POR:ARCANGEL VULCANO
Anoche luego del habitual y ya nada sorpresivo apagón, mientras jugábamos en algún lugar de Venezuela una fraternal partida de dominó entre compadres y selectos amigos, debimos alúmbranos durante más de una hora con la tenue luz de unas velas de cera, para poder culminarla exitosamente y no quedarnos frustrados luego de haberla iniciado, ¿Cuáles expresiones quejumbrosas no podemos escuchar hoy día en la patria de Simón Bolívar por causa de los recurrentes cortes del servicio eléctrico? Pero no haremos en esta oportunidad un análisis particular sobre está específica y preocupante situación, esa importante tarea la han desarrollado ya algunos expertos y técnicos en la materia, que han practicado sus evaluaciones, diagnósticos y recomendaciones; únicamente relataremos la realidad que vivimos frente a una lúgubre mesa de dominó.
Los jugadores éramos mi compadre, su hermano menor, mi hijo mayor y este su servidor. Todos jugábamos la partida de dominó absolutamente abstraídos de la mundana realidad, muy imbuidos en la recreativa y sana actividad, cálidamente hipnotizados por la habitual jerga empleada desenfadadamente y muy coloquialmente por los típicos aficionados del juego de las pintas negras, tal y como era de esperarse, estábamos disfrutando, de frases entre otras como: ¡acuesta la cochina porque te la cuento! -lógicamente refiriéndose al doble seis - riéndonos a carcajadas cada vez que a alguien le contábamos las doce pintas, cuando de repente, sencillamente se nos apagó la luz, con las consabidas consecuencias.
Por respeto a nuestros apreciados lectores, no repetiremos inútilmente ninguno de los improperios que dijimos encolerizados un grupo de compatriotas venezolanos, al padecer un apagón más, situados al borde de una mesa jugando dominó; tampoco expresaremos lo que sentíamos en aquel momento; pero eso si, repetiremos una expresión pronunciada por un compadre, y que pronosticamos debe hacerse muy popular en los últimos tiempos en Venezuela, al ser convertida en un instante en pegajosa frase, producto del exquisito refranero y la creatividad populares venezolanas, muy típicas de la gran mayoría de los hispanoamericanos, refrán repetido a la luz de las velas jugando una partida de dominó. Quizás mi respetado y estimado compadre, tal vez poseído por la romántica atmosfera que generaban los destellos luminosos de las luces que esparcían las lumbres de las bucólicas y desgastadas velas; a lo mejor subsumido por las grotescas figuras que formaban en las paredes las sombras y que no dejaban distinguir nítidamente las pecosas piezas del dominó; para preguntarnos en voz alta a mirones y jugadores la siguiente interrogante: -“¡Atención, atención!, a ver quien de ustedes sabe responderme correctamente una adivinanza que ayer le escuché pronunciar a un paisano "¿Cuál es el mejor vino para los venezolanos?" –largo silencio, nadie supo la respuesta- “El Vino la luz” –nos respondió graciosamente el compadre riéndose ruidosamente a carcajadas- Nosotros, no sabíamos si reírnos o llorar, porque estábamos forzando la vista luchando obligados por causa de la presbicia -como relatamos- jugando dominó a oscuras, alumbrándonos a la luz de las velas, hasta que por fin “vino la luz”, después de transcurrir más de una hora.
Anoche luego del habitual y ya nada sorpresivo apagón, mientras jugábamos en algún lugar de Venezuela una fraternal partida de dominó entre compadres y selectos amigos, debimos alúmbranos durante más de una hora con la tenue luz de unas velas de cera, para poder culminarla exitosamente y no quedarnos frustrados luego de haberla iniciado, ¿Cuáles expresiones quejumbrosas no podemos escuchar hoy día en la patria de Simón Bolívar por causa de los recurrentes cortes del servicio eléctrico? Pero no haremos en esta oportunidad un análisis particular sobre está específica y preocupante situación, esa importante tarea la han desarrollado ya algunos expertos y técnicos en la materia, que han practicado sus evaluaciones, diagnósticos y recomendaciones; únicamente relataremos la realidad que vivimos frente a una lúgubre mesa de dominó.
Los jugadores éramos mi compadre, su hermano menor, mi hijo mayor y este su servidor. Todos jugábamos la partida de dominó absolutamente abstraídos de la mundana realidad, muy imbuidos en la recreativa y sana actividad, cálidamente hipnotizados por la habitual jerga empleada desenfadadamente y muy coloquialmente por los típicos aficionados del juego de las pintas negras, tal y como era de esperarse, estábamos disfrutando, de frases entre otras como: ¡acuesta la cochina porque te la cuento! -lógicamente refiriéndose al doble seis - riéndonos a carcajadas cada vez que a alguien le contábamos las doce pintas, cuando de repente, sencillamente se nos apagó la luz, con las consabidas consecuencias.
Por respeto a nuestros apreciados lectores, no repetiremos inútilmente ninguno de los improperios que dijimos encolerizados un grupo de compatriotas venezolanos, al padecer un apagón más, situados al borde de una mesa jugando dominó; tampoco expresaremos lo que sentíamos en aquel momento; pero eso si, repetiremos una expresión pronunciada por un compadre, y que pronosticamos debe hacerse muy popular en los últimos tiempos en Venezuela, al ser convertida en un instante en pegajosa frase, producto del exquisito refranero y la creatividad populares venezolanas, muy típicas de la gran mayoría de los hispanoamericanos, refrán repetido a la luz de las velas jugando una partida de dominó. Quizás mi respetado y estimado compadre, tal vez poseído por la romántica atmosfera que generaban los destellos luminosos de las luces que esparcían las lumbres de las bucólicas y desgastadas velas; a lo mejor subsumido por las grotescas figuras que formaban en las paredes las sombras y que no dejaban distinguir nítidamente las pecosas piezas del dominó; para preguntarnos en voz alta a mirones y jugadores la siguiente interrogante: -“¡Atención, atención!, a ver quien de ustedes sabe responderme correctamente una adivinanza que ayer le escuché pronunciar a un paisano "¿Cuál es el mejor vino para los venezolanos?" –largo silencio, nadie supo la respuesta- “El Vino la luz” –nos respondió graciosamente el compadre riéndose ruidosamente a carcajadas- Nosotros, no sabíamos si reírnos o llorar, porque estábamos forzando la vista luchando obligados por causa de la presbicia -como relatamos- jugando dominó a oscuras, alumbrándonos a la luz de las velas, hasta que por fin “vino la luz”, después de transcurrir más de una hora.
Les aseguro que anoche no tomamos vino, sólo café y jugo de piña; los jueves no bebemos bebidas espirituosas en casa, ni siquiera para pasar el trago amargo de los cada vez más recurrentes y frecuentes apagones en Venezuela. Eso si, preferimos jugar a la luz de las velas nuestras necesarias, divertidas y relajantes partidas de dominó, y es cierto, que cada día la expresión, “Vino la luz” es muy repetida; pero es porque antes le anteceden frases como: “se fue la luz, se volvió a ir la luz”, y claro está, los consabidos improperios proferidos contra quienes el pueblo culpa como los responsables del desastre, ¿es necesario mencionárselos?
1 comentario:
Aunque todavia Venezuela esta a miles de años luz del desastre electrico dominicano, deja mucho que desear que siendo una potencia energetica que deberia venderle electricidad a los paises del caribe, Guyana y Colombia, esten pasando por esa.
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