POR: ARCANGEL VULCANO.
Ante la proximidad de la conmemoración de la Semana Santa, en el colegio donde estudia una de mis hijas adolescentes, le han asignado una tarea consistente en indagar todo lo referente sobre la vida de Jesús de Nazaret; tal circunstancia no tendría absolutamente nada de extraordinario, si no fuera porque la maestra católica ha pedido que no se hable en dicho trabajo sobre su muerte y crucifixión, sino sobre la personalidad del maestro Jesús. La idea central del asunto, parece ser que todo el mundo sabe cómo murió Jesús, pero ignoran generalmente cómo vivió, cómo era el hombre, cuales eran sus hábitos, gustos, actitudes y características, cómo era físicamente.
Ante la proximidad de la conmemoración de la Semana Santa, en el colegio donde estudia una de mis hijas adolescentes, le han asignado una tarea consistente en indagar todo lo referente sobre la vida de Jesús de Nazaret; tal circunstancia no tendría absolutamente nada de extraordinario, si no fuera porque la maestra católica ha pedido que no se hable en dicho trabajo sobre su muerte y crucifixión, sino sobre la personalidad del maestro Jesús. La idea central del asunto, parece ser que todo el mundo sabe cómo murió Jesús, pero ignoran generalmente cómo vivió, cómo era el hombre, cuales eran sus hábitos, gustos, actitudes y características, cómo era físicamente.
Ante semejante desafío, mi hija de 10 años consentida como está, no encontró mejor respuesta para enfrentar el aparentemente difícil compromiso, que recurrir a su ya habitual intento de manipulación afectiva conmigo, que suele ejercer con proverbial maestría cada vez que se encuentra en un aprieto de tarea colegial. Recurre antes a los besitos y amapuches que suele prodigarme, para luego preguntarme sentado en el sofá, viendo el partido de fútbol Barcelona Real Madrid, ¿¡Papi! cómo era Jesús, puedes hablarme un poco de él, pero no me eches el cuento de cómo murió? Esperé como es lógico a que concluyera el partido, luego de sufrir el resultado de empate de último minuto, me aferro de la Biblia y le expreso a mi amada hija: -Toma lápiz y papel para anotar, porque la tarea la harás tú, y le lanzo está explicación:
En las Sagradas Escrituras no existe un pasaje que ofrezca una completa descripción de Jesús el hombre. Sin embargo varios versículos esparcidos nos podrían dar una descripción física aproximada del maestro Jesús, revisaremos varios, de tal manera que te recomiendo que busquemos juntos los siguientes pasajes en la Biblia, analizaremos y nos interrogaremos si la imagen mental que tenemos de Jesús corresponde a la que se encuentra en versículos dispersos de la Biblia:
Jesús no era excepcionalmente bien parecido (Isaías 53:2). Podía andar entre las multitudes sin que lo reconocieran (Lucas 4:30); por eso, Judas tuvo que identificarlo con un beso (Mateo 26:48-49). Llevaba el cabello corto y es probable que tenía barba (Isaías 50:6).
Jesús fue el mayor de varios hermanos y hermanas (Mateo 13:55-56). De niño fue especialmente inteligente (Lucas 2:46-47), y como adulto asombró a los sabios de su época (Juan 7:15).
Físicamente, no era débil. Siendo carpintero (Marcos 6:3), debió tener callos en las manos y hombros fuertes y musculosos. Como en esa época no había herramientas eléctricas, tenía que taladrar y aserrar a mano, y esto requería fuerza. Además, una persona débil no habría sobrevivido a los azotes inflingidos por los romanos (Marcos 15:15) ni habría podido ayunar 40 días y luego ganar la batalla más decisiva de todos los tiempos contra Satanás (Mateo 4:1-11).
La Biblia expresa que Jesús tuvo su propia casa en Capernaum (Marcos 2:1; Mateo 13:36,57). No era un vagabundo sin medios para sustentarse. Su casa era lo suficientemente amplia como para albergar a varias personas. El hecho de que sus familiares estuvieran “afuera” indica que el grupo al cual se dirigía estaba dentro de la casa (Mateo 12:46; 13:1). Es probable que Jesús, haya edificado su propia casa.
Jesús era conocedor de la fauna y la flora (Mateo 6:26-30), de los principios de la agricultura (Mateo 13:1-43) y de la cría de animales domésticos (Juan 10:1-5; Lucas 13:15; 14:5). Sabía observar los elementos para pronosticar las condiciones atmosféricas (Mateo 16:2-3)).
Jesús tenía el rostro bronceado por el sol de Judea, y estaba habituado a caminar largas distancias hasta quedar sudoroso, cansado y sediento (Juan 4:6-7). Sin duda, hubo momentos en sus viajes en que fue necesario dormir a la intemperie o bajo cualquier cubierta que encontrara (Mateo 8:20).
A pesar de que Jesús era manso, dulce y delicado, en dos ocasiones echó a los comerciantes del templo (Juan 2:13-17; Marcos 11:15-17). Volcando mesas y asientos, tiró el dinero por el piso, y mientras los cambistas aterrados intentaban evadirlo, tomó una fusta y con ella sacó las ovejas y los bueyes asustados.
Los mismos ojos en que brilló el fuego de la Justa indignación (Juan 2:17) se llenaron en otras ocasiones de lágrimas de ternura y dolor (Juan 11:35; Isaías 53:3): Jesús estaba lleno de compasión (Mateo 9:36).
Le gustaban los niños (Marcos 10:15-16) y ellos lo querían a él (Mateo 21:15). Le gustaba estar con la gente (Marcos 6:34; Lucas 9:11) y servirle (Hechos 10:38).Pero también en ocasiones lograba aislarse para mantener contacto con su Padre en los cielos (Mateo 14:22-23).
Jesús comprendía a los pobres (Lucas 21:1-4) y a los ricos (Lucas 12:13-34). Comprendía tanto los problemas del jornalero como los del patrono (Mateo 20:1-16). Conocía los principios de la economía y sabía cómo se debe administrar la riqueza (Mateo 23:23; Lucas 19:12-26). Y pagaba impuestos (Mateo 17;24-27; 22,17-21).
Jesús comía con publicanos (recaudadores de impuestos) y con pecadores (Mateo 9:10-11) y con fariseos (Lucas 7:36). Sabía cómo portarse en cualquier situación social. Vestía bien; su ropa era de tan buena calidad que los soldados romanos echaron suertes sobre ellas (Mateo 27:35). Se jugaron a los dados su túnica.
Jesús hizo su primer milagro en las bodas de una familia próspera. El vino se había acabado, y él convirtió agua en más vino, entre 100 y 150 galones (Juan 2:1-11). A Jesús le gustaba la buena comida y la buena bebida (Lucas 7:33-34), pero siempre ejerció una templanza y un control perfectos.
Tenía una voz fuerte y poderosa, perfectamente audible para las multitudes en épocas muy anteriores al micrófono y al altavoz (Mateo 15:10). Cuando era apropiado, introducía alguna nota de humor (Lucas 13:32, Marcos 3:17).
Jesús amaba la vida y la vivió a plenitud, pero jamás permitió que nada interfiriera con la misión de proclamar el evangelio del reino de Dios ni con el cometido de cumplir la voluntad de su Padre (Mateo 6:33; Juan 15:10). Jesús de Nazaret, Dios en la carne, fue maestro, amigo leal, hombre cariñoso, dinámico y ecuánime.
Sacerdotes, rameras, comerciantes, leprosos, niños, soldados romanos, judíos, samaritanos, viudas, dirigentes de la sinagoga, pecadores…unos lo amaban, otros lo odiaban, unos lo temían, más todos lo respetaban. En cada circunstancia de su vida multifacético obedeció las leyes de su Padre, dejando un buen ejemplo para todos nosotros.
-¡Papi!.. ¿Y tú no podrías ayudarme a hacer ésta tarea? -Ya te ayudé, lee la Biblia y revisa las citas que anotaste, extrae tus conclusiones, deja de ver tanta televisión y estudia. ¡Ah¡ y no intentes manipularme con más amapuches y besos, has tu cuestión tú solita antes de Semana Santa, quiero ver tu trabajo cuando termines.-¡Pero papi!- Papi nada, échale voluntad…
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