POR:ANTONIO SÁNCHEZ GARCÍA.
La ambición rompe el saco. La avaricia también. Es lo que se deduce de
los estremecedores resultados dados a conocer por el diagnóstico 800 de
la encuestadora Pronóstico realizada en forma relámpago durante este
mes de junio a nivel nacional. Describe, con una minuciosidad que no
deja lugar a dudas, que Venezuela vive un deslave de rechazo como jamás
nunca lo viviera en sus doscientos años de historia republicana. Y
frente al cual el que llevara a Chávez al poder es un juego de niños. La
serpiente ha terminado mordiéndose la cola.
Los hechos reflejan el sismo que
Venezuela viene experimentado desde hace más de tres meses: una
insurrección profunda, irrefrenable, masiva y popular de impredecibles
consecuencias que se traduce en el rechazo categórico y absoluto de
parte de todas las clases sociales, razas, sexos y edades, al principal
responsable por la tragedia que sufrimos los venezolanos – Nicolás
Maduro – y por el régimen que pretende imponer y que tras dieciocho años
naufraga irremediablemente a la deriva. Basta un solo dato, cuya
contundencia es de tal magnitud, que en cualquier país medianamente
racional ya hubiera obligado al desalojo del gobierno. Pues por
muchísimo menos, los argentinos salieron de tres gobiernos en una
semana. En Caracas, ciudad capital de la República, asiento de las
instituciones del Estado, corazón y cerebro articulador de sus procesos
sociopolíticos, el 98,4% de los millones que la pueblan aseguran que la
salida a esta crisis tendrá que ser cualquier otra que no tenga nada que
ver con el gobierno. Flotan en el sargazo de las ruinas algunos
despistados que le dan un suspiro de credibilidad: el 1,6%. Vale decir:
99 de cada 100 caraqueños le ha retirado toda fe y toda esperanza a que
el lacayo de Raúl Castro pueda evitar el hundimiento y sacar el país a
flote.
El efecto político no podía hacerse esperar. De haberse constituido
en vida de Hugo Chávez en el partido más poderoso de la llamada Quinta
República, el PSUV ha descendido al 11,7% del electorado. Del cual, a
juzgar por el masivo rechazo a Nicolás Maduro, buena parte busca nuevos
horizontes. Como lo expresan dos hechos: la erupción volcánica de la
disidencia, liderada por la Fiscal General de la República, el grupo de
12 diputados que acompañaran a su esposo, el diputado Germán Ferrer, a
retirarle su respaldo a la bancada oficialista y los grupos de la
llamada Marea Socialista. Así como el 3.6% de reconocimiento que
encuentra Diosdado Cabello, su presidente. Nunca un presidente de la
República estuvo más hundido en las preferencias populares. Nicolás
Maduro está en el piso. Y con él todos los suyos.
También el tradicional panorama político partidista de la oposición
ha sufrido cambios de gran significación. Muestra, a grandes rasgos, una
aplastante mayoría que la llevaría literalmente a arrasar en cualquier
contienda electoral. Su respaldo nacional bordea el 90% de la
ciudadanía. Dispuesta a jugar en todos los terrenos por desalojar al
régimen, incluso en el de un gobierno de fuerza, que cuenta con un 14,7%
de aprobación, junto al 46,2 % que comparte la política de la MUD de
convocar a elecciones generales y un 20,7% que apuesta por un Gobierno
de Unidad Nacional. De la acera de enfrente, en pleno hundimiento, sólo
un 6,6% respalda el proyecto constituyente. ¿Imponerlo a raja tabla
contra el 93.4% que lo rechaza? Estamos ante un feto que nació muerto.
Pero las preferencias han desplazado, posiblemente para siempre, el
tradicional eje AD/COPEI que articulaba la vieja hegemonía democrático
partidista impuesta tras el Pacto de Punto Fijo a partir del 23 de enero
de 1958. Hay dos nuevas fuerzas emergentes: Primero Justicia y Voluntad
Popular. Cubren un cuarto de la población con claras preferencias
partidistas, prácticamente a partes iguales: PJ, con un 13,9 y VP con
13,3 %. Suman en conjunto el 27,2% de respaldo, mientras que todo el
resto partidista opositor alcanza el 8,8%. El PSUV ha descendido al 11,
7%, del que sin duda ninguna seguirá descendiendo hasta volver a
ubicarse tras de ese 5% histórico que constituyera el techo de las
aspiraciones de las fuerzas castro comunistas venezolanas hasta la
irrupción del fenómeno Chávez.
A ese realineamiento de fuerzas partidistas obedece claramente el
perfil de los líderes más destacados en la Venezuela de la hora actual: a
nivel nacional y considerando a todos los sectores encuestados,
Leopoldo López cuenta con el 27,2% de respaldo nacional, mientras que
Henrique Capriles le sigue con un 15,1%, María Corina Machado con un
5,2% y finalmente Henry Ramos Allup con un 4,6%. El liderazgo de
Leopoldo López se duplica al considerar sólo las preferencias en el
campo opositor: alcanza el 49,3%, lo sigue Capriles, con un 27,4,
Machado con un 9,3, Ramos con un 8,3 y Falcón, con un 4,2%.
Me interesa destacar un dato resaltante: más de la mitad de los
encuestados, si bien se alinean claramente en las filas de la oposición y
se enfrentan decididamente al régimen, que vive su inexorable
hundimiento, respaldando incluso las salidas más extremas y militantes,
no reconoce preferencias por partido alguno. 5 de cada 10 venezolanos no
han decidido aún su ubicación partidista. Son, en su inmensa mayoría,
opositores sin partido. De ellos dependerá, en gran medida, el curso
futuro de los acontecimientos. Convertida en masa crítica, terminará por
hundir definitivamente al chavomadurismo y le dará su perfil a los
futuros gobernantes. Que a juzgar por esta encuesta, estarán en las
cercanías de Voluntad Popular, de Primero Justicia, incluso de Vente
Venezuela.
Es el perfil de la Venezuela que se asoma de la mano de Voluntad
Popular y Primero Justicia: joven, pujante, sin cortapisas ideológicas y
con voluntad renovadora. No es un mal proyecto de país. ¿Los militares?
Esa ya es otra pregunta que merece otra encuesta. La estamos esperando.
@sangarccs
7 comentarios:
Leonardo Morales P.
Es la Constitución, es el 333
El país dentro de pocos días entra en la fase final del más absoluto y profunda desmadre. No hace falta recurrir a conceptualizaciones politológicas para calificarla como tal, con lo cual será de más fácil compresión para un público no especializado.
Los sectores en pugna lo saben; viene un “choque de trenes” es una de las expresiones más utilizadas para caracterizar lo que nos viene, como que si fuera poco lo que ya se tiene y se vive. Dicho así, es previsible que lo que viene, el futuro, será, pues, mucho peor.
La cotidianidad, vestida de tragedia y de angustia, de manifestaciones, protestas, represión y muertos, ha hecho olvidar o, en el mejor de los casos, ha ocultado los detonantes de la verdadera crisis, personificándolo en la más despreciable gestión gubernamental que haya tenido Venezuela: el gobierno de Maduro.
La corrupción ha hecho metástasis en el cuerpo gubernamental y administrativo en todos sus niveles, cualquiera diría que se ha democratizado, todos como pirañas de franelitas rojas meten la mano en el erario público sin el más mínimo recato. El profundo daño que el gobierno ha asestado a la institucionalidad del país le ha permitido avanzar en la destrucción de los propios principios morales y democráticos.
Maduro y su tropa quieran avanzar en la constitución de un régimen autoritario; la convocatoria de una Asamblea Constituyente impulsada con exigencias muchísimas menores a aquellas que hicieron posible la aprobación de la Constitución de 1999, pone de manifiesto el carácter autocrático de sus proponentes y de la intención de gobernar sin atender a la opinión de los ciudadanos. Pero Maduro a lo “Juan Charrasqueado”, sigue su curso repartiendo poder y cargos “donde hay”, entre los detentadores de la pólvora.
La ANC, si acaso se elige, podrá aprobar una nueva Constitución, pero su duración será efímera, sin legitimidad y sin apoyo social. En verdad, el resultado del proceso para violar la Constitución de 1999 que organiza el CNE, solo servirá para organizar un gran encuentro del partido de gobierno donde se ventilen y diriman sus diferencias internas.
En esas circunstancias, las pretensiones de esa reunión de psuvistas estarán muy lejos de procurar un proceso de entendimiento entre los venezolanos y, quizá, difícilmente se logren acuerdos entre ellos mismos.
A los venezolanos que racionalmente comprenden que un proceso de modificación, enmienda o cambio sustancial del pacto social exige de una amplia y larga deliberación, de extensa consulta de la sociedad, les corresponde enfrentar la pretensión del “charro” presidente de querer imponer una constitución legitimada, según el maquillaje que desde el CNE darán a la escasa y vergonzosa participación electoral.
Debe quedar claramente establecido que la única Constitución que se reconoce en el país es la aprobada en 1999, cualquier otra pretensión debe ser rechazada de acuerdo a lo establecida por ella misma, esto es: asirse al artículo 333 constitucional.
El “charro” ha dicho: “…lo que no se pudo con los votos lo haríamos con las armas…”, amenaza de un autócrata al que habrá que advertirle, como al demonio con un crucifijo, que la Constitución obtenida por los votos, la mantendremos con el sufragio.
@LeoMoralesP
Jorge Antonio Galindo
¿Quién nos entiende?
La tarde del pasado martes 27 de junio sin duda fue muy acontecida. Se cumplía otra jornada de protestas convocadas por la Mesa de Unidad Democrática en defensa de la libertad de expresión y respaldo a los comunicadores sociales que han sido víctimas del abuso de autoridad en el cumplimiento de su trabajo. Sucesivamente se realizó la sesión ordinaria de la Asamblea Nacional que se vio afectada por una situación irregular en la que efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana agredieron a varios diputados, incluyendo al Presidente del Parlamento Julio Borges, acción que condenamos enfáticamente.
Paralelamente a estos eventos del Palacio Federal Legislativo se presentaron una vez más un grupo de afectos al oficialismo que tienen como “profesión” agredir a todo el que les resulte sospechoso de ser opositor y que se atreva a merodear el recinto que funge como la Casa de las Leyes y al que todos tenemos derecho de visitar. Estuvieron allí para hacer lo que saben hacer: agredir y amedrentar a los diputados electos por la voluntad de aproximadamente catorce millones de venezolanos, manteniéndolos retenidos y lanzando explosivos artificiales, por supuesto bajo la mirada complaciente de los “custodios” funcionarios de la guardia nacional. Por otra parte, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia cometía otra aberración jurídica al despojar ilegalmente de sus facultades a la Fiscal General de la República Luisa Ortega Díaz que en los últimos días ha venido calentando la atmósfera al régimen acostumbrado a mangonear a todos los poderes del Estado.
Ante semejante embestida informativa es perfectamente entendible que los ciudadanos estuviésemos tratando de poner orden en nuestra mente para poder formarnos una perspectiva medianamente ajustada al contexto de lo que ocurría. Asimilar lo que ocurría no era fácil en medio de la angustia y ansiedad que tenemos por el futuro cercano del país. Se entiende que cada quien desarrolle su mecanismo de defensa para no cruzar la línea de la locura, porque francamente lo que tenemos que vivir los venezolanos es de condición psiquiátrica.
Pero cuando comenzábamos a digerir todo, mientras tomábamos el lujoso y tradicional café vespertino (sí, algunos todavía lo hacemos) convencidos que se había culminado otra faena política, los caraqueños presenciamos el sobrevuelo de un helicóptero perteneciente al Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas que sorprendió a todos al realizar varios disparos y arrojar algunas granadas al edificio sede del TSJ al norte de la ciudad y a pocos metros del Palacio Presidencial de Miraflores. Algunos captaron con sus cámaras que desde la aeronave se mostraba una tela donde se podía leer: “350, Libertad”.
Jorge Antonio Galindo
¿Quién nos entiende?
Por supuesto, hasta el que viene mostrando indiferencia con lo que ocurre en el país concentró su atención ante lo que estaba ocurriendo, comenzó a reinar la confusión, los promotores de las cadenas de audios telefónico saturaron las líneas, las vecinas que tienen un sobrino que está casado con la hija de un asistente del mensajero del chofer de un Coronel del ejército nos acribillaron con sus “tubazos” de que estaba pasando de todo en todas partes y en cada dimensión, pero lo más común fueron los escépticos, algunos que religiosamente son fanáticos de las teorías conspirativas del G-2 cubano al que le atribuyen hasta la gripe que le da al perro de la casa y que en seguida dispusieron: “eso fue un show del gobierno”.
Curiosamente, muchos de los que aseguran que el régimen está debilitado o derrotado y que es cuestión de horas para que termine de irse son los mismos que le atribuyen el poder y la fuerza sobrenatural de controlar todos los sectores del país, en especial de los distintos organismos de seguridad y defensa del Estado. Así, siempre supondrán que todo lo que se salga del margen en el acontecer nacional se trata de una olla que se pretende montar para tapar algo, pero siendo justos, no se les puede culpar: tenemos casi dos décadas sobreviviendo al chavismo, sin embargo hay que ponerse de acuerdo: ¿es débil el gobierno de Nicolás Maduro o no?
Cuando estamos urgidos de transitar un cambio en la situación del país, solemos ver distintas luces al final del túnel sin tener la certeza de tratarse de la salida o de un tren que viene en sentido contrario, pero a pesar de eso tenemos que poner orden en lo que buscamos. ¿No sé supone que constantemente exigimos a los oficiales de los cuerpos de seguridad y defensa del Estado que se pongan los pantalones para enfrentar a quienes han enterrado a la República y que se pongan del lado de quienes queremos rescatar la democracia y libertad?, ¿Entonces, por qué cuando alguien desde los componentes da un paso al frente en su desconocimiento del régimen entonces lo acusamos de ser un “show para distraer la atención”? Caramba, ¿quién nos entiende?
Amigos: para cualquier miembro de las fuerzas públicas no es fácil desmarcarse del gobierno ilegítimo y persecutor, para ellos hacerlo significa arriesgar hasta su propia vida y las de sus familias. Si queremos que salgan a hacer su trabajo en el recate del orden constitucional no podemos atacarlos nosotros mismos.
La acción emprendida por el grupo comando encabezado por Oscar Pérez no fue ningún montaje. Es cuestión de tener sentido común e investigar un poco. Al gobierno le conviene siempre generar la opinión de que todo fue orquestado por ellos porque así se tiene la percepción que Nicolás Maduro tiene el control de todo y la verdad es que no, no hay manera alguna que lo ocurrido le haya servido para sacar algún beneficio, por el contrario, dejó al descubierto su debilidad y las fracturas profundas que son más que evidentes.
Tampoco permitamos que los dirigentes políticos guerreros de micrófonos pretendan minimizar la acción de estos hombres con su inteligible requerimiento de un cambio pacífico y democrático que desplace a los que han sepultado la Constitución y han cerrando las vías legales aferrándose al poder a costa de la sangre de decenas de venezolanos asesinados en su lucha por la libertad. Captemos el mensaje que nos envían desde los círculos institucionalistas de los cuerpos policiales y militares que quedan y respondamos con inteligencia y respaldo, porque sin ellos será muy difícil conquistar nuestros objetivos republicanos En próximas entregas abordaremos este tema con algunas precisiones importantes.
Profesor en Ciencias Sociales
Twitter: @jaggalindo
jorgeantoniogalindo@gmail.com
Sergio Arancibia
¿Podrá Lazaro resucitar?
30 Junio, 2017
Todos sabemos que los dólares provenientes de la venta internacional de petróleo no están fluyendo hacia la economía venezolana en la cuantía en que lo hacían en años anteriores. Ello, como consecuencia de la caída de la producción, de la carencia de inversión, de la falta de mantenimiento, del endeudamiento de la empresa petrolera, del aumento de la nómina fuera de todo raciocinio, de la asociación con empresas que no aportan tecnología ni capital, por la comercialización a lo amigo y por el cobro cuando se pueda. También por la baja de los precios internacionales del petróleo.
El oro- proveniente de las reservas internacionales del BCV- tampoco se puede seguir vendiendo para sacarle las patas del barro al gobierno. Ese oro se acaba, y si no se acaba, se reduce a niveles peligrosos. No se trata de un recurso renovable.
La posibilidad de endeudarse es casi nula, pues la tasa riesgo país es sumamente alta – más del 20 % – pues el sistema financiero internacional no tiene confianza en las locuras económicas que aquí se llevan adelante.
La inversión extranjera tampoco llega, pues no hay normas claras al respecto, sobre todo en materia cambiaria, en lo concerniente a la repatriación de utilidades y de capitales y en lo relativo a los tribunales en los cuales resolver eventuales conflictos
La posibilidad de exportar mercancías distintas al oro y al petróleo tampoco se visualiza como una salida de corto plazo, pues no hay políticas de promoción de exportaciones, no hay divisas para importar insumos y materias primas, ni existe una tasa de cambio que permita las rentabilidades requeridas para hacer posible el proceso exportador.
Por lo tanto, no hay políticas serias que permitan decir que se construye una economía que no descanse en el rentismo petrolero. En el fondo de las cosas se sigue poniendo la esperanza en que el precio internacional del petróleo repunte en el mercado internacional y saque al gobierno actual de sus apuros. Desgraciadamente para el gobierno y para el país, el precio del petróleo no da señales de que vaya a repuntar. Los esfuerzos de la Opep – con recortes de producción y con acuerdos con los países `productores no Opep – no han dado los resultados esperados. La Opep ha perdido, al parecer, la capacidad de influir en forma decisoria en el mercado petrolero, y a este fluye en forma creciente el petróleo extraído por medio de las técnicas de fraking, especialmente proveniente de Estados Unidos. La demanda de China, a su vez, no es suficiente en esta oportunidad para mantener altos los precios.
Por lo tanto, el rentismo petrolero yace agonizante en su lecho de muerte, por causas internas y externas, pero no se hace nada para buscarle reemplazante. La única política es esperar que resucite.
Juan Páez Ávila
El gobierno profundiza la crisis
30 Junio, 2017
Las últimas intervenciones de Nicolás Maduro en cadena de radio y televisión, constituyen mensajes directos a los organismos represivos y a los grupos paramilitares denominados colectivos, que conducen a la profundización de la crisis política, social y económica que atraviesa el país, al acusar a la oposición y a los disidentes del chavismo, de ser agentes de potencias extranjeras y de promover un golpe de Estado, e incluso de realizar actos terroristas, cuando todo observador más o menos perspicaz y los videos que filman algunos periodistas y manifestantes, revelan que la violencia la ejecutan los partidarios del oficialismo.
Amenazar con la armas si no obtiene los votos necesarios para permanecer en el poder, no sólo viola la Constitución Nacional, sino que se trata de una instigación al terrorismo de Estado. Nada justifica el uso de la violencia por perder unas elecciones, tal como lo hizo Pérez Jiménez el 2 de diciembre de 1952, cuando desconoció el triunfo del Partido Unión Republicana Democrática (URD) que encabezaba Jóvito Villalba, e impuso una dictadura militar hasta el 23 de Enero del 58, cuando fue derrocado por la acción conjunta de la Junta Patriótica y las Fuerzas Armadas.
El rompimiento del Orden Constitucional por parte del Jefe del Estado, con apoyo de un Tribunal Supremo de Justicia que responde a sus intereses partidistas y personales de permanecer indefinidamente en el poder, ha profundizado a tal extremo la crisis, que la oposición, la sociedad civil en general e incluso la Fiscal General de la República, han tenido que desconocer el régimen y llamar a aplicar los artículos 333 y 350 de la Constitución Nacional, en defensa de la propia Carta Magna y por el restablecimiento de la legalidad.
Y aunque la crisis política, social y económica se agudiza, generando una guerra de baja intensidad, es necesario señalar que de acuerdo a la experiencia mundial, si no se busca una solución negociada hoy, después de más de 80 venezolanos asesinados, los actores políticos tendrán que acordarla mañana, en un futuro indeterminado, si continúa la represión y la protesta ciudadana, después de centenares o miles de muertos en una confrontación fratricida.
Un solo ejemplo es suficiente para repensar los peligros que corre nuestra población y en particular nuestra juventud. Si después de 52 años de guerra, más de 200 mil muertos y millones de desplazados, los colombianos llegaron a un gran acuerdo nacional, entre el gobierno que preside Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC, que pone cese al conflicto y abre las perspectiva de una paz duradera, no puede ser descabellado pensar que en nuestro país, con la participación de destacados representantes del gobierno y la oposición, y de organismos internacionales interesados en superar la mayor crisis económica, social y política que vive Venezuela, se encuentren mecanismos de negociación que conduzcan a la estabilidad de un estado de derecho. Esto lo escribimos hace apenas uno o dos meses
El llamado a los venezolanos a un Acuerdo Nacional para la transición, dirigido a todos los ciudadanos, sin distingo de ideologías o de su militancia política, interesados en procurar un cambio del régimen de tendencia totalitaria por un gobierno democrático, que han propuesto diversos sectores pacifistas nacionales e internacionales, puede y debe interpretarse por su contenido general, como una convocatoria a restablecer la vigencia plena de la Constitución Nacional Bolivariana de Venezuela.
Un gran acuerdo que ponga en vigencia todas las instituciones que caracterizan la democracia plena: libertad de los presos políticos, regreso de los exiliados; autonomía a los Poderes Públicos, Jueces que juzguen y condenen a los culpables de delitos, por razones de verdadera justicia y no por venganza política. En síntesis, que se cumpla la Constitución Nacional, la Carta Interamericana Democrática y todos los acuerdos internacionales en la materia aprobados y refrendados por Venezuela.
Politólogo Carrasquero (Noticiero Digital)
Venezuela atraviesa el más grave de sus momentos republicanos. El estado formal, el previsto en la constitución, ha sido desintegrado por una serie de acciones ilegales e ilegítimas del conjunto de herederos de Hugo Chávez que se hicieron del poder como si de un botín se tratara.
A sabiendas de que han perdido el apoyo popular, decidieron evitar a toda costa cualquier procedimiento electoral llegando incluso al colmo de eliminar el resultado comicial del Estado Amazonas con la finalidad de truncar la mayoría absoluta que la oposición conquistó en 2015. Esta fue la tercera entrega de este golpe por fascículos que la dictadura ha venido ejecutando desde el mismo momento que no aceptó una auditoría de las elecciones presidenciales de 2013. El segundo fascículo fue el nombramiento por una Asamblea Nacional extinta, la comandada por Cabello, que violando toda legalidad y procedimiento nombró un TSJ obsecuente y dispuesto a cumplir con las órdenes de la cúpula putrefacta que controla el poder en Venezuela. Demás está decir que estos sujetos no debieron aceptar los nombramientos como jueces visto lo viciado del procedimiento, pero, corrupto es corrupto.
El manejo que hace el señor Maduro de los asuntos que le competen como presidente de Venezuela es verdaderamente lamentable y despreciable. Durante los últimos años hizo caso omiso a las señales que anunciaban una caída de los precios del petróleo que acabarían con el socialismo a realazos instaurado por Chávez. Por el contrario, siguió endeudando al país y pagando religiosamente los intereses y capital de la gigantesca deuda contraída por él y su predecesor en detrimento del pueblo venezolano.
Y lo que pasa es que estamos frente a un conjunto de personas que conforman una banda criminal que se dedica a distintas actividades delictivas. La primera y más evidente es el saqueo de las arcas de la nación a través de un control cambiario que ha desangrado el tesoro público como nunca antes desde el descubrimiento.
La otra rama del negocio tiene que ver con el tráfico de drogas que se ha enseñoreado en Venezuela de una forma jamás vista. Estos señores han puesto al servicio de la internacional del narcotráfico todo nuestro territorio, en cual pululan pistas de aterrizajes clandestinas, el tránsito por nuestros grandes ríos y costas de lanchas rápidas que llevan la droga a naves nodrizas, nuestros aeropuertos y puertos que han sido groseramente usados para que salgan naves con grandes cargamentos de distintas drogas.
En este punto estriba principalmente el problema que enfrentamos los venezolanos. Esta banda criminal dedicada al tráfico de drogas está al descubierto y sabe que deberá pagar por sus crímenes de caer en manos de la justicia. Aunque es claro que la constitución de 1999 prohíbe la extradición de nacionales, una enmienda de la carta magna pudiera cambiar esa situación convirtiendo a buena parte de la banda gobernante en extraditable.
Politólogo Carrasquero (Noticiero Digital)
Es así como el problema que enfrenta el pueblo venezolano no es enteramente político. Porque la banda narcotraficante está dispuesta a lo que sea para no salir del poder y llevar a cabo su trampa constituyente. ¿Cuál modelo de constitución? El cubano evidentemente, uno en el que la gente quede subordinada a unas comunas en las cuales no tienen más alcance que el vecinal o parroquial y cuyos dirigentes nombrados a dedo votarán permanentemente por mantener al dictador en el poder.
Lo electoral se ha convertido en la peor pesadilla del narco madurismo/cabelludo. No ganarían una elección ni en las juntas de condominio de sus casas de habitación. Están rodeados de quienes consideran perros fieles que para mala suerte de ellos es gente con muy poca preparación, inexistentes valores morales y con un profundo desprecio por los valores democráticos.
El problema de los venezolanos, repito, no es político. Es el enfrentamiento de un pueblo contra una banda criminal. Esto raya en lo que hemos visto durante los últimos más de noventa días, en una guerra civil de baja intensidad en el que la mafia gobernante saca a sus paramilitares a someter por la vía del terror a la población, y donde soldados de otros países son incorporados en los cuerpos policiales para reprimir brutalmente a los venezolanos.
Cada vez que he hablado con alguien fuera del país le he explicado que en Venezuela no se puede invocar el principio de autodeterminación de los pueblos. Básicamente porque quienes están en el gobierno no respetan ni la constitución ni las leyes. Porque para ellos todo el que se les opone es automáticamente un enemigo que debe ser liquidado y allí encontramos el penoso caso de la persecución de un ilegítimo, ilegal y corrompido TSJ en contra de la Fiscal General.
Lamentablemente, debido a la ceguera de la comunidad internacional, la apatía e incapacidad de buena parte del cuerpo diplomático acreditado en Venezuela, esto va a terminar mal. La no decisión por parte de la OEA se convirtió para los sectores en conflicto en el país en una especie de carta blanca para apelar a lo que sea necesario para imponer el modo de hacer de quien resulte victorioso en esta ya sangrienta contienda.
La autodeterminación del pueblo venezolano difícilmente será por la vía pacífica a menos que una acción internacional le haga ver a Maduro y su banda de malhechores los costos que acarrearía seguir violando todos los derechos humanos de los venezolanos como lo han venido haciendo con más énfasis durante los últimos cuatro años.
La inacción internacional, de continuar, derivará en una cruenta lucha que convertirá a Venezuela en una Siria suramericana y en un grave problema para la región que tendrá una fuente de violencia y narcotráfico que con toda seguridad los afectará gravemente.
@botellazo
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