viernes, abril 15, 2011

"¡Los 11 de abril son para matar!"("...provoqué la gran crisis...nuestra decisión fue disparar y matar...lo nuestro era salvar la revolución...")


POR:AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ .

Muchos, por ignorantes, escuálidos y contra patriotas piensan que el 11A-02 es algo del pasado. No entienden que nosotros somos puro 11A.

Materialmente nacimos con ese evento porque esos días quedó sembrada y establecida una épica para siempre: el imaginario que nos convierte a todos en héroes, verdaderos caudillos de la libertad y la revolución.

Antes, aquí pasaban cosas sin mucha importancia. La misma república supuestamente democrática. Nosotros dimos el paso hacia el establecimiento de una nueva política: la constituyente.

Pusimos en acción al poder originario y así el pueblo comenzó a convertirse en el legítimo dueño de su destino. Pero eso fue sólo la declaración.

Es el 11A lo que produce el evento que impulsa un cambio en este cuadro: la oligarquía, unida al imperio y utilizando componentes como Fedecámaras, la CTV, la Iglesia, una buena parte de las FAN y los medios de comunicación, se lanzan a la aventura de conseguir caída y mesa limpia.

Pero nosotros estábamos bien avisados de lo que venía. Nuestro aparato de inteligencia, ya dignamente asesorado por los hermanos cubanos, nos había advertido que la oligarquía y el imperio no se detendrían en su empeño de acabar con el proyecto revolucionario que sólo se había atrevido a promulgar las 49 leyes habilitantes.

Y éstas fueron las detonantes para producir la alarma de la contrarrevolución y que los descontentos se expresaran de la manera más terminante y violenta.

El paro general del 10 de diciembre del 2001 fue un desafío mayor y la revolución no podía quedarse de brazos cruzados sin armarse. Y eso fue lo que hicimos.

El enemigo tomó la calle para producir un abierto enfrentamiento al gobierno. La situación se volvió cada vez más tensa. Y se complicó mucho más cuando, al cuadro de protestas, se suman nada menos que los burócratas de Pdvsa.

Al principio el reclamo era por el respeto a la meritocracia, pero rápidamente se unió a la protesta general que se extiende y profundiza de manera vertiginosa, decidido a sacarme del mando-poder.

Y entonces, como dije en la AN el 15 de enero del 04, provoqué la gran crisis en esa empresa para sacar de su seno todo contra. Ya sabíamos que nuestra revolución se tendría que basar en la renta petrolera, como nos indicaba Fidel, porque aquí apenas nos apoyarían los militares que ya le estaban viendo el queso a la tostada socialista.

Y en este punto es donde cuenta la claridad de un aparato de estrategia y seguridad. La asesoría y diligencia de los camaradas cubanos fueron puntales en la elaboración del plan para enfrentar las movilizaciones de los escuálidos que tenían programado el Asalto a Palacio y producir un magnicidio.

Todos sabíamos que venían por mí porque entonces y ahora, yo soy la revolución. ¡Nada menos! De allí la importancia que le atribuyen a la toma de la sede del mando-poder bolivariano.

La marcha convocada hasta Chuao seguiría hacia Miraflores. Eso lo sabíamos. Y por ello se diseñó y adoptó un plan de defensa de nuestra naciente revolución.

Era obligado pasar por nuestra prueba "Playa Girón" y que al igual que Cuba, teníamos que derrotar al imperio. Por ello todo se dispuso para poner a andar un gran montaje en el cual todo lo que se actuara terminara sirviendo a los fines de nuestra revolución.

Nuestro gran operativo estaba llamado a enfrentar y aniquilar la inmensa fuerza social de calle que exhibían los escuálidos para aplastarme. ¡Porque yo era el objetivo! ¿Eh?

Ahora, todo esto nos ponía en la escala de la creciente polarización-confrontación. Por ello nos convencimos que la actuación contra esta marcha debía ser violenta.

Debíamos producir un ataque directo y contundente que dejara en ese movimiento huellas profundas que sirvieran de indicador de la fuerza que estaba dispuesta a usar la revolución en defensa de sus dominios.

Teníamos conciencia de que era inevitable producir muertos. Que la sangre tenía que correr hasta el punto de verse y quedar registrada como una muestra de nuestra disposición de defender el proceso bolivariano aun a costa de nuestras vidas.

Y nuestra decisión fue disparar y matar, tal como lo hizo CAP el 27F-89, para salvar la democracia. Lo nuestro era salvar la revolución. Y como entonces, aprovecharíamos para atemorizar al colectivo y cortar de raíz esa fuerza de calle que nos amenazaba.

Por supuesto, estaba previsto que la propia oposición actuara a favor del operativo que teníamos montado.

Y en efecto, nuestro plan se activa de manera perfecta en el momento en que la propia oposición deja escuchar el grito que salió de las voces de la dirigencia en el mediodía del 11A en Chuao: ¡Compañeros y compañeras, vamos a Miraflores!

Claro, la gente ignoraba que la esperábamos. Pero puedo afirmar que la dirigencia sí lo sabía porque una buena parte de ellos estaban metidos en el plan golpista.

Teníamos la certeza de que caerían unos cuantos justos que pagarían por los pecadores. Pero no teníamos otro camino. ¡Así son las revoluciones!

Y si algo lamento, a estas alturas, es que se exhiban por ahí testimonios de dos grandes amigos. Ponen el sonido de Pancho Arias diciendo que yo soy un asesino y actor intelectual del 11A.

Y me siguen sacando por todas partes la declaración de Lucas Rincón Romero diciendo que yo había renunciado.

Yo sé que el testimonio de LRR me condena más que cualquier otro. Pero no puedo desmentirlo. Se me caería la base y fundamento del operativo criminal de esta fecha histórica en la cual se inicia la magna épica de la revolución bolivariana, zamorana, robinsoniana, marxista, leninista, stalinista, troskista, fidelista, guevarista, maoísta y gadafista.

Pero que se sepa: cualquier referencia a mandar a matar es pura afirmación contrarrevolucionaria. Aunque aquí aún nos faltan muchos 11 de Abril.

T:@ablancomunoz

abm333@gmail.com


Fuente:http://www.eluniversal.com/2011/04/15/los-11-de-abril-son-para-matar.shtml

1 comentario:

Anónimo dijo...

La marea verde

El discurso del Presidente reflejó el cansancio de una supuesta gesta que nunca concluye
FRANCISCO OLIVARES | EL UNIVERSAL

Cada día más, la revolución de Hugo Chávez se parece más a lo vivido por la humanidad con la Unión Soviética, los países de Europa del Este y hasta la vecina revolución cubana. Pero de ellas se evoca lo gris de aquellos procesos, el militarismo y la propaganda vacía donde se exponen logros que solo tienen vida en las grandes pancartas cuando debajo lo que se palpa es un país en ruinas.

Los milicianos de los 300 batallones fueron movilizados para rendir culto al único líder, único candidato, Presidente, Comandante en Jefe, presidente del PSUV y hasta máxima autoridad por ejemplo en el tema de la vivienda. Carabina al hombro, los milicianos lucían cansados, algo así como resignados, como quien cumple una tarea en compensación del salario mínimo que se reciben a cambio de tan loable "servicio a la patria".

El discurso del Presidente, ya el noveno para conmemorar el 11 de abril, fue el mismo de siempre: "A esta hora me encontraba en la Orchila mientras el poder popular estaba rodeando al Palacio de Miraflores". Lo que no dice es que en realidad no fue el pueblo el que lo rescató sino su amigo, compañero de la conspiración del 4F, el general Raúl Isaías Baduel. Por cierto era el único general con capacidad para movilizar tropas a la capital. A última hora Baduel optó por rescatar a Hugo Chávez y mandó varios helicópteros a buscarlo. Pero su compañero de conspiración le puso condiciones a Hugo Chávez. Entre ellas le exigió que en adelante mantuviera un comportamiento democrático, que gobernara con las instituciones y que reconciliara a todos los sectores del país. Pero Chávez hizo todo lo contrario y aquel que fue su salvador hoy está preso y confinado al olvido por manifestar diferencias políticas con su comandante.

El discurso del Presidente tras 9 años de aquellos sucesos también reflejó el cansancio de una supuesta gesta que nunca concluye, que apela a las emociones a falta de hechos y tiene enemigos en todas partes, y como en aquellos regímenes estalinistas, sirven para atribuirles la razón de todos los fracasos de la revolución.

La propaganda no tiene escrúpulos. Los huelguistas de Cemex, los enfermeros, los estudiantes, los damnificados y todos los que protesten, son catalogados como focos del imperialismo, animados por la oposición para des estabilizar la revolución. "Los burgueses andan pensando en otro golpe".

Pero la contundente realidad hunde en el lodo tanto discurso como en "Ciudad Losada" en el Zulia, en la que sobre el barrio en ruinas, sobresale una pancarta anunciando viviendas dignas. El mensaje derruido con el tiempo, ha permanecido allí por seis años semejando a las gestas de la revolución de Hugo Chávez.

folivares@eluniversal.com