miércoles, febrero 14, 2007

VIAJE AL CASTILLO DE MONTSEGUR

Han transcurrido varios años de nuestro viaje al Castillo de Montsegur, Francia. Este hermoso lugar está situado en una encumbrada montaña rocosa, casi inaccesible, en la cordillera de los Pirineos, a 1.050 metros de altura sobre el nivel del mar. Hace siglos fue el reducto de un grupo de místicos denominados los cátaros que eran llamados “Los Iluminados”, ya que en sus ritos religiosos realizaban una ceremonia iniciática que los hacía merecedores de recibir el “Consolamentum” (bautismo del espíritu).

Un día resplandeciente estuvimos muy temprano, en el pie de la montaña que sustenta al espectacular Castillo de Montsegur. Antes habíamos visitado a Tolosa, que en su cercanía a España la ha iluminado de un ambiente ameno, muy alegre, lo cual es característico en los hispanos. Estuvimos igualmente en Carcassonne, una hermosa ciudad de estrechas calles cuyo escenario nos pareció maravilloso. Al dirigirnos por la vía hacia Montsegur, el ambiente cambia: la verde campiña transmite una sensación de paz casi imposible de describir, ya que se siente una poderosa energía interior, un extraño magnetismo que se capta de inmediato.

Nuestra visión se deleitó con el escenario encantador, que nos regalaba el brillo de la campiña francesa. A lo lejos se levantaban esplendorosos los gigantescos Pirineos y nuestra mente nos hizo ascender a sus encumbrados picos. ¡Que extraordinaria paz sentimos entonces! De repente, luego de un giro en la carretera, se nos muestra la imponente montaña, un gran peñasco, en cuya cima se observa las espectaculares ruinas del castillo de Montsegur. Sentimos un raro magnetismo que nos transmite fuerza, creemos en ese instante poseer la energía para ascender la empinada cuesta en la montaña hasta alcanzar el Castillo. Una sutil alegría nos invade al encontrarnos frente a este histórico y místico sitio.

Habían cientos de personas más en el lugar, cada quien mirando y detallando el irregular sendero, muy pedregoso y primitivo, que conduce a la cumbre de la montaña donde se encuentra el Castillo. Trepamos lentamente aquella curvilínea senda hasta lograr acercarnos a la ansiada meta. A sólo metros de llegar se encuentra una gigantesca roca con una cruz y una placa que señala que en ese preciso lugar fueron incinerados, por decisión del Tribunal de la Santa Inquisición, aproximadamente 215 personas quienes descendieron cantando sus alabanzas a Dios, sin exteriorizar temor por la horrenda muerte que les esperaba, y sonrientes aguardaron el fatídico momento de la hoguera mortal.

El encontrarnos en ese lugar, donde aquella tétrica ejecución masiva se practicó en el Nombre de Dios, el mismo Dios que los cátaros consideraban suyo, nos impactó profundamente, y continuamos la caminata por la encumbrada y estrecha senda que conforme ascendíamos nos resultaba lógicamente más dificultosa. Giramos completamente hacia atrás para observar el impresionante escenario, el ambiente majestuoso de aquel paisaje hermoso. Seguimos el ascenso, comprendimos que las montañas que circundan este lugar, ofrecían seguramente grandes ventajas militares, este encumbrado sitio tuvo que ser muy estratégico para el año 1.220 (a. de J.C), ya que hacia el otro costado de la montaña el precipicio es prácticamente liso, es una pared hacia abajo, pareciera tallada con un propósito táctico. Tal vez son circunstancias geométricas de la naturaleza, designios de Dios quien geometrizó esa profunda caída en forma de lisa pared.

Llegamos a la cumbre –parecía como si camináramos durante horas- ¡Qué maravilloso espectáculo podíamos divisar desde arriba! ¡Qué pureza de oxigeno se respiraba! En ese sitio había que respirar lentamente, estábamos jadeantes. El único que no parecía inmutarse, y se encontraba como una lechuga, era el guía de la agencia turística; él hacia la excursión dos veces a la semana. Terminamos de ascender por una escalera para llegar a la parte donde está el Castillo. ¡Por fin alcanzamos el Castillo de Montsegur! En este preciso punto, situado al sur del Castillo, sentimos vértigo al observar hacia el precipicio, ya que la montaña es totalmente vertical. Una vez descansados, hurgando en nuestros pensamientos, reflexionamos sobre los cátaros y su Castillo. Nos cercioramos de estar en la parte central de la gran pared, pues da la sensación de que tal vez el viento nos podría precipitar al abismo.

Pensamos, que tal vez se seleccionó este lugar para construir el Castillo ya que la formación montañosa en general únicamente posee un solo lugar de acceso. A lo lejos se divisan las gigantescas montañas de los Pirineos que la circundan -prácticamente son paredes enormes que le dan resguardo y aislamiento a este majestuoso valle- seguramente sería muy dificultoso para algún ejercito agresor asaltar y posesionarse del Castillo.

Muchos detalles sobre la historia de los cátaros se perdieron, en virtud de que la Inquisición destruyó, la mayoría de los documentos que especificaban sus escritos. Hacia el otro lado del Castillo se encuentra la capilla donde ejecutaban el ritual del “Consolamentum”. Situaban al aspirante a la iniciación en el punto central del amplio salón ante “los perfectos”, realizaban su juramento, y al momento escogido en una hora fija, por entre una ventana, penetraba un rayo de luz solar que apuntaba exactamente sobre la cabeza del iniciado. Esto sucedía aproximadamente el 21 de marzo, el primer día de primavera; de este modo simbólico el iniciado recibía la iluminación para luego salir del Castillo a esparcir la luz de lo que para ellos era el cristianismo. De acuerdo a algunos relatos, a los cátaros se les imputaba por herejía, ya que sus ritos y creencias contradecían el catolicismo más ortodoxo. Se encontraban divididos en dos grupos –unos sostenían que existía una única fuerza superior, el Bien(comandada por Dios) y otra fuerza menor, el Mal (dirigida por el diablo). El otro sector de los cátaros expresaban que existían dos fuerzas de idéntico poder, el Bien y el Mal (Dios y el diablo). De acuerdo a algunas crónicas católicas, los cátaros eran contrarios al matrimonio y creían en la reencarnación y la transmigración, y aceptaban el suicidio. Cuentan varios historiadores, que muchos nobles y políticos, de acuerdo a sus pensamientos ortodoxos, convirtieron a Montsegur en un lugar de reunión con el fin de fomentar sus ideas político-revolucionarias, protegiéndose en la seguridad del santuario del Castillo para conspirar y encubrirse.
Lo cierto es, que los cátaros sostuvieron a Montsegur como un sitio sagrado. Desde el cual se administraban los recursos para financiar sus actuaciones misioneras, a los sitios en donde eran acosados por sus rituales e ideas de un presunto cristianismo puro y tradicional, y que se orientaban por los postulados del Nuevo Testamento, y todos los asuntos de las tradiciones del pre-catolicismo. Hay relatos que sostienen que en Montsegur se protegía rigurosamente el “Santo Grial” y que al ser rodeados los cátaros, debió ser sacado secretamente de ahí a otro santuario, al lado de varios tesoros místicos.

Quienes ese día nos encontramos en la capilla iniciática del Castillo de Montsegur sentimos un profundo despertar de la conciencia, un fuerte magnetismo y una honda emoción inexplicable. Es posible que lo que experimentamos no fuera sentido por todos los visitantes, pero estamos seguros que todos quienes logran llegar hasta ese místico lugar, deben sentirse impactados por distintas vibraciones inexplicables.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Mágico lugar ese castillo! Curioso relato Arcángel, amaneciste místico hoy...