POR :DIEGO BAUTISTA URBANEJA.
La fuerza democrática en la AN debe servir para ampliar y consolidar los grandes acuerdos
Estamos ya en la semanas finales del proceso unitario de las fuerzas democráticas. Para finales de este mes, la Mesa de la Unidad debe anunciar los candidatos unitarios para la Asamblea Nacional, respaldados por todos los partidos que se sientan en la mesa en lo que se llama una alianza perfecta, de modo que al votar por cualquiera de esos partidos se está votando exactamente por los mismos candidatos.
Estamos ya en la semanas finales del proceso unitario de las fuerzas democráticas. Para finales de este mes, la Mesa de la Unidad debe anunciar los candidatos unitarios para la Asamblea Nacional, respaldados por todos los partidos que se sientan en la mesa en lo que se llama una alianza perfecta, de modo que al votar por cualquiera de esos partidos se está votando exactamente por los mismos candidatos.
A partir de mayo se abre entonces el período a lo largo del cual la mesa tendrá que hacer conocer su programa general para el país, y los candidatos tendrán que hacer conocer lo más ampliamente que puedan su plan de acción en la Asamblea Nacional, enmarcado en al plan general señalado. Cada uno tendrá sus temas favoritos o en los que se sientan mejor capacitados para destacarse como parlamentarios.
Pero bajo esa diversidad de personalidades y capacidades, hay unos cuantos títulos bajo los que se me ocurre que puede subsumirse la variedad de iniciativas que los diputados democráticos a la AN tratarán sin duda de impulsar.
El primero lo podemos llamar institucional. Su punto central es el establecimiento del equilibrio de poderes. El de convertir al Poder Legislativo en un poder autónomo y no un mero altavoz del presidente. Para que deje de ser verdad lo que el diputado Ricardo Gutiérrez dijo una vez: que el hombre que más trabaja en el Parlamento venezolano de estos años era el motorizado que iba y venía de Miraflores trayendo los sobres amarillos con las leyes e instrucciones que los asambleístas tenían que aprobar y cumplir.
El segundo rótulo lo llamamos contralor. Muy simple. Que el Poder Legislativo, como parte y expresión de su autonomía, cumpla con su tarea de controlar al Poder Ejecutivo y frenar su hoy absoluta discrecionalidad. Enormes gastos sin justificación o que violan el más elemental sentido de las prioridades, regalos a la pandilla de la cuadra, iniciativas de leyes inconstitucionales, convenios internacionales que dañan al país, cosas todas que hoy no encuentran el menor obstáculo que enfrentar de parte de la AN, -como no sea el de que se accidente la moto- tendrían en un nuevo Parlamento como el que necesitamos el control que tienen que tener en toda república digna de tal nombre.
Un tercer rubro es el propiamente legislativo. Son muchas las leyes en las que se puede pensar y aquí las personalidades de los parlamentarios tendrán dónde lucirse. Pero la mayoría de tales leyes seguramente se referirán a unos cuantos aspectos principales, de los cuales destaco como ilustración los siguientes cuatro. La defensa de los Derechos Humanos en el terreno judicial, así como la de los derechos a la libre expresión e información. El combate a la inseguridad y medidas correlativas sobre desarme de la población. La defensa y aseguramiento del patrimonio personal y familiar de los venezolanos, normalmente llamado propiedad privada. La defensa y recuperación del proceso de descentralización.
Un cuarto componente de esta agenda es el que llamaremos político. Se refiere al uso político que ha de darse a la fuerza parlamentaria, posiblemente mayoritaria, que se logre alcanzar en las elecciones de septiembre. Es en referencia a esto que Chávez pega sus alaridos de que “van por él”. El Gran Locutor puede estar tranquilo. Más bien, el uso político de la presencia de las fuerzas democráticas en la Asamblea tiene a mi juicio que dirigirse a los dos objetivos de mantener la estabilidad política del país y de asegurar la realización equitativa y pulcra de las elecciones del año 2012.
Al último título de esta lista le damos por nombre el de unitario. Se refiere a que la fuerza democrática en la Asamblea Nacional debe servir para ampliar, consolidar y profundizar los grandes acuerdos en torno a un gran programa nacional de construcción y reconciliación del país que habrá de servir de base para el trabajo que está pendiente en la Venezuela que viene. Ya es mucho lo que la Mesa de la Unidad ha adelantado al respecto. Pero sin duda que la práctica del Parlamento tendrá mucho que decir en cuanto a afinamientos, remaches, ampliaciones.
No cabe duda de que algo como lo aquí sugerido constituye una exigente agenda de trabajo. Pero además de exigente, es una agenda convincente, si se la plantea en forma comunicacionalmente feliz, por candidatos con ideas claras sobre lo que van a hacer en la Asamblea. En verdad que será algo por lo que valdrá la pena votar.
Fuente:El Universal
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