POR:FRANCISCO ALARCÓN.
Borges es el espíritu universal frecuente con las literaturas anglosajonas, francesa, alemana, escandinava, constituyendo uno de los lazos más reveladores con el hispanismo. Se ha repetido que las literaturas hispánicas son expresión del realismo latente en los pueblos hispánicos, siendo una idea vaga, flexible, que sirve para explicarlo todo sin alcanzar nada, El argentino Jorge Luís Borges, implanta una evidencia vigorosa de la inanidad del común, representando el enlace medular entre las culturas hispánicas y la de otros países. Su obra la consagró a la poesía y a la literatura fantástica, sin apartarse ocasionalmente de los artículos de prensa y de los guiones de películas.
Borges se inicia en la literatura bajo el influjo de Sarmiento y triunfa la poesía en su carácter, guiado por el modernismo de Rubén Darío, Rodó, Herrera y Reisisig y Leopoldo Lugones, siendo los mentores de una juventud activa, inquieta, ávida de sensaciones nuevas; pensaba ya en Paris como destino inmediato. Así, fue cuando emprende su recorrido por Europa, visitando Inglaterra, Francia, Suiza, Portugal y España. En esta última establece relación con artistas y escritores en las tertulias del café Pombo. Los autores madrileños ofrecían un espectáculo variado, yendo desde los escritores académicos, tertulias de dramaturgos y los seguidores de Unamuno. Subyugaba la presencia de Valle-Inclán, pero había otro escritor más joven que llamaba la atención: Ramón Gómez de la Serna. Borges se vincula con el “dadaísmo”, mientras germinaba un grupo poético que va más allá de las normas, el “ultraísmo”, se incorpora a esta nueva corriente literaria, en ella, coexisten el culto a la imagen y el culto al dinamismo, el desafió a la autoridad, el buen humor. Regresa a Buenos Aires convertido en ultraísta, pero pronto rompe con él, siendo uno de sus sobrevientes y publica su primer compendio “Fervor de Buenos Aires”, mezcla de lo lírico y lo descarnadamente familiar: “Hacia los cuatro puntos cardinales/se han desplegado como banderas las calles/ ojala en mis versos enhiestos/ vuelen esas banderas”. Sus poemas están inspirados por la ciudad de nuevo descubierta. Borges irrumpe desde su primer libro como el gran bardo que fue, imponiendo su talento y su audacia expresiva casi sin esfuerzo, continuando por las sendas de la poesía y el ensayo. En sus composiciones jamás hace concesiones a las masas, lentamente va siendo guiado hacia el centro de la literatura argentina por el entusiasmo de sus lectores. Luego sobreviene su enfermedad que lo pone en el resquicio de la muerte. Ante ella, multiplica sus esfuerzos y escribe cuentos, ensayos y funda una editorial, tratando siempre de orientar a la juventud. Sus cuentos invariablemente estuvieron ligados al lirismo. Leer La Muerte y La Brújula es darse cuenta que estamos en presencia de un maestro del idioma. Entre sus obras sobresalientes nos topamos entre otras con: La Historia Universal de la Infancia, El jardín de senderos que se bifurcan, Ficciones; “ellas sugieren a los lectores y espectadores que se consideran reales, su posible condición de entes imaginarios” acosado por un mundo serio que a veces carece de sentido, busca crear otro mundo de apariciones. Y es Borges como el cuentista Franz Kafka para la literatura alemana, como Camus en Sísifo, poniendo en duda que el mundo en que vivimos esté hecho a la medida del hombre. El infinito acosa a los personajes de Borges por todas partes, un conjunto de bromas pesadas ayuda a aumentar la sensación desesperante de lo absurdo. Las “ruinas circulares” que se consideraba un hombre real, descubre con sorpresa y humillación que es el sueño de otro hombre.
Borges fue el lazo a la hispanidad, franqueando el camino hacia el universo. Amigo de Alfonso Reyes y enemistado con Ortega y Gasset y Américo Castro, abrió la vía al controversista que, no temió en atacar y ser atacado, vinculándonos a la literatura iberoamericana como no lo hizo otro.
@falar04
Fuente:http://www.noticierodigital.com/2011/04/borges-el-grande-de-america/
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