POR:CARLOS BLANCO/TIEMPO DE PALABRA.
La identificación entre masas y líderes tiene un ritmo y una magia, nunca es una obligación.
¡Silencio! ¡Silencio!
Mal ha de estar el Comandante cuando el umbral de ruido que acepta se aproxima a cero. La prisión de Oswaldo Álvarez Paz por decir lo que claman hasta las piedras del camino, la prisión momentánea de Guillermo Zuloaga por hacer en la SIP una evaluación del autócrata criollo y el ruleteo de Wilmer Azuaje representan un hito en la feroz crisis política que arropa al país. Revelan que la pérdida de apoyo ha dejado el cuerpo macilento de la revolución sin músculo y con los huesos al aire; como si el taladro estuviese percutiendo en el nervio vivo sin anestesia.
Se fue el amor y queda el resentimiento en estado puro; aquel que alcanzó a vivir Hitler, inicialmente adorado, cuando llegó a la conclusión de que el pueblo alemán no lo merecía. Entonces, decidió hundir todo y a todos como una muestra de su desprecio a los que había llevado a la derrota pero a los que se la atribuía.
Estos personajes terminan sumergidos en la mugre de sus ejecutorias y claman a los suyos por una incondicionalidad que sólo logran con el miedo, y pretenden evitar la pérdida de soporte social sobre la base de la represión. Al final no confían en nadie, saben que sus más cercanos colaboradores, como Göering y Himmler, buscarán llegar hasta las filas del enemigo para negociar.
¿Por Qué la Soledad? La identificación entre las masas y los líderes tiene un ritmo y una magia, nunca es una obligación. Está ligada a los objetivos y a su logro, pero sobre todo al respeto. Un líder no mangonea a quienes les apoyan, los enaltece. Los trata con educación y no a los foetazos. No los ofende, más bien los reconoce. En el caso venezolano toda esta magia ha sido sustituida con el intento de soborno y la represión: te compro a mi precio o te expropio; aceptas o vas preso; te rindes o desapareces.
En la medida en que aplica estos métodos el apoyo se esfuma más rápido. En las encuestas todavía lo tiene, aunque declinante, porque éstas no miden el miedo; pero se sabe que el respaldo a veces no pasa de la camisa roja, de la firma obligada, de la asistencia notariada a alguna marcha, pero no sale del alma. Es una operación comercial aunque tenga el revestimiento de una pasión, que, sin embargo, agoniza, íngrima y sola.
El abandono muta al otrora amado conductor en un perseguidor de cualquier vacilación entre los suyos, y para probarlos les exige más y más. Así se observa este espectáculo melancólico de unos diputados y fiscales que se dicen de izquierda, gozosos en su clamor por cárcel para sus enemigos; felices cuando ven a gente de la talla de OAP con el “par de ganchos”, como con delectación, lo conversan. Dirigentes de nada, apenas verdugos; impresentables bárbaros de los que a muchos pareció un sueño liberador. Hay que ver cómo peroran con placer estos esbirros, puestos allí para dar un batazo por la cabeza al comensal que cayó en desgracia.
El abandono muta al otrora amado conductor en un perseguidor de cualquier vacilación entre los suyos, y para probarlos les exige más y más. Así se observa este espectáculo melancólico de unos diputados y fiscales que se dicen de izquierda, gozosos en su clamor por cárcel para sus enemigos; felices cuando ven a gente de la talla de OAP con el “par de ganchos”, como con delectación, lo conversan. Dirigentes de nada, apenas verdugos; impresentables bárbaros de los que a muchos pareció un sueño liberador. Hay que ver cómo peroran con placer estos esbirros, puestos allí para dar un batazo por la cabeza al comensal que cayó en desgracia.
Son los miserables sicarios del régimen cubano los que mecen la cuna. A falta de la posibilidad de fusilar a los enemigos como se hace en la calle con los delincuentes (muertos “en enfrentamientos”), se les persigue, encarcela o exilia. Allí están las chicas de la revolución en su oficio miserable de firmar las órdenes del caudillo, y los cubanos prestos a reprimir sin misericordia. Su objetivo es el terror, difundir el miedo, lograr el silencio, apagar las luces antes del colapso. ¿Lo lograrán finalmente?OAP. El caso de Oswaldo Álvarez Paz es emblemático. No lo encarcelan por lo que dijo; al fin y al cabo el juez español Eloy Velasco es el que sostiene en autos que existen vinculaciones de funcionarios del Gobierno de Venezuela con la ETA y las FARC. En su decisión se muestra con lujo de detalles quiénes, cuándo y cómo. Las computadoras de Raúl Reyes han sido prolíficas en mostrar nexos y pareciera que lo que se sabe es solo una mínima porción de lo que almacenan en sus discos duros. A OAP lo ponen preso porque representa una voz indoblegable en la denuncia del carácter autoritario y totalitario del régimen, y porque ha reclamado la conjunción de las fuerzas civiles y militares de la sociedad para recuperar la institucionalidad democrática. Su voz ha sido incómoda para el régimen y con su visión ha vivido alternativamente el apoyo y la soledad dentro de la propia oposición, pero nunca se ha encorvado ante el déspota. Es de los políticos hechos en el combate; la clase de políticos recios que Chávez no conoce y de cuya capacidad de resistencia no tiene noticias. Oswaldo es ya un problema para Chávez, no por el apoyo que recibe, sino por lo que Oswaldo es. Hoy OAP es un símbolo de la lucha opositora y ojalá la mezquindad que también tiene su residencia en sectores de la oposición no intente horadar lo que simboliza.
Guillermo Zuloaga. Lo de GZ es distinto pero es igual. Es distinto porque en su caso el objetivo es ponerle la mano a Globovisión. No es un político sino un empresario que ha sabido llevar con coraje la función de directivo de una planta televisora dedicada a la información. La reciente turbulencia entre los socios no lo llevó a variar la línea democrática del canal, aunque sin duda con obvias diferencias respecto a la gestión de Alberto Federico Ravell. Tampoco en su caso el problema es lo que dijo en la reunión de la SIP. Allí recordó que Chávez salió del poder el 11 de abril por la masacre perpetrada contra integrantes de una manifestación de más de un millón de personas que le pedían la renuncia, “la cual aceptó” según el más alto jefe militar del momento, excelentísimo embajador en Portugal, general Lucas Rincón.
El silencio o la moderación extrema de Globovisión son indispensables para el Gobierno con el propósito de afrontar su deterioro, al parecer inevitable. Le atribuyen a este canal un poder de persuasión sobre la población, con lo cual muestran que no entienden nada, ni el papel de los medios ni tampoco de dónde emergen las convicciones de los ciudadanos. Más convence una nevera vacía en un automercado, un pollo podrido en un ventorrillo oficial o la morgue atestada de cadáveres que una declaración en la TV.
Ilegitimidad. El régimen se ha vuelto ilegítimo para crecientes sectores de la comunidad nacional e internacional; en esa misma medida se ha vuelto más violento y represivo. Busca una refriega inmediata y total con la oposición, todavía dispersa y poco organizada en la base popular, para envolver en el humo de la batalla lo que es la progresiva derrota del oficialismo. Organizarse por abajo, pelear en los flancos, no empeñar las fuerzas principales -todavía débiles- en una batalla frontal, parecieran indicaciones apropiadas. No quieren elecciones salvo que sea para confirmar su victoria fraudulenta; no quieren protestas; no toleran la disensión. Solo quieren silencio y cuando crean tenerlo, se caerán solitos…
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