En diversos centros se diseñan políticas para ejecutar en el período
de transición que va del régimen de Maduro hasta la instalación de un
nuevo Presidente, producto de elecciones libres, justas y limpias. Es un
período que nadie puede predecir, pero que se podría estimar –a ojo de
buen cubero- entre uno y dos años.
Muchos se preguntan cómo serán las
medidas, cuáles sus ritmos e impactos. Sostengo que depende de dos
variables que son difíciles de predecir: la primera se refiere al grado
de paz o de violencia que tenga la transición; la segunda se refiere al
grado de legitimidad que tenga la transición, lo cual refiere al
reconocimiento nacional e internacional del gobierno que suceda al
régimen de Maduro. Hoy me refiero a la primera variable.
Nadie duda que una transición pacífica y totalmente legítima es
ideal. Ésta se habría podido lograr en la medida en que los dueños del
poder rojo se convencieran de que su proyecto no sólo fracasó sino que
no tiene ninguna -léase bien, ninguna- posibilidad de sobrevivir mucho
más tiempo. En este caso, una negociación para la salida, con ciertas
garantías a los jerarcas que se avinieran a dejar el poder y sus
oropeles, garantizaría paz y, por supuesto, legitimidad en el cambio
político.
Sin embargo, se sabe que la situación no es tal. Aunque ya hay varios
importantes personajes del régimen que han pedido pista para aterrizar
en otros países, el núcleo que no tiene regreso se mantiene preparado
para impedir su relevo por medio de la violencia policial, militar y
paramilitar que ejerce sin medida ni contención alguna. La transición
involucrará la presión internacional, la protesta popular y la actuación
de los militares que busquen devolver la vigencia de la ley; en este
caso, la violencia dependerá del grado de resistencia que oponga el
régimen saliente.
La capacidad de Maduro de resistirse mediante la violencia al cambio
depende del grado de control militar que ostente. Por los signos
recientes y las conspiraciones detectadas, así como las acciones que no
por aisladas dejan de ser indicativas, pareciera que la ruptura entre
los generales y almirantes de un lado, y los oficiales de más bajo
rango, por el otro, deja a Maduro sin el apoyo de la masa de oficiales y
soldados de la FAN. Pero no está inerme: cuenta con los grupos más
represivos de la policía política y la inteligencia militar, los
colectivos, además de las unidades antimotines de la Guardia Nacional y
la Policía Nacional. ¿Cuántos serán estos agentes? ¿Cinco mil? No lo sé.
Pero matan.
Iniciaré estas líneas pidiéndoles que enumeren una sola cosa que a
Maduro le haya salido mal desde que asumió la presidencia. ¿En qué ha
fallado Nicolás? ¿Qué parte de su plan no ha salido como esperaba o no
ha cristalizado en los tiempos establecidos? Lejos de debilitarse,
Maduro y sus secuaces avanzan a grandes zancadas hacia la consolidación
del nuevo modelo comunista -uno reinventado, repotenciado o reloaded-
para el que nuestro amado y golpeado país ha servido de prueba piloto.
Desde antes de los anuncios del pasado
17 de agosto, me he dado a la tarea de desgranar minuciosamente la
estrategia del régimen, intentando encontrar las razones de su éxito.
Porque, aunque a muchos no les guste escucharlo, este desgobierno ha
sido exitoso.
Y pienso que ese, quizá, ha sido nuestro mayor error: no hemos
querido reconocer que estamos frente a un enemigo muy astuto, al que
hemos subestimado. Llevamos casi dos décadas creyendo que los “errores”
–deliberados- que comente, la miseria que ha generado y las muertes que
ha causado, son razones suficientemente convincentes que lo conducirán
hacia el fin de sus días de opresión. Hemos creído que son los
detonantes que provocarán el ansiado estallido social “porque esta
situación, ahora sí es verdad, que no la aguanta nadie”. Y no es así. No
será así. No lograremos cambiar el modelo, ni sacar a quienes tienen la
responsabilidad de aplicarlo, hasta que no cambiemos el paradigma y
dejemos de pensar que “Maduro es un bruto, que no sabe lo que hace”.
Lamento contradecir a muchos: Nicolás sí sabe lo que hace, y está
rodeado por unos cómplices, cohesionados e indolentes, dispuestos a
llevar este sistema hasta sus últimas consecuencias.
Todo lo que ha hecho el régimen durante estos años le ha servido para
arraigarse en el poder. No importa si está al margen de la justicia. No
le interesan las acusaciones, ni las amenazas, ni las sanciones
internacionales. Este régimen ha tenido suficiente tiempo gobernando
como para edificar su fortaleza. Transformar a Venezuela en su bunker
impenetrable, con suficientes riquezas y recursos como para vivir
-ellos, los de la élite en el poder y sus encubridores- por 20 o 30 años
más. Lo han logrado porque su Plan de la Patria, es el Manifiesto
Comunista rediseñado, actualizado y mejorado, y lo han venido aplicando
como una “fórmula mágica” que comienza a dar los resultados esperados.
Para salir de este régimen tenemos que dejar de subestimarlo.
Entender que han tenido los recursos y el tiempo para poner a las mentes
más brillantes -y fieles devotos del modelo comunista- a estudiar las
causas que provocaron el derrumbe de la Unión Soviética; por ejemplo.
Tenemos que dejar de decir que el modelo comunista fracasó en todos los
países donde intentó imponerse. Tenemos que ver a Venezuela como una
experiencia sin precedentes históricos, porque hemos sido la prueba
piloto de una fórmula nueva diseñada por los fanáticos de Stanlin,
Franco, Hitler, Hussein o Fidel, quienes han analizado minuciosamente
los errores y debilidades que cometieron sus ídolos, para generar este
modelo nuevo, en etapa experimental en nuestro país, y cuyos resultados,
imagino, deben tenerlos muy complacidos.
Dejemos de decir “es que nadie hace nada” y comencemos a preguntarnos
“¿qué puedo hacer yo para cambiar esta situación?”. Dejemos de pensar
que la salida es un golpe militar, que no ocurrirá nunca; o que la
solución será la intervención internacional –un procedimiento que tiene
sus tiempos y pasos que cumplir. Comencemos a entender que Venezuela ha
sido el tubo de ensayo de investigadores comunistas de las mejores
universidades rusas, españolas, chinas e iraníes, dispuestos a no fallar
esta vez en la fórmula. Insisto: el régimen ha tenido el tiempo, los
recursos y el apoyo para lograr su cometido. Son 20 años, queridos
amigos, generando pobreza, provocando el éxodo de nuestra gente
talentosa, sembrando el miedo, la miseria, la destrucción y las muertes
que se necesitan para afianzar el modelo. ¿Las medidas anunciadas el 17
de agosto? Maduro tiene razón: es su fórmula mágica, con la que hace una
nueva razia contra el capitalismo, encarcela a más inocentes, ahuyenta a
un nuevo grupo de venezolanos del país y expande su control a través
del incremento de la pobreza.
En algún momento llegué a considerar que Nicolás era lo
suficientemente escaso de cualidades como para darle continuidad al
desastre iniciado por el difunto expresidente intergaláctico. Y no ha
sido así: Maduro, hecho el pendejo, ha llevado al país con éxito al
hundimiento y aislamiento que todo modelo comunista pretende. Amparado
en el Petro –ese cripto invento virtual por el que nadie da ni medio-
pero que le brinda el respaldo económico que no tuvo en su momento la
Unión Soviética. Y protegido, además, por una sociedad de cómplices, a
la que el régimen le descubrió el precio y es la que le ha dado las
bases para edificar este sistema en etapa experimental que, si triunfa,
será nuestro único producto de exportación.
Libres, el nacimiento de una nueva
Venezuela, es el título del libro de Carlos Vecchio quien ha convertido
el exilio en una trinchera de la lucha por la libertad y la resistencia
contra la dictadura del hambre y la corrupción de Maduro. Mas allá de la
nostalgia está la acción de un político a tiempo completo que predica
con el ejemplo en todos los escenarios en defensa de los derechos
humanos y de la democracia venezolana.
Es el relato de un político perseguido
por un régimen represivo y brutal que criminaliza y apresa a quienes
piensan distinto. En la actualidad hay alrededor de 500 presos políticos
en Venezuela, los principales partidos están ilegalizados y una parte
importante de la dirigencia opositora está exiliada.
Libres es el relato del sacrificio pero
también del pensamiento y la acción de quien no se queda en el
diagnóstico del padecimiento de Venezuela sino que también traza y
transita una hoja de ruta con propuestas para ir construyendo entre
todos el mapa del país que queremos y seremos, como el mismo Vecchio lo
define a lo largo de su libro.
Sin gríngolas ideológicas, el autor se ubica en la renovación de las ideas más avanzadas de la socialdemocracia
y de lo que algunos definen como el progresismo o el socialismo
liberal. Se trata de igualarnos hacia arriba en la superación, mejorando
las condiciones y las oportunidades para todos.
Promueve Carlos Vecchio un consenso nacional para “profundizar y
relanzar la descentralización en toda su dimensión como un antídoto
contra el centralismo, el presidencialismo y el caudillismo que nos han
hecho tanto daño”.
Me atrevo a agregar, tal como lo dije en mi libro Venezuela Herida,
pacto por la democracia del futuro (2003), necesitamos también un poder
legislativo más representativo que debe surgir de la alianza federal.
Tiene que ser bicameral porque en un sistema federal los estados se
asocian como iguales y deben tener una representación territorial igual
ante una cámara que es el Senado, la cámara federal por excelencia. Por
supuesto, también hay que transferir competencias y recursos para
garantizar una mejor gobernanza y gobernabilidad desde los espacios
locales. Otro tema importante es eliminar la reelección presidencial
para facilitar una renovación sistemática del liderazgo.
El camino para superar el caos y la corrupción en la que nos ha
sumido el proceso chavista es mediante una democracia que funcione en
doble vía: de abajo hacia arriba con una sociedad organizada y
movilizada, y de arriba hacia abajo, cuando los que detentan los poderes
públicos por mandato popular entienden que la mejor manera de
legitimarse es compartiendo el poder con la gente. Eso se logra con
federalismo, autonomía de las regiones y descentralización, todo lo cual
significa democratizar la democracia.
Un consenso indispensable es el del pacto social contra la exclusión y
la pobreza. Por supuesto, significa crear las condiciones para generar
riqueza fundamentalmente a través de la inversión privada tanto nacional
como extranjera. Ese debe ser el motor de una economía productiva y
solidaria que convierta el petróleo en una palanca para la
diversificación económica y la no dependencia de las importaciones. Ser
capaces de transformar materia prima en productos terminados con la
marca Hecho en Venezuela.
Si queremos distribuir riqueza tenemos que generarla, es decir,
producir para luego invertir con prioridad en educación, alimentación,
salud y vivienda. Con una mejor cohesión social y con un sistema de
justicia fuerte lograremos también reducir la inseguridad y la
violencia.
Como dice Leopoldo López en el prólogo del libro, todo ello será
posible solo si hay libertad, si los venezolanos somos libres para
pensar, opinar, estudiar, trabajar, innovar, emprender y desarrollarnos
de manera integral con un crecimiento económico a la medida del ser
humano, en una Venezuela libre, en un Estado de Derecho donde todos los
derechos sean para todas las personas.
Con este nuevo libro, titulado Libres
de Carlos Vecchio, el Círculo Editorial Visión Progresista, en esta
ocasión en alianza con Dahbar Editorial, promueve el debate de ideas en
el pensamiento político del nuevo liderazgo con la publicación de
ensayos y textos, como un aporte desde Voluntad Popular para construir
entre todos el proyecto político de la Venezuela que seremos, la mejor
Venezuela.
Ha estado muy activo el psiquiatra de Miraflores este fin de semana.
El mismo domingo 20 de mayo anunciaba cifras y porcentajes de votantes
en los centros electores, que revoloteaban como unicornios en su
parcializada imaginación, pero que los ciudadanos de a pie, que de una
forma u otra tenían curiosidad por saber cómo iba el proceso electoral,
no veían el desfile ostentoso de ciudadanos en los centros electorales
que fantaseaba el psiquiatra.
Ha sido tan hábil el falaz y soez
personaje creando argumentos, que tuvo la desfachatez de expresar que el
triunfo acomodaticio de Maduro por el CNE, ha sido la victoria más
contundente que ha tenido candidato alguno, en elecciones venezolanas,
cuestión que nos permitio recordar el robo que le hizo Ignacio Andrade a
el Mocho Hernandez.
Son tantas las justificaciones del psiquiatra para justificar lo
injustificable que no se para en artículos para expresar que ni que se
hubiesen unido todos los candidatos, derrotaban al Inmaduro, lo cual
también nos recuerda las elecciones del 2013, con la victoria pírrica
asignada por el CNE y a la falta de Henrique Capriles, quien no tuvo la
valentía para reclamar la victoria.
Lo que no puede justificar el psiquiatra y hace mutis, y no aclara
porque oscurece, es como utilizando los dineros del estado venezolano,
lo cual es peculado de uso y en cualquier país con una democracia formal
ya el inmaduro estuviese preso, ha dado ocho bonos para comprar
conciencia, aparte de la intimidación de la entrega de alimentos que
hace con las bolsas y cajas claps, asi como con el chantaje a quienes
viven en las casas de la misión vivienda. No ha dicho nada el psiquiatra
acerca de cómo pretendiendo subyugar a los ciudadanos con estos
insumos, no crece la cuantía electoral a favor del régimen, sino que
disminuye. Asi como tampoco explica las migraciones de ciudadanos y
dobles cedulaciones hechas por el CNE. Asi como tampoco explica porque a
los factores políticos ahora no se les entrega el REP o registro
electoral permanente, para facilitar la ubicación de los electores por
zonas, barrios o parroquias, como se hacía en otros tiempos.
Y es muy fácil desmontar el discurso del psiquiatra, ya que si
tomamos como punto de partida las elecciones del 2013, cuando el CNE le
asignó a Maduro 7.700.000 votos y a Capriles 7.500.000 votos, pasando
por las elecciones parlamentarias de 2015 cuando el Gobierno apenas pudo
obtener 5.600.000, al igual que en las elecciones regionales para
elegir gobernadores y luego las de los alcaldes, ahora dificultosamente
pudo llegar a 6.000.000 de votos; Lo que nos indica el estancamiento en
que está sumido este proceso de delincuentes y narcotraficantes. Es
decir a pesar del chantaje y de la entrega delictiva de los diversos
bonos y regalos, el gobierno tiene un techo y eso lo hace derrotable.
Otra cosa que tampoco explica el histriónico psiquiatra es como con
el mejor sistema electoral del mundo, todavía el CNE, no ha incluido
dentro de los resultados electorales la sumatoria de los supuestos
votantes en la elección de la mal llamada Asamblea Nacional
Constituyente de julio de 2017. Cosas Veredes Sancho, seria acaso que
los técnicos de Smarmatic, tuvieron razón cuando se fueron del país y
dijeron que habían abultado las cifras.
A pesar de eso, no dice el psiquiatra que esta elección fue realizada
en condiciones leoninas y adversas para cualquier adversario, sin
respetar los acuerdos y garantías electorales de un proceso formal y que
ha sido porcentualmente la votación más escuálida de todas las
elecciones presidenciales realizadas hasta ahora en Venezuela, ya que
voto menos del 33% del total de electores inscritos en el REP. Es decir
de cada 100 electores, si acaso votaron 33, es decir el 67% de los
electores le hicieron caso a la anti política y están en sus casas
esperando que les caiga el mana del cielo, como le cayó a Moisés, cuando
estaba en desierto buscando la tierra prometida, a la cual llego 40
años después, lo que significa que pueden seguir en sus casa esperando.
Ahora especificando que de ese 33% de electores hábiles para votar
que son una cifra aproximada de 8.700.00, solo votaron por el Inmaduro
apenas 6.000.000 de ciudadanos, lo que cuantitativamente es el 68% de
ese 33%, eso lo promociona el psiquiatra como algo muy grande, pero ni
de broma explica cualitativamente, que solo votaron 8.700.000 electores
de un total de 21.000.000 de inscritos en el registro electoral
permanente, lo cual significa un golpe bajo a la desorbitada regaladera y
compra de conciencias y abusiva campaña mediática del presidente, ya
que el refería que tenía 16.000.000 de ciudadanos inscritos en el carnet
de la patria y más de 8.000.000 de militantes que tiene el Psuv. Que
paso, quien miente a quien.
Lo lamentable es que tuvimos en nuestras manos la oportunidad de
cambiar el curso de las cosas y la mayoría acomodaticia y obnubilada por
unos seudo dirigentes que carecen de burdel político, les hicieron
creer que con su ausencia podían cambiar las cosas y le dijeron al
inmaduro que seis años pasaran rapidito mientras escuchan su canción.
Mientras tanto que siga la fiesta imprimiendo dinero inorgánico para
seguir regalando bonos.
En Venezuela, cruelmente sometida a una malévola dictadura, se llevó a
cabo una puesta en escena que pretendió hacerse pasar por un proceso
electoral típico de países democráticos. Los medios de comunicación
sometidos a la censura clásica de este tipo de regímenes, no fueron
capaces de reflejar lo que realmente estaba pasando en un país que fue
testigo de la más importante protesta silenciosa de toda su historia.
A pesar de contar con la peor
infraestructura de internet del hemisferio occidental, los venezolano
pudieron reflejar a través de las redes sociales que no estaban solos en
esta protesta. Miles de vídeos, fotografías y audios circulaban por las
redes sociales dando cuenta de centros de votación vacíos durante toda
la jornada a lo largo y ancho de país.
Los venezolanos no se sintieron solos en su protesta, a través de las
redes sociales que han suplido a los medios tradicionales en la tarea
de transmitir información podían desde sus casas ver que un alto volumen
de ciudadanos se había plegado de una forma u otra a los distintos
llamados a no participar en un proceso que estuvo viciado desde su
propia convocatoria.
Hacia el mediodía comenzaron a rodar los audios mediantes los cuales
miembros de la maquinaria del partido de gobierno daban cuenta de la
baja participación y llamaban a otros partidarios a ir a buscar a los
votantes en sus casas y traerlos a los centros de votación. El chantaje,
la amenaza con retirarle el beneficio de la miserable bolsa de comida
que el gobierno vende como supuesta ayuda a la población fue el
principal mecanismo de coacción.
Otros venezolanos fueron a votar por los ofrecimientos de dinero en
efectivo y acceso a otros favores de la dictadura solo por el hecho de
participar en el proceso que simuló unas elecciones presidenciales. Los
puntos rojos, unos aparatos del partido de gobierno para censar a los
favorecidos se instalaron muy cerca de los centros de votación a pesar
de que la ley prohíbe expresamente el proselitismo el día de los
comicios y, más grave aún, a pesar de que acordaron con los otros
aspirantes presidenciales no instalar estos dispositivos.
La maquinaria del partido de gobierno sufrió en sí misma los embates
de la protesta silenciosa. Muchos puntos rojos no contaban con el
personal necesario para operar a pesar de las recompensas económicas
ofrecidas. Buena parte de los encargados de llevar gente a votar no
asistió tampoco. Lo que reflejaban los vídeos y las imágenes se prolongó
a lo largo del día. Centros de votación sin asistencia de electores.
Empresas especializadas como Meganálisis calcularon la no
participación en esta farsa electoral en más del 80 porciento. En otras
palabras, solo 1 de cada cinco venezolanos participó el en proceso
ilegalmente convocado por una írrita e ilegitima asamblea nacional
constituyente.
Como era de esperarse en una dictadura en la que la opinión del
pueblo vale nada, un corrompido Consejo Nacional Electoral presentó unas
cifras que a todas luces no coinciden con la realidad que millones de
venezolanos y miles de extranjeros que seguían el proceso desde otros
países pudieron apreciar. Las rectoras miembros del partido de gobierno
inflaron la cifra de participación a un 48 porciento y dieron unos
resultados que favorecían ampliamente a un presidente al que todas las
encuestas le señalan niveles de rechazo de 80 porciento, por cierto
cifra que coincide con la no participación señalada por organizaciones
independientes.
El parapeto puesto en escena este 20 de Mayo contó con la vergonzosa
participación de personalidades internacionales que se autodenominaban
observadores cuando en realidad la ley venezolana creada por esta clase
política los denomina acompañantes y les limita sus ámbitos de acción a
eso, a ser meros acompañantes. Una especie de escorts vip que viajan
cómodamente y son agasajados por los miembros del partido de gobierno.
Destaca entre estos escorts el ex presidente de gobierno español José
Luis Rodríguez Zapatero quien fue escrachado en un colegio de una zona
de clase media cercana a la embajada de España y a la casa del embajador
de ese país. En el vídeo que le dio la vuelta al mundo una señora de la
tercera edad preguntaba hasta cuándo nos jode Zapatero. En su huída,
escoltas trotando al lado del vehículo que lo transportaba recordaron
las imágenes de la llegada de Kim Jong-un a la reunión con su homólogo
de Corea del Sur. Lamentable que un ex presidente de gobierno de España
se preste para ser validador de lo que en realidad fue el más grosero
fraude electoral que conoce la historia venezolana.
Los resultados no se hicieron esperar, los gobiernos de Panamá,
Chile, Argentina y Estados Unidos anunciaron que no reconocerían los
resultados de estas elecciones. Pudieron ellos ser testigos de unos
centros de votación vacíos que llevan a pensar en unos resultados
ficticios que se acomodan a las necesidades de auto legitimación del
dictador y sus secuaces.
Un detalle que no debemos dejar pasar bajo la mesa es la intervención
de la presidente actuante de la írrita asamblea nacional constituyente
ordenando que los centros de votación permanecieran abiertos mientras
hubiese personas en cola. Este hecho llama la atención en dos sentidos,
el primero en que esta señora se abrogó la autoridad electoral quizá por
aquello de representar un írrito poder supraconstitucional que,
curiosamente se somete a los deseos del dictador y porque los centros
electorales seguían vacíos como el resto del día. Es bien sabido que es
en estos momentos cuando el corrupto partido de gobierno comienza a
introducir votos apropiándose de la identidad de las personas. Circula
en las redes un vídeo de una Venezolana que desde Córdoba, Argentina
denuncia que usaron su voto.
La pregunta que flota en el ambiente es: ¿qué viene ahora? Lo cierto
es que los venezolanos están contando con una acción más contundente de
la comunidad internacional. La crisis humanitaria que se vive en
Venezuela es de dimensiones colosales y quizás el mejor indicador para
tener una idea de su magnitud es el éxodo constante de venezolanos a
través de las fronteras con Colombia y Brasil. Mujeres huyen de
Venezuela para parir en otros países para así salvar sus vidas y la de
sus hijos por nacer. Otros se van para ver si pueden hacer algo de
dinero para enviarle a sus familiares que se quedan.
La realidad interna es la de un país en el que se reporta una caída
importante del peso corporal, un aumento insólito de enfermedades
endémicas previamente erradicadas como la malaria y la tuberculosis, una
merma casi absoluta del poder adquisitivo con una inflación que ha
aniquilado el salario de los venezolanos, un deterioro de la
infraestructura que ha reducido el acceso al agua corriente y que hace
que los venezolanos sufran cortes frecuente y prolongados del servicio
eléctrico. Todo esto sin mencionar el accionar indiscriminado de un
hampa que cobra más de 30 mil vidas al año por asesinatos que ni
siquiera son investigados.
Un pueblo en fase de supervivencia tiene poca capacidad para organizarse en la lucha política. Ese es el juego de la dictadura.
Sin una acción decidida de la comunidad internacional, será muy
difícil que el pueblo venezolano se pueda quitar esta rémora de encima.
Los Estados Unidos y el Grupo de Lima han mostrado un gran compromiso y
han venido tomando medidas contra los capitostes del régimen. Por su
parte, la Unión Europea ha sido, en mi opinión, bastante pacata en sus
acciones contra el régimen de Maduro. El mismo reino de España, que
demuestra una clara intencionalidad de ayudar, no ha tomado medidas
contundentes. ¿Es todavía Zapatero el delegado de Rajoy para el asunto
venezolano?
En todo caso, el 20 de Mayo ha terminado por desnudar a Maduro en su
ausencia de apoyo popular, en su falta de decoro al momento de violar
todos los principios y valores de la democracia. Para los venezolanos y
muchos gobierno del planeta eso quedó claro. Llegó la hora de tomar
medidas conjuntas para restablecer la democracia en Venezuela.
El domingo fue un día de silencio. De un silencio que atormentó a
quienes cometieron el fraude, que ridiculizó a los que vinieron del
extranjero a refrendar los resultados. Este domingo se rompió la espiral
del silencio y quedó en evidencia que los delincuentes en el poder no
tienen pueblo, si acaso, unos cuantos rehenes de las dádivas que otorgan
con el mayor y corrupto desparpajo.
@botellazo
"La derrota del régimen y la tarea de la oposición" POR.EDDIE A. RAMÍREZ.
Los demócratas debemos estar de júbilo. El régimen recibió tres
estocadas, cada una de ellas mortal: 1- La elevada abstención. 2- El
bajo número de votos que tuvo que asignarle el CNE a Maduro y 3- El
pronunciamiento de Henri Falcón desconociendo el proceso electoral.
La cifra de un 54 % de abstención
decretada por el CNE fue muy alta y, desde luego, la abstención real
evidenciada por fotos, videos y testigos en centros electorales fue
muchísimo mayor, lo cual descalificó aún más el proceso. El CNE le
asignó a Maduro apenas 5.823.728 de votos, apenas un 29 % de padrón
electoral. La declaración del candidato Henry Falcón de no reconocer la
elección por carecer de legitimidad,debido a las grandes irregularidades
derivadas del incumplimiento de lo acordado, fue tan dañina al régimen
como la abstención.
Fuimos partidarios de no acudir a las urnas por estar seguros de que
el régimen totalitario utilizaría todos los medios ilegales posibles
para imponer su voluntad y porque los demócratas contábamos con la
posición de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y 14 países
latinoaméricanos de no reconocer un proceso electoral fraudulento.
Falcón debió respetar la decisión del resto de los partidos de oposición
de no presentar candidatos. Por ello, fue objeto de críticas bien
fundadas, pero también de acusaciones no sustentadas. Muchos votaron de
buena fe pensando que era la única opción, considerando que el resto de
la oposición no había realizado una buena tarea. Sin embargo, su
correcta declaración denunciando los vicios del proceso lo reivindican.
Aunque seguramente esas dos decisiones fueron motivadas para proyectar
su imagen, lo importante es que le hizo un gran daño al régimen. Ahora
debe subordinar sus legítimas aspiraciones al interés colectivo.
Corresponde a la dirigencia opositora lograr acuerdos para darle la
puntilla al narcorégimen que resultó herido de muerte. Muchos errores se
han cometido en estos últimos años. Sin duda los demócratas exigimos
que de ahora en adelante se logren acuerdos que permitan despertar las
esperanzas de ciudadanos que sufren las consecuencias de una dictadura
nefasta. Los dirigentes de oposición, citados en orden alfabético,
Borges, Capriles, Falcón, Ledezma, López, Machado, Ramos y Rosales deben
presentarle al país un acuerdo político y unos lineamientos a seguir
por un futuro gobierno. Quienes ejerciendo su derecho a opinar disparan
dardos venenosos en contra de estos dirigentes deben reconocer que no
eran ciertas las acusaciones de colaboracionismo con el régimen, sino
diferentes puntos de vista con los cuales se puede o no estar de
acuerdo, pero que son respetables.
El candidato Bertucci dejó en suspenso su pronunciamiento, sobre si
reconoce o no la validez de la elección, hasta determinar si las
irregularidades que existieron afectarían los resultados. Pareciera que
no le interesa entender que el problema no son los números, sino cómo
llegó el CNE a los mismos y la ilegitimidad del proceso y del candidato
oficial.
El reciente domingo Maduro fue derrotado y debemos celebrar. El CNE y
el Alto Mando Militar dieron una demostración de sumisión y de
deshonestidad intelectual. El general Padrino López no pasa de ser un
pobre centurión al servicio del régimen. Afirmar que se ejerció la
libertad de elegir y que se garantizó el derecho de los ciudadanos es
una gran mentira ¿Cuándo tendremos una elección como en Costa Rica?
¿Cuándo dejaremos de ver más de una docena de generales en traje de
campaña avalando un proceso irregular? Esto lo podremos lograr el día
que los venezolanos tomemos mayor conciencia cívica y unidos exijamos el
cumplimiento de la Constitución y las leyes.
Como (había) en botica: A Maduro
lo sostienen tres generales: Vladimir Padrino López, ministro de la
Defensa que permite que Valentín Santana, el conocido delincuente
paramilitar del régimen, esté rueda libre y se abrace públicamente con
el coronel Lugo quien fue denunciado por agredir a periodistas y a
diputados. Padrino todavía sostiene que “Marx está más vigente que
nunca”. Gustavo González López, que permite torturas en el Sebin y
mantiene detenidos a menores de edad y a ciudadanos que tienen boleta de
excarcelación. Néstor Reverol, ministro del Interior, sancionado por
países democráticos. Dos buenas noticias sobre éxitos de jóvenes
venezolanas en el exterior: Carmen Virginia Piña Arapé, abogada graduada
en el Zulia e hija de compañeros de Gente del Petróleo, finalizó una
maestría en Texas y aprobó su incorporación al gremio de abogados
norteamericanos. Marilia Arriaga, estudiante de bachillerato en Halifax,
Canadá, recibió Premio de Ciudadanía del Ayuntamiento por su dedicación
y compromiso para mejorar la calidad de vida en su comunidad ¡No más
prisioneros políticos, ni exiliados!
Muchos amigos y medios internacionales me han pedido analizar la
situación electoral en Venezuela. En particular, me pidieron contestar
las siguientes preguntas.
1) ¿Son legítimas o ilegítimas las elecciones del domingo en Venezuela?
Las elecciones son ilegitimas, porque no existen las condiciones básicas
para que los ciudadanos puedan tomar decisiones razonadas sobre el
proceso y los candidatos electorales. Esta deficiencia estructural
existe en varios ámbitos claves.
1. Se requiere un entorno socio-económico estable que permite a la
población concentrarse en la contienda electoral y ponderar las opciones
que se presentan. Con una hiperinflación de más del 10,000 %, una
ausencia de medicinas y alimentos generalizada para las mayorías, una
reducción del PIB en el último lustro de alrededor del 45%, una
emigración económica de más de un millón de personas, y una muy alta
tasa de criminalidad, esas circunstancias socio-económicas no están
dadas.
2. Elecciones sólo tienen sentido cuando los candidatos representan
alternativas viables de política pública progresista ante los grandes
problemas de la nación y de los ciudadanos. Ninguno de los dos bandos –o
bandidos-- de la "oposición" cumple con esta condición. El oportunista
ex chavista Henry Falcón y el oscurantista "evangélico" Javier Bertucci
--los dos candidatos de mayor preferencia electoral de la "oposición"--
van a ir con el FMI para recomponer la economía. Las condiciones
draconianas que pondrá el FMI para dar su infame Paquete de Ajuste
Estructural, harán palidecer las condiciones que la institución impuso a
Grecia en su momento, porque Venezuela no es parte del Primer Mundo y
tiene cero poder de negociación. En consecuencia, las condiciones
infernales en que vive actualmente la mayoría de los venezolanos,
empeorarán drásticamente. De hecho, ni Falcón ni Bertucci tienen un
programa para regresar el país al camino del desarrollo sustentable. La
dolarización y el FMI de Falcón y la "salvación del país a través de la
fe", del Rasputín pentecostalista, son el mismo proyecto: entregar la
soberanía de Venezuela a Washington y el gran capital occidental.
El otro ala del espectro político, que representa Maduro, igualmente no
tiene ningún programa realista ni creíble para salir del desastre
económico que ha creado. Venezuela necesita un Plan Marshall para
salvarse, pero la mafia usurpadora de Miraflores no tiene cabezas para
diseñarlo, ni acceso a los circuitos financieros internacionales, que
podrían costearlo. Desconocidas las elecciones de antemano como
"ilegales", por los centros de poder occidental, será imposible que
--"ganando" Maduro-- consiga los recursos para el ajuste estructural
necesario del sistema económico. Sin Occidente y sin China, la elección
se realiza, por así decirlo, en un catch-22, donde no hay solución
electoral alguna para salvar a la economía. De ahí, que la promesa de
Maduro, que si gana las elecciones, llevará a cabo "una revolución
económica que sacudirá al mundo", no es más que una patética mentira.
Ninguno de los candidatos tiene un proyecto económico viable. Por eso,
ninguno sirve para ser presidente.
3. El régimen de Maduro se basa en la mentira (de la guerra económica),
las bayonetas de los generales faccionistas Padrino López y Néstor
Reverol (represión militar), la monopolización de los dólares y la
dependencia asistencialista generalizada cual medio de control
socio-político, financiada con ellos (Carnet de la Patria, CLAP). La
combinación de esos cuatro factores ha creado una clientela electoral
cautiva para el gobierno, por una parte; y un ambiente generalizado de
desmovilización, frustración, incertidumbre y tendencia hacia el
abstencionismo, por otra. En ese ambiente, el debate público racional y
transparente que es una precondición imprescindible para facilitar la
conciencia ciudadana cual precondición del voto razonado, no se ha
podido dar. La situación de manipulación sistemática de la información y
del razonamiento electoral, muy semejante a la que prevaleció en
Estados Unidos en la última contienda presidencial, hace imposible
cumplir en Venezuela con el mandato de una votación nacional democrática
que exprese la soberanía popular mayoritaria.
2) ¿Fracasó la oposición en su intento por derrotar a Nicolás Maduro o el Presidente venezolano les pasó por encima?
Las dos cosas. Era –y es—un conflicto entre la vieja clase política y la
nueva clase política, que se formó durante los primeros años del
Chavismo. Dos fracciones de la clase política, con iguales carencias
éticas y compromisos populares, se enfrentaron, como dos mafias del
barrio que procuran controlarlo. Mostraron ser más eficientes en la
guerra callejera y sucia, al igual que en los pleitos de superestructura
(parlamento), las cohortes de Maduro/Cabello, que las de las viejas
élites políticas.
3) ¿Se radicalizará aún más el gobierno de Maduro tras los comicios o está condenado en el corto plazo?
Está condenado a colapsar relativamente pronto, por el aislamiento
internacional y latinoamericano. Para impedirlo, se volverá más
represivo, implementando la llamada "reforma constitucional" e
imponiendo el llamado "Estado comunal", que es, esencialmente, el Estado
de Mussolini con control total del centro del poder, bajo el disfraz de
un régimen popular revolucionario de nuevo tipo.
4) Finalmente Maduro se salió con la suya en cuanto a la
realización de elecciones ¿Esto demuestra el fracaso o el escaso peso de
los organismos internacionales y regionales?
Sin duda, que Maduro salió triunfante de las turbulencias políticas de
la era post-Chavez, tanto a nivel del Partido como en cuanto a la
estructura nacional de poder. Hay que tomar en cuenta, sin embargo, que
se aprovechó de una coyuntura internacional que le benefició de
múltiples maneras. En primer lugar, el bolivarianismo hemisférico que
construyó Hugo Chávez con Lula, Fidel y Kirchner, le sirvió en su
momento como paraguas protector al Madurismo. Sin embargo, esto se acabó
ya.
En segundo lugar, las crisis mundiales en Corea, Medio Oriente y Europa
oriental, desplazaron el conflicto de Venezuela a segundo y tercer
plano. De todas formas, el imperialismo occidental sabe que la caída del
régimen es inevitable, de ahí que no le importa, si sucede un año antes
o después. Es decir, la intensidad de la presión externa imperial ha
sido relativamente baja, comparada, por ejemplo, con la destrucción
sistemática de la Unidad Popular chilena por Nixon, o la Revolución
Sandinista nicaraguense, por Reagan, para no mencionar la agresión a la
Revolución cubana. Las afirmaciones contrarias de Maduro y su aparato de
propaganda son simples mentiras.
5) ¿Qué rol juegan los militares al sustentar la Presidencia de Maduro?
Como decía, junto con los dólares y las mentiras, son el tercer sostén
del régimen. Sin los generales faccionistas Padrino López y Néstor
Reverol, que encabezan la "pandilla de malandrines" que usurpan el
Palacio de Miraflores, en palabras del general chavista Cliver Alcalá,
ya no estaría en la presidencia.
6) ¿Hay una fractura interna en el chavismo?
Sí, una fractura total, como se evidencia en el hecho, de que muchos de
los colaboradores militares de alto rango de Hugo Chávez, como los
generales Rodríguez Torres y Raúl Baduel, el héroe que derrotó al golpe
militar, están en la cárcel, mientras que muchos civiles chavistas de
jerarquía están organizados en movimientos anti-maduristas. Por
supuesto, hay una tercera fracción de oportunistas deleznables que
pasaron sin problema moral alguno del proyecto humanista de democracia
participativa del Comandante Hugo Chávez, a la miserable dictadura
pequeño-burguesa de Maduro. Allá están Tarek William Saab, Alí Rodríguez
y muchos otros.
7) ¿Qué podría ocurrir en Venezuela a partir del 21 de mayo?
En primer lugar, es irrelevante quién gane las elecciones, porque
ninguno de los candidatos puede resolver los grandes problemas
nacionales. En este sentido, no son elecciones, sino una pantomima de
simulación de soluciones nacionales. En segundo lugar, si Maduro pierde,
simplemente desconocerá en los hechos al nuevo gobierno, tal como
desconoció a los ganadores de las elecciones parlamentarias de
diciembre, 2015.
En tercer lugar, arreciará la presión internacional, habrá nuevas
sanciones de Washington y Bruselas y, quizás del Grupo de Lima; es
posible que haya un par de días de protestas, que serán fácilmente
controladas por la policía; Maduro avanzará la preparación de la
estructura política de dominación tipo Mussolini, mediante el "Estado
Comunal" y una nueva Constitución, hecho a la medida; el éxodo de la
emigración venezolana se intensificará; la economía colapsará vía la
hiperinflación, el default externo y la creciente confiscación de la
infraestructura petrolera, como ahora en la colonia holandesa de
Curazao; Washington pasará a la fase del regime change y el
inicio de la agresión paramilitar --similar a la agresión de Reagan
contra el Frente Sandinista y la destrucción de la Unidad Popular de
Allende en Chile--, regime change como en Siria y Ucrania, en
pocas palabras. Un conflicto intra-militar abierto es muy probable al
igual que una mayor intervención estadounidense vía el Comando Sur y la
Cuarta Flota de Washington.
8. Votar como acto de masturbación
Votar en estas circunstancias es un acto fútil, una operación de
autismo, sin relevancia transformadora real. Un acto apologético para el
régimen, tan tragicómicamente grotesco como el cierre de campaña de
Maduro, diseñado sobre los mecanismos de manipulación barata y de
mercadotécnia de los charlatanes tele-evangelistas. Con un gritón
ridículo que procuraba calentar a las masas, seguido por un payaso
patriotero llamado Héctor Rodríguez, con intermezzo de un obsceno panzón
futbolista argentino y, finalmente, la apoteosis con el panzón
Presidente Obrero y la Primera Combatiente. En fin, un teatro
surrealista que refleja a la perfección la naturaleza apócrifa del
régimen burgués en cuyas garras ha caído el noble pueblo de Venezuela.
Fernando Mires - FALCÓN, EL CANDIDATO
La candidatura de Henri Falcón no nació de la nada. Surgió
como consecuencia de la decisión de la
MUD de no presentar candidatura presidencial después del fracaso del diálogo de
Santo Domingo. Decisión tomada como respuesta a la premeditada -repetimos:
premeditada- intransigencia de los dialogantes enviados por Maduro.
Después del fracaso del diálogo fueron abiertas a la MUD dos
opciones. La primera: la de “pelear peleando”, es decir, la de levantar una
candidatura que denunciara ante el mundo la ausencia de condiciones
electorales, desatando un masivo movimiento político en contra del régimen. La
segunda: la de seguir el juego del oficialismo, cediendo el paso para que este
venciera en las elecciones.
1.- El error más grande de la historia de la MUD
La dictadura demostró tener un conocimiento exacto de la
MUD. Sabía que no tenía candidato y que -dadas las rivalidades entre los
partidos del G4- iba a ser difícil que lo tuviera, por lo menos a corto plazo.
Ese fue sin duda el primer error que llevaría a la MUD a cometer el segundo, el
más grande de su historia: no levantar candidatura frente a un gobierno que
había alcanzado sus puntos más bajos de aprobación. La no-existencia de
condiciones electorales mínimas, en lugar de convertirse en una consigna de
participación, se convertiría así en un llamado a la apatía, a la resignación,
a la nada. La única candidatura de la MUD es hoy la señora abstención lo que
para una asociación electoral -la MUD es eso- significa una (auto) condena a
muerte.
Para disimular su monumental error, los dirigentes de la MUD
adujeron que el llamado a la abstención seguía la orientación de una supuesta
Comunidad Internacional, vale decir, de un conjunto de gobiernos dispares entre
sí, cuya preocupación fundamental dista de ser Venezuela, como demostró la
Cumbre de Lima. Votar es legitimar a la dictadura ante el mundo, fue la
consigna central. Un absurdo: una dictadura no puede ser legitimada con nada
porque una dictadura es una dictadura. No existen dictaduras legítimas. Pero
aún suponiendo que esa, por la MUD fetichizada “comunidad”, hubiera tenido el
poder que le supuso la MUD (ni en la OEA posee mayoría ejecutiva) ese poder habría
sido inútil pues con la abstención ya no tenía a qué ni a quién apoyar.
Sin elecciones la MUD es como un sistema solar sin sol, un
montón de meteoritos perdidos en la noche de la anti-política. Ni siquiera la
creación del Frente Amplio (la MUD más organizaciones pro-MUD) que en
condiciones electorales habría sido un poderoso instrumento de lucha, pudo
interceptar la crónica del fracaso anunciado. Fracaso, porque la MUD al
retirarse de las elecciones, se retiró de su ruta, rompió con su única línea y
no supo levantar otra.
¿Extraña que bajo esas condiciones los abstencionistas de la
primera hora -los anti- electoralistas crónicos, los del “maduroveteya”, los de
“en dictadura no se vota”, los del “dimite-pues” - hubieran llenado el espacio
vacío que dejó la MUD imponiendo consignas que hoy repiten los
neo-abstencionistas como si fueran de su autoría? ¿Extraña que abstencionistas
y abstencioneros cierren filas para bloquear la alternativa que hoy representa
el candidato Henri Falcón? ¿Extraña al fin que la candidatura de Falcón se
convirtiera en el blanco de los más viles ataques, injurias e infamias que es
posible imaginar?
En Venezuela no existe un falconismo, como sí hubo un
chavismo, un madurismo y de algún modo, un caprilismo. Pero sí existe una
ideología anti-Falcón cuyas connotaciones son brutales tanto en las redes como
en la prensa. La ideología anti-Falcón ha llegado a ser la de la impotencia
política, la de los que ven en Falcón lo que ellos no supieron (y tal vez
quisieron) hacer, la alternativa que los denuncia y acusa, el hecho objetivo
que no les permitirá posar como víctimas inocentes y, por eso, el chivo expiatorio
de tantas frustraciones. De lo que no se han dado cuenta es que, mientras más
atacan al candidato, más significado adquiere la candidatura. En el hecho -aunque Falcón no se lo hubiera
propuesto- lo han convertido en el representante de una doble protesta. En
contra de la dictadura y en contra de una oposición donde abnegados y
respetables políticos conviven con burócratas sin ideas, con tácticos sin
estrategia, con aventureros de ocasión. Ha llegado quizás la hora de desmontar
la ideología anti-Falcón.
2.- Seis afirmaciones
falsas en contra de Falcón
No valdrá la pena detenerse en las difamaciones que
acompañan a la ideología anti-Falcón. Afirmar por ejemplo que Falcón es el
candidato de Maduro sin presentar la menor prueba, es una frase que solo delata
la miseria mental de quienes la emiten. Sin embargo, si subimos un poco el
nivel discutitivo podemos encontrar algunas afirmaciones que a primera vista
podrían poseer cierta verosimilitud.
La primera se refiere a la supuesta traición de Falcón al no
acatar la decisión de la MUD. De más
está decir que el concepto de traición pertenece a los estamentos militares, a
las mafias, a las cofradías conjuradas, pero no a la vida política. Falcón, en
el peor de los casos, desobedeció a una directiva. Pero la política no está
basada en relaciones de obediencia. Nadie puede estar sometido a una dirección
que ha tomado el camino errado. Más aún, Falcón – es importante subrayarlo – ni
siquiera rompió con la línea política de la MUD. La MUD en cambio sí rompió con
su línea política al asumir la alternativa abstencionista bajo el pretexto de
obligar al gobierno ( y ¿con qué?) a crear las condiciones electorales óptimas.
Falcón representa -si así se puede decir- la ortodoxia de la MUD. Las
declaraciones programáticas de Falcón no se diferencian un solo centímetro de
las que fueron de la MUD.
La segunda afirmación, una variante de la primera, señala
que Falcón dividió a la MUD. Cualquiera que la escucha podría imaginar que la
MUD había sido siempre monolítica. Pero no es un misterio para nadie que la
historia de la MUD es la historia de sus divisiones. La MUD solo ha marchado
(relativamente) unida en períodos electorales. Por eso, al abandonar la ruta
electoral, la MUD se separó de sí misma. Por lo demás, la unidad por la unidad
solo existe en las relaciones amorosas. La unidad política, en cambio, solo se
puede dar en torno a objetivos concretos. Si estos objetivos no aparecen, o si
han sido borrados del mapa, la unidad no se justifica.
La tercera afirmación apunta al hecho real de que Falcón
perdió su gobernación en Lara. Cierto, Falcón perdió como muchos perdieron en
unas elecciones en las cuales después del aplastamiento militar de las
protestas del 2017, la MUD acudió desmembrada, sin entusiasmo, resignada. Lo
que no se puede obviar es que la carrera de todos los políticos está
marcada por victorias y derrotas. El
político siempre ganador no ha nacido todavía. Más aún: la carrera política de
Falcón, a diferencia de otros políticos, está signada por muchas victorias y
una sola derrota. Cabe añadir que ninguna elección es igual a otra. Hasta un
Abraham Lincoln perdió en dos elecciones antes de vencer en las presidenciales.
La cuarta afirmación, quizás la más recurrente, es la de los
que acusan a Falcón de haber sido chavista. Dicha afirmación parte de la
premisa de que los candidatos deben dar pruebas de virginidad política antes de
postularse. Olvidan que la dimensión de la política es el “ahora y aquí” y no
el pasado, sobre todo si ya es lejano, como el de Falcón. Olvidan, además, lo
que fue el chavismo antes de que degenerara en madurismo: Uno de los más
multitudinarios y poderosos movimientos sociales de la historia latinoamericana
cuyo influjo traspasó las fronteras venezolanas. El mismo Luis Almagro fue un
furibundo chavista, aún durante Maduro, tres años después de la ruptura de
Falcón con Chávez. Es posible entonces comprender las razones por las cuales
tantas personas -entre ellas destacados académicos venezolanos- se dejaron
atraer por el embrujo del chavismo. Después de todo, el mismo Falcón lo dijo:
“Si dejé de ser chavista en los momentos de gloria del chavismo, no lo voy a
ser ahora, en el momento de su declive”. Lo que Falcón, ni como chavista ni
como no-chavista ha sido, en cambio, es un político extremista. Y eso no lo
perdonan los extremistas de lado y lado. Falcón como Capriles es un político de
centro. Hay, quiérase o no, una línea de continuidad entre la candidatura de
Capriles y la de Falcón. Y Capriles lo sabe.
La quinta afirmación nos dice que Falcón fue militar,
alcanzando el grado de sargento y por ello vinculado al ejército. Algo difícil
de entender. Falcón abandonó las filas militares hace ya mucho tiempo con el
título de “maestro técnico de tercera”. Lo que callan sus enemigos es que la
posterior formación profesional de Falcón (es abogado) supera lejos a la media
de los políticos venezolanos, incluyendo a ex-candidatos presidenciales.
Después de haber obtenido su título realizó post-grados en Ciencias Políticas y
Derecho Laboral. Innegable por lo tanto es que Falcón ha sido un hombre de
esfuerzo y trabajo. Sin embargo, la chusma tuitera lo sigue llamando “el
sargento”. Lo que no puede ocultar con esa denominación es el intento por
discriminar socialmente a Falcón. El candidato, efectivamente, no pertenece a
los altos círculos de la post-oligarquía capitalina, blanca y adinerada. No se
educó en colegios exquisitos, no asistió a fiestas de gala, ni pertenece a la
cultura del jet-set. Detrás de la denominación de “el sargento” se esconde el
clasismo de un sector social con ínfulas aristocráticas, secundado por
arribistas de medio pelo a quienes Falcón les parece un candidato sin
“glamour”. Pero quizás por eso mismo Falcón tiene “llegada” en sectores donde
los políticos de la (supuesta) “clase alta” nunca podrán aparecer.
La sexta afirmación se refiere al hecho de que Falcón no
congrega multitudes. También es cierto. Como ya se dijo, el falconismo no
existe. Lo que existe es una candidatura política de un candidato sin poses
mesiánicas. Algo tal vez raro en Venezuela. No así en la mayoría de los países
latinoamericanos. Ni Piñera, ni Macri, ni Kuczinski- Pizarro, ni Temer, ni
Moreno, ni tantos más, son líderes de multitudes orgásmicas. El tiempo de las
grandes muchedumbres va quedando atrás. En Europa ya no hay líderes de masas.
En América Latina los hay cada vez menos. Falcón no es una excepción. Más bien
parece confirmar una regla
3.- 20-M
Las elecciones del 20-M serán decisivas. Derrotar a los dos
principales aliados de Maduro:el
abstencionismo y el fraude, es el gran desafío de los electores venezolanos. Si
el abstencionismo logra imponerse, vencerá el fraude. Quizás por primera vez en
su historia los opositores venezolanos serán llamados a votar no con el corazón
sino con la mente. Pues la alternativa Falcón no representa un futuro luminoso,
no porta consigo la promesa de una nueva sociedad y mucho menos la de un mundo
feliz. Por el contrario, el propio Falcón ha ofrecido su candidatura para
presidir una futura transición la que, como toda transición, deberá ser
pactada.Lo único claro es que si Falcón
es derrotado, la dictadura logrará mantenerse por mucho tiempo más. Y eso no lo
merece el pueblo venezolano. La candidatura de Falcón es la única posibilidad
que tiene ese pueblo para comenzar a salir, al fin, de la larga noche
dictatorial.
Decidirme a votar por Henri Falcón pasó por un detenido proceso de
lecturas, comparaciones y discusiones, algunas veces tensas, con amigos
fraternales. He leído artículos de opinión, oído entrevistas a través de
la radio y visto programas de televisión. He examinado algunos procesos
históricos. El referendo chileno de 1988 y las elecciones legislativas
en Polonia, en 1989, me permitieron contrastar el comportamiento entre
una dictadura de derecha, la de Pinochet, y la dictadura comunista de
Jaruzelski, en Polonia. Refresqué la memoria sobre lo sucedido con el
sandinismo en Nicaragua en 1990. Constaté cómo las alternativas
democráticas en esos y otros países tuvieron que participar en procesos
electorales en medio de climas hostiles, que desestimulaban la
participación popular y proyectaban una chocante imagen de
invencibilidad, ilegalidad y arrogancia por parte de los amos del poder,
figuras que manifestaban un desprecio olímpico por la expresión
soberana del pueblo.
A partir de esas indagaciones y de mis
propias reflexiones acerca de la naturaleza del régimen de Maduro, y de
las alianzas que este mantiene con Moscú, Teherán y La Habana, decidí ir
a depositar mi voto por Falcón, único candidato que encarna en las
condiciones actuales la posibilidad de comenzar la transición hacia una
Venezuela distinta, que recupere el concepto de Nación y de República.
El voto representa el instrumento fundamental de cambio pacífico y
ordenado de una sociedad, incluso cuando la consulta comicial se realiza
en medio de condiciones tan adversas como las existentes en el país
desde 1999. A pesar de la voluntad e intereses de los dictadores, las
elecciones constituyen escenarios propicios para develar la
incompetencia y corrupción de los gobernantes. De allí que le huyan a
los procesos comiciales pulcros y manipulen de forma descarada para
convertirlos en trajes a la medida de sus propias ambiciones, nunca
satisfechas.
Deploro que los dirigentes de la MUD no hayan extraído las lecciones
que se derivan de las numerosas experiencias históricas en las cuales
los partidos y grupos opositores acuden a citas electorales con muy
pocas o ninguna garantía legal. Este es un rasgo de los comicios en
sistemas autoritarios. Mientras más degradados son los modelos. Mientras
más canallas o mafiosos, como llama Insight Crime al gobierno de
Maduro, peor se comportan. Más ruines son. De esos gamberros no conviene
esperar que se comporten como los Caballeros de la Mesa Redonda. Tal
actitud resulta de una ingenuidad pueril. A esos sujetos hay que
enfrentarlos en el único terreno que los desequilibra: la organización
popular.
Las neodictaduras, y la de Maduro es de este tipo, están obligadas
por la legalidad internacional a convocar periódicamente elecciones con
el fin de reafirmar su poder. Ese es el caso de Daniel Ortega y Evo
Morales. Rafael Correa trató de sumarse al coro, pero cometió un error
de cálculo que le costó ser enviado por Lenín Morreno, su delfín, al
desván de los trastos viejos. La oposición nicaragüense y la boliviana
concurren a los comicios convocados por los neodictadores. Nadie tacha a
esos sectores de colaboracionistas o legitimadores de la autocracia.
Los grupos más racionales entienden que se trata de movimientos tácticos
dirigidos a preservar espacios institucionales o a ganarlos, en el
mejor de los casos. La oposición boliviana tendrá que participar en la
próxima contienda electoral presidencial, a pesar del abuso de Morales
al valerse de sus serviles miembros del Tribunal Supremo de Justicia
para torcer la voluntad del pueblo, que ya había decidido rechazar la
reelección indefinida en un referendo popular. Así es la política:
oblicua, llena de recodos y salidas laterales. Lamentablemente, la MUD
no entendió esta realidad y cayó en la celada montada en República
Dominica por los demonios instalados en Miraflores.
De haber ido unida la oposición a la consulta de mayo, otro sería el
escenario. Maduro, con 80% de rechazo, con hiperinflación, derrumbe de
la economía, escasez de medicinas, Pdvsa devastada y todos los demás
desastres que ha creado, estaría arrinconado. Habría sido colocado ante
el siguiente disparadero: ir a una derrota electoral segura o emprender
la aventura de un autogolpe, ante una comunidad internacional que pide
su cabeza. ¿Lo habrían acompañado las FAN en semejante temeridad? Tengo
serias dudas. Los militares no brillan por su talento, pero tampoco son
tontos de capirote.
Leer y analizar procesos políticos cruciales tiene la ventaja de
mostrar cómo los políticos democráticos en ocasiones deben actuar en
condiciones extremas cuando enfrentan tiranías. Una forma democrática de
cambiar la correlación de fuerzas en las autocracias consiste en
introducirse en la piel de esos esquemas y a partir de allí tratar de
modificarlos. Las elecciones pueden desencadenar los procesos de cambio
que la violencia callejera, las huelgas, las intervenciones extranjeras o
los golpes versallescos no logran desatar.
Vayamos a votar por Falcón con la convicción de que estamos haciendo
lo más conveniente en este trance tan dramático que vive el país.
“Chúo” Torrealba: Yo defiendo el voto aunque la MUD haya sido implosionada
- El ex secretario ejecutivo de la MUD y activista a
favor de Henri Falcón, Jesús “Chúo” Torrealba, defendió este jueves su
decisión de votar por Falcón y pidió a todos los venezolanos decidir si
votar o no de acuerdo con su conciencia.
Así lo dijo en Con todo y Penzini por Globovisión.
“La
estrategia de la Mesa de la Unidad Democrática siempre fue una suerte
de mantra, repetida hasta el cansancio. La estrategia era pacífica,
constitucional, democrática y electoral… quienes estamos promoviendo eso
seguimos en la política de la Unidad. Pero le inventaron algunas otras
cosas: hora cero; rebeldía ascendente; huelga general; no sé qué cosa;
se metieron por otro camino, se metieron por otro atajo. Nosotros con la
estrategia de la Unidad logramos la inmensa victoria del 6 de
diciembre”.
Y siguió: “Quienes inventaron otras cosas, bueno, nos hicieron perder
todo el año 2016, todo el año 2017 y lo que va del 2018. Así que
nosotros, y me refiero a los humildes luchadores sociales que trabajamos
en los barrios de Venezuela, seguimos exactamente la estrategia de la
Unidad… les recuerdo que, desgraciadamente, la MUD fue implosionada en
el año 2017. Los cuatro partidos del llamado G-4 se pusieron de acuerdo,
decapitaron la MUD, eliminaron la única instancia organizativa que la
alianza tenía, que era la secretaría ejecutiva, disolvieron la vocería
única… hasta la boleta de votación del plebiscito del 16 de julio…
bueno, resulta que esa boleta no estaba firmada por la MUD sino por un
fantasmal Movimiento Libertador. ¿Ustedes me entienden? Así que, los que
implosionaron la MUD en el 2017 ahora quieren exhumarla para decir:
nosotros somos la MUD y fulano de tal está fuera de ella. No vale. La
MUD estaba integrada por María Corina y Ledezma, por los partidos del
G-4, por la gente que apoya a Henri Falcón y esa MUD hoy está fracturada
en tres plataformas y dos políticas”. Torrealba pidió también a todos los opositores, abstencionistas o no, “mantener un nivel de respeto”.
“El 21 de mayo vamos a tener que estar todos juntos en cualquiera de
los dos escenarios”. El primero, que gane Falcón, “el escenario más
probable… que trae un problema nuevo: el madurismo en la oposición
porque si el madurismo ha sido tan irresponsable en el Gobierno,
¿ustedes se imaginan el madurismo en la oposición?”.
El segundo escenario, que gane Nicolás Maduro, “porque va a seguir el
aislamiento internacional, va a seguir la hiperinflación y se va a
profundizar el deterioro de la calidad de vida de los venezolanos. En
ambos casos tenemos que estar unidos, así que no nos insultemos”. Aumento de la intención de voto en los barrios.
“Siento que hay una intención de voto creciente en toda la sociedad.
Todas las encuestas revelan que más del 50% tiene una intención de voto
duro y la media de la intención de voto de los sectores populares, eso
que el horrendo castellano de los mercadólogos llaman sectores C, D y E,
tienen 10 puntos por encima de la media nacional. Los barrios quieren
votar más que los otros sectores sociales. Y recordemos, los barrios son
la mayoría del país, los barrios ocupan 170 mil hectáreas y allí viven,
aproximadamente, unos 17 millones de personas”.
Reiteró lo que considera dos falsedades: 1) “Es mentira que el voto
legitime la dictadura. Eso es mentira porque toda dictadura es ilegítima
por definición… pero sí hay que decir que la abstención la favorece al
Gobierno”. 2) “Es mentira que votar desaire a la comunidad internacional
que nos apoya. ¿Tú crees que gana Falcón el domingo y salga Almagro a
decir que esa elección no vale? Hay que poner los pies en la tierra”. Falcón es el presidente ideal para la transición.
“Ahí es donde yo digo y sé que le disgusta a algunos. Si no existiera
Henri Falcón habría que inventarlo. Para una transición el perfil de
Falcón, que es opositor pero fue chavista; que es civil, abogado
graduado, pero fue militar; es muy importante porque maneja aquellos
códigos y estos también”. A los votantes de Bertucci:
“Ustedes tienen una posibilidad: perder con Bertucci o ganar con Falcón.
El tema es que, si pierden con Bertucci, probablemente perdamos todos.
Esa es una decisión personal porque ustedes no son el rebaño de fulano
de tal… no, ustedes están buscando una esperanza… ahora, en este
momento, a escasas horas del acto electoral está claro que o gana Falcón
o nos seguimos hundiendo con Maduro. Ustedes tienen entonces una
responsabilidad personal”. Los come-candela: “Desde El
Caracazo para acá, en los barrios sabemos que cuando surgen los
discursos violentos los come-candela, a la hora del té, los come-candela
ya tienen a sus hijos fuera del país y cuando suenan los primeros
triqui-traqui ellos mismos agarran un avión y terminan en La Habana o en
Miami, pero quien pone la sangre sobre el asfalto es el hombre de la
calle, es la mujer del pueblo. El pobre sabe que sus únicos instrumentos
para cambiar un Gobierno son hacerme matar en la calle y el voto, y por
supuesto, se opta primero por el voto”.
Sugerimos a la oposición venezolana tres cosas esenciales:
1º-Reorganizarse y lograr la unidad
sincera de todos sus organizaciones políticas y de la sociedad civil,
soslayando y difiriendo cualquier diferencia que no sea primordial.
2º Escoger cuanto antes, a un liderazgo colectivo,
integrado por los ciudadanos más competentes, mejor dotados, los más
capaces, poseedores de elevada estatura moral e intelectual, quienes con
gran espíritu de unidad colectiva estén dispuestos a asumir la tarea de
coordinar y dirigir en los próximos años a una oposición alternativa institucional, que fomente el dialogo con el gobierno, para competir en la lucha política democráticamente.
3º-Diseñar, planificar y ejecutar acciones tendentes a articular y presentarle al país un proyecto político democrático alternativo, que pueda tener la posibilidad de conquistar legítimamente la voluntad popular.
Cualquiera
podría responderme que “soy un romántico, que con este gobierno no se
puede luchar ya por la vía democrática, que todos los poderes públicos y
los espacios institucionales están controlados”, respondería que es
posible que tengan razón, pero que el único camino que conozco para
competir y vencer en buena lid a cualquier adversario político es la vía
de la lucha política, activista y militante, a través de la
participación ciudadana, para así lograr el fortalecimiento de los
partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil, únicos
organismos vivos capaces de conquistar el poder democráticamente
mediante elecciones libres y transparentes, lo demás sería escoger la
rebelión popular o la lucha armada, esa alternativa es extrema, sería la
guerra fraticida, esa idea no la comparto, ni la recomiendo.
“Que
nos harían trampa, que las máquinas, que el CNE…”, denme todos los
pretextos que quieran, les respondo que no hay fraude que valga cuando
un pueblo está persuadido de conquistar su destino, pero eso no se
obtiene de gratis, hay que trabajar sin descanso, ni pausas, sin
vacaciones, hay que entrenar, instruir, preparar a los ciudadanos por
todos los medios posibles para conquistar el favor popular y hacer valer
un triunfo electoral, esa es una pelea que hay que dar sin tregua,
asumiendo derrotas y triunfos con idéntica dignidad..
Pero eso no
se logra en un día, ni en dos, ni en una semana, ni en tres, ni en
meses, tal vez ni en un año, ni en cuatro, a veces ni en décadas, quizás
ni siquiera los pueblos pueden liberarse de un régimen opresor sino
cuando Dios disponga llevarse al mandatario, pero jamás no existe en
política; sólo se que hay que hacer el duro trabajo político para lograr
el éxito anhelado, que en definitiva no es conquistar un triunfo
electoral eventual que podría durar muy poco, sino diseñar, planificar,
ejecutar, realizar un proyecto político útil, viable, eficaz, de
inspiración humanista y democrático, alternativo al que cuestionamos y
combatimos, que sea mejor que aquel, y que rinda frutos útiles para toda
la nación.
¿Y ahora que hacemos me preguntan muchos? Les
respondo así: El Libertador Simón Bolívar en la difícil hora de
Pativilca en el Perú, “flaco y extenuado, le causó pena al
diplomático Mosquera” quien lo visitaba convaleciente del tabardillo;
“Bolívar sentado en una pobre silla de baqueta, recostado contra la
pared de un pequeño huerto, atada la cabeza con un pañuelo blanco y sus
pantalones de ginque que dejaban ver sus dos rodillas puntiagudas y su
semblante cadavérico”. Mosquera creyéndolo derrotado y acabado,
conmovido por el deprimido aspecto físico del héroe, pero además, en
virtud de su inevitable derrota en Lima ante el sorpresivo ataque
enemigo, le preguntó: ¿QUÉ PIENSA HACER USTED AHORA? A lo que avivando sus ojos huecos EL libertador con tono decidido le contestó: ¡Triunfar!
Eso
es lo que les sugiero hacer ahora a los venezolanos que legítimamente
se oponen al gobierno, ¡Triunfar! Ahora que, eso no es sencillo, es muy
cuesta arriba, debe hacerse política de la buena, en la calle, en los
barrios, las urbanizaciones, en las Universidades, en los sindicatos,
caseríos, pueblos y ciudades, en todos los escenarios posibles, pero con
el pueblo como principal protagonista. Hacerlo sin apelar al camino
corto, ni al fascismo, ni la guarimba, ni con golpes de estado, sino
trabajando a brazo partido por las causas sociales colectivas,
resolviendo problemas comunitarios, defendiendo e interviniendo en favor
de los derechos de la gente, hacerlo siendo útiles a los demás, para
perfeccionar la democracia, garantizar la libertad y el ejercicio de los
principios republicanos.
Dijo hace años sobre este episodio del
Libertador el autor Luís José Acosta Rodríguez en su obra “Bolívar para
todos”: “En esta palabra ¡TRIUNFAR!, dicha en aquella
circunstancias tan difíciles, está visible una vez más, la voluntad
indomable de Bolívar. Eso fue siempre el Libertador. Una pura voluntad
de acción a todo trance, que no desfallecía un ápice ante las
circunstancias adversas por más complejas y difíciles que éstas fueran.
Triunfar, a pesar de las dificultades que se acumulan amenazantes;
Triunfar, a pesar de que la salud estaba en un hilo; Triunfar siempre,
sin que el desaliento hiciera flaquear el designio emancipador. Por eso
pudo asegurar la independencia y salir vencedor de las dificultades más graves y entorpecedoras.Saber
mantener la voluntad indeclinable contra los factores hostiles, es el
ejemplo más aleccionador que supo dar Bolívar en todo tiempo como hombre
de acción y allí en Pativilca, ese ejemplo alcanza su más rotunda
dimensión de grandeza”. Es el mejor ejemplo para las
nuevas promociones de dirigentes y líderes que deberán surgir
fundamentalmente del maravilloso talento que tenemos en la juventud
venezolana, regado por todas partes y que deberá irrumpir en el
escenario político nacional para reconquistar las banderas de la
convivencia, la coexistencia, el pluralismo, la tolerancia, la libertad,
la democracia, el derecho y la civilidad. Las consignas son muchas,
sugiero una: "Por una existencia feliz y digna para todos los
ciudadanos, en democracia, paz, amor, salud, prosperidad, unión y
vida".¡TRIUNFAR!.
Uno de los argumentos más socorridos de los opositores negados a
votar en las próximas elecciones, consiste en señalar que tal
participación legitimará la dictadura de Nicolás Maduro. Se trata de un
mito, que como suele ocurrir, ha adquirido una fortaleza más firme que
el mármol.
El régimen instaurado en Venezuela no
es una democracia imperfecta a la cual pueda pedírsele condiciones
óptimas para realizar elecciones libres y competitivas. Es una dictadura
de nuevo tipo, una neodictadura, obligada por la nueva legalidad
internacional a convocar elecciones periódicamente. De ella sólo
podremos salir con una férrea, espartana, organización que incluya el
ámbito electoral en primerísimo lugar. No hay espacio para paros
insurreccionales, huelgas generales indefinidas o una actividad
subversiva sostenida. La CTV no existe. La clase trabajadora y la clase
media se han ido extinguiendo. Los partidos y los dirigentes opositores
fundamentales han sido eclipsados porque están presos o desterrados.
Sólo queda un terreno que le resulta incómodo al gobierno: las
elecciones. Este representa el escenario en el cual puede
desenmascararse de forma eficaz y minuciosa el desastre creado por el
oficialismo, y develar su naturaleza represiva y cleptómana frente a la
opinión nacional y la comunidad internacional.
La MUD cayó en la provocación montada en República Dominicana por el
eje La Habana-Caracas. Sin entender que se trataba de un artificio para
que la oposición no acudiera a los comicios presidenciales, los
dirigentes optaron por complacer al régimen. La dirigencia opositora no
comprendió que la fuerza civil que los ciudadanos poseemos podrá sacar
del poder a la dictadura, sólo mediante un evento electoral al que
acudamos con una organización hermética, que coloque en una disyuntiva a
la FAN y obligue a la comunidad internacional a pasar de las promesas y
amenazas, a los hechos concretos. Lo demás es fantasía.
La participación en las elecciones del 20-M no habría legitimado al
régimen. Este gobierno muestra dos rasgos esenciales. Es incalumniable e
inlegitimable. Lo primero, porque no hay nada malo, perverso o dañino
que se diga de él, que eventualmente no pueda ser cierto. Lo segundo,
porque resulta imposible legitimar un gobierno que ha destruido a la
nación. Bajo ninguna circunstancia gobierno democrático alguno
reconocerá a Maduro como mandatario legítimo, sabiendo que en Venezuela
todos los poderes públicos están bajo el yugo del autócrata que derrochó
la riqueza petrolera, desviándola hacia Cuba, sus socios
latinoamericanos y los bolsillos de los amigotes del régimen,
enriquecidos de forma obscena a expensas de la miseria de los
venezolanos. Quebró a Pdvsa. Acabó con la salud pública y la educación.
Desató el único proceso hiperinflacionario de América Latina en los
últimos treinta años. Elevó la pobreza hasta 87%. Demolió la
infraestructura. Dejó al país sin agua ni luz. Provocó la única diáspora
conocida desde la existencia de Venezuela como país, causando severas
dificultades en las demás naciones de la región. Acabó con la
independencia y equilibrio entre los poderes, es decir, decapitó la
República. Un gobierno y un mandatario con esas características no
pueden legitimarse en unas elecciones que el mundo entero sabe que no
son libres, participe o no la oposición.
Invocar los esfuerzos que realiza la comunidad internacional para
resolver el problema venezolano, no resulta convincente. Es falso que
nuestros amigos del exterior no hubieran entendido, ni aceptado, que
asistiéramos a la consulta de mayo porque lo habrían interpretado como
un gesto de inconsecuencia de nuestra parte. De haber sido bien
explicada, la decisión habría sido entendida como una acción táctica en
defensa propia, de sobrevivencia lógica y necesaria. La comunidad
internacional no está integrada por marcianos, ni ángeles, sino por
políticos experimentados que en sus respectivos países les toca lidiar
con personajes y cuadros muy complicados.
Cuando la oposición chilena fue al referendo convocado por la
dictadura de Pinochet en 1988, se planteó el mismo debate. Los grupos
extremistas internos y foráneos sostenían que acudir en las condiciones
impuestas por el tirano, era legitimarlo. Privó la sensatez y sabiduría
de Ricardo Lagos y Patricio Aylwin, entre otros dirigentes, quienes
venciendo las resistencias, lograron imponer su criterio de asistir,
incluso en la atmósfera tan pesada creada por el dictador. La oposición
ganó la apuesta, a pesar del enorme prestigio de Pinochet en amplios
sectores de las clases medias y populares, por la estabilidad política y
el crecimiento económico logrados. Si hubiese perdido la consulta, la
oposición, a pesar de la catástrofe que hubiese significado para la
democracia chilena y continental, no habría sido tachada de vendida o
colaboracionista. Habría tenido que prepararse para nuevas y más duras
batallas electorales, pues ya los métodos insurreccionales habían
fracasado. La comunidad internacional habría comprendió esa realidad.
Considero un error político no votar por Falcón, en nombre de la
pretendida ´legitimación´, en las elecciones del 20-M. Si usted cree
tener razones para abstenerse, piense en una distinta, pero recuerde que
los únicos éxitos resonantes alcanzados por la oposición en medio de
esta dictadura, cada vez más represiva, corrupta e inepta, han sido
electorales: en 2007, 2015, elecciones de gobernadores y alcaldes en
estados y municipios importantes. Lo demás han sido quimeras y fracasos,
algunos de ellos desgarradores.
Las del 20 de mayo no son elecciones, por lo tanto, la mejor manera
de defender el voto es no avalar el fraude antidemocrático convocado por
Maduro.
Con partidos políticos ilegalizados, opositores perseguidos, presos y
en el exilio, con una represión apabullante en contra de la disidencia y
la criminalización de la protesta, el régimen cubano que se adueñó del
país, trata de evitar en todos los terrenos que Venezuela sea libre.
De manera abrumadora y contundente, la
comunidad internacional no reconoce la farsa electoral que quiere
imponer Maduro a través de la dictadura del hambre y la corrupción.
¿Qué hacer? Fortalecer, ampliar y descentralizar la plataforma
unitaria. Hacer una oposición creativa e inteligente, conectada a los
principales problemas sociales de las grandes mayorías. Impulsar una
resistencia activa promoviendo las más diversas acciones para exigir
respuesta a la crisis humanitaria por falta de medicinas, alimentos y el
colapso de servicios públicos como el transporte, el suministro de agua
y electricidad, causas del caos y la violencia que está desplazando a
miles de venezolanos hacia el extranjero. Insistir en el llamado a la
FAN para que sea garante del cumplimiento de la Constitución y demás
leyes de la República. Solicitar a los candidatos que han dicho que son
opositores, que a falta de las garantías mínimas para la realización de
unas elecciones libres y democráticas, se retiren y hagan así mas
evidente la trampa.
Con esta presión sobre el régimen y el apoyo de la comunidad
internacional, debemos exigir la realización de las elecciones
presidenciales para finales de este año, con todas las garantías
democráticas, como está previsto en la Constitución.
Nicolás Maduro está seriamente cuestionado y enjuiciado por su
participación en el caso Odebrecht a raíz de la denuncia de la fiscal
general Luisa Ortega Díaz en el expediente que cursa en el TSJ, razón
que acentúa aún más su deslegitimación, por lo que Maduro debería dar
paso a otro dirigente del chavismo para competir por la presidencia con
un líder de la oposición escogido en primarias o por consenso, entre los
cuales podrían estar Leopoldo López, Henrique Capriles, Antonio
Ledezma, María Corina Machado, Henry Ramos o el propio Henri Falcón,
entre otros.
Como dije en un artículo anterior, tenemos que estar unidos, siempre
unidos, de frente y en todos los frentes, por el cambio urgente que
reclama el país y llegar a ese objetivo de la manera menos traumática y
pacífica que se pueda, que es lo deseable, a pesar de las amenazas y
peligros que nos acechan.
No estoy de acuerdo con una intervención militar extranjera en
Venezuela pero considero que los controles supranacionales previstos en
la OEA y la ONU deben expresarse de manera implacable contra los
responsables de la gran tragedia que hoy padece el pueblo venezolano.
Sancionar a los que saquearon al país y recuperar el dinero robado a
nuestro pueblo es una prioridad.
La verdadera rebelión de los votos, en este momento, es la rebelión
de los electores que no van a convalidar la farsa reeleccionista de
Maduro.
En mala hora, la dirigencia de la oposición sucumbió en 2005 al
embrujo abstencionista de la antipolítica. La dirigencia dejó de
dirigir. El liderazgo dejó de liderar. Los partidos dejaron de postular.
El electorado opositor dejó de votar. Y mire usted los resultados: el
oficialismo se cogió para sí toda la Asamblea Nacional y el resto de los
poderes públicos. La mega tragedia que hoy padecemos los venezolanos es
hija legítima de aquel antihistórico resbalón abstencionista.
Ciertamente, la oposición siempre ha
competido en total desventaja. Es obsceno el ventajismo del régimen, más
que descarada la parcialización del Consejo Nacional Electoral, masivo y
delictivo el uso de los dineros y demás recursos públicos, escandaloso y
aterrador el chantaje y la extorsión al electorado más vulnerable,
asqueroso y apabullante el manejo sesgado de los medios de comunicación
públicos y las forzadas cadenas de radio y TV en favor de las propuestas
electorales oficialistas.
Eso es verdad. Pero pregunto: ¿Es que acaso desde que Hugo Chávez
llegó al poder hemos tenido en Venezuela alguna elección limpia y justa,
verdaderamente competitiva, igualdad de condiciones para todos los
partidos y candidatos, un árbitro electoral imparcial, equidad en los
medios de comunicación, frenos al chantaje oficialista y a los
paramilitares y motorizados rojo-rojitos que aterrorizan a los electores
y a los testigos, una observación internacional profesional, seria y
absolutamente confiable?
¡Nunca jamás! Y aun así la oposición ha ganado dos elecciones
nacionales (el referendo popular en 2007 de la abortada reforma
constitucional de Chávez y la votación en 2015 para integrar la actual
Asamblea Nacional) y varias regionales en estados y municipios claves de
la república. Cuando ha habido voluntad unitaria de participar por
parte de las fuerzas políticas y una votación masiva que se exprese en
las urnas electorales, pese a las más difíciles desventajas la
alternativa democrática ha competido, cuidado los votos y ganado. Esa es
la absoluta verdad.
¿Qué pasó en las más recientes elecciones de gobernadores? Las
encuestas de opinión presagiaban una abrumadora victoria de las fuerzas
democráticas. Tanto, que se vaticinaban cerca de veinte de las
veintitrés gobernaciones en manos de la oposición. Pero cuando se
contaron los votos no fueron sino seis, una de las cuales, la del estado
Bolívar, fue arrebatada a la oposición por un fraude que se pudo dejar
en evidencia justamente porque la oposición participó en el proceso. La
victoria del Zulia finalmente se desvaneció por razones de discutible
validez.
¿Y por qué no se alcanzaron las veinte gobernaciones? Porque millones
de venezolanos que se identifican como opositores y que hubiesen votado
por las candidaturas no oficialistas como lo hicieron efectivamente en
las parlamentarias de 2015, prefirieron quedarse en sus casas antes que
aportar su concurso a la gran victoria democrática que vislumbraban las
encuestas.
A propósito de las desventajosas condiciones en que han sido
convocadas las elecciones presidenciales, de nuevo se escuchan llamados
abstencionistas que pretenden dizque “deslegitimar” a un régimen al que
nada ni nadie puede legitimar aun proponiéndoselo. Nada ni nadie puede
“lavarle el rostro” a un régimen de rostro, cuerpo y mente sucios a más
no poder.
Tenemos todo el derecho y el deber de exigir condiciones electorales
equitativas, tal como lo estipula la constitución. Pero pregunto: ¿Si
decimos que este es un gobierno dictatorial, violador contumaz de la
constitución, podemos esperar que se comporte como una democracia?
Entendamos que mientras esta gente esté en el poder tendremos que seguir
lidiando con condiciones sistemáticamente desfavorables.
El primer interesado en que se imponga la abstención es el propio
gobierno. Si los ciudadanos que aspiran el cambio democrático se
ausentan de las mesas electorales, Maduro tendrá garantizados sin
obstáculos seis años más en Miraflores.
Si la Concertación Democrática de Chile hubiese estado dirigida por
el abstencionismo que el G-4 de la MUD postula hoy para Venezuela, y en
vez de convocar al pueblo chileno a votar lo hubiese invitado a
abstenerse en el plebiscito organizado por la dictadura, con seguridad
otra sería la historia y el tirano Augusto Pinochet se hubiera muerto de
viejo en el Palacio de La Moneda.
¿Qué motivaciones habrá detrás del interés en que los venezolanos nos
abstengamos de votar y, cruzaditos de brazos, le regalemos a Maduro
seis años más en Miraflores?
¿QUE ES LO QUE TU QUIERES?
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