sábado, diciembre 14, 2013

"Los resultados del 8-D"("...despreciar la voluntad popular....los ministerios y “protectorados” para los perdedores...")



 POR:FERNANDO LUIS EGAÑA.

Lo primero es lo primero: este proceso electoral se convirtió en la apoteosis del ventajismo para avasallar, discriminar y tratar de condicionar resultados. Es decir, agravó la realidad impuesta en el laberinto revocatorio del 2003-2004 –continuada y reforzada desde entonces—que hace que las elecciones y referendos venezolanos no se realicen en un contexto de equilibrio democrático sino de control hegemónico. Y este tema no puede relegarse a un plano secundario, ni subestimarse por el hecho de que se obtengan triunfos específicos.

Dicho esto, salta a la vista la abstención del 40%. De cada 10 electores, 4 no salieron a votar. Cierto que eran elecciones municipales que, por lo general, cuentan con menores niveles de participación. Pero también lo es que voceros calificados de la plataforma opositora intentaron nacionalizar los comicios con la tesis del plebiscito, y sus contrapartes oficialistas se esforzaron en uniformarlas alrededor de la marca nacional de Chávez.

Maduro pasa la prueba de las municipales, en lo que a él más le importa: en su conflicto interno con Cabello. Mantiene una votación que ayudó a insuflar con el “efecto plasma” y las expectativas sobre una calamidad electoral del Psuv no se cumplieron. Además, las resultas en Maturín debilitan a Cabello, o sea que favorecen a Maduro. Y las de Barinas debilitan a Adán Chávez, lo que no necesariamente es cosa mala para el “madurismo”. En todo caso, las estadísticas electorales le dan municiones a la propaganda gubernativa. En especial, cuando ésta es un tributo al acomodamiento interesado de la realidad.

Ahora bien, la terca realidad trae noticias muy preocupantes para Maduro en la perspectiva nacional. Su parcialidad perdió en casi todas las principales ciudades del país, incluyendo las cuatro más pobladas: Gran Caracas, Maracaibo, Valencia y Barquisimeto. Y perdió en el feudo barinés y en el día de la lealtad… Es obvio que los números del oficialismo se hacen cada vez más dependientes del férreo control sobre el proceso electoral. No obstante, el quid de la hegemonía es hacerse independiente de la variable electoral.



La unidad opositora también se encuentra con una situación agridulce. Lo segundo por las contundentes victorias urbanas, lo primero porque el porcentaje nacional desmejora. La percepción generada en el arranque de la campaña sobre un triunfo indiscutible se fue matizando a lo largo de su desarrollo. El oficialismo hizo y deshizo a su antojo, como siempre; y la oposición política fue descentrando el discurso general. Pero vistas las cosas en el contexto en que hay que verlas, o sea en el contexto de control hegemónico, los resultados de la Mud son muy importantes.

Otra cosa es que se tenga la capacidad de contrapesar, efectivamente hablando, el poder de la hegemonía imperante. Y acá se ubica el meollo de la cuestión. Porque reconocer resultados adversos –como se ufanan algunos voceros oficiales—para luego seguir haciendo lo que les da la gana, como si esos resultados no existieran, es despreciar la voluntad popular. Verbigracia, los ministerios y “protectorados” para los perdedores.

A nivel nacional, los resultados del 8-D, por sí mismos, no cambian mucho las cosas o el estatus previo. Y eso es malo. Pero los alcaldes democráticos de tantas y principales ciudades pueden conformar una fuerza de lucha y activismo que impulse cambios de fondo. Y eso tiene que ser bueno. ¿Podrán? ¿Querrán? Esperemos que sí…


Fuente: http://www.noticierodigital.com/2013/12/los-resultados-del-8-d/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Trino Márquez

PSUV: un fracaso maquillado

Algunos dirigentes y analistas políticos se mueven más en el mundo de la numerología que los estadísticos y los encuestólogos. Olvidan que la política se apoya en los fríos números de las matemáticas, pero los interpreta y los trasciende.

opinan los foristas

Esta verdad la entendió plenamente Rafael Rodríguez Olmos –identificado con el oficialismo- quien escribió “La derrota disfrazada de victoria”, artículo publicado en Aporrea. En él, Rodríguez Olmos les exige a sus compañeros de partido que no maquillen los datos de la consulta del 8-D y admitan que el PSUV sufrió un doloroso fracaso, por la sencilla razón de que perdieron la Alcaldía Metropolitana de Caracas, Maracaibo, Barinas y el municipio Sucre del estado Miranda. Frente a estos descalabros, se pregunta, cómo sus camaradas pueden hablar de victoria.

La importancia política y económica de las grandes capitales donde ganó la oposición es infinitamente superior a decenas de municipios en los cuales triunfó el gobierno. El 8-D no solo se contaron los votos; también, se pesaron. Esto lo comprendieron perfectamente los dirigentes del PSUV que le ordenaron a Tibisay Lucena presentar los resultados de tal manera que el revés sufrido por el partido quedara oculto tras los fuegos artificiales encendidos por la presidenta del CNE.

Las principales ciudades del eje urbano que va de Caracas a Maracaibo, con la excepción de Maracay, quedaron o pasaron a manos de la oposición. La victoria en Barinas lleva una carga simbólica particular. El régimen habría cambiado esa alcaldía, el Día de la Lealtad y el Amor a Hugo Chávez, por decenas de otras que no encarnaran tanto la admiración al Comandante Supremo.

La cantidad y calidad de los municipios obtenidos por el PSUV no representan el poder, ni el control abusivo que el régimen ejerció sobre los organismos del Estado para que favorecieran a sus abanderados, ni el dominio de los medios de comunicación públicos que les impidió a los candidatos opositores proyectarse y difundir sus mensajes y programas de gobierno. Los excesos superaron todos los límites alcanzados en las citas anteriores. No hubo amenaza o atropello que no cometieran. Los aspirantes opositores compitieron con unos adversarios que contaban con los recursos de PDVSA, Corpozulia o Corpomiranda, según fuese el caso. Nunca les faltaron medios de comunicación, afiches, ni recursos financieros para realizar movilizaciones y promover sus campañas.

El peculado de uso y la presión sobre los medios de comunicación independientes para impedir que se transmitieran los actos de los representantes de la alternativa democrática, tienen que ser incluidos como parte fundamental del análisis. De lo contrario, el examen de los resultados arrojados por la cita del pasado 8-D quedaría incompleto. Podría parecer como si los números que nos desfavorecieron, por ejemplo, en Los Teques, fueron el producto de una equivocación táctica y estratégica de Henrique Capriles, y no del plan deliberado de Nicolás Maduro y Elías Jaua para taponar los recursos financieros de la gobernación del estado, para entregárselos al “protector” de Miranda. Podría parecer que las elecciones municipales tuvieron lugar en unos rutinaros y tranquilos cantones suizos, y no en la erizada Venezuela, donde gobierna una pandilla cubano-madurista que desprecia la democracia y se vale de todas las artimañas posibles para preservar el poder.



Anónimo dijo...

Trino Márquez

PSUV: un fracaso maquillado


Constatar los desequilibrios existentes no debe servir para justificar los errores que se cometieron. Las fallas hay que diagnosticarlas y corregirlas. Pero dedicarse al automartirio no conduce sino a la depresión, a la parálisis y a la desmoralización. A la alternativa democrática le conviene convencerse de que el gobierno fracasó en su intento de adueñarse de las alcaldías más importantes en el plano político. El fiasco del régimen se tradujo en el éxito de una oposición que trabajó en condiciones precarias y desventajosas. Las victorias de la alternativa democrática están marcadas con el sello del heroísmo, pues se obtuvieron venciendo todos los obstáculos colocados por la todopoderosa maquinaria del Gobierno y el Estado, que movieron cielo y tierra para invisibilizar a los aspirantes de la oposición, arrinconarlos y asfixiarlos financieramente.

Si el análisis político ignora el contexto donde las distintas fuerzas actúan, se convierte en un fastidioso e inútil ejercicio académico. Masoquista, de paso.

@trinomarquezc