jueves, enero 11, 2007

CHÁVEZ EL UNICO Y PROVIDENCIAL DICTADOR CONSTITUCIONAL

El discurso de la toma de posesión del presidente Hugo Chávez ha sido un compendio ideológico político, cargado de vaguedades y ambigüedades, de un contenido más ideológico que programático, repleto de citas y lugares comunes, inyectado deliberadamente de frases altisonantes, retóricas, que fomentan aún más las divisiones en la sociedad venezolana y latinoamericana, –volvió a incurrir en el exceso del insulto a altos prelados de la Iglesia católica, y a tratar en vano de justificar lo injustificable, e intentar banalizar el desproporcionado insulto al Dr. Insulza - ha sido un discurso lamentablemente clasista, divisionista, excluyente, incendiario, radicalizado y amenazante.

Muy hábilmente, y mediante maniobras políticas, prácticamente y de hecho no de derecho, Chávez se ha posesionado de “poderes especiales” supraconstitucionales, sin que se discuta y apruebe la inefable, mal llamada y desde ya tristemente célebre “Ley habilitante” que le solicitó informalmente a una Asamblea Nacional que le es “incondicional” y que de hecho ha confesado sin ninguna vergüenza por boca de su Presidenta la “siempre colaboradora” Cilia Flores, -casi que nos anunció, que se los otorgó a destiempo- sin ni siquiera hacer una sola discusión en la plenaria al respecto, cediéndoselos instantáneamente, renunciando de hecho a sus facultades y competencias legislativas. Esto lo convierten políticamente en un “dictador constitucional”.

Grave es lo que está ocurriendo desde el punto de vista jurídico, visto el asunto desde la perspectiva del derecho constitucional. ¿Qué se está haciendo? El presidente Chávez pretende descarada, abiertamente e impunemente, reformar parcialmente las normas y principios constitucionales establecidos y consagrados en la Constitución Nacional vigente, que es la exclusiva expresión del auténtico poder soberano constituyente nacional. Aprovechando el control político e influencia indiscutible que ejerce sobre el resto de los poderes públicos, con la inaceptable impudorosa anuencia cómplice de ellos, lo cual podría resultar trágico para el país, por inducir a la inestabilidad política y al desmantelamiento del estado de derecho que se intenta sustituir por uno presuntamente mejor .

El Poder Ejecutivo, por intermedio del Presidente de la República le solicita poderes especiales (legislativos) a una Asamblea Nacional integrada por cien por ciento de diputados escogidos a dedo por él mismo, ya que todos esos diputados sin excepción fueron seleccionados y postulados exclusivamente en una lista cerrada elegida únicamente por el presidente, para participar de un proceso electoral seriamente cuestionado, en donde la oposición retiró a la mayoría de sus candidatos objetando el proceso y vetando al entonces Consejo Nacional Electoral. El presidente lo hace entonces sobre seguro, con premeditación, y sobre ventaja, por ante una Asamblea Nacional cuestionada gravemente por el país, al haberse producido en el proceso electoral para elegirla el 4 de diciembre del año 2.005, una elevadísima y descomunal abstención de más del 80% del electorado con derecho al sufragio, y quienes le hicieron el más espectacular vacío y desaire a ese proceso electoral y al CNE, lo cual arrojó una gran sombra de dudas sobre la conformación de esa Asamblea Nacional, actualmente catalogada por la oposición como “irrita e ilegítima” por no representar auténticamente al espectro político verdadero del país nacional.

El presidente Chávez, poseedor ya de todo el poder político, por la influencia obvia y malsana que ejerce sobre todos los poderes públicos del Estado, envestido de la autoridad por el reconocimiento que el principal candidato de la oposición hiciera de su triunfo, y proclamado legalmente por el máximo ente electoral , quiere, pretende, y solicita aún más poder, mayores atribuciones, no le bastan para gobernar eficazmente las que le otorga lícitamente la Constitución Nacional y las Leyes, no quiere ser únicamente el Jefe del Estado; el Jefe del Gobierno (el Ejecutivo Nacional); el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales; el único Administrador de la Hacienda Pública Nacional; el principal responsable de la política internacional de la República no; sino que también quiere, para completar su ya congestionado maletín de atribuciones, legislar.

De hecho, Chávez está asumiendo una dictadura constitucional, valiéndose de la mayoría de votos que obtuvo en las pasadas elecciones donde fue electo presidente constitucional para un período presidencial de seis años; pero no, él quiere es hacerse un marco jurídico adaptado a sus intereses políticos revolucionarios convictos y confesos, un verdadero traje a la medida. Quiere poderes especiales –nos ha dicho- para hacer una “Ley de leyes revolucionaria”, con la cual pueda desmantelar el actual estado de derecho (violando la Constitución) a su único libre albedrío, conveniencia y discrecionalidad; es decir, hacerse un marco legal a la medida de sus pretensiones totalitarias, hegemónicas y autoritarias; pero lo más grave es, que lo está haciendo con la anuencia y complicidad de esa Asamblea Nacional catalogada por buena parte del país como “ilegítima”, porque “aparentemente” no representa el verdadero sentir político del país, lo cual habría quedado evidenciado en el pasado proceso electoral en el que la oposición obtuvo más de 4.300.000 votos, y que de haberse podido expresar en un proceso electoral limpio, transparente, aceptado por “todos”, estarían representados en un buen número de diputados opositores al régimen, quienes impedirían hoy esta arbitrariedad del presidente, quien no podría contar al menos con las dos terceras partes de los diputados de la Asamblea Nacional.

Lo cierto es que Chávez, tratando en vano de hacernos creer que él país le dio el tres de diciembre fue un cheque en blanco, para implementar el socialismo del siglo XXI y no gobernar en democracia, aspira reformar también la Constitución Nacional vigente con el concurso y la buena pro de esa Asamblea Nacional “irrita”, para entonces cambiar su espíritu, propósito y razón desconociéndola de hecho y desde ya, desde antes de comenzar a gobernar nos está diciendo, que no gobernará en base a los principios en ella consagrados sino que en los “nuevos” (inciertos, desconocidos, ambiguos) que pretende incluir de acuerdo a sus particulares visiones, sin discutir con nadie (solo con sus diputados incondicionales), ¿cómo se llama eso? para nosotros es una arbitrariedad, un exceso, un abuso de poder, una usurpación de funciones, y una violación de los principios y normas consagrados en la Constitución que están plenamente vigentes y que son de obligatorio cumplimiento para todos.

Prácticamente Chávez nos dijo a todos sus conciudadanos: Yo soy el único. Si, el único que decide aquí que hacer porque estoy envestido por el poder constituyente, y eso es mentira, es una burda manipulación política, una entelequia.; una falacia; porque él fue electo en base a lo establecido en la Constitución Nacional vigente, la actual, que establece unos principios y normas distintos a los que pretende imponernos. Ha sido electo para ejercer un gobierno democrático, dentro de un marco constitucional y legal ya establecido y aprobado legalmente por “todos”, y que no puede ser alterado caprichosamente a su conveniencia o tendencioso interés político, sin ser sometido al veredicto popular. Además, la Constitución nacional establece en su artículo 350 que si viola esa Constitución, su autoridad presidencial puede ser desconocida por el pueblo.

Naturalmente que la Constitución Nacional puede ser objeto legalmente de “reformas parciales” de una o varias de sus normas,pero la misma Constitución es clara al disponer, que esas reformas no pueden modificar la estructura y principios fundamentales del texto constitucional (Artículo 342 y 342 de la C:N) porque si lo que se quiere es alterar o modificar esos principios pensamos que habría que convocar es a una Asamblea Nacional Constituyente prevista en el Artículo 347 C.N.

.La misma Constitución Nacional consagra el procedimiento para tramitar una reforma parcial, el cual implicaría la presentación de una iniciativa de proyecto de reforma constitucional para ser discutida por la Asamblea Nacional, al menos en tres discusiones artículo por artículo, para aprobar el proyecto en un plazo no mayor de dos años, pero se considerará aprobado con el voto de las “dos terceras partes” de los integrantes de la Asamblea Nacional, para luego ser sometido a referendo popular dentro de los treinta días siguientes a su sanción para su aprobación por mayoría simple; y es allí en donde precisamente está la manipulación y maniobra artera que denunciamos, que en esa Asamblea nacional no existe una lógica representación proporcional de las minorías (¿Quiénes la discutirán?), y que por lo tanto, sus decisiones entonces serían irritas, estarían viciadas de nulidad absoluta, por carecer de legitimidad, por no representar realmente el sentimiento auténtico y legítimo del pueblo soberano, ni ser la expresión real del pensamiento político nacional, del sentir ciudadano general, esa Asamblea no goza del apoyo general nacional, porque no incluye la representatividad política de toda la nación. Como ese procedimiento tarda es que Chávez está desesperado por obtener una “Ley habilitante” urgentemente que ha bautizado como “ley de leyes revolucionaria” que le permitan hacer lo que le venga en gana, sin tener restricciones de control alguno por la Asamblea obediente.

De tal modo, que una reforma constitucional discutida y aprobada por esta Asamblea carecería en nuestro criterio de la indispensable legalidad y necesaria validez, pero además, carecería del vital y existencial acuerdo político, lo cual implicaría su gran vulnerabilidad y posterior desconocimiento –al menos de la oposición en general- trayendo mayor inestabilidad política, perdiéndose una gran oportunidad de por fin sosegar al país, y enrareciendo innecesariamente el clima de paz que tanto necesitamos, y que se nublaría gracias a la desmedida ambición y la obsesión delirante, de un presidente que aspira es, imponer su proyecto político revolucionario, no previsto en ninguna parte de esa Constitución vigente, y que pretende artificialmente y convenientemente desmantelar, para en su lugar establecer nuevas normas que le permitan satisfacer su capricho de sociedad revolucionaria, consagrada sólo en sus sueños mesiánicos y megalómanos, que incluyen sin duda como idea esencial, imponer la reelección indefinida como principio sempiterno, sin sospechar tal vez, que ese puede ser el principio de su declive definitivo.

Sin duda, los venezolanos estamos cometiendo un serio error, y corriendo un gravísimo riesgo poniendo en manos de un solo hombre nuestro destino; nos arriesgamos peligrosamente confiando ciega e incondicionalmente, en las buenas intenciones y propósitos reivindicatorios, justicieros y de redención social populista, engañosamente demagógicos, expresados con más que “amor con frenesí”, por quien comanda una “revolución pacífica pero armada”, quien es un convicto y confeso conspirador, que sin ningún pudor ni rastro de arrepentimiento nos ha enrostrado hasta la saciedad que conspiró y disimuló durante años para alzarse en armas en rebelión militar contra la Constitución, y un gobierno legítima y democráticamente elegido, quien luego fue generosamente “sobreseído” por Caldera en sus causas judiciales, procurando una amnistía política necesaria para lograr la ansiada estabilidad y paz nacional, y quien hoy sin ninguna compasión ni misericordia por sus adversarios políticos, pretende gobernarnos por decreto, censurando, silenciando y negando concesiones a medios de comunicación que no le son incondicionales, y persiguiendo, discriminando, y atropellando, catalogando como enemigos, traidores a la patria, lacayos del imperialismo a quienes no se dobleguen a sus designios.

A ese arrogante hombre que se ufana de ser “el líder”, que insulta a todo el que le de la gana, a quien se atreva a pensar diferente y ose expresarlo públicamente, a él, al único, es a quien esa Asamblea Nacional “dudosamente elegida” pretendiendo representar a todo el país (lo cual no es cierto) le entregará poderes especiales, para que decida él solito que hacer con todos nosotros. ¿No es eso acaso un dictador? ¿Para qué entonces tener legisladores nacionales, para qué pagarles un sueldo millonario que cobran ininterrumpidamente, para ceder sus atribuciones en manos de su líder providencial que todo lo sabe y todo lo puede?

3 comentarios:

Manuel Miranda dijo...

Saludos Colega Angel!!
Gracias por visitar mi blog y tus comentarios, creo que coincidimos en muchisimas cosas: Vision legal y cristiana de la realidad.

En mi blog hago algunas criticas en cuanto a este bochornoso y vergonzoso papel de la Asamblea Nacional que siendo 100% chavista y sin hacer campaña electoral para obtener sus puestos, les cedan poderes al Presidente Chavez, como si estuvieramos en guerra o catastrofe natural.

La primera habilitante, la entendi logica, ante el saboteo de unos cuantos a toda iniciativa legal, pero en esta ocasion no veo razon.

Los Asambleistas QUE RENUNCIEN!!

Cilia Flores, Albornoz, Tazcon que tanto hablan y hablan deben avergonzarse.

Arcangel Vulcano dijo...

¡Que alegría colega Manuel Miranda!. Igualmente gracias por tu visita.En efecto coincidimos en muchos aspectos.

La situación política del país es complejísima.Tal vez la solución no sería la renuncia de los diputados, sino que se auspiciara un indispensable acuerdo político de ancha base en la sociedad venezolna, que facilitara la elección de una nueva Asamblea Nacional, que represente realmente el amplio y diverso espectro político nacional, a fin de lograr la representación proporcional de las minorías.

Por otro lado, si lo que se desea es cambiar principios constitucionales fundamentales,para implantar un nuevo sistema político y económico, pues que se convoque a la elección de una Asamblea Nacional Constituyente,para discutirlo, analizarlo,evaluarlo y entre todas las distintas tendencias políticas decidirlo, para evitar que una sola corriente ideológica imponga sin debatir con nadie,una visión totalitaria y hegemónica.

Diera la impresión que ya esto no es un problema de esos diputados que nombras, y que su eventual renuncia sería inútil.Parece imposible de logar hoy día un acuerdo político, ante el empeño del líder del proceso de imponernos su visión excluyente.

Por lo demás, la llamada ley habilitante es una verguenza,significa que la Asamblea otorga sus competencias de legislar sin justificación; esto es, darle casi que poderes dictatoriales a un presidente electo constitucionalmente; lo cual podría resultar muy riesgoso para la democracia en general y para la estabilidad institucional.

Un gran saludo.

Manuel Miranda dijo...

Empece una serie de temas y voy a tocar ese en cuanto a la Asamblea Constituyente al margen delas reformas constitucionales que se plantean.

Pues si te observas el preambulo y los objetivos, solo si se tocan LOS PRINCIPIOS es que procede... Y los mismos seran tocados...

Ademas NO ES EL PUEBLO EL PROTAGONISTA DEL PROCESO??