POR:PEDRO LASTRA
¡Qué barata está Venezuela! ¡Qué bajo ha caído como para que la bauticen los pordioseros de la Perestroika. ¡Y a qué precio! ¡Putin! ¿Cuánto hubo pa’eso? Queda claro aunque se lo silencie cuidadosamente desde el aparataje mediático del régimen, que Putin no vino en calidad de autoridad alguna del Kremlin. Es más: está atravesando por graves dificultades con su delfín, que le salió levantisco. Vino como un excelentemente bien posicionado perro de la guerra. Una suerte de José Vicente Rangel, pero en grande. No tan ladronzuelo y zarrapastroso como alias Marciano, sino con agallas de ex primer ministro de un imperio de verdad verdad. Con dos tareas específicas, que le deben haber reportado tajadas suficientemente suculentas como para vivir un grato retiro en los bosques de Viena o en los alrededores del Lago Constanza: firmar órdenes de compra para la industria bélica de su país y agarrar un gran trozo de la faja petrolífera del Orinoco. ¡Na’ guará !
La primera de las misiones, cumplida en horas y aparentemente concluida con un éxito rotundo, debe dejarle ganancias de órdago, a decir de un gallego. Bastaría una comisión de un miserable 1%, lo que se llama una burusa, para que su cuenta engorde en la friolera de 50 millones de dólares. Un 5%, mucho más cercano a la realidad, aunque deba ser compartido entre todos sus secuaces, asciende a la astronómica cantidad de 250 millones de dólares. No se hable de los réditos reportados si la comisión engorda. El negocio de la vida.
Es la gran diferencia que va de Venezuela a Cuba. Fidel no compró jamás un juguete de matar. Los soviéticos se veían obligados a regalárselo: Migs, Tupolevs, Tanques, etc., etc., etc. Eso era en tiempos en que Cuba jugaba a la revolución y los soviéticos seguían suspirando por Vladimir Ilich y Joseph Stalin. Internacionalismo proletario y otras yerbas de la tercera internacional. El Kremlin de los techos dorados y la hoz y el martillo. Y los prados y la catedral sumergida de La Habana vieja. Ensoñaciones del jovencito Silvio Rodríguez, cuando nacía la hoy viejísima Nueva Trova.
Pero esos tiempos de los rusos alimentando zánganos y de los cubanos poniendo la negra carne de cañón en la parrilla del expansionismo soviético pasaron a la historia. Los alrededores del Kremlin bullen hoy de piratas capitalistas peores que los peores negreros de la acumulación primitiva norteamericana. Delincuentes financieros y banqueros descendientes de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht que dan terror. Lo mismo en América Latina: adiós guerrilleros fusilados por robarse una lata de leche condensada. Bienvenido Max Marambio, el chileno mil millonario. Ábranse las puertas para Torres Ciliberto, el banquero que nació de los bajos fondos. Que rueden los casinos de motonaves gigantes para los carajitos de la familia Chávez Frías que pasean por las islas del Caribe. Viva Gucci, Dolce Gabana, Cartier, Hugo Boss, WCI. ¿Quién le teme a Abraham Lincoln?De la revolución sólo sobrevive la costra inmunda del castrismo, que agoniza, y un teniente coronel dispuesto a pagar por la ilusión roja en paquetes de mil millones de dólares a quien le alquile el gabán de Vladimir Ulianov. A eso vino Putin, el último de los mohicanos, el teniente coronel de la KGB. A barnizar Miraflores con una capita de eslavismo soviético. ¡Qué barata está Venezuela! ¡Qué bajo ha caído como para que la bauticen los pordioseros de la Perestroika. ¡Y a qué precio! ¡Putin! ¿Cuánto hubo pa’eso?
Fuente:Noticiero Digital.
1 comentario:
¡Cuánta razón! Aunque parezca feo, pero...¡pobre Venezuela! El mal gobierno, etc,etc, ha llevado a nuestros hermanos venezolanos a estar padeciendo esto.
Gusto en pasar de nuevo después de muy largo tiempo por tu blog.
Un fuerte abrazo fraterno.
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