POR:FERNANDO EGAÑA.
Decir que Venezuela tiene un “problema de inseguridad” es subestimar las cosas de manera colosal. En verdad, lo que tenemos es una catástrofe humanitaria producida por la violencia delictiva o criminal.
Basta apreciar que el número de homicidios por año ha pasado de 4 mil quinientos en 1998 a por lo menos 16 mil en el 2009 (cifra estimada por el Observatorio Venezolano de la Violencia, porque el Estado rojo dejó de publicar, hace años, las estadísticas del ramo), es decir un aumento cercano al 300%, para calibrar la dimensión de la tragedia humanitaria que padece nuestro país; que incluso puede ser aún más devastadora porque la referidas cifra es conservadora, de acuerdo a investigadores como Roberto Briceño León. Otras fuentes la ubican en más de 19.000.
Basta apreciar que el número de homicidios por año ha pasado de 4 mil quinientos en 1998 a por lo menos 16 mil en el 2009 (cifra estimada por el Observatorio Venezolano de la Violencia, porque el Estado rojo dejó de publicar, hace años, las estadísticas del ramo), es decir un aumento cercano al 300%, para calibrar la dimensión de la tragedia humanitaria que padece nuestro país; que incluso puede ser aún más devastadora porque la referidas cifra es conservadora, de acuerdo a investigadores como Roberto Briceño León. Otras fuentes la ubican en más de 19.000.
En Venezuela ya hay más asesinatos que en Colombia, que tiene casi 20 millones de habitantes más y una situación histórica y endémica de violencia narcoguerrillera. Incluso, ya estamos superando a los Estados Unidos en la cantidad de muertes violentas por año, y eso que allá viven 300 millones de personas, o sea 10 veces la población venezolana.
Un diputado del PSUV, Manuel Villalba, defiende a su gobierno afirmando que la delincuencia aumenta porque también lo hace la población. Pero resulta y pasa que mientras ésta ha aumentado en aproximadamente 20% de 1999 para acá, los indicadores de violencia criminal, y el de muertes violentas en primer lugar, han crecido en 300 y más por ciento.
En la ciudad más violenta del “imperio”, Nueva York, ocurren cerca de 600 homicidios anuales. En la capital de la “revolución bolivarista”, Caracas, la cifra es 6 o 7 veces superior. Parece increíble pero no lo es, que ya en Caracas se estén cometiendo un número equivalente de muertes violentas al de toda Venezuela de hace 12 años; o sea, cuando aún Chávez no llegaba a la presidencia.
Todo lo cual lleva necesariamente a establecer una relación causal entre el régimen político que impera, sus acciones y omisiones, y la explosión catastrófica de la violencia en todas sus manifestaciones delictivas. Algunos afirman que ya Venezuela exhibe indicadores similares a los países en guerra civil o conflagración bélica, tipo Irak, Afganistán o Sudán. Pero lo cierto del caso es que ya formamos parte de la lista corta de las naciones más violentas del planeta.
Y no importa que a Andrés Izarra eso le suscite ataques de risa por televisión. La realidad documentada no se puede tapar con carcajadas nerviosas, ni tampoco con el plan del avestruz que ponen en práctica los encargados gubernativos de la seguridad ciudadana. Y es que ni siquiera se atreven a reconocer el drama, mucho menos a enfrentarlo.
Cómo será la complicidad y el tapareo que la data oficial en la materia brilla por su ausencia. El gobierno venezolano quizá sea el único de América Latina –para no ir más lejos, que no pública estadísticas sobre hechos delictivos. Y no me refiero, claro está, a alguna que otra publi-noticia sino a la información objetiva de acuerdo a los estándares internacionales.
Y no lo hacen porque no se atreven. A lo más que llegan es a repetir la bobada de que la delincuencia desatada es culpa de la historia o de los gobiernos del siglo XX, cuando ya entramos en la segunda década del XXI. Patética explicación, aunque más patético sería que consiguiera audiencia efectiva.
Es probable que la realidad sea aún más grave que la caracterizada por las oeneges independientes que se dedican a investigar la violencia venezolana. De allí que si bien un mero “problema de inseguridad” puede aliviarse con políticas públicas adecuadas, la superación de una catástrofe humanitaria exige mucho pero mucho más que eso.
Y en el caso venezolano, requiere de un cambio profundo del sistema de gobierno, que erradique la relación causa-efecto que hay entre régimen bolivarista y espiral violentista.
Artículos sugeridos:
Argelia Ríos
La revolución no desea ser transmitida
Óscar Lucien
La foto de El Nacional
Trino Márquez
Cinismo de hiena
Cinismo de hiena
1 comentario:
magnifica bitacora, es mi lugar preferido para saber de la realidad sociopolitica de venezuela
Publicar un comentario