"El candidato uribista competía con el establecimiento y solo perdió por un millón de votos; Santos, mejor presidente que candidato, competía con el mayor animal político que conoce"
POR:MIGUEL ÁNGEL BASTENIER.
Tanto el presidente colombiano Juan Manuel Santos, reelegido para un segundo mandato,
como el aspirante Oscar Iván Zuluaga, pueden estar satisfechos, aunque
en proporciones distintas, del resultado de las elecciones
presidenciales del domingo. El candidato uribista, porque sin la
maquinaria electoral del jefe del Estado, con la práctica totalidad en
contra de lo que se llama el ‘establecimiento’, ha perdido por menos de
un millón de votos, aupado únicamente por el poderosísimo imán que
ejerce sobre la opinión su jefe, Álvaro Uribe Vélez, al que la
Constitución impedía ser candidato. Y Santos, mucho mejor presidente que
político de campaña, con obvias dificultades para parecerle
suficientemente del terruño al segmento más castizo del electorado, ha
vencido al mayor animal político que conoce Colombia desde hace décadas.
Lo que sus votantes pueden considerar el triunfo de la razón sobre la
pasión.
Pero a una victoria que comúnmente se identifica con el proceso de
paz, hay que hacerle matizaciones. Ni siquiera en una coyuntura
excepcional en la que se decidía sobre el proceso negociador de La
Habana, la afluencia al voto, aunque ha aumentado siete puntos, ha
llegado al 50%, lejos de la mejor marca contemporánea del 59% en segunda
vuelta, con que Andrés Pastrana venció a Horacio Serpa en 1998; y la
victoria presidencial se ha tenido que deber en gran medida a los votos
de la izquierda; los sufragios del Polo, cuya candidata era Clara López,
y en menor medida, los progresistas del alcalde Petro, han inclinado la
balanza dándole a Santos una ventaja de 900.000 votos, cuando había
perdido por 458.000 en primera vuelta. Aparte de la costa Caribe donde
la maquinaria, sobre todo del partido liberal, hizo que más que se
doblara la votación, fue Bogotá donde la izquierda aportó bastante más
que un grano de arena. Más que el uribismo, el derrotado ha sido el
partido conservador oficial, que se había decantado por Zuluaga, con la
evidencia de que su voto se dividió entre los dos candidatos, aunque en
proporciones difíciles de precisar.
E incluso al hecho de que la paz ha ganado le convienen retoques.
La victoria de Santos tranquiliza pero no amansa a la otra parte
negociadora, las FARC. Queda aún negociación por delante y si hoy parece
probable que algo acabe por firmarse en la capital cubana, el
enfrentamiento electoral no habrá tocado a su fin. Un 45% del voto se ha
expresado en contra de ese tipo de paz, fundamentándose en que la
impunidad no puede ser el precio a pagar por el fin de las hostilidades;
y esa marea, profundamente uribista, no va a dejar de serlo. El
expresidente tiene un escaño y 19 devotos correligionarios en el Senado,
y desde allí y la plaza pública no va a dejar de atacar con el verbo
dramático que le caracteriza esa paz que estima injusta y traicionera. Y
un día habrá, probablemente, que votar en referéndum sobre lo que se
acuerde en Cuba. Por eso es tan importante que la paz empiece a notarse
cuanto antes.
El mayor error en el que se podría caer hoy es en que la firma, o
incluso una paz real lo cambiarían todo. Es un lugar común que una
Colombia sin conflicto tendría un futuro radiante, lo que no es falso;
pero la paz no solo se firma sino que se hace, y si el país muestra
deficiencias de funcionamiento, por ejemplo, una necesidad galopante de
modernización del Estado, no es por culpa de los insurgentes. Todos los
países son los principales responsables de sí mismos, como le ocurre a
la España de la gravísima crisis, económica pero sobre todo política,
que sufre. Y Colombia no es excepción.
Lo mejor del triunfo de la coalición santista sería que Colombia se
quedara sin coartada. La paz, si se ratifica, habrá que construirla y
con ella una nueva Colombia. El presidente Juan Manuel Santos lo ha apostado todo a esa carta.
Fuente:http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/16/actualidad/1402925059_719431.html
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