POR:THAYS PEÑALVER.
En pocos años, Venezuela recibió el equivalente al PIB español en divisas
pero en vez de invertir y ahorrar, las dilapidó salvajemente. A la
muerte de Chávez, todo se regalaba en Venezuela, porque cada año había
una «fiesta electoral» y lo que más se daba era nada menos que dólares y
euros. Se subvencionaban hasta los coches de lujo, que
pronto comenzaron a circular masivamente en las desvencijadas calles y
así, el parque móvil se duplicó en pocos años y con éstos, las
necesidades de repuestos. Era el chavismo saudita: los viajeros, que
apenas alcanzaban los 400.000 en 1998, llegaron a los 2,4 millones que
viajaban gratis gracias al mercado negro.
Detrás de semejante irresponsabilidad -escondidos tras los balancines
de petróleo-, estaban los pobres, quienes estadísticamente habían
dejado de serlo porque el transitorio precio del barril los había
llevado a ser insosteniblemente de clase media; y la ingenuidad mundial felicitó a Chávez por sus logros contra la pobreza.
La importación de alimentos pasó del 35% de los gramos que consumía
cada venezolano a 67% y entonces la FAO felicitó a Chávez por su lucha
contra el hambre. Entretanto, la nómina burocrática del gobierno pasó de
uno a tres millones de empleados y de nuevo el mundo
vio con buenos ojos los logros en pro del empleo, mientras éste, se
exhibía con supermodelos en las alfombras rojas del festival de Cannes.
Por eso, hablar de un Gobierno de Maduro
es hablar de una herencia envenenada. Nos recuerda esas herencias que
es mejor no aceptar o en todo caso hacerlo a «beneficio de inventario».
Maduro heredó una economía improductiva, una deuda impagable y, por si
fuera poco, al chavismo, que lo odia casi con el mismo encono que la oposición.
Pero no hay que descuidar las irresponsabilidades propias. En un país
que en dos años tuvo crecimiento cero y con una inflación anual del 56%,
Maduro optó por incrementar el dinero inorgánico para satisfacer
aumentos salariales al mejor estilo de Zimbabue. «Si tenemos inflación
del 56% [...] aumentaremos el 59% [...] por encima de la inflación
criminal», gritaba Maduro. La liquidez pasó de 25.000 bolívares por
habitante a 38.000 en meses y, en medio de semejante locura, el barril de petróleo, que cotizaba a 107 dólares, bajó a 40.
A partir de allí, con un crecimiento de -9,4% en los siguientes dos años (2014-15) Venezuela lo está restringiendo todo y de 865 gramos importados de comida, sólo llegaron 500 a los anaqueles en 2014.
Pero Maduro continuó con el frenesí de imprimir dinero a tal nivel que
lo volvió a duplicar. Lógicamente el abc de la economía sugiere que si
usted sólo produce un pollo y duplica los billetes en la calle o el
pollo desaparece por la escasez o cuesta el doble. Pero Maduro aumentó
de 25.000 bolívares por cada venezolano, a nada menos que 70.000 y, para
colmo de males, sólo hay tres cuartos del pollo regulado. De esta
forma, aparecieron la escasez,
las gigantescas colas y la distorsión es tal, que en los supermercados
es usual ver que se solicitan decenas de trabajadores, porque éstos
renunciaron para hacer las colas generadas por el monumental mercado negro.
Ahora bien, el mayor drama de todos fue la pobreza que, oculta bajo
los petrodólares, volvió a aparecer con la misma fuerza que 1998. A la
muerte de Chávez, Venezuela necesitaba con urgencia a un Den Xiaoping
y, ante el fin de la fiesta de las materias primas, aún con mas
urgencia a un Hu Jintao. Pero la formación de marxista decimonónico y la
obsesión de Maduro por culminar el proyecto de Allende o Castro en
pleno siglo XXI, está llevando al país a una bancarrota nunca antes
vista. Venezuela, que se había sostenido por la inmensa popularidad de
Chávez junto una petrochequera prácticamente ilimitada, está gobernada
hoy por un personaje sumamente impopular y sin recursos, de allí que la
continuidad del proceso dependa únicamente de la violencia, que no es
otra cosa que la herencia maldita de todas las revoluciones socialistas
en el tercer mundo y en especial, la de Hugo Chávez.
Thays Peñalver es columnista del diario 'El Nacional'
Fuente:http://www.elmundo.es/internacional/2015/04/19/553282c0ca4741cd788b457f.html?cid=SMBOSO25301&s_kw=twitter
4 comentarios:
Gustavo Coronel
Los seis anillos de la boa
Maduro: te has declarado un luchador contra la corrupción pero tu régimen está podrido. Te daré ejemplos concretos:
1. Un consorcio iberoamericano de periodistas de investigación reveló como dos empleados del entonces ministro de finanzas, Nelson Merentes, – convenientemente provistos de pasaportes diplomáticos que les daban protección contra requisiciones aduaneras, llevaban valijas llenas de dinero a Andorra, el cual era depositado en cuentas de la Banca Privada de ese país, BPA, organización malandra hoy suspendida por las autoridades. El informe policial, de más de 150 folios, implica a dos funcionarios del departamento que dirigía Nelson Merentes -ministro de Economía venezolano desde 2004 a 2008-. Se trata de Tulio Antonio Hernández Fernández y Gabriel Ignacio Gil Yánez. Ambos funcionarios se presentaban como «asesores del ministro de Economía y Finanzas», según consta en las copias de los pasaportes diplomáticos consignados que forman parte de la investigación. Los pasaportes diplomáticos de Hernández Fernández y Gil Yánez fueron emitidos el 30 de diciembre de 2004 por la Cancillería venezolana. Para esa fecha, la cartera de Economía y Finanzas estaba en manos de Nelson Merentes, hoy presidente del Banco Central de Venezuela. Ver detalles en: http://www.elmundo.es/economia/2015/04/13/552c1b9722601df14b8b4570.html
2. Esta actividad de blanqueo de capitales en Andorra se viene a sumar a los depósitos ilegales encontrados en Suiza, a los miles de millones de dólares dados a empresas fantasmas de importación, a las dádivas para Cuba, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y otros regímenes parásitos y cómplices, para configurar un colosal saqueo al erario público venezolano.
3. ¿Quiénes son los responsables de este saqueo, Maduro? No has hecho investigación alguna de estos crímenes por una sencilla razón: los mayores culpables son ustedes mismos. El régimen tuyo es un reptil monstruoso, una boa cuyos anillos han asfixiado a la nación. Describo estos anillos de inmediato para tu información ( y fines consiguientes):
4. EL PRIMER ANILLO DE LA BOA. Formado por los cinco principales responsables de este inmenso saqueo: Hugo Chávez (+), Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Jorge Giordani, Rafael Ramírez y Nelson Merentes. Los miembros principales de esta pandilla suman unos 500-600 pero los arriba nombrados han sido y son los cabecillas. Esta pandilla ha sido apoyada por la Fuerza Armada de Venezuela, una institución parásita y prostituida hasta la raíz. Este primer anillo de la boa es responsable por unos U.S. $200.000 – 300.000 millones de pérdidas para la nación
5. EL SEGUNDO ANILLO DE LA BOA. El inmenso saqueo arriba mencionado ha sido llevado a cabo ante los ojos y el silencio cómplice del Tribunal Supremo de Justicia, un grupo de castrados morales; ante el silencio y encubrimiento del llamado Poder Ciudadano y de quienes han sido sus representantes (todos debidamente identificados) y de la Asamblea Nacional, incluyendo muchos representantes de la triste oposición. Esta gente es directa e indirectamente responsable por pérdidas del orden de unos $50.000 millones para la nación
6. EL TERCER ANILLO DE LA BOA. En una tercera línea de responsabilidad se encuentran los adulantes en nómina y los embajadores de tu régimen, quienes se encargan de difundir por todos los rincones del planeta las “bondades” de tu régimen podrido. Entre los embajadores hay algunos de carrera pero los más han sido manufacturados a la carrera. De este grupo no se salva nadie porque todos conocen bien lo que está pasando en Venezuela y, sin embargo, defienden al régimen execrable. Entre ese grupo hay gente de quienes no es posible esperar nada bueno como Isaías Rodríguez, Mario Isea, Iván Rincón y Roy Chaderton y embajadores de carrera como Alfredo Toro Hardy, de quien hubiera sido posible esperar una rectificación que nunca llegó (ya es tarde).
Gustavo Coronel
Los seis anillos de la boa
7. EL CUARTO ANILLO DE LA BOA. Constituido por los funcionarios públicos y sus amigos contratistas, quienes se han metido nuestro dinero en el bolsillo por medio de diversas modalidades de corrupción: contratos chimbos, comisiones, extorsión, notas estructuradas, sobre-facturación, manipulación de divisas, sobornos, robo directo. Estos cómplices suman centenares. Representan el estrato más despreciable de nuestro gentilicio, aquellos quienes carecen de dignidad y de ética y se venden por la oportunidad de hacerse millonarios en poco tiempo. En este nivel se han desaparecido unos $100.000 + millones que eran de la nación. Ejemplos: Las casas que nunca se han construido, ver: http://www.lapatilla.com/site/2015/04/19/venezuela-viviendas-prefabricadas-y-la-danza-de-los-millones-de-contratistas-internacionales/, el guiso de la gabarra hundida Aban Pearl, los contratos dados por PDVSA a sus amigos y a los familiares de sus gerentes de PDVSA, el desastre de la CVG y de CorpoElec, el fraude de $200 millones llamado Pastor Maldonado, la compra de tanqueros petroleros que nunca se han construido, la chatarra militar. Esta cloaca moral nunca ha sido investigada por tu régimen. Entonces, no menciones la palabra corrupción porque te quema la boca.
8. EL QUINTO ANILLO DE LA BOA. Representado por los venezolanos y extranjeros de la periferia del régimen, algunos quienes hasta dicen adversar al régimen pero hacen negocios con ellos. Este grupo de mercenarios y vividores incluye a mucha gente “bien” venezolana, hasta gente que dice militar en la oposición. Muchos de ellos tienen sus cuentas cifradas en Suiza, no hablan, no se pronuncian, solo depositan y se ríen de los venezolanos honestos.
9. EL SEXTO ANILLO DE LA BOA. Compuesto por la gran masa de venezolanos dependientes del estado, ignorantes, esperanzados en las promesas de un irresponsable líder como el difunto y de un mal chiste como tú. A esta masa le ofrecieron una casa y se alegró, aunque todavía la esperan. Hace colas en PDVAL y alguna limosna le dan, aunque esté parcialmente podrida. No tiene idea de lo que es un control de cambios, no comprende el concepto de inflación y le da gracias a Dios por llegar vivo a su casa al caer la noche. Esta masa es víctima de su ignorancia e indiferencia pero también es responsable de nuestra tragedia. Ha debido darse cuenta de que la tutela del estado no es la verdadera salida. Se dejó seducir por la limosna y por la promesa de que ellos serían quienes mandarían en el país.
Hay miles de venezolanos pobres que han rechazado con dignidad esa tutela del estado y se han escapado de la pobreza y de la ignorancia gracias a sus esfuerzos.
Maduro: Los anillos de ese horroroso reptil que es tu régimen han apretado y continúan apretando de manera inmisericorde a un pueblo debilitado, empobrecido, parcialmente prostituido por el populismo de tu régimen. Esto no se compondrá a menos que tú y tu gente se vayan del gobierno. Ya el desastre que ustedes han causado ha sido gigantesco y se requerirán años para colocar de nuevo a la nación en un nivel razonable de progreso y civilización.
Los indios Dakota de los Estados Unidos tienen un proverbio qué deberías acatar: Si el caballo está muerto, bájate de la silla.
No entienden nada
Antonio Navalón
La corrupción, esa gran plaga que invade muchos países de América Latina y del mundo, va a ir acrecentándose en la percepción social y la crisis económica que se avecina amenaza con provocar un rechazo aún mayor de estas prácticas. Justo cuando se abría un respiro de esperanza para el continente tras la Cumbre de las Américas de Panamá, el último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) anuncia negros nubarrones sobre América Latina, con excepción de Centroamérica. La crisis política y económica de Brasil y la incapacidad del Gobierno de Venezuela colocan a una buena parte del continente en pronóstico reservado, por no decir malo, para los próximos 12 meses.
Uno de los mayores desafíos para los gobernantes es comprender y afrontar la fuerte demanda de servicios y las implicaciones que conlleva la incorporación en estos años de grandes sectores de la población que han pasado de la pobreza a la clase media baja y de la clase media baja a la clase media. Ningún Estado está preparado para crecer en infraestructura y en inversión social al mismo ritmo que sus ciudadanos ascienden en la escala socioeconómica.
El gigante brasileño realizó la proeza de sacar a entre 25 y 30 millones de personas de la pobreza y convertirlos en clase C, una figura que ha acabado por cambiar la fisonomía del país. Sin embargo —no podía ser de otra manera— no le dio tiempo a construir ni las carreteras, ni el equipamiento, ni todo lo que la demanda social ansiaba tras ese cambio. Y lo malo es que los pueblos están cada vez más informados: pueden gritar, ofender y opinar en primera persona a través de las redes sociales.
En la avenida Paulista de São Paulo, la mayor arteria de la capital económica brasileña, la cuna de los grandes capitales, se van echando paletadas de tierra sobre una Dilma Rousseff que comenzó su segundo mandato hipotecada por sus compromisos políticos, los derivados de sus primeros cuatro años en el poder y de los ocho años anteriores de Lula da Silva.
Rousseff está noqueada. No se da cuenta de que la gente se muestra menos tolerante con la corrupción y eso, aunado al estancamiento económico y a las listas con nombres y apellidos de quienes roban en la Administración, crea situaciones socialmente inéditas para las que no hay respuesta. Así, el estallido —hasta ahora, en manifestaciones sin violencia— se vuelve la única salida.
En la otra esquina está Venezuela. Sigue siendo el país con las mayores reservas de petróleo conocidas del mundo. Es una joya creada con una riqueza divina, maltratada por una clase dirigente que atenta contra la buena suerte que los dioses derramaron sobre esa tierra.
Nicolás Maduro no ha entendido nada. No ha entendido el acuerdo de Cuba con Estados Unidos. No entiende a su pueblo. No entiende ni siquiera a los chavistas. Es una grosera exhibición de incapacidad personal y política que no entiende —siquiera— lo que significa gobernar.
No entienden nada
Antonio Navalón
Estoy seguro de que Hugo Chávez desde su reino (sea el que sea) sonríe porque Maduro no solo ha logrado convertirle en un líder de una estatura similar a la de su admirado Fidel Castro, sino que, con la distancia, se va tornando cada vez mejor en comparación con la falta de sentido común del actual presidente venezolano. Maduro es mucho peor que un dictador. Es un incompetente que ha destruido cualquier posibilidad de un acuerdo social. Los datos son claros: este año, la economía venezolana decrecerá en un 7% y la inflación se acercará al 100%.
Maduro no comprende que si sus grandes y patrones, quienes de verdad controlan los ranchos, las misiones y la seguridad van por el camino del entendimiento, por mucho que él grite, golpee y exhiba su incapacidad política —por ejemplo, con la última crisis con el Gobierno de España—, sus días no solamente están contados, sino que quienes los están contando son los mismos que le han sostenido en el poder hasta ahora.
Volvió de Panamá con todos los mensajes cruzados. En lugar de negociar y acceder al diálogo político para resolver de forma inteligente sus barbaridades (entre otras, encarcelar sin cargos a dos líderes opositores en una prisión militar), Maduro se ha atrincherado aún más en sus razones, condenando cualquier esperanza de un pacto para la transición venezolana. La realidad tiene mucha fuerza y mientras todos los días y a todas horas funcionarios estadounidenses y cubanos se ponen de acuerdo en el siguiente paso, el único escollo que malcría la zona y da malos ejemplos se llama Nicolás Maduro.
Rousseff está desconcertada en Brasil porque no ha entendido el peso de la nueva dinámica política impuesta por la revolución de las comunicaciones. Maduro, simplemente, no sabe que gobernar significa anticiparse y lograr una mezcla de fuerza y debilidad para que los pueblos no estallen e imponer una política.
La economía no augura buenos tiempos para la región latinoamericana. Sin embargo, eso me preocupa menos que la incapacidad de los políticos para responder a los nuevos tiempos y a las protestas en la calle que están obligando al diálogo y a la transformación de pueblos gobernados en pueblos gobernantes.
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