POR:JOSÉ MAYORA.
Desde sus inicios, los objetivos de este régimen han sido exclusivamente políticos, siendo la construcción de la sociedad socialista el objetivo por excelencia. El logro de este cometido pasa por destruir a la sociedad democrática y, sobre sus ruinas, edificar este nuevo paraíso, entendiendo que la destrucción es variopinta: cambiar nombres de sitios emblemáticos, apropiarse de empresas, desconocer instituciones legítimamente constituidas, derrumbar monumentos, acabar con instituciones, confiscar tierras.
La Administración Pública no se ha salvado del pacman socialista. Ministerios, institutos autónomos y empresas del Estado han sido relegados a un segundo plano para dar paso a las misiones, una idea genial para gobernar sin los controles que supone la burocracia tradicional. No obstante, estas misiones, inéditas hasta hace doce años, son una nueva y novedosa forma burocrática que, como cualquier emprendimiento, deben ser eficaces y eficientes, atributos que no aparecen en el diccionario del socialismo del siglo XXI.
Cuando el fracaso de las misiones es inocultable, el régimen tiene dos maneras de rescatarlas, relanzándolas o rebautizándolas. Prueba de ello es el relanzamiento de la misión línea blanca y la retitulación de la misión vivienda, ahora Gran Misión Vivienda Venezuela.
Hay dos razones fundamentales para apostar al éxito de estas misiones. En primer lugar, toda familia tiene derecho a una vivienda confortable y propia para asentar allí un hogar. En segundo lugar, la industria de la construcción es una de las actividades económicas con mayor impacto sobre el aparato productivo, de manera que ¿quién se puede oponer a que se construyan viviendas para el pueblo?
Aunque cueste creer, el principal obstáculo para que los ciudadanos posean sus "viviendas dignas" es el supuesto gobierno del pueblo. De acuerdo con las estadísticas, el déficit de vivienda es de alrededor de 2 millones de unidades, sin embargo, en doce años el régimen ha construido, en promedio anual, aproximadamente 22 mil viviendas y, por si fuera poco, las industrias que soportan esta actividad han sido expropiadas algunas, desestimuladas otras y cercadas por controles y tributos la mayoría.
Tal situación ocurre en los albores de las elecciones del 2012 para las cuales los números no acompañan al comandante. Su olfato político le ha aconsejado que transforme la vivienda en objetivo electoral y lo ha hecho de manera muy inteligente. Se ha convertido en defensor de las viviendas para la clase media, inmisericordemente vapuleada por el régimen, y le ha ofrecido techo digno al pueblo. Se ha comprometido personalmente a construir una cifra de viviendas que es posible demostrar en movimientos de tierra, transporte de materiales, expropiación de terrenos, publicidad y maquetas, pero que es físicamente imposible a juzgar por la cantidad de vallas que desde hace años anuncian viviendas que aún no se han concluido.
Si en doce años la única construcción que ha tenido prioridad es la sociedad socialista, ¿por qué la construcción de viviendas pasa a un plano protagónico? Tan sencillo como que la vivienda se ha transformado en un gancho electoral y como tal se emprenderá una campaña demagógica cuya finalidad es la de cambiar techos por votos para que el comandante se perpetúe.
Mucho me temo que sin cabilla y sin cemento, la única manera de construir cerca de 300 mil viviendas en dos años es que las mismas sean como los zapatos de Manacho: ¡de cartón!
mayora.j@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario