.
Es cierto que el Gobierno mexicano está pagando el precio por el
lentísimo crecimiento económico del último año y medio. Y también es
probable que el partido oficialista, PRI, pagará por esto en las
elecciones parciales del 2015. Sin embargo sería un gran error apostar
en contra de Peña Nieto. Para la próxima elección presidencial, en el
2018, el país estará en plena cosecha de los cambios económicos. Y el
resultado de esa elección puede que consolide al PRI en el poder por
décadas.
A partir de la promulgación de la reforma el mes pasado, se abren
nuevas fronteras energéticas para México y el mundo. Aunque no se
privatizará la industria energética de México, sí se abrirá a la
inversión privada. Nuestro informe, publicado la semana pasada y
titulado La reforma energética mexicana: listo para el despegue
pronostica una importante entrada de capital y recursos externos que
aumentarán la producción de energía, reducirán las facturas de gas y
electricidad y, según las estadísticas del Gobierno, crearán 2,5
millones de empleos para el 2025.
Varios factores hacen que estos números no sean descabellados.
Primero, el Gobierno tuvo que plantear y fomentar una posición
políticamente valiente sobre la reestructuración de Pemex. Aunque el
monopolio de exploración y producción de hidrocarburos llegará a su fin,
Pemex emergerá más rentable y competitiva gracias a esta reforma.
Liberada de sus deudas políticas, Pemex ejercerá más como una empresa
verdadera, buscando, cuando convenga, forjar sociedades con compañías
privadas que traerán recursos y tecnología.
Pemex seguirá teniendo una presencia grande en el mercado energético
de México y podrá conservar gran parte de sus reservas existentes,
aunque ya no será capaz de regularse a sí mismo. A partir de ahora,
agencias independientes decidirán la asignación de áreas para la
exploración y explotación. Empresas privadas podrán ahora participar en
el sector energético mexicano a través de una serie de contratos, que
van desde contratos de prestación de servicios a licencias privadas para
explorar y perforar. La legislación también crea un marco normativo
moderno para garantizar que todos los participantes se adhieran a
estándares internacionales de eficiencia, transparencia, seguridad
ambiental y rendición de cuentas.
Mucha de la discusión acerca de la reforma energética se ha
concentrado sobre la reestructuración del sector petrolero. Sin embargo,
para los mexicanos, el éxito político de la reforma sucederá cuando el
Gobierno sea capaz de cumplir su promesa de ofrecer tarifas eléctricas a
precios más bajos. Hoy en día, la tarifa eléctrica mexicana es
aproximadamente un 25% más alta que la de Estados Unidos. Por eso el
objetivo primordial del Gobierno de México es la reestructuración de las
tarifas y la transformación de la infraestructura eléctrica del país.
Una vez conseguido, esto dará pie a la creación de un sistema eléctrico
más eficiente y basado en el gas natural abundante que tiene el país. La
reestructuración del sector eléctrico es la llave de paso para una
renovación manufacturera e industrial que convertirá a México en un país
aún más competitivo.
Desafíos los hay muchos, políticos,
tecnológicos y, sobre todo, en la creación de un sistema regulatorio
transparente y profesional
A pesar de los desafíos políticos, el Gobierno de Peña Nieto hasta el
momento ha completado con éxito cada paso de esta reforma. A principios
del mes pasado, el Gobierno dio a conocer los resultados de la Ronda
Cero, casi 30 días antes de la fecha límite para hacerlo. Con las áreas
asignadas a Pemex, tanto de reservas probables como de recursos
prospectivos, México tendrá garantizada la producción petrolera durante
20 años, generando alrededor de 2,5 millones de barriles diarios.
Desafíos los hay muchos —políticos, tecnológicos y, sobre todo, la
creación de un sistema regulatorio transparente y profesional—. Pero
este Gobierno ha demostrado su intención de actuar de manera rápida y
eficiente. México ha presentado una ley equilibrada que rápidamente
atraerá inversión y permitirá que la economía mexicana coseche grandes
beneficios.
Junto con las demás reformas (telecomunicaciones, fiscal, financiera,
educación, política), esta ley es una apuesta a largo plazo. No nos
cabe la menor duda que, si el Gobierno continua manifestando la misma
tenacidad y capacidad de implementación, la economía mexicana comenzará a
despegar en los próximos 12-15 meses. Y así, Enrique Peña Nieto y su
partido cosecharán los beneficios de una transformación económica y
social mexicana por muchos años.
Peter Schechter y Jason Marczak
son director y vicedirector, respectivamente, del Adrienne Arsht Latin
America Center del Atlantic Council, un centro de pensamiento en
Washington DC.
Fuente:http://elpais.com/elpais/2014/09/08/opinion/1410170867_915407.html
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