domingo, marzo 28, 2010

"Delitos comunes" ("...no todos tenemos los mismos derechos...puedes terminar en la cárcel..pretenden:que cualquier opinión...pueda ser un crimen...")



POR:ALBERTO BARRERA TYSZKA.


La batalla de las ideas es también un parapeto.


Ese quizás sea el delito más grosero de la revolución: ya la pobreza del país sólo es una excusa. ¿Por qué Oswaldo Álvarez Paz? Desde el principio esa pregunta me ronda de manera insistente.

¿Por qué no Ismael García, por ejemplo, que dice o puede haber dicho cosas como ésas delante de todos los diputados y en la propia Asamblea Nacional? ¿Por qué no Teodoro Petkoff, quien cada mañana en los editoriales de Tal Cual descose preguntas duras y cuestiona sin adornos las acciones cotidianas del Gobierno? ¿Por qué no otros políticos, o incluso algunos periodistas, que llevan tiempo denunciando, bien o mal, más activamente toda la situación política que vivimos? ¿Por qué diablos justamente Álvarez Paz está hoy detenido? No tengo todavía una respuesta clara. No sé si existe.

Pero mi curiosidad y mis dudas continúan ahí, moviéndose, sumando intuiciones.

No pretendo desmerecer el caso. Todo lo contrario. Sospecho que se trata de algo todavía más perverso. Porque es obvio que estamos ante un abuso oficial, ante el ejercicio de un Estado que asume que la justicia es también un acto discrecional. Vivimos un proceso que va decolorando cada vez más la realidad. Todo es rojo-rojito. El mensaje es contundente. Cada vez se reitera desde distintos ángulos y de formas distintas. No hay lugar para matices. Los organismos judiciales, de pronto, parecen convertirse en una amenaza.
Para todos. Para cualquiera.

Como si su secreta función, en realidad, sólo fuera distribuir y democratizar el miedo.

Porque resulta insostenible que se castigue la opinión en un país donde sus gobernantes han convertido el insulto en una forma de hacer política. Todos los venezolanos hemos visto por la televisión al Presidente juzgar y sentenciar a distintas personas, del ámbito nacional e internacional, acusándolas de una cantidad inmensa de delitos, sin mostrar ninguna prueba. Todos los venezolanos hemos visto y oído cómo diversos funcionarios oficiales opinan, sin ahorrarse un adjetivo, implicando siempre a sus adversarios en cualquier tipo de delitos. Basta con encender el canal del Estado para comprender que el juicio contra Álvarez Paz es absurdo y ridículo. Su única coherencia, su única lógica se encuentra fuera del sistema de justicia.Nuevamente, despojan al poder de su carácter común, de su sentido colectivo, de su transparencia pública. Es parte del mismo tránsito en el que llevamos años. En el fondo, se nos impone un nuevo sentido social donde la imparcialidad no es un valor, donde más bien la institucionalidad es vista y ponderada como una debilidad de la democracia. El nuevo orden social no cree en el equilibrio. Ni siquiera lo promueve. Paradójicamente, están diseñando un país sobre la base de que no todos tenemos los mismos derechos.

Ese es el verdadero principio del socialismo del siglo XXI.

Se centra en una noción militar de la igualdad. Sólo podemos ser iguales llevando el mismo uniforme. Sólo podemos ser iguales al superior, al comandante.

Es ingenuo pensar que la depuración del proceso no afecta también al mismo régimen. Cada vez los desnuda más. Cada vez se hacen más evidentes sus intereses.
De la retórica revolucionaria y bolivariana sólo quedarán cáscaras. Aquí hay una élite desesperada por mantener sus privilegios. Si quienes estuvieran gobernando fueran otros, y todos los líderes que hoy disfrutan del poder estuvieran en la oposición, sus posiciones y su discurso obviamente serían distintos.
No estamos ante un conflicto ideológico. La batalla de las ideas es también un parapeto. Ese quizás sea el delito más grosero de la revolución: ya la pobreza del país sólo es una excusa.

Intuyo que la detención, el encarcelamiento y el juicio a Oswaldo Álvarez Paz apuntan, con intencionalidad o sin ella, más que a la clase política, hacia la ciudadanía en general. No estamos ante un líder de constante presencia pública en los últimos años. Habría que preguntarle a cualquier joven menor de 30 años si sabe quién es Álvarez Paz. Eso no lo hace mejor ni peor. No lo salva ni lo castiga. Eso sólo refuerza el mensaje oficial. El ejercicio del poder es un acto de selección. La justicia no está en los tribunales. La justicia está en Miraflores. La justicia es televisada y sólo depende del canal desde donde se ejerza. Si eres Iris Varela y apareces en VTV, nada te pasará. Si eres equis y hablas por Globovisión, puedes terminar en la cárcel.Tiene razón la fiscal Luisa Ortega Díaz cuando afirma que se trata de un delito común. No declara, se confiesa. Es la expresión perfecta de lo que pretenden: que cualquier opinión política, que cualquier diversidad, pueda ser simplemente un crimen.


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