POR:TEODORO PETKOFF.
Parecía imposible acentuar la naturaleza farsesca de este proceso que ya cumple una década en el poder, pero Chacumbele lo logró. Esto ya se volvió, irreparablemente, una grotesca mascarada, típica de los tiranuelos bananeros.Inventó Chacumbele, para anotarse el enésimo autogol de su carrera, un día feriado a juro, para “celebrar” su primera toma de posesión, hace diez años. La cosa habría pasado por debajo de la mesa, si su narcisismo fuera de serie no lo hubiera llevado a poner a la Guardia Nacional a cerrar negocios por la fuerza y al Seniat, transformado en arma punitiva, a multar médicos y clínicas que el lunes hubieran trabajado.
Parecía imposible acentuar la naturaleza farsesca de este proceso que ya cumple una década en el poder, pero Chacumbele lo logró. Esto ya se volvió, irreparablemente, una grotesca mascarada, típica de los tiranuelos bananeros.Inventó Chacumbele, para anotarse el enésimo autogol de su carrera, un día feriado a juro, para “celebrar” su primera toma de posesión, hace diez años. La cosa habría pasado por debajo de la mesa, si su narcisismo fuera de serie no lo hubiera llevado a poner a la Guardia Nacional a cerrar negocios por la fuerza y al Seniat, transformado en arma punitiva, a multar médicos y clínicas que el lunes hubieran trabajado.
La guinda de este coctel la puso su mismísima Alteza Real declarando para CNN que era falso lo que todos estábamos viendo y que “aquí festejaba el que quería”. Al mismo tiempo, sus genízaros militares y tributarios andaban cumpliendo las órdenes de hacer lucir a las ciudades “celebrando” la magna fecha.
En nuestra torturada historia republicana no faltaron los autócratas que transformaron fechas que los involucraban personalmente, en fiestas patrias.
Fueron los casos de José Tadeo Monagas y Antonio Guzmán Blanco, en el siglo XIX. El ego de Guzmán era tan voluminoso que requirió una urna adjunta a la que contenía su cadáver, para que lo acompañara bajo tierra y en cada fecha que le hubiera estado asociada decretaba asueto obligatorio. El dictador-general de División Marcos Pérez Jiménez, en los años cincuenta del siglo pasado, obligaba a desfilar ante sí a empleados públicos, escolares y alguno que otro personaje acobardado, en unallamada “Semana de la Patria”, dedicada a echarle incienso a su regordeta figura, pero asociada a las verdaderas efemérides nacionales, siendo centro el 5 de Julio, y no alguna fecha que lo hubiera tenido como protagonista. Dentro de todo, “Tarugo”, como le decían a Pérez Jiménez, no había perdido completamente el sentido del ridículo.
El “asueto”, desde luego, no tenía otra finalidad que disimular el acarreo forzoso de empleados públicos y trabajadores de empresas del Estado al aquelarre del Paseo de Los Próceres, donde Chacumbele, acompañado de sus leales escuderos del Grupo Tiramealgo, llevó a cabo una ceremonia más de la veneración de sí mismo.
En fin, cada día que pasa, Su Alteza no hace sino proporcionar más y más argumentos para votar NO. Entre la campaña intimidatoria y el maratón de la cursilería, los venezolanos no tendríamos que pensarlo mucho para ne garnos a darle la posibilidad de que pudiera reeditar tales actuaciones en un periodo adicional que en modo alguno se merecería.Fuente:Tal Cual
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