En una bellísima tarde de un resplandeciente día, en el que el cálido sol invitaba a descansar bajo la aterciopelada sombra de alguna palmera tropical, y así, saborearme la alucinante vista, de la inmensidad sobrecogedora del mar azul en toda su magnitud. Jamás podré olvidar la hermosura de ese instante colmado de atractivo inconmensurable que me transmitía un maravilloso éxtasis nunca visualizado.
¿Es posible pensar que en este infinito universo, aspectos tan insignificantes para el ser humano como el viento o el mar, puedan tener un sitio relevante en el Plan de la Vida? En el pasado no había pensado en esta interrogante ni en sus eventuales soluciones, hasta que en este espléndido escenario hallé un mensaje.
Me encontraba imbuido en mis meditaciones, de pronto rodeado de la suavidad de la brisa que me besaba el rostro, oí un murmullo que me expresaba: ¿Por qué te angustias y mortificas tanto por los problemas del mundo, si tienes en tu presencia la absoluta manifestación de la grandeza infinita y la inmensidad de la bondad de Dios?
-¿Quién eres tú? ¿Dónde estás? –respondí sorprendido.
-Soy el mar, y hasta mí han venido tus meditaciones e ideas –y con un sutil salpicar de sus olas sobre mis pies desnudos sobre la arena, logró que mi piel se deleitara con su tibia y tierna caricia.
-Eres muy intranquilo y un poco sorpresivo por haberme sacado de mis elucubraciones. Me inquietas ¿cómo logras conocer lo que meditaba si no lo expresaba en clara voz?
-¡Ah!, lo que ocurre es que no hay cosas ocultas para mí o para ningún integrante de la naturaleza.
-¿Un poder sobrenatural?
-Tal vez…sin embargo no lo denominaría de esa forma; se trata de algo natural y común entre nosotros; una ley, se puede afirmar. Pero ocurre que a ustedes los mortales, no les preocupa o no quieren comprender los misterios de la vida, lo intangible, ocupan su mente sólo en lo material.
-Pero entonces, de no mortificarnos por adquirir la comida, el hogar, la ropa y demás necesidades, ¿Qué pasaría con todos?
-requerí respuesta algo exaltado ante tales apreciaciones sobre las lógicas satisfacciones humanas.
-No se trata de eso, pequeño- de repente se escuchó otra voz- lo que te explica el mar, es que no solamente de pan vive el hombre, tal como expresó un día, hace tanto tiempo Jesús de Nazaret. – Y al voltear la cabeza, entendí que era la palmera la que habló.
-Pero de que vive, ¿del aire?
-No, vive del Amor, de esa diminuta llama que alberga en su corazón y que lo hace ser mejor.
-¿Podrías ser más explícito? – Interrogué muy acucioso- ¿Piensas entonces que no nos interesa la fe? ¿Qué es lo que practicamos, al acudir a los ritos religiosos, cuando oramos, suplicamos perdón por nuestras faltas y errores?
-¿Catalogas esas actitudes como “espiritualidad”? – asentí con mi cabeza- Entonces, lamento decepcionarte, pero te encuentras en un error. No es indispensable practicar ritos exteriores a objeto de convencer a las personas que los humanos cumplen los mandamientos de Dios; tal actitud solamente sería hipocresía, y lo más terrible, no engañan a sus congéneres, sino que a ustedes mismos. Todos en esencia somos buenos; lo que los hace ser materialistas es su poca fuerza de voluntad para intentar ser mejores. Y no creas que el Amor nace de un día para otro en su interior. Es un difícil trabajo de cada día, de cada instante, es como sembrar una semilla en la tierra fértil, situándola a la luz solar, hidratándola, abonándola, de tal manera que esa diminuta semilla progresivamente crezca lentamente hasta volverse una planta pequeñita, y luego hay que continuar auxiliándola a fortalecerse para con el tiempo convertirse en un gran árbol con frutos hermosos y deliciosos; y, por la anécdota, comprenderás que es idéntico en la siembra, el fomento y fortalecimiento del Amor. Es verdad que no es negativo atender seriamente las necesidades mundanas; es indispensable saciar en todas las criaturas vivas tales requerimientos lógicos, en virtud de la dualidad del ser; sin embargo si es muy negativo dirigirse a los extremos. De tal manera, que es indispensable que se procure el equilibrio y no cometer el error de ser materialista, soslayando lo espiritual, pero tampoco convertirse en fanáticos, ignorando lo material.
-Pero, ¿cómo podemos conseguir esa bondad? Y si no tenemos la semilla, ¿cómo podremos fortalecer el árbol?
-La semilla - expresó el mar – no es imposible de hallar, porque se encuentra dentro de ti mismo, en el santuario de tu corazón, de tu ser, y ese diminuto fuego que aguarda que lo hagas crecer para alumbrar, calentar y llenar tu alma, oscura, fría y vacía, mostrándote, descubriéndote y enseñándote los misterios y secretos de la verdadera humanidad.
-¿Verdadera humanidad? ¿No soy humano?- Me sorprendió tan impresionantes e insólitas expresiones.
-Sí, ¡verdadera humanidad! Tú piensas que por ser humano eso te otorga poseerla. Humanidad es sacrificio en nombre del Amor. Es sentir la intensidad de las emociones y dirigirlas en bien de tus semejantes; es pensar en quienes padecen por ti, quienes aprendieron por ti, los que te aman. En toda existencia hay dos fuentes fundamentales, el bien y el mal en constante choque, que sin su existencia nada tendría manifestación, y esto es lo que conforma la dualidad de la vida. Ocurre un instante en que debemos inclinar la balanza hacia una de estas dos fuerzas e impedirlo sería imposible, tal circunstancia nos colma de confusión. Lograr tener toda la fuerza que pueda acumularse, no debe ser en ninguna forma más esencial que ser un humano. A lo mejor esto sea una disputa que no somos competentes para asumir o comprender en forma alguna; sin embargo es la batalla más relevante de nuestra existencia y es, sin duda, un desafío que no debemos rehusar sino asumir, y ser dioses no es lo que verdaderamente debe importar, y ser humano, es ser Amor.
Les expresé: -Si es así, pienso que ustedes son más seres humanos que los hombres. Sus existencias son muy simples, llenan sus necesidades elementales jamás desperdician lo que les concede la madre naturaleza, y en silencio levantan sus corazones hacia Dios y lo adoran por las constantes bendiciones para sus descendientes, por su parte los humanos están seguros de su propia superioridad por los logros múltiples de su inteligencia y poder de creación, sintiéndose Dioses, sin entender que lo que poseen, el Todopoderoso del universo puede despojarles en un instante. Sí, los humanos se crean a sí mismos como ídolos, pero de barro que en un instante pueden derribarse de su pedestal, además son tan incrédulos, creen que seres como ustedes no aman ni alaban a Dios; y pensándoles seres sin espíritu y corazón, los despojan de su hábitat, asesinándolos, maltratándolos y causándoles daño; edificando gigantes de concreto y cabillas tan fríos como su misma alma, al precio de aniquilar la naturaleza todo lo que exista sobre ella. Entonces, los humanos se empeñan en irrespetar a sus propios hermanos los animales, las plantas, los elementos de la naturaleza; en verdad, ya que ustedes son nuestros hermanos, y somos hijos del mismo creador, y en virtud de nuestros vínculos filiales tiene que existir el amor y el respeto por nuestras vidas y lo que somos. Jesús expresó: “Amad a tu prójimo como a ti mismo”, todos ustedes están involucrados, ya que son nuestros prójimos y quienes no los amen, no pueden amar a Dios.
-La verdadera nobleza no consiste en ser grandes, sino en ser humildes- concluyó la palmera.
-Aspiramos a que tus interrogantes estén respondidas –se dirigió hacia mí el mar- y que esa diminuta semilla que empieza a nacer, en tu corazón alcance la grandeza y nobleza de nuestra hermana la palmera…
-Gracias- agregó la palmera- pero no olvides que “el más grande entre nosotros, será el mayor siervo para todos”.
-Es verdad- prosiguió el mar- recuerda que esto constituye el espíritu del servicio, y así los humanos hallarán lo que ansían: la paz profunda. Y no olvides: no importa que seamos diferentes morfológicamente, en el fondo, somos idénticos, ya que integramos parte del todo y el todo integra parte de nosotros. Hasta la vista pequeño amigo –las voces del mar y la palmera comenzaron lentamente a disminuirse, para concluir en un rumor casi imperceptible, se volvieron el sonar de las olas en la arena de aquella hermosa playa margariteña.
Nunca podré saber ciertamente si lo que oí en esa playa de la Isla de Margarita fue una experiencia real o tan sólo un bello sueño; sin embargo lo que sentí sí fue verdadero.
Sin duda es un mensaje de luz, de vida y de Amor, una reflexión profunda de lo que es verdaderamente el mundo en el que existimos; contiene la convicción mental e interior de que si el ser humano no se empeña afanosamente por alcanzar la liberación de su propio ser, de su propio yo de las amarras y cadenas materialistas, que lo mantienen atado como un esclavo de sus propios miedos y temores, jamás podrá lograr ser hermano de los humanos, de la naturaleza, ni siquiera de si mismo.
¿Es posible pensar que en este infinito universo, aspectos tan insignificantes para el ser humano como el viento o el mar, puedan tener un sitio relevante en el Plan de la Vida? En el pasado no había pensado en esta interrogante ni en sus eventuales soluciones, hasta que en este espléndido escenario hallé un mensaje.
Me encontraba imbuido en mis meditaciones, de pronto rodeado de la suavidad de la brisa que me besaba el rostro, oí un murmullo que me expresaba: ¿Por qué te angustias y mortificas tanto por los problemas del mundo, si tienes en tu presencia la absoluta manifestación de la grandeza infinita y la inmensidad de la bondad de Dios?
-¿Quién eres tú? ¿Dónde estás? –respondí sorprendido.
-Soy el mar, y hasta mí han venido tus meditaciones e ideas –y con un sutil salpicar de sus olas sobre mis pies desnudos sobre la arena, logró que mi piel se deleitara con su tibia y tierna caricia.
-Eres muy intranquilo y un poco sorpresivo por haberme sacado de mis elucubraciones. Me inquietas ¿cómo logras conocer lo que meditaba si no lo expresaba en clara voz?
-¡Ah!, lo que ocurre es que no hay cosas ocultas para mí o para ningún integrante de la naturaleza.
-¿Un poder sobrenatural?
-Tal vez…sin embargo no lo denominaría de esa forma; se trata de algo natural y común entre nosotros; una ley, se puede afirmar. Pero ocurre que a ustedes los mortales, no les preocupa o no quieren comprender los misterios de la vida, lo intangible, ocupan su mente sólo en lo material.
-Pero entonces, de no mortificarnos por adquirir la comida, el hogar, la ropa y demás necesidades, ¿Qué pasaría con todos?
-requerí respuesta algo exaltado ante tales apreciaciones sobre las lógicas satisfacciones humanas.
-No se trata de eso, pequeño- de repente se escuchó otra voz- lo que te explica el mar, es que no solamente de pan vive el hombre, tal como expresó un día, hace tanto tiempo Jesús de Nazaret. – Y al voltear la cabeza, entendí que era la palmera la que habló.
-Pero de que vive, ¿del aire?
-No, vive del Amor, de esa diminuta llama que alberga en su corazón y que lo hace ser mejor.
-¿Podrías ser más explícito? – Interrogué muy acucioso- ¿Piensas entonces que no nos interesa la fe? ¿Qué es lo que practicamos, al acudir a los ritos religiosos, cuando oramos, suplicamos perdón por nuestras faltas y errores?
-¿Catalogas esas actitudes como “espiritualidad”? – asentí con mi cabeza- Entonces, lamento decepcionarte, pero te encuentras en un error. No es indispensable practicar ritos exteriores a objeto de convencer a las personas que los humanos cumplen los mandamientos de Dios; tal actitud solamente sería hipocresía, y lo más terrible, no engañan a sus congéneres, sino que a ustedes mismos. Todos en esencia somos buenos; lo que los hace ser materialistas es su poca fuerza de voluntad para intentar ser mejores. Y no creas que el Amor nace de un día para otro en su interior. Es un difícil trabajo de cada día, de cada instante, es como sembrar una semilla en la tierra fértil, situándola a la luz solar, hidratándola, abonándola, de tal manera que esa diminuta semilla progresivamente crezca lentamente hasta volverse una planta pequeñita, y luego hay que continuar auxiliándola a fortalecerse para con el tiempo convertirse en un gran árbol con frutos hermosos y deliciosos; y, por la anécdota, comprenderás que es idéntico en la siembra, el fomento y fortalecimiento del Amor. Es verdad que no es negativo atender seriamente las necesidades mundanas; es indispensable saciar en todas las criaturas vivas tales requerimientos lógicos, en virtud de la dualidad del ser; sin embargo si es muy negativo dirigirse a los extremos. De tal manera, que es indispensable que se procure el equilibrio y no cometer el error de ser materialista, soslayando lo espiritual, pero tampoco convertirse en fanáticos, ignorando lo material.
-Pero, ¿cómo podemos conseguir esa bondad? Y si no tenemos la semilla, ¿cómo podremos fortalecer el árbol?
-La semilla - expresó el mar – no es imposible de hallar, porque se encuentra dentro de ti mismo, en el santuario de tu corazón, de tu ser, y ese diminuto fuego que aguarda que lo hagas crecer para alumbrar, calentar y llenar tu alma, oscura, fría y vacía, mostrándote, descubriéndote y enseñándote los misterios y secretos de la verdadera humanidad.
-¿Verdadera humanidad? ¿No soy humano?- Me sorprendió tan impresionantes e insólitas expresiones.
-Sí, ¡verdadera humanidad! Tú piensas que por ser humano eso te otorga poseerla. Humanidad es sacrificio en nombre del Amor. Es sentir la intensidad de las emociones y dirigirlas en bien de tus semejantes; es pensar en quienes padecen por ti, quienes aprendieron por ti, los que te aman. En toda existencia hay dos fuentes fundamentales, el bien y el mal en constante choque, que sin su existencia nada tendría manifestación, y esto es lo que conforma la dualidad de la vida. Ocurre un instante en que debemos inclinar la balanza hacia una de estas dos fuerzas e impedirlo sería imposible, tal circunstancia nos colma de confusión. Lograr tener toda la fuerza que pueda acumularse, no debe ser en ninguna forma más esencial que ser un humano. A lo mejor esto sea una disputa que no somos competentes para asumir o comprender en forma alguna; sin embargo es la batalla más relevante de nuestra existencia y es, sin duda, un desafío que no debemos rehusar sino asumir, y ser dioses no es lo que verdaderamente debe importar, y ser humano, es ser Amor.
Les expresé: -Si es así, pienso que ustedes son más seres humanos que los hombres. Sus existencias son muy simples, llenan sus necesidades elementales jamás desperdician lo que les concede la madre naturaleza, y en silencio levantan sus corazones hacia Dios y lo adoran por las constantes bendiciones para sus descendientes, por su parte los humanos están seguros de su propia superioridad por los logros múltiples de su inteligencia y poder de creación, sintiéndose Dioses, sin entender que lo que poseen, el Todopoderoso del universo puede despojarles en un instante. Sí, los humanos se crean a sí mismos como ídolos, pero de barro que en un instante pueden derribarse de su pedestal, además son tan incrédulos, creen que seres como ustedes no aman ni alaban a Dios; y pensándoles seres sin espíritu y corazón, los despojan de su hábitat, asesinándolos, maltratándolos y causándoles daño; edificando gigantes de concreto y cabillas tan fríos como su misma alma, al precio de aniquilar la naturaleza todo lo que exista sobre ella. Entonces, los humanos se empeñan en irrespetar a sus propios hermanos los animales, las plantas, los elementos de la naturaleza; en verdad, ya que ustedes son nuestros hermanos, y somos hijos del mismo creador, y en virtud de nuestros vínculos filiales tiene que existir el amor y el respeto por nuestras vidas y lo que somos. Jesús expresó: “Amad a tu prójimo como a ti mismo”, todos ustedes están involucrados, ya que son nuestros prójimos y quienes no los amen, no pueden amar a Dios.
-La verdadera nobleza no consiste en ser grandes, sino en ser humildes- concluyó la palmera.
-Aspiramos a que tus interrogantes estén respondidas –se dirigió hacia mí el mar- y que esa diminuta semilla que empieza a nacer, en tu corazón alcance la grandeza y nobleza de nuestra hermana la palmera…
-Gracias- agregó la palmera- pero no olvides que “el más grande entre nosotros, será el mayor siervo para todos”.
-Es verdad- prosiguió el mar- recuerda que esto constituye el espíritu del servicio, y así los humanos hallarán lo que ansían: la paz profunda. Y no olvides: no importa que seamos diferentes morfológicamente, en el fondo, somos idénticos, ya que integramos parte del todo y el todo integra parte de nosotros. Hasta la vista pequeño amigo –las voces del mar y la palmera comenzaron lentamente a disminuirse, para concluir en un rumor casi imperceptible, se volvieron el sonar de las olas en la arena de aquella hermosa playa margariteña.
Nunca podré saber ciertamente si lo que oí en esa playa de la Isla de Margarita fue una experiencia real o tan sólo un bello sueño; sin embargo lo que sentí sí fue verdadero.
Sin duda es un mensaje de luz, de vida y de Amor, una reflexión profunda de lo que es verdaderamente el mundo en el que existimos; contiene la convicción mental e interior de que si el ser humano no se empeña afanosamente por alcanzar la liberación de su propio ser, de su propio yo de las amarras y cadenas materialistas, que lo mantienen atado como un esclavo de sus propios miedos y temores, jamás podrá lograr ser hermano de los humanos, de la naturaleza, ni siquiera de si mismo.
En verdad, ese hermoso día es de un místico significado para mí, y en la inconmensurable belleza de aquella playa entendí rodeado de la confusión y de la oscuridad, que el auténtico buscador no posee temor ni en la vida ni en la muerte, ante los retos de la existencia; abriéndose de par en par una inmensa entrada frente a mis ojos, que me inducía a traspasarla y así tratar de ser un neófito ansioso buscador de la verdad, un aspirante a hijo de la luz renuente a las tinieblas.
7 comentarios:
Hermoso mensaje, de un significativo contenido metafísico.
Por cierto, ¿que mejor escenario para meditar que la Isla de Margarita? Además de la belleza inigualable de sus playas y lugares espectáculares,y del permanente clima tropical; también se puede disfrutar de la extrardinaria calidad humana de su gente, su inmejorable
hospitalidad; así como de la innumerable y excelente oferta de servicio hotelero y turístico de toda índole.La cultura,sus costumbres,su vida nocturna, su culinaria,el arte de sus pobladores,y el trabajo de sus tradicionales pescadores ¡Muy motivador su post Arcángel!
"No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal"
Mateo 6:31-34
Lemur,gracias por tu visita y también por hacernos tan importante cita del evangelio.Pienso que es perfectamente compatible con el tema central que estamos exponiendo.
Por lo demás, tanto la reflexión que presento como la cita presentada, viene como anillo al dedo en virtud de la ansiedad y angustía que noto en muchas personas hoy día en nuestro país.Incluso, en admiradas personas que me han confesado tener su corazón un poquito "apagado".De a llí fue que pensé en presentarles un mensaje de aliento, de luz,vida y amor, que en esencia es el mismo mensaje de Cristo el redentor de los cristianos.
Por cierto, que en el mes de diciembre,presenté un post titulado:"Angustía y Ansiedad en Navidad" que trata también sobre el tema, el cual te suplico revisar.Encontrarás que comulgamos plenamente con la cita que hoy nos haz traido.
Un gran Saludo.
Arcángel
me trasnocho para poder visitar tus predios. El de esta noche es el tercer intento de dejarte un mensaje. te quería decir, que si hubieras avisado que venías, te hubiera presentado a esa palmera, con ella he conversado día a día, a veces la voz del mar me cuesta más oirla, la siento acaso llena de palabras confusas, pero ella, la palmera, te da la sombra necesaria, para no encandilarte con el Rey, que siempre arriba pavonea, y te explica como a un niño de esos misterios sencillos que tanto nos complican.
besos. gracias por los caramelos (quisiera hacer dieta, pero viniendo de ti haré una ecepción)
Gata
Mi viaje a Margarita fue astral.Espero que tu corazón esté totalmente recuperado y nada "apagado". Ya sabes, cuando necesites recargarlo,habla con la palmera, pero trata de escuchar también al mar. Hermosas reflexiones nos regalas,son más dulces que mis caramelos.
Besos elevados al cuadrado, para ti que te fascina el baile famenco.
uppps, que polifacético y prolífico!
Gratamente sorprendida quedo
Cabina aérea,¡que alegría por tu visita!Gracias por tan estimulantes comentarios.
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