POR:FAUSTO MASÓ.
No hubo diálogo en Miraflores sino un teatro bien montado, pero la
oposición acertó al prestarse a la farsa en la que cada cual buscaba
aprovechar el escenario. Por unas horas Nicolás Maduro habló
educadamente con las ratas peludas, los fascistas; Antonio Ledezma, y
también Blyde, Ocariz, Falcón, Smolansky, le respondieron sin ceder un
centímetro. A la distancia, desde Miami, se condena la presencia en
Miraflores de la oposición, sin comprender que hubiera sido un error
desaprovechar la ocasión para hablarles a los millones de chavistas, a
Catia. Habrá un verdadero diálogo al final de esta tragedia, cuando haya
que facilitarles un puente de plata a capitostes chavistas.
Los
radicales querían que la oposición hubiera copiado en Miraflores el tono
del mensaje de Fidel en el Moncada. Nuestros radicales, de lado y lado,
se limitan a los discursos. No matan, no disparan, no se juegan el
pellejo. Hablan mucho de calle y no lanzan piedras o le disparan a los
motorizados, no se comportan como en Argentina o Perú. Dicho esto hay
que agregar lo que parecerá para algunos una contradicción: a partir de
ahora, desde ya, a la oposición le toca no dar la otra mejilla,
expresarse golpeadito en los hechos y en las palabras, demostrar que no
acepta un proyecto autoritario y que cuenta con una salida a este
berenjenal, una estrategia, una respuesta.
El socialismo del
siglo XXI destruye el país y obliga a la resistencia. Los que han
perdido sus tierras, sus propiedades, sus fábricas, su trabajo, exigen
posiciones enérgicas. El chavismo con una habilidad diabólica quiere que
la oposición se coloque al lado de los ricos contra los pobres. Craso
error: recientemente no había que defender a los especuladores sino
insistir en que los precios los baja la competencia, no los militares,
porque los que entregaron los dólares de Cadivi se hicieron la vista
gorda, eran socios en el negocio: no les molestaba que después se
vendiera la mercancía como si la hubieran comprado a dólar libre.
Después
de 50 años, el exilio cubano aprendió una verdad elemental, su misión
es respaldar a los que en la isla corren los riesgos. Llevó tiempo que
los exiliados comprendieran que la distancia es el olvido, que una vez
que se abandona el frente de batalla toca jugar un papel secundario.
La
oposición ha dejado de ser mediática, le quitaron la televisión. No hay
que quejarse, es una bendición disfrazada que los canales de televisión
no dirijan la política. No queda otra que trabajar, en la calle.
El
país está dejando atrás el cuento de la cuarta república, comprende que
no hay que avergonzarse de un Prieto y un Calvani ni de los próceres
civiles que rechazaron el militarismo desde los comienzos del siglo XIX.
Nos tragamos el discurso de Chávez en 1999, aceptamos que el pasado
había sido vergonzoso, discurso que fue abonado por muchos intelectuales
que elogiaron la sinceridad de Chávez al asumir su responsabilidad en
el 4-F. Esa irresponsabilidad le abrió las puertas al socialismo del
siglo XXI.
Igual que nuestros radicales, yo también me voy de
vacaciones. Ni en la Revolución francesa ni en la rusa, o la cubana, los
últimos días de diciembre políticos y periodistas corrían a los lugares
de recreo. Nada de guillotina, vacaciones para todo el mundo, esa es la
consigna del socialismo del siglo XXI.
Fuente: http://www.el-nacional.com/opinion/Bravo-Ledezma_0_322167846.html#.UrWMbMeRC38.twitter
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