Mi padre hace largo tiempo, me relató un cuento muy curioso, que narra la historia de un anciano, sabio y poderoso Rey, que gobernaba en su acaudalado reino. Presintiendo la muerte en virtud de sus achaques y padecimientos que le doblegaron lógicamente su salud, en conversación amena con su hijo el Príncipe heredero de su trono, departiendo en privado con el aventajado joven, le confesó lo siguiente: -Amado hijo, he de advertirte que debes prepararte para asumir el poder del reino, porque presiento que pronto moriré- El Príncipe, conmovido, le pidió enseguida que no continuará, y no le hablara de esas trágicas predicciones, que no deseaba ni siquiera escuchar la posibilidad de verlo muerto, amaba profundamente a su padre. Más el rey, decidido a imponer el tema prosiguió:
-Te daré este anillo de oro y Rubí, debajo de la piedra preciosa, oculto está un papelito, que tiene impresa la solución para un gran problema que se te presentará en el futuro, y que algún día deberás usarlo como Rey; pero antes debes prometerme, que nunca lo verás sin antes cerciorarte de cumplir con los siguientes pasos:
-Te daré este anillo de oro y Rubí, debajo de la piedra preciosa, oculto está un papelito, que tiene impresa la solución para un gran problema que se te presentará en el futuro, y que algún día deberás usarlo como Rey; pero antes debes prometerme, que nunca lo verás sin antes cerciorarte de cumplir con los siguientes pasos:
-Deberás constatar que el anillo nunca lo usarás, ni el papelito lo verás sin estar absolutamente seguro que el problema que se te presentará sin duda, no le encuentres tú una solución, es decir, que el problema debe ser de gran significación, de gran magnitud, uno de esos problemas que en apariencia son irresolubles; por lo que no debes desaprovechar jamás la solución total que el anillo te dará.
-Una vez que estés seguro, de la gravedad de la situación, y que determines que tú solo no podrás resolverlo; deberás convocar en privado a tu Primer Ministro, para que discutas el problema, y trates de encontrar con su apoyo y sabiduría una solución; pero si no la encuentran, porque el Primer Ministro declara que no puede resolver el delicado asunto, entonces deberás reunir al Consejo de Ministros, para que el equipo de colaboradores intente desentrañar el problema y así encontrar la solución . Pero si aún con el auxilio de todos ellos, no pudieras resolver el ya grave problema; tienes a todo evento que mandar a traer al mago, "el Merlín del reino", quien es el oráculo de la corte, y se supone que él dispone de la sabiduría, la iluminación divina, los medios paranormales, el conocimiento exotérico y metafísico, con los que procurará un solución definitiva a tan gravísima calamidad.
En ese punto, el Príncipe conmovido por la historia, debió interrumpir al Rey: - Padre mío, pero de llegar las cosas a ese punto crítico el problema ya sería algo más que eso, sería casi una tragedia para el reino. –No lo sé, no soy futurólogo, ni puedo anticipar lo que ha de ocurrir, pero te garantizo, que no importa la gravedad, ni la magnitud, o la dimensión del problema, la solución estará contenida en el papelito que está oculto bajo el rubí del anillo y podrás aplicársela a cualquier asunto en apariencia irresoluble que se te presente en lo sucesivo; pero ya sabes que sólo podrás quitar el rubí del anillo y extraer el papelito con la solución definitiva, cuando hayas agotado sistemáticamente los pasos anteriores. Debes prometérmelo hijo.
-Una vez que estés seguro, de la gravedad de la situación, y que determines que tú solo no podrás resolverlo; deberás convocar en privado a tu Primer Ministro, para que discutas el problema, y trates de encontrar con su apoyo y sabiduría una solución; pero si no la encuentran, porque el Primer Ministro declara que no puede resolver el delicado asunto, entonces deberás reunir al Consejo de Ministros, para que el equipo de colaboradores intente desentrañar el problema y así encontrar la solución . Pero si aún con el auxilio de todos ellos, no pudieras resolver el ya grave problema; tienes a todo evento que mandar a traer al mago, "el Merlín del reino", quien es el oráculo de la corte, y se supone que él dispone de la sabiduría, la iluminación divina, los medios paranormales, el conocimiento exotérico y metafísico, con los que procurará un solución definitiva a tan gravísima calamidad.
En ese punto, el Príncipe conmovido por la historia, debió interrumpir al Rey: - Padre mío, pero de llegar las cosas a ese punto crítico el problema ya sería algo más que eso, sería casi una tragedia para el reino. –No lo sé, no soy futurólogo, ni puedo anticipar lo que ha de ocurrir, pero te garantizo, que no importa la gravedad, ni la magnitud, o la dimensión del problema, la solución estará contenida en el papelito que está oculto bajo el rubí del anillo y podrás aplicársela a cualquier asunto en apariencia irresoluble que se te presente en lo sucesivo; pero ya sabes que sólo podrás quitar el rubí del anillo y extraer el papelito con la solución definitiva, cuando hayas agotado sistemáticamente los pasos anteriores. Debes prometérmelo hijo.
El Príncipe algo triste por aquel relato que lo hacia presagiar la muerte de su amado padre, aceptó inevitablemente aquellas peticiones, jurándole con dolor, y gran pena interior, que cumpliría su mandato; pero el viejo monarca abrazándole lo sacó de su estupor, le colocó al Príncipe el anillo en su dedo anular de la mano derecha; lo miró profundamente y le dijo:- Recuérdalo siempre, la definitiva y mejor solución para ese gran problema y los que vendrán después, que algún día se te presentarán en el ejercicio de tu reinado como mi heredero está en este anillo, pero sólo podrás descubrirla al cumplir con tu palabra y agotar todos los pasos que te he explicado. El Príncipe le juró a su padre que cumpliría su palabra, y haría exactamente su voluntad.
Pasaron unos meses, y el Rey falleció, tal y como lo había anunciado a su hijo; “ha muerto el rey viva el Rey”. El Príncipe de inmediato fue coronado y asumió con gran dignidad y decoro el trono. Pero habría de presentársele con el tiempo, el gravísimo problema que su moribundo y sabio padre le anticipó que llegaría en el futuro. El joven Rey, comprendió que estaba ante un serio desafío, y confiando en sus talentos, inició un proceso de reflexión muy profunda, evaluó la situación a fondo, meditó con serenidad, calma y gran determinación como nunca, para intentar como es lógico, resolver él solo la situación, tratando de encontrar una solución a aquella calamidad que se le encimaba y amenazaba la estabilidad de su reino, y la felicidad de todos sus súbditos. Durante varias semanas estuvo concentrado en el asunto sin lograr desentrañarlo, no pudo encontrar una adecuada solución, el problema era muy serio. Inmediatamente, sin darse por vencido, recordó a su padre y se detuvo a mirar el anillo con el rubí, por vanidad estuvo tentado a descubrir sus secretos, sin llamar a más nadie, porque temía parecer un inepto, no deseaba evidenciarse ante su corte como un incompetente, pero recordó la promesa que le hizo a su progenitor.
Tomó la decisión de hacer al pie de la letra lo que su padre le había aconsejado en vida, y siguiendo el procedimiento recomendado, convocó a su despacho al primer Ministro, quien luego de agotar durante largo tiempo el tema, se confesó incompetente, no encontraron juntos ninguna solución viable.
Fue preciso entonces, mandar a reunir al Consejo de Ministros, para que deliberaran sobre tan espinoso asunto, tardaron semanas, hasta comprobar que el problema era gravísimo y no concluir en ninguna respuesta a la cuestión, para así declar la crisis total, porque el gobierno en pleno, había prácticamente fracasado en el intento de desarrollar una definitiva solución.
Ya el Rey, un poco desesperado, durante una interminable noche de insomnio, debió apelar al mago de la corte, el "Merlín del reino", a quien introdujo de madrugada en su aposento, sin ser visto, para no evidenciar su ya confesa incapacidad de encontrar una solución. El misterioso personaje trajo su bola de cristal, la vara mágica, las cartas del tarot, cualquier cantidad de artilugios y supercherías a cuestas; pero todo fue inútil, "el oráculo" del reino tampoco pudo resolver tan extrema crisis, el problema parecía irresoluble, ni con brujerías se resolvería aquel difícil asunto.
Habiéndose marchado el desventurado oráculo, el Rey quedó a solas con su conciencia y gran preocupación, se miró al espejo, y vio reflejada su imagen tetricamente decaída, prematuramente envejecida, le habían salido canas, y ya se avizoraban inocultables arrugas en su rostro, se delataban sus ojeras, por la falta de sueño; -cosas de gobernantes poderosos pero atribulados, son hermanos del insomnio- El Monarca comprometido con su reino, sus súbditos, y la memoria de su padre; extrajo de las entrañas su estirpe, recordando a su ilustrísimo padre, miró fijamente su mano derecha observando maliciosamente el anillo de radiante oro y rojísimo rubí; supo que era hora de cumplir el mandato de su inigualable e inolvidable místico maestro, que era su padre el viejo Rey ya fallecido, quien había sido iniciado en los misterios de las antiguas escuelas exotéricas originarias del antiguo Egipto, discípulo de las enseñanzas de los fráteres de la Esfinge, de los descendiente de los discípulos de Amón Ra. Intentó no hacerlo, pero ya el problema lo hacía desfallecer de preocupación y parecía superarlo, doblegarlo, y arrollarlos a todos, era algo así como una terrible circunstancia que pronto habría inevitablemente que afrontar. Fue entonces cuando comprendió que había llegado la hora de destapar los secretos que guardaba la piedra preciosa incrustada en el anillo, de extraer y remover el rubí de aquel enigmático aro de fino oro, para encontrar la solución definitiva que su anciano padre le aseguró que encontraría.
Pasaron unos meses, y el Rey falleció, tal y como lo había anunciado a su hijo; “ha muerto el rey viva el Rey”. El Príncipe de inmediato fue coronado y asumió con gran dignidad y decoro el trono. Pero habría de presentársele con el tiempo, el gravísimo problema que su moribundo y sabio padre le anticipó que llegaría en el futuro. El joven Rey, comprendió que estaba ante un serio desafío, y confiando en sus talentos, inició un proceso de reflexión muy profunda, evaluó la situación a fondo, meditó con serenidad, calma y gran determinación como nunca, para intentar como es lógico, resolver él solo la situación, tratando de encontrar una solución a aquella calamidad que se le encimaba y amenazaba la estabilidad de su reino, y la felicidad de todos sus súbditos. Durante varias semanas estuvo concentrado en el asunto sin lograr desentrañarlo, no pudo encontrar una adecuada solución, el problema era muy serio. Inmediatamente, sin darse por vencido, recordó a su padre y se detuvo a mirar el anillo con el rubí, por vanidad estuvo tentado a descubrir sus secretos, sin llamar a más nadie, porque temía parecer un inepto, no deseaba evidenciarse ante su corte como un incompetente, pero recordó la promesa que le hizo a su progenitor.
Tomó la decisión de hacer al pie de la letra lo que su padre le había aconsejado en vida, y siguiendo el procedimiento recomendado, convocó a su despacho al primer Ministro, quien luego de agotar durante largo tiempo el tema, se confesó incompetente, no encontraron juntos ninguna solución viable.
Fue preciso entonces, mandar a reunir al Consejo de Ministros, para que deliberaran sobre tan espinoso asunto, tardaron semanas, hasta comprobar que el problema era gravísimo y no concluir en ninguna respuesta a la cuestión, para así declar la crisis total, porque el gobierno en pleno, había prácticamente fracasado en el intento de desarrollar una definitiva solución.
Ya el Rey, un poco desesperado, durante una interminable noche de insomnio, debió apelar al mago de la corte, el "Merlín del reino", a quien introdujo de madrugada en su aposento, sin ser visto, para no evidenciar su ya confesa incapacidad de encontrar una solución. El misterioso personaje trajo su bola de cristal, la vara mágica, las cartas del tarot, cualquier cantidad de artilugios y supercherías a cuestas; pero todo fue inútil, "el oráculo" del reino tampoco pudo resolver tan extrema crisis, el problema parecía irresoluble, ni con brujerías se resolvería aquel difícil asunto.
Habiéndose marchado el desventurado oráculo, el Rey quedó a solas con su conciencia y gran preocupación, se miró al espejo, y vio reflejada su imagen tetricamente decaída, prematuramente envejecida, le habían salido canas, y ya se avizoraban inocultables arrugas en su rostro, se delataban sus ojeras, por la falta de sueño; -cosas de gobernantes poderosos pero atribulados, son hermanos del insomnio- El Monarca comprometido con su reino, sus súbditos, y la memoria de su padre; extrajo de las entrañas su estirpe, recordando a su ilustrísimo padre, miró fijamente su mano derecha observando maliciosamente el anillo de radiante oro y rojísimo rubí; supo que era hora de cumplir el mandato de su inigualable e inolvidable místico maestro, que era su padre el viejo Rey ya fallecido, quien había sido iniciado en los misterios de las antiguas escuelas exotéricas originarias del antiguo Egipto, discípulo de las enseñanzas de los fráteres de la Esfinge, de los descendiente de los discípulos de Amón Ra. Intentó no hacerlo, pero ya el problema lo hacía desfallecer de preocupación y parecía superarlo, doblegarlo, y arrollarlos a todos, era algo así como una terrible circunstancia que pronto habría inevitablemente que afrontar. Fue entonces cuando comprendió que había llegado la hora de destapar los secretos que guardaba la piedra preciosa incrustada en el anillo, de extraer y remover el rubí de aquel enigmático aro de fino oro, para encontrar la solución definitiva que su anciano padre le aseguró que encontraría.
Finalmente decidió abrirlo y ver el "papelito"; contenía un escrito de su recordado y venerado padre, el Rey místico, y expresaba nitidamente la solución prometida, que se descubría como un bálsamo aliviador, eran sólo dos palabras: “Todo pasa”.
El Rey en absoluto silencio sin pronunciar palabra, comprendió a su padre, sabía que esa era la única respuesta posible ante la aparente carencia de solución. El Rey se alivió y venció con sabiduría la adversidad, sólo tuvo que esperar que el tiempo transcurriera para ver resuelto el problema que creía insalvable, no lo fue, nunca lo será, siempre todo pasará, incluso aunque no quieras que pasen, pasarán. Siempre es, ha sido y será así. "Todo pasa", pero absolutamente todo.
Sólo Dios es invencible y eterno. ¿Por qué te ufanas, simple y mortal criatura humana? si eres insignificante ante la conciencia suprema de Dios... ¿Cual sería la moraleja? Se los dejó a su libre albedrío, se escuchan opiniones.
2 comentarios:
Hola Arcángel
Bien que hayas incluído un cuento, "eso pasa", es una variante de otro cuento relacionado con el amor, donde se dice del mal "eso pasa", pero el amor tambien pasa.
El Príncipe tuvo que aprender de joven la humildad que su padre probablemente adquirió con los años, tentado estuvo a no pedir ayuda, más por respeto a su padre -que no al Rey- lo hizo.
Es verdad que todo pasa, como psicóloga me preunto siempre ¿para qué pasa esto?, y también, aunque después ¿por qué pasa esto?
De que pasa, pasa, pero hay que ver lo que se carga a su paso, como un Tsunami (imagen de tu anterior post).
No quiero pensar que nos llegó el momento de SENTARNOS A ESPERAR QUE PASE, ME RESISTO, algo habrá que hacer antes de bajar la guardia.
Que Dios nos agarre confesados!!!
igual ya pasaste por mi post y viste el ánimo en que ando.
¡Sentados jamás!. Precisamente el sabio Rey le sugiere a su hijo que jamás podrá recurrir a la solución contenida en el anillo sin antes haber agotado todos los pasos previos, a todo evento indispensables para recurrir a la solución del "todo pasa".
Fijate gata, que el sabio Rey le sugiere al Príncipe todo un manual de importantes "acciones" que han de desarrollarse e implementarse para enfrentar con éxito y determinación los problemas en su existencia :
1.- Deberás intentar tú solo, antes de llamar a otros; y con tu talento, madurez, meditación, serenidad, empleando tus propias capacidades, y conocimientos, hacer lo imposible por encontrar una solución.
2.- Deberás llamar a alguien que te auxilie, pero que sea de tu confianza (lo simboliza el Primer Ministro). Ningún Jefe de estado nombraría como Primer Ministro a alguien que no fuera de su confinaza absoluta; pero además, es obvio que éste debe ser muy honesto, capaz e inteligente; dotado de especiales cualidades para ser merecedor de tan alta responsabilidad. No significa sino buscar la ayuda adecuada, apropiada, la más inteligente ayuda de que se pueda disponer.
3.- Deberás llamar al equipo de Ministros (el gabinete completo). Es decir, ampliar el escenario con mayor número de mentes muy adecuadamente preparadas para desempeñar una altísima tarea de asesoría.
4.-Deberás llamar al mago, el Merlín de la Corte. Símboliza muchas cosas. El lado exotérico, metáfísico, misterioso. Es el lado oculto, los distintos cuerpos que viven en el interior de cada ser humano;el maestro interior que todos llevamos dentro; esa parte paranormal que inexplicablemente se manifiesta en nuestras vidas. La inspiración que los seres humanos llevamos por dentro.Las corazonadas, la intuición, en fin, el lado mágico y secreto de la propia existencia; nuestras creencias religiosas y convicciones.(el mago que está en nuestras almas, que tranforma lo imposible en posible)
El mago que crea, que construye, que diseña, que imagina,que escribe poesía,que pinta obras de arte, que esculpe, que ejerce el poder de Dios cuando piensa, medita y resuelve lo impredecible.No es un mago físico.
Finalmente, cuando existe un aparente irresoluble problema; si luego de haber hecho todo lo humanamente posible por desentrañarlo, queda la solución, que en nada se parece a la resignación; sino por el contrario, encierra aún mayor acción y sabiduría; llegamos al "todo pasa", que no singnifica dejar pasar dejar hacer, ni cruzarse de brazos, sino enfrentar el problema donde más se teme venciendo el propio temor natural que todos sentimos y nos paraliza, nos inmoviliza y anula; esto es, mirar a los ojos al tigre, disponerse a navegar en la tormenta (no sentarnos a esperarla), saber que viene, que es grave, que será muy dura, que dejará tragedias, que causará destrozos, daños y muertes; pero que aún así, jamás nos doblegará, y nunca podrá vencer nuestra valentía, nuestro coraje y absoluta convicción de que una vez que la enfrentemos, también pasarán sus efectos negativos, para sobreponernos sobre ellos y comenzar a construir nuestros sueños.¿Donde está vuestra fe? dijo Jesús a sus discípulos -reprendiéndolos- en medio de sus dudas luego de una tempestad.
Así que es verdad, hay que hacer y "no algo", sino mucho, como el Príncipe del cuento, no bajar la guardía jamás -¿en donde se ha sugerido en el cuento?- ¡No felinísima amiga!, jamás nos rendiremos por muy fuerte que sea la tempestad que debamos enfrentar como pueblo unidos. Levanta el ánimo hermosa gata trasnochadora, y duerme un poco.Con Dios estamos. Nuestra fe es inquebrantable.Un gran abrazo.
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