jueves, abril 16, 2015

"Firmas marchitas" ("... varios días después de un entierro. Y los sancionados, sancionados quedaron".)

 
 
POR:ANTONIO A. HERRERA-VAILLANT
Se dice que Obama se doblegó a la monarquía cubana para conseguir aplausos con la claque populista reunida en Panamá. Quizás. Pero su reciente dueto de paz y amor con Raul Castro también evoca lo que Gorbachov dijo a los norteamericanos al fin de la guerra fría: "A Ustedes les vamos a hacer algo terrible -les vamos a privar de un enemigo".

Lo de Obama no sorprendió, pero Castro quedó totalmente en cueros ante sus fanáticos de toda la vida mientras sus matones importados resaltaban ante el mundo la verdadera naturaleza de su dinastía.

¿Cómo compaginar un viejito manso y apacible que derrocha amabilidades con el sanguinario tirano que toda su vida escupió insultos, amenazas y descalificaciones contra sus nuevos interlocutores? Sesenta años de libretos, argumentos y tramoyas bajaron por el retrete  de la historia en esos pocos minutos. ¿Quién le volverá a creer si intenta volver atrás?

Ya todos volvieron a casa: Dilma, a enfrentar manifestaciones y preparar maletas para Washington; la Kirchner, a ligar que Scioli no termine echándola por la borda; Santos, a tratar que su tinglado entreguista no se le reviente en la cara; y Evo a seguir siendo Evo.

También regresó uno cuya "victoria" se limitó a un fugaz y subrepticio encuentro de pasillo (cero fotos, por favor) con quien no le paró ni medio segundo de atención a su perorata formal -para salir repitiendo "podemos dialogar" y declarando amor por Eric Clapton.

Encuentro patético si se compara con el performance estelar montado a todo trapo con el viejo Castro, recogido por cientos de micrófonos, iluminado por miles de cámaras. El dueto de los dos tenores fue la esencia del show panameño, y ambos siguieron el libreto en perfecta armonía. Con seriedad.

Muy distinto el vergonzante e improvisado encuentro -¿diez minutos?- con un Obama a punto de embarcar: como compasivo que discretamente recibe al suplicante y le lanza mendrugos. No se puede sino recordar aquel reclamo de barrio criollo: "¡Pana, tírame algo!".

Y ahora: ¿Qué será de las firmas? ¿Vendrán de vuelta para compensar la grave escasez de papel? ¿Las recordarán en dos meses? Para entonces pesarán más que un collar de bolas criollas en medio de los devastadores tornados de una crisis económica cuyo cerco estrangula más por día.

Todas esas "valientes" rúbricas contra el "imperio" -el verdadero número es ya irrelevante- y la alharaca que se armó con ellas resultaron simples flores de un día. Nada más. Hoy quedan cual marchitas coronas fúnebres varios días después de un entierro. Y los sancionados, sancionados quedaron.

aherreravaillant@gmail.com
 
 Fuente:http://www.eluniversal.com/opinion/150416/firmas-marchitas

No hay comentarios.: