POR:FAUSTO MASÓ.
Miraflores quiere utilizar la nueva Asamblea para probar en América Latina que en Venezuela funciona una democracia. Pretende también que esa Asamblea ni legisle ni controle al Gobierno; que sirva apenas como una tribuna en sordina, acallada por el reglamento interno; que sea una caricatura de Asamblea mientras gobierna autoritariamente.
Después de burlarse de las elecciones del 26-S, monta el miércoles un escenario democrático por 24 horas. Puro teatro, pues. Aún así es una estupidez renunciar a utilizar esa rendija democrática, cualquier tribuna, con tal que no nos hagamos ilusiones.
Miraflores quiere utilizar la nueva Asamblea para probar en América Latina que en Venezuela funciona una democracia. Pretende también que esa Asamblea ni legisle ni controle al Gobierno; que sirva apenas como una tribuna en sordina, acallada por el reglamento interno; que sea una caricatura de Asamblea mientras gobierna autoritariamente.
Después de burlarse de las elecciones del 26-S, monta el miércoles un escenario democrático por 24 horas. Puro teatro, pues. Aún así es una estupidez renunciar a utilizar esa rendija democrática, cualquier tribuna, con tal que no nos hagamos ilusiones.
No es nada fácil oponerse a un gobierno que un día se proclama sucesor del Che Guevara, enemigo de la propiedad privada, y al siguiente, presenta un debate en el canal oficial de televisión donde participan libremente varios diputados de la MUD.
Hace cinco años la abstención le regaló la Asamblea a Miraflores. Ahora la participación en las elecciones le complica la vida al chavismo, lo obliga a darle tribuna al país democrático.
La oposición el miércoles obtuvo un pequeño triunfo: estuvo unida, habló coherentemente, insistió en un tema irritante para el oficialismo, haber obtenido 52% de los votos en las elecciones de septiembre. No fueron agredidos los diputados como se anunciaba, el oficialismo necesitaba desmentir las acusaciones de que Chávez sea un dictador.
Tendremos de aquí en adelante un debate restringido, pero debate al fin: no pasarán de cuatro las sesiones mensuales del Congreso, las que se convocarán a voluntad de la presidencia del legislativo.
Aún así, paso a paso, se avanza hacia 2012, conscientes de que Chávez no se rendirá y habrá que obligarlo a convocar unas elecciones realmente democráticas. Una tarea nada fácil Si la oposición ganara las elecciones de 2012 Chávez seguiría contando con los mecanismos reales del poder.
Intenta, como se ha dicho, mantener una apariencia democrática en América Latina, en especial en Unasur, por eso permite un respiradero: los gobernadores y alcaldes de la oposición cuentan con un presupuesto limitado y los canales públicos transmiten una versión controlada de la sesión, la prensa tiene la gran oportunidad de reseñar las sesiones, al viejo estilo periodístico de un Gilberto Alcalá.
La oposición en circunstancias tan adversas aprovechó la oportunidad, según el viejo principio de agarrando aunque sea fallo. Al obligar a Miraflores a comportarse tramposamente pone las cartas sobre la mesa. El país enfrenta un régimen político original, que mantiene una fachada democrática pero acogota a sus adversarios.
No es el momento tampoco de iniciar un proceso de primarias, sino de comprometerse a celebrarlas en una fecha y con unas reglas determinadas, y dejarlas mientras tanto en el refrigerador. Alguien habla de unas primarias con una segunda vuelta, una completa locura, se multiplicarían los candidatos. El país necesita un nuevo liderazgo, no mirar hacia el pasado.
Ese difícil debate consiste en denunciar, por ejemplo, la inseguridad, el hambre, el desempleo, la destrucción de carreteras, autopistas y puentes, cuyo control se les quitó a las gobernaciones, y a la vez no abandonar la lucha en favor de la libertad.
Falta muchísimo camino por andar, pero el miércoles se dio un paso. La Asamblea es una caricatura, pero algo es algo.
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