martes, noviembre 18, 2014

"Los falsos dilemas de la Oposición venezolana"






 "El dilema entre calle o voto es, desde el hueso hasta la médula, falso.La calle precisa del voto y el voto de la calle". 

“Sin elecciones, la protesta popular está destinada a estrellarse con el aparato represivo del régimen. Pero sin un gran movimiento de protesta popular, las elecciones están destinadas a perderse”.

POR:FERNANDO MIRES.

Nadie ni nada lo oculta, la oposición venezolana está dividida. Aunque más difícil será saber los términos exactos de la división.

¿Está dividida en dos programas diferentes? Imposible, porque hasta ahora el único es el de la MUD, programa que hasta ahora nadie ha cuestionado, quizás porque casi nadie lo ha leído.

¿Está dividida en torno a dos o tres o más líderes? Si es así, sería ridículo puesto que los líderes se definen en primarias pre-presidenciales; y de eso estamos todavía muy lejos.

¿Está dividida gracias a “La Salida”? Quizás, pero “La Salida” terminó y hay que dar vuelta la página. Los temas de hoy son diferentes. El pasado pertenece a la historia, no a la política.

¿Está dividida entre constitucionalistas y parlamentaristas? El mismo López ha declarado que su llamado a reunir firmas para la –por ahora– irrealizable Asamblea Constituyente, no está planteado en contra de las elecciones parlamentarias. El Congreso Ciudadano de M. C. Machado tampoco ha levantado una plataforma anti-electoral ni ha pronunciado un sí o un no claro con respecto al ofrecimiento constitucionalista de López.

¿Está dividida entre electoralistas y abstencionistas? Es probable. Pero hasta ahora no se conoce una sola declaración de ningún opositor de relieve –dejemos a columnistas irresponsables a un lado– en contra de las elecciones parlamentarias. Ni M. C. Machado ni L. López se han pronunciado de modo explícito (repito, hasta ahora) en contra de la vía electoral y a favor de una vía insurreccional que no pase por elecciones.

Una versión intermedia a la que supuestamente se da entre electoralistas y abstencionistas surge entre quienes dicen aceptar las elecciones, pero solo como una entre diversas formas de lucha. Sin embargo, nunca nadie ha escuchado a Capriles o a Chúo Torrealba pronunciarse en contra de huelgas, bloqueos de caminos, demostraciones estudiantiles, rayados de paredes y “otras formas de lucha”. Todo lo contrario.

¿O esa división tiene lugar entre quienes se muestran abiertos al diálogo con el gobierno y quienes se cierran a todo tipo de diálogo? Por momentos pareciera que así es. No obstante, si tenemos en cuenta que los principales enemigos del diálogo están en el gobierno, el problema aparece resuelto por sí solo. Y aunque así no fuera, negarse al diálogo por principios, es negarse a hacer política. De ahí que la disyuntiva no debería ser diálogo sí o diálogo no, sino las condiciones, contenidos y objetivos de un eventual diálogo. Para poner un ejemplo, realizar un diálogo sin exigir la liberación de los presos políticos, solo llevaría a profundizar las divisiones internas en la oposición. Mas vale no intentarlo. Pero negar por principio todo diálogo si el gobierno da muestras de ceder en torno a ese o en otros puntos, sería una aberración.

No obstante, plantear un diálogo cuando se avecina un momento electoral, no parece ser algo muy inteligente. Ni en las democracias más perfectas las fuerzas contendientes dialogan durante un periodo pre-electoral. El verdadero diálogo político es siempre post-electoral. En un momento habrá que hacerlo. Pero ese momento al parecer no ha llegado.

En fin, sabemos que la oposición está dividida, pero nadie conoce muy bien los exactos términos de la división. De pronto se tiene la impresión de que lo que tiene lugar no es una división, sino una lucha cerrada por la hegemonía. A veces esa lucha se dirige en contra de la MUD. Pero como quienes la encabezan están dentro de la MUD, es posible concluir que, quienes están en contra de la MUD dentro de la MUD aspiran a controlar la MUD y, si eso no es posible, formar otra MUD, sea desde la MUD, sea desde fuera de la MUD. En fin, casi una locura

Lo que sí parece ser evidente es que ante la ausencia de perspectivas y ante la imposibilidad de encontrar una alternativa inmediata, algunos han optado por sustituir al enemigo principal por el enemigo secundario.

La conocida tesis de René Girard con respecto a esa arcaica tentación humana que lleva a la creación de chivos expiatorios –o sustitutivos– sobre los cuales depositamos agresiones contenidas, tendría en Venezuela un punto de comprobación. Pero la tesis de Girard es antropológica y ahora estamos hablando de política.

En términos políticos cabe esperar que la cercanía con respecto a las elecciones parlamentarias logrará distender algunos antagonismos internos. No olvidemos que hay una línea constante en (no solo) la política venezolana. Es la siguiente: Mientras más lejos se ven los eventos electorales, las diferencias internas tienden a proliferar. Al revés: mientras más cerca, la tendencia es a cerrar filas. En cierto modo las elecciones tienen un efecto político disciplinario. Muestran en toda su plenitud donde está el enemigo de verdad.

Naturalmente, frente a un régimen que controla todos los poderes, la televisión, casi toda la prensa, el aparato represivo, los para-militares, los tribunales electorales y que, por si fuera poco, comete fraudes en los centros de votación, hay grupos que opinan que la batalla está perdida de antemano y que solo una movilización general en las calles puede cuestionar al gobierno en su “esencia dictatorial”. Desde el punto de vista de una lógica puramente formal no faltan argumentos a favor de ese postulado. ¿Para qué gastar esfuerzos en una lucha electoral destinada al fracaso?

No insistiremos esta vez en decir verdades elementales. No diremos que una batalla no se pierde o gana hasta que se da. No diremos que uno vota no porque va a ganar sino porque es un deber ciudadano. No diremos que uno no vota a favor o en contra de alguien sino a favor o en contra de sí mismo. No diremos lo evidente, que mientras más gente vota, más difícil será hacer un gran fraude. No diremos eso ni muchas otras cosas más. Vamos a suponer, por el contrario  y por un momento, que los derrotistas, abstencionistas y salidistas, tienen toda la razón del mundo (evidentemente, no creo eso). ¿Es ese un motivo para rechazar la alternativa electoral? De ninguna manera. Las elecciones no son solo un medio para alcanzar el poder. Son también un fin en sí.

¿Las elecciones son un fin en sí? ¿No es acaso el objetivo de cada elección derrotar al enemigo? Por supuesto, nadie va a una elección para perder. Pero al mismo tiempo, en cada elección, aún perdiendo, pueden ser obtenidas ganancias. Entre otras, la tan ansiada movilización en las calles. Basta solo hacerse una sencilla pregunta: ¿Cuándo las movilizaciones callejeras son más masivas, más entusiastas, más combativas? ¿En periodos electorales o en periodos no electorales? La respuesta es obvia. Cada elección, sobre todo cuando se da entre dos fuerzas antagónicas, es una posibilidad para que la gente –no solo los muchachos– salga de sus casas, discuta entre sí y entre en abierta comunicación política con el entorno.

¿Y si esa oposición está dividida como cree estar la venezolana? Con mayor razón todavía. Los momentos previos a la elección son una oportunidad fabulosa para que las diversas fracciones que conforman un bloque discutan públicamente sus diferencias. No olvidemos en ese punto que el nombramiento de algunos candidatos deberá ser resultado de elecciones primarias. Por lo mismo, a través de la contienda de esos candidatos primarios la oposición se verá obligada a discutir consigo misma. Cuando los candidatos sean nombrados no desaparecerán por cierto las diferencias, pero sí, podrán ser mantenidas a un nivel político.

La MUD, no hay que olvidarlo, no es un partido ni mucho menos una asociación de amigos personales. La MUD es un frente constituido por la alianza de diferentes partidos algunos de los cuales, en una democracia de verdad, serían adversarios. Solo porque hoy todos tienen al frente a una adversidad superior están obligados a permanecer unidos.

Luego, las elecciones primarias –hay que subrayarlo– no son secundarias. Mucho menos lo son dentro de una oposición plural como es la venezolana. Pues a través de las primarias la oposición puede conocer lo que antes de ellas era un misterio: su correlación interna de fuerzas, es decir, su verdadero carácter. Es por eso que aquí se afirma que las primarias no son solo un medio, son también un fin en sí.

Las primarias también son elecciones. En consecuencia, si lo vemos desde ese punto de vista, las primarias –en momentos de no unidad– pueden llegar a ser más decisivas que las propias parlamentarias. Aunque, obvio, sin parlamentarias no puede haber primarias.

La celebración de primarias permite a la oposición pensarse a sí misma. De este modo las diferencias pueden ser dirimidas mucho mejor que en oscuros contertulios. A través de la lucha en primarias, la oposición se abre hacia el “espacio luminoso de lo público” (Arendt). O dicho casi igual: es el momento en el cual las conspiraciones se transforman en discusiones.

Con las primarias a su favor los candidatos entran a la palestra pública fortalecidos con esa legitimidad que solo los votos internos otorgan, a combatir en contra del enemigo exterior, el principal. Por lo mismo, no hay mejor chance para conquistar la mayoría externa si ya se cuenta con la mayoría interna. Y esa es precisamente una segunda razón que hace de cada proceso electoral no solo un medio sino también un fin en sí: Cada elección es una escuela para la formación de líderes políticos.

Los líderes políticos no se prueban en gestos apoteósicos sino en la capacidad de comunicar mensajes públicos. Ellos, a través de sus campañas, serán los encargados de dar forma política al malestar generalizado y desmitificar el discurso oficialista en cada pueblo y ciudad donde se presenten. Ellos deberán demostrar que ni la carestía ni la escasez son maldiciones del imperio, sino productos netos de un gobierno que tiene como lugar de residencia un pasado mágico que nunca existió y como objetivo un futuro luminoso que nunca llegará. Ellos deberán exigir la liberación de todos los presos políticos, la supresión de los grupos para-militares, el cumplimiento de los derechos humanos. Ellos, en fin, serán quienes deberán convertir a las elecciones en una fuerza social subversiva, pero sin que dejen de ser elecciones.

El dilema entre calle o voto es, desde el hueso hasta la médula, falso. La calle precisa del voto y el voto de la calle. ¿Habrá entonces que repetir la frase?: “Sin elecciones, la protesta popular está destinada a estrellarse con el aparato represivo del régimen. Pero sin un gran movimiento de protesta popular, las elecciones están destinadas a perderse”.

 Fuente:http://prodavinci.com/blogs/los-falsos-dilemas-de-la-oposicion-venezolana-por-fernando-mires/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

LAS ARMAS DE CORONEL

La retórica sobre la unidad por parte de individualidades venezolanas o por la oposición organizada en la MUD es avasallante: Capriles, Torrealba, Aveledo, Ramos Allup, Falcón, Ledezma, Eduardo Fernández, hablan incesantemente de la Unidad, sobre su necesidad imperiosa, sobre lo indispensable que es su avance como alternativa única para sacar del poder a los hampones castro-chavistas.
Todo ello está muy bien pero… está muy mal. Por qué? Porque nadie ha tomado la iniciativa de presentar un programa de acción concreto, de seis a diez puntos, sobre las bases de tal unidad. Nadie ha dicho: “este es el programa de acción que estamos en capacidad de ofrecer a la oposición venezolana. Vamos a unirnos en torno a este programa de acción. Vamos a llevarlo a cabo”.
Hay propuestas para lograr la Unidad, , como la del distinguido político Eduardo Fernández que -realmente- representan buenos deseos, difusos, pero que no constituyen una guía efectiva para la acción. El Tigre dice:
“el primer punto es el de sustituir la cultura de la confrontación por la cultura de la cooperación y del diálogo. El segundo punto es la modernización de la economía venezolana. El tercer punto es la crisis social. El cuarto punto de la agenda de unidad nacional trata el tema cultural. Por último, debemos abordar el tema de los valores”.
Que es esto? Perdona Eduardo, esta es una lista de súper mercado. No es esto lo que necesitamos, Eduardo.
La lista del Secretario General de la MUD, Jesús Torrealba, es igualmente difusa. Enumera Torrealba:
) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO PROPIETARIO
2) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO SOLIDARIO
.3) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO PRÓSPERO Y EL ESTADO AUSTERO
4) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO SEGURO
5) LA VENEZUELA TRICOLOR SERÁ LA DEL PUEBLO UNIDO EN SU DIVERSIDAD
Y explica:
Construir una Venezuela Tricolor como la aquí descrita es plenamente posible. Los venezolanos tenemos perfecto derecho a vivir en un país del Primer Mundo. Y la ruta hacia ese objetivo no es Maiquetía, sino LA UNIDAD: Unidad de sueño y compromiso, unidad de preocupación y ocupación, unidad de reflexión y lucha, UNIDAD DE VOTO Y CALLE. Y, por encima de todo, unidad de quienes siempre hemos adversado al Proyecto Totalitario con los compatriotas hermanos nuestros que en los últimos dos años han descubierto que ese proyecto es una oferta engañosa, una estafa. Venzamos a los estafadores, construyamos la viabilidad para este sueño plural, avancemos desde los escombros del Desastre Rojo hacia la libertad, la igualdad y el progreso de la Venezuela Tricolor. Y hagámoslo JUNTOS porque, como dice nuestro entrañable Gloria al Bravo Pueblo, “¡La Fuerza Es La Unión!”
Esta lista de Torrealba tampoco nos habla de iniciativas concretas alrededor de las cuales podamos unirnos todos los venezolanos quienes deseamos ver un país democrático, libre y de ciudadanos.

Anónimo dijo...

LAS ARMAS DE CORONEL

Son muchos los venezolanos quienes suscribirían un programa de acción concreta por parte de la oposición que incluya puntos como lo siguientes:
1. Liberación inmediata de los presos políticos
2. Representación proporcional de la Oposición en la dirección de los organismos públicos: AN, CNE, CVG, PDVSA.
3. Investigación llevada a cabo por un grupo donde participe la oposición de contratos celebrados a dedo por PDVSA y Corpoelec.
4. Auditoría independiente de FONDEN y CADIVI
5. Cese inmediato de entrega subsidiada de petróleo a Cuba y a países de PetroCaribe y aumento de los precios de la gasolina para recuperar el costo de refinación.
6. Cese del control de cambios
7. Apego a la Constitución en todo lo referente al sistema de gobierno central, estatal y municipal. Nada de Comunas
8. Atención inmediata a los hospitales públicos y cese del adoctrinamiento ideológico en la educación oficial
9. Cese de las restricciones al libre ejercicio comercial, a los racionamientos y a los sistemas de control inspirados en Cuba
10. El cese de alineamientos del estado venezolano con los regímenes forajidos y grupos terroristas del planeta
Como se comprenderá esta no sería una lista de condiciones para comenzar un diálogo sino una lista de acciones exigidas al régimen por una gran parte de la sociedad venezolana. Es una lista que no puede estar sujeta a negociación, es un programa de acción sobre el cual basar una postura oposicionista activa, de calle, la cual incluya todos los recursos posibles dentro de las leyes, incluyendo huelgas sectoriales o generales.
Por lo menos, una lista así tendría la virtud de ser concreta.

La democracia y la libertad no se mendigan, se lucha por ellas.