POR:CIPRIANO HEREDIA S.
Si hay algún Jefe de Estado en América Latina que tiene razones y además posibilidades para permanecer en el Poder más allá de un segundo mandato, ese es precisamente Alvaro Uribe. Sin embargo, a pesar de que no lo ha dicho aún abiertamente en su país y de que la idea de una nueva reelección suya tiene apoyo popular, acaba de afirmar en Alemania que "un político no puede seguir indefinidamente en la Presidencia", lo cual fue inmediatamente recogido por el periódico antioqueño El Colombiano, como la ratificación por parte del presidente de la decisión ya tomada de no perpetuarse en el Poder e impulsar nuevos liderazgos. De ser esto así, Uribe le estaría dando a Chávez una nueva y definitiva lección, mostrándole claramente como se sale por la puerta grande de la presidencia de un país.
Esta decisión por parte de Uribe obviamente lo enaltece como líder y le permitirá pasar a la historia como el gran estadista que ha sido. Este disidente del partido liberal que llegó a la presidencia en 2002 tras más de 50 años de lucha guerrillera y con el legado de la fracasada política de Andrés Pastrana que despejó militarmente grandes zonas de Colombia como mecanismo de negociación con las FARC -y que sólo sirvió para que los insurgentes crecieran y se fortalecieran-, puede exhibir hoy un rotundo triunfo gubernamental sobre la insurgencia armada. Tanto así, que hoy en día sus mandos están muertos, presos o reducidos, el número de efectivos ha disminuido sensiblemente, las zonas ocupadas son escasas, las deserciones están a la orden del día, cada vez más rehenes regresan a sus hogares, y hasta Chávez y su gobierno le han quitado apoyo a la moribunda narco-guerrilla.
Pero Uribe ha logrado también no sólo recuperar la fe de los colombianos en su presidente y en sus instituciones, sino que además ha fortalecido la economía y logrado grandes avances en lo social. Por todas esas razones, sus compatriotas lo apoyarían eventualmente en una segunda reelección, y él también tendría razones para pensar que quedarse otro período sería beneficioso para consolidar su proyecto de seguridad nacional y los éxitos alcanzados. Pero no sería propio de un presidente de su talla jugar al continuismo. Colombia aprendió la lección y ni sus adversarios políticos se atreverían a variar el rumbo y la política que ha marcado. Además, entre sus aliados políticos hay muy buenos líderes que bien pueden continuar la senda.
No cae pues Uribe en una tentación que no soportaría la mayoría de los líderes latinoamericanos. De hecho, Menem se estrelló en el intento y Fujimori logró el tercer mandato pero naufragó inmediatamente en una crisis de legitimidad que lo obligó a renunciar vía fax desde Japón en las primeras de cambio. En Venezuela, sólo políticos de la talla del General López Contreras y de Rómulo Betancourt en el siglo XX desecharon la hegemonía y la perpetuación en el Poder pudiendo haberlo hecho. Hoy en día, en cambio, un presidente autoritario, neocomunista y retrógrado, que ya tiene 10 años en el cargo y que tendrá 14 cuando termine su actual período, aspira a reelegirse indefinidamente.
Esta será tal vez la última y más importante lección que Uribe le dará a Chávez como Jefe de Estado. Se retirará en hombros de la presidencia siendo querido por sus paisanos, respetado por su Ejército, temido por sus adversarios y admirado en todo el mundo. Chávez por su parte seguirá por el contrario atrapado en su delirio de emular a Fidel Castro y de resucitar al socialismo, mientras que sigue destruyendo a Venezuela. Le toca ahora al pueblo darle el 15 de febrero una nueva lección, que ojala sea también definitiva.
1 comentario:
11Teodoro Petkoff: La Abstención es el enemigo
Muchos periodistas extranjeros tienen siempre una pregunta a flor de labios: ¿Por qué después de diez años el presidente Chávez conserva una popularidad tan elevada? Esa no es la pregunta correcta.
La noticia real es que después de diez años, con los vientos económicos totalmente a favor, acompañado desde hace más de cinco años por precios petroleros estratosféricos, que le han permitido lubricar copiosamente el carisma; con todos los poderes del Estado férreamente controlados; con un ventajismo electoral que todos esos periodistas denunciarían indignados en sus propios países, la mitad de los venezolanos se opone al régimen.
La verdadera pregunta debería ser: ¿Por qué, después de estos diez años, el apoyo al régimen no sólo no se expande sino que muestra ya claros signos de que se está debilitando? En el país se ha venido produciendo una modificación de la correlación de fuerzas políticas sumamente interesante. El respaldo al régimen ha descendido a lo largo de esta década, en tanto que el rechazo ha venido incrementándose. Las cargas se han ido emparejando.
La explicación del f e n ó m e n o tiene que ver con la mirada más crítica y menos incondicional que los seguidores de Hugo Chávez han comenzado a echar sobre la ineficacia de la administración pública, que no atina a dar respuestas adecuadas a los enormes problemas sociales (más allá de las “misiones”, cuyo pésimo y corrupto manejo es disimulado por las ingentes cantidades de dinero que han sido distribuidas), así como con el hastío, en sus propias filas, frente a un discurso camorrero y a una conducta signada permanentemente por la agresividad y la intolerancia, que terminan por gustarle a muy poca gente. Si a esto unimos la creciente suspicacia popular frente a un proyecto político cuyo destino es asociado cada vez más con algo
parecido al régimen cubano, se puede entender por qué esa nivelación de fuerzas se tradujo en una ligera ventaja para la oposición el 2D.
Conciente de esto, el gobierno ha aunado al ventajismo la utilización de la violencia y la amenaza de esta, con la intención de atemorizar a una parte del electorado que se le opone.
Un resultado potencialmente estrecho podría ser alterado a favor de la opción oficialista si unos pocos miles de quienes votaron NO el 2D se abstuvieran en esta oportunidad. Por eso es que cada voto cuenta y esta es la hora de recordar nuevamente la palabra de Bolívar.
Hay que echar el miedo a la espalda y salir a votar NO, llueva, truene o relampaguee. La abstención es el enemigo. Mosca, pues.
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